(Roman Lejtman, enviado especial a Doha, Qatar) Mauricio Macri, actual titular de la Fundación FIFA, hace silencio político frente a la condena muerte dictada por Irán contra el jugador Amir Nasr-Azadani, que sería colgado de una grúa en Teherán cuando termine la Copa del Mundo en Qatar.
Amir Nasr-Azadani fue sentenciado por el régimen de los Ayatollahs al cuestionar los asesinatos de Mohsen Shekari y Majid Reza Rahnavard, que terminaron muertos por protestar ante el homicidio de Mahsa Amini, una ciudadana iraní detenida por la Policía de la Moral al no tener bien puesto el velo islámico.
La deliberada posición del ex presidente viola los estatutos de la FIFA y la propia agenda geopolítica que ejecutó durante sus cuatro años en la Casa Rosada. Macri se plegó al silenzo stampa de Gianni Infantino -titular de la FIFA-, que tampoco cumple los estatutos de su propia organización para evitar un conflicto político con el jeque de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, un socio clave del régimen de Irán en la región.
“La FIFA está demostrando con palabras y con hechos que la discriminación no tiene espacio en el fútbol, tal y como estipula claramente el art. 4 de sus estatutos: ‘Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestiones de raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, sexo, discapacidad, lengua, religión, posicionamiento político o de cualquier otra índole, poder adquisitivo, lugar de nacimiento o procedencia, orientación sexual o por cualquier otra razón, y será sancionable con suspensión o expulsión’”, escribió Infantino en el prefacio de la Guía de Buenas Prácticas en Materia de Diversidad y Lucha Contra la Discriminación” de la FIFA.
Esa Guía de Buenas Prácticas tiene 94 páginas y su PDF se puede encontrar en el sitio web de la Fundación FIFA, que preside Macri. En el capítulo II, bajo el título Derechos Humanos en el Futbol, se puede leer lo siguiente:
“La FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos (art. 3 de los Estatutos de la FIFA: Derechos humanos)”.
El silencio público de Macri no sólo va en contra de los estatutos de la FIFA que adoptó la Fundación FIFA, sino que también contradice sus decisiones de política exterior cuando ocupó la Casa Rosada. En sus tiempos de Presidente condenó a Irán, incluyó en la lista de organizaciones terroristas a Hezbollah y enfrió las relaciones diplomáticas con el régimen de los Ayatollahs.
Macri sabe que Hezbollah es el brazo armado de Teherán en el mundo, siempre sostuvo que Irán firmó el Memorándum con la administración de Cristina Fernández de Kirchner para enterrar la Causa AMIA y ordenó a la Cancillería que redujera al mínimo las relaciones bilaterales con el régimen chiita.
Sin embargo, frente a los asesinatos sucesivos de Mohsen Shekari, Majid Reza Rahnavard y Mahsa Amini, el exjefe de Estado optó por el silencio. Posición pública que mantiene firme respecto a la sentencia de muerte contra el jugador Amir Nasr-Azadani dictada por Irán.
En Doha, Macri apareció jugando al pádel, mirando los partidos en una zona VIP de los estadios y dialogando con Emmanuel Macron, presidente de Francia. Y usó muy poco su cuenta oficial de Twitter: rindió tributo a Pinky, se mostró feliz por la llegada de la Argentina a la final y retuiteó un posteo de Luis Almagro, secretario de la OEA, vinculado a la crisis institucional en Perú.
“Nosotros tenemos que tener claro que queremos vivir en democracia, que somos país profundamente democrático y, como tal, no podemos confundirnos y tener posiciones ambiguas respecto de países que no practican la democracia como nosotros la sentimos”, sostuvo Macri respecto a Irán cuando aún no era titular de la Fundación FIFA.
Sin fuerte presión de la comunidad internacional, y cuando lo considere oportuno, el régimen fundamentalista colgará a Amir Nasr-Azadani en una plaza de Teherán.
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