Es un barrio cerrado exclusivo, ubicado a más de 1600 kilómetros de Buenos Aires, y en las próximas horas se convertirá en el lugar donde se tomarán algunas decisiones clave para la Argentina a partir de 2023. Todo comenzará cuando Horacio Rodríguez Larreta viaje este viernes a Villa La Angostura, Neuquén, para pasar unos días en el country Cumelén. Allí está instalado Mauricio Macri desde la semana pasada. Ambos se reunirán a solas, en medio de una gran expectativa sobre lo que hablarán porque se aproxima el momento de las grandes definiciones electorales en el PRO. No será la única reunión política que mantendrá el ex presidente en la Patagonia: en enero recibirá a Patricia Bullrich.
La agenda de Macri se ha transformado a lo largo de 2022 en un barómetro que mide la presión opositora. En el PRO, aunque no solamente en ese partido, da la sensación de que las chances de la dirigencia de afianzar sus candidaturas dependiera de si el ex mandatario les concede o no una audiencia. Por eso se siguen tan de cerca sus movimientos luego de haber estado un mes en Qatar. En apenas tres días que estuvo en Buenos Aires antes de irse al sur con su familia, Macri habló con Rodríguez Larreta y estuvo reunido, por separado, con Bullrich y con María Eugenia Vidal, los tres postulantes presidenciales del PRO. Ahora, verá a dos de ellos en Cumelén, a unos 60 días de que se resuelva la interna partidaria y se sepa quiénes serán los contendientes en las PASO.
En el entorno bullrichista aseguran que su líder salió sonriente del encuentro que tuvo con Macri en la zona norte. Antes, admiten, se la veía incómoda por los movimientos del ex presidente, que juega a ser el mentor del PRO, además de su custodio ideológico, sin confirmar si buscará o no volver a la Casa Rosada. Bullrich reconoce el predicamento de Macri en el partido que fundó, pero reniega de su actitud paternalista y sabe que si decide ser candidato bloqueará su proyecto presidencial: ambos comparten el mismo perfil político y el mismo electorado con ideas afines a los “halcones”.
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La ex ministra de Seguridad afirma a sus colaboradores que no hay forma de que resigne su candidatura presidencial: suele advertir que, a sus 66 años, es la última gran oportunidad que tiene de gobernar el país. Su figura creció en las encuestas a partir de la intransigencia ante el kirchnerismo durante la pandemia, cuando protagonizó todos los “banderazos” opositores y tomó distancia del pragmatismo de Rodríguez Larreta, condicionado en la gestión por la emergencia sanitaria.
Macri, quien presionaba al larretismo durante la pandemia para llegar a una liberación total de las actividades al estilo Bolsonaro, le “prestó” a Bullrich algunos de sus dirigentes más cercanos, como los diputados nacionales Hernán Lombardi y Federico Angelini, para que reforzara su elenco de colaboradores sobre la base de una mirada crítica de los presidenciables del PRO: le parecía que la jefa partidaria tenía menos equipo, pero más claridad acerca de qué hacer en el poder. Y dicen que creía exactamente lo contrario de Larreta. Por eso se dedicó durante meses a ayudar a Bullrich: su idea era que ambos precandidatos pudieran equiparar sus fuerzas para una competencia pareja en las PASO.
El ex presidente era consciente de que el peso del aparato porteño representa una ventaja para Rodríguez Larreta, al igual que gestionar un distrito clave como la ciudad de Buenos Aires. Así como tuvo gestos hacia Bullrich, Macri avaló la candidatura presidencial de Vidal y la puso en un plano de igualdad con la de los otros postulantes del PRO. La ex gobernadora aprovechó el envión de haber ganado las elecciones legislativas en CABA para intentar llegar a la Casa Rosada. En realidad, decidió comenzar a recorrer el país, recuperar el contacto directo con la gente y a principios de 2023, encuestas en mano, determinará si tiene margen para ser elegida presidenta de la Nación.
Macri se ubicó este año en el centro de la cancha opositora: bajó línea a los líderes de su partido, a partir de la consigna de que “somos el cambio o no somos nada”, y les puso claros límites dentro de Juntos por el Cambio a la UCR, a cuyos dirigentes cuestiona por sus “impulsos populistas”.
Pero el ex presidente, a la vez, no terminó de despejar la incógnita acerca de su candidatura presidencial y esa actitud precipitó tensiones adicionales en la interna del PRO, hasta el punto de que Rodríguez Larreta y Bullrich parecieron ponerse de acuerdo en desafiarlo: ambos confirmaron que están dispuestos a competir con él en las PASO. En la intimidad, incluso, sospechan que si llegan a la Casa Rosada deberán hacer todo lo posible para desactivarlo políticamente. Están seguros de que el ex mandatario interferirá en el gobierno al seguir marcando lo que deben hacer en la gestión.
Curiosamente, Rodríguez Larreta no pudo capitalizar para su liderazgo interno el hecho de haber acertado en 2021 con los máximos candidatos a los que apostó para los dos principales distritos electorales del país, Vidal en la ciudad de Buenos Aires y Diego Santilli en el territorio bonaerense. En este caso, ante las diferencias que tenían sobre los postulantes, Macri optó por viajar 43 días a Europa y permitir así que el jefe de Gobierno avanzara con sus elegidos sin ningún obstáculo.
Hoy, el escenario es muy distinto. Macri esperará a marzo para resolver si competirá para regresar al poder. Las encuestas siguen sin favorecerlo. Su entorno habla de una mejora en su imagen. Elisa Carrió ya avisó que no lo apoyará si es candidato presidencial e incluso fue más allá: “Cristina y Macri ya fueron porque ninguno de los dos gana en segunda vuelta”, dijo de manera descarnada. Hay quienes sostienen que el ex jefe del Estado está seguro de que ganaría en las urnas, aunque no podría gobernar por falta de consenso entre sus propios aliados para hacer los cambios necesarios.
La postulación o no de Macri es el primer interrogante que deberá responderse para ordenar al PRO y a Juntos por el Cambio. ¿Habrá sido esa la señal que dejó sonriente a Bullrich tras reunirse con él? Rodríguez Larreta buscará en Cumelén un acuerdo que baje las tensiones internas: ¿incluiría su apoyo declarado a Jorge Macri como candidato único del PRO a jefe de Gobierno porteño a cambio del respaldo a Santilli para competir por la gobernación bonaerense? “El Colo”, pese a la proliferación de competidores internos (Cristian Ritondo, Joaquín de la Torre, Javier Iguacel y Néstor Grindetti) sigue siendo el precandidato que mejor mide en las encuestas. Sus rivales están convencidos de que ese dato no es relevante: la tradición, según destacan fuera del larretismo, indica que los bonaerenses no cortan boleta y suelen votar a un gobernador y a un presidente de un mismo partido político.
Cerca del jefe de Gobierno hay quienes imaginan que en Cumelén se sellará un pacto entre “los miembros originarios del PRO”, es decir, Macri, Larreta y Vidal, para pacificar la interna feroz y que Bullrich finalmente será primera candidata a diputada nacional con la idea de presidir la Cámara Baja desde diciembre de 2023 o que liderará la boleta de senadores nacionales por la provincia de Buenos Aires en caso de que Cristina Kirchner decida competir en esa misma categoría. Hasta el momento no hay ningún indicio de que ese cuadro se haga realidad. Hoy, todo se perfila para desembocar en unas PASO entre Rodríguez Larreta y Bullrich. ¿Con Vidal como postulante a jefa de Gobierno por el PRO? Los larretistas deslizan que sería la solución de mayor consenso interno ante un Jorge Macri que, según ellos, no termina de ascender en las encuestas y candidatos como Fernán Quirós que, pese a su buena imagen, son resistidos por Macri? Los asesores de Jorge Macri niegan que esa variante pueda ganar terreno y advierten: “La propia María Eugenia no quiere ser jefa de Gobierno”.
Vidal se reunió la semana pasada con Macri, no tiene previsto verlo en Cumelén y dentro de 15 días reanudará sus recorridas por el interior, que, en realidad, son propias de un candidato presidencial.
Para Rodríguez Larreta, las últimas semanas fueron un bálsamo. De alguna forma respondió a quienes lo veían caído en las encuestas con iniciativas para mostrar su mapa de respaldos y su iniciativa política. Reunió en Costa Salguero a un verdadero seleccionado de referentes de todo el país y esta semana dio un golpe de efecto al incorporar al gabinete porteño a figuras multicolores como Martín Redrado, Walfo Wolff y Silvia Lospennato. Las próximas en sumarse serían Cynthia Hotton y -quizá- Graciela Ocaña. Pero la renovada centralidad del jefe de Gobierno también se la debe a Alberto Fernández, quien lo volvió a ubicar en el centro del ring tras su decisión de no acatar el fallo de la Corte que le dio la razón a la Ciudad de Buenos Aires en el reclamo por el recorte de la coparticipación.
Bullrich se irá de vacaciones a Brasil este fin de semana y volverá el 18 de enero. Después tiene previsto viajar al sur para reunirse con Macri. Para entonces, Larreta ya se habrá encontrado con el ex presidente y se aprestará a lanzar su candidatura en la segunda quincena de febrero. Para marzo, el tablero electoral del PRO debería estar resuelto. Es el mes en que comenzará la campaña de Bullrich, quien no piensa en un lanzamiento formal de su postulación y sí en la presentación en sociedad de una fórmula en la que estará secundada por un dirigente radical, que no sería Alfredo Cornejo. Pero el origen de todas las definiciones opositoras se registrará en las próximas a orillas del Nahuel Huapi. Y con la esperanza de que no aparezca el fantasma de la desunión, ese monstruo que amenaza al PRO con la misma fuerza que Nahuelito, la criatura de leyenda que habita ese paradisíaco lago.
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