El Gobierno mantuvo la expectativa hasta último momento, pero no pudo lograr una foto con la selección argentina

El operativo montado en la Casa Rosada para recibir a los jugadores se vio frustrado. Alberto Fernández monitoreó desde Olivos el recorrido del plantel desde Ezeiza. Críticas de la AFA al operativo de seguridad

Alberto Fernández monitoreó la situación desde Olivos y terminó sumándose a los festejos vía Twitter

Pasados los eufóricos festejos iniciales por el triunfo de la Argentina en la Copa del Mundo, los días posteriores a la final contra Francia transcurrieron, para el Gobierno, en un vaivén de agonía e incertidumbre. Sujeto de manera constante a los designios de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), que rechazó prácticamente todos los pedidos oficiales para establecer un contacto, Alberto Fernández no logró, como buscaba, recibir a los jugadores en la Casa Rosada. Ni siquiera pudo ir a visitarlos en el predio de la AFA, el plan B, menos apetecedor, que, sin embargo estaba dispuesto a seguir para lograr la deseada foto con el plantel. El Presidente tampoco fue a recibir a los jugadores a Ezeiza, una tarea de la que se apropió, sigiloso, el alfil de Cristina Kirchner y ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, aunque tampoco logró acercarse a “la Scaloneta”.

A esas frustraciones, el domingo se sumaron las cuestionadas demoras para decidir el establecimiento de un feriado que facilitara los festejos. Y hoy se adicionó la polémica por el operativo de acompañamiento del micro que trasladó a los jugadores desde Ezeiza hacia el Obelisco, cuya logística debió replantearse sobre la hora para evitar incidentes, entre críticas públicas del propio titular de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia.

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Desde la semana pasada los laderos del primer mandatario avizoraban un panorama complicado para que Alberto Fernández formara parte de los festejos locales. El Presidente y “Chiqui” Tapia prácticamente no tienen diálogo -en el Gobierno admiten que existe un rechazo mutuo- y las conversaciones sobre el operativo se produjeron a través del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

La semana anterior el contacto con Tapia había fluido a través del ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, quien tiene un buen trato con el titular de la AFA desde su paso por la presidencia de San Lorenzo.

Sin embargo, no estuvo inmiscuido en los diálogos de las últimas horas para acercar posiciones con la AFA y lograr el encuentro de los jugadores con el Presidente. Fernández decidió delegar en sus funcionarios más cercanos el nexo con el presidente de la AFA, con quien no se habla.

Las conversaciones se mantuvieron bajo hermetismo. Los jugadores querían evitar cualquier contacto con la política argentina, y en esa tesitura se mantuvieron hasta el final del feriado en honor a la Copea. Después de tantos idas y vueltas, no aceptaron encontrarse con el Presidente, ya sea en la Casa Rosada o en el predio de la AFA.

Con todas las perspectivas en contra, en el Gobierno nunca perdieron las esperanzas. Desde el viernes, aún antes del sufrido triunfo, el retorno de la Selección se transformó en el tema central de la agenda oficial nacional. Por un lado, por el sistema de seguridad montado en torno a la llegada de los jugadores y el recorrido posterior por las calles bonaerenses y porteñas, que quedó a cargo del ministro Aníbal Fernández, y de sus pares de la provincia y la ciudad de Buenos Aires, Sergio Berni y Marcelo D’Alessandro, respectivamente.

Pero también, por el -no menos central- operativo político, cuyo objetivo final era lograr una foto, al menos, con los jugadores centrales, empezando por Leonel Messi; y con el técnico, Lionel Scaloni. Querían reproducir una imagen, aunque fuera similar, al encuentro entre Diego Maradona y Ricardo Alfonsín en el ‘86, o con Carlos Menem en el ‘90.

Al menos cuatro millones de personas se volcaron a las calles de la ciudad (Franco Fafasuli)

A pesar de que el panorama se perfilaba complicado, durante el fin de semana se buscó incesantemente algún tipo de definición por parte de la AFA, pero la organización que comanda Tapia mantuvo en vilo al Gobierno hasta últimísimo momento. Hoy, la Casa Rosada amaneció preparada para una visita: se colocó una bandera celeste y blanca sobre el balcón que enfrenta la Plaza de Mayo; se montó un escenario; e incluso se bloqueó todo ingreso a la sede del Gobierno, tanto a la prensa como a los empleados, y a la mayor parte de los funcionarios, un hecho inédito en democracia. Sólo tenían habilitada la entrada, cuidadosamente monitoreada por la Casa Militar, un grupo selecto de representantes de la Presidencia.

El argumento de parte de las autoridades para justificar la insólita medida, que no se tomó ni siquiera en los momentos más álgidos de la vida pública, se justificó en un escueto comunicado: “Mañana habrá operativos de seguridad en toda la ciudad. Por esa razón, y por directiva de Casa Militar, la Casa Rosada permanecerá cerrada para trabajadoras y trabajadores, incluida la prensa acreditada. Solo se permitirá el ingreso de personal esencial”, dijeron.

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Por la tarde, mientras el micro de la Selección recorría a duras penas el camino sembrado de argentinos eufóricos, en la Casa Rosada seguían manteniendo la expectativa y sólo admitieron que no habría contacto pasadas las 17, cuando los jugadores se distribuyeron entre varios helicópteros de la Presidencia y de las fuerzas de Seguriad en Parque Roca y se dirigieron de regreso a la AFA.

El Gobierno decidió subir a los jugadores a sendos helicópteros para frenar eventuales incidentes

El Presidente siguió el recorrido del equipo argentino desde la Quinta de Olivos, en soledad, pero estuvo en contacto permanente con dos de sus funcionarios más cercanos: la portavoz, Gabriela Cerruti, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, que permanecieron todo el día en la Casa Rosada. Ambos estuvieron a cargo de las gestiones para acercar posiciones con la AFA.

“Alberto siempre fue respetuoso del equipo y acompañó como un hincha. Lo hizo durante toda la copa. Puso a disposición la casa de Gobierno para que sea un punto. Solo eso”, indicaron en el entorno del Presidente en la tarde de hoy donde, según estimó la Policía Federal, se volcaron a la calle 4 millones de personas.

Desde la semana pasada en el mismo ámbito admitían que establecer un vínculo con los jugadores era un deseo firme del Presidente. Pero esta tarde, ante la frustración, en el entorno presidencial un funcionario buscó buscó relativizar las intenciones de Fernández: aseguró que nunca estuvo en sus planes en ir a ver a los jugadores, ni subirse al helicóptero presidencial para llegar a la Casa Rosada y lograr un encuentro ahí con el seleccionado argentino. Finalmente, el primer mandatario terminó sumándose a la victoria con un nuevo saludo a través de Twitter, donde destacó la alegría popular que se volcó en las arterias porteñas.

Operativo de seguridad y críticas de la AFA

Desde las oficinas de las áreas de Comunicacion del Gobierno brindaron escasísima información sobre cómo se desarrollaría una jornada que se vivió con un desborde total de hinchas en las calles del conurbano y la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco se detalló cuál sería el recorrido del micro de la Selección, que sufrió múltiples modificaciones sobre la marcha, escoltada por agentes de la Policía Bonaerense y de la Policía Federal desde Ezeiza hasta el centro porteño.

La caravana comenzó a las 11:30, y se trasladó en relativa paz, aunque tuvo que ser interrumpida cerca de las 16, porque el colectivo que llevaba a los jugadores no podía atravesar la multitud que había concentrada en la Autopista 25 de Mayo. Así, los jugadores no pudieron cumplir con el objetivo de pasar por la Avenida 9 de Julio y el Obelisco: parecía imposible llegar hasta ahí por la marea de gente.

Postal de la multitud en la calle junto al impactante mural de Diego Maradona (Charly Díaz Azcue)

El operativo de seguridad no dejó conforme al presidente de la AFA, quien acusó al Gobierno de impedir que el plantel llegara a saludar a la gente al Obelisco, y, llamativamente, destacó la actuación del titular de la cartera bonaerense, Sergio Berni.

En el Gobierno no cayeron bien sus declaraciones, volcadas vía Twitter. En la cartera de Seguridad informaron que por la mañana, Tapia había estado reunido con Aníbal Fernández en la sede de la AFA, para establecer los criterios de seguridad para la jornada. Allí, el presidente de la asociación de fútbol había rechazado el ofrecimiento de los funcionarios nacionales de saludar a la población desde el balcón de la Casa Rosada, y en cambio, pidió que los ayudaran a recorrer la ciudad.

La cartera de Seguridad aceptó el requerimiento, pero marcó reparos. Más allá de las intenciones del Presidente de recibirlos, había preocupación por la posibilidad de que hubiera desmanes, debido al nivel de euforia popular y a la cantidad de personas que, registraron, estaban ingresando a la Capital desde el domingo. El cambio en el recorrido, que reemplazó el micro con helicópteros, dijeron, se hizo para evitar accidentes. Habían visto hinchas caer desde un puente en un arriesgado intento de subirse al colectivo de la Selección, y las escoltas policiales estaban teniendo problemas para seguirlo de cerca, debido a la inmensa multitud que lo rodeaba. “Sobre lo que dijo Tapia no vamos a opinar. Sólo vamos a decir que nuestra responsabilidad era la vida de los jugadores y de la gente. Si pasaba algo era un escándalo internacional”, dijeron fuentes oficiales.

La interna, presente

Enmarcado en un clima festivo, la interna del Gobierno volvió a quedar expuesta anoche cuando tres funcionarios de La Cámpora fueron a recibir a la Selección. “Wado” de Pedro; la titular de Migraciones, Florencia Carignano; y el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, esperaron al plantel al lado de la escalera del avión.

El gesto de los jugadores fue frío y distante. Lionel Messi pasó al lado de los tres funcionarios y ni siquiera los miró. En el entorno del Presidente no cayó bien la decisión del kirchnerismo, que no fue coordinada con la Casa Rosada. “El Gobierno siempre fue respetuoso del equipo, nunca fue invasivo”, dijeron cerca del Jefe de Estado, dejando entrever que no había gustado nada el movimiento del camporismo. Un funcionario nacional con acceso al despacho presidencial más duro y escueto. “Fue un papelón”, sentenció.

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