¿Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta llegaron a un acuerdo político? El ex presidente se lo negó a un allegado que lo llamó a Qatar. En el larretismo sólo hablan de “una tregua para bajar las tensiones”. En el entorno de Patricia Bullrich aseguran que no saben nada. En medio de las imprecisiones, surgió un dato: el ex presidente y el jefe de Gobierno estarán en el mismo lugar de la Patagonia desde el 27 de diciembre y durante una semana. El diálogo cara a cara será inevitable.
El exclusivo country Cumelén, ubicado en Villa La Angostura, Neuquén, será nuevamente el escenario de la reunión cumbre de dos de los líderes del PRO. Lo mismo sucedió el 22 de enero de este año, cuando Rodríguez Larreta se instaló en la casa que tiene en ese lugar Luis “Toto” Caputo, ex ministro de Finanzas y titular del Banco Central del gobierno de Cambiemos. Es la misma casa adonde se alojó Macri en 2011 cuando llegó con su esposa Juliana Awada para conocer ese paradisíaco sitio.
En enero pasado, el encuentro terminó sin que trascendiera nada de lo que hablaron, aunque la situación en la que estaba cada uno no varió demasiado. Por entonces, como ahora, Macri se mantenía más activo que nunca y quería jugar un rol decisivo en la definición del candidato presidencial de Juntos por el Cambio sin descartar su propia postulación. Larreta comenzó el año con la primera reunión de una mesa nacional para apuntalar su proyecto presidencial y había iniciado sondeos entre dirigentes del interior para afianzar un mapa de respaldos a su candidatura.
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En aquel momento, el ex mandatario había hecho ante sus allegados un pedido sugestivo: “Sostengamos a Patricia (Bulllrich). Es muy importante que llegue con posibilidades a 2023″. Aunque no se sabe con exactitud qué pasó en la cumbre de Cumelén, lo cierto es que Macri se pasó el año bajando línea acerca de lo que debería hacer un nuevo gobierno de JxC, incluso a través de un nuevo libro, “Para qué”, y procurando equilibrar las fuerzas de Larreta y Bullrich y se preocupó por dejar siempre en claro que María Eugenia Vidal es la tercera candidata presidencial del PRO.
Pero este 2022 fue pródigo en materia de tensiones en el PRO y en la mayoría de los casos como efecto de la deliberada ambigüedad de Macri acerca de su eventual decisión de competir para volver a la Casa Rosada. Algunos pensaron que su estrategia era lógica: si se bajaba rápidamente de una candidatura, su peso político en el tablero opositor iba a quedar reducido al mínimo.
El problema fue que la actitud paternalista de Macri de marcarles permanentemente el camino que debían seguir, mientras sugería que ninguno tenía las condiciones necesarias para gobernar, hizo que los presidenciables del PRO se aliaran tácticamente en contra suya. El ex presidente organizó desde febrero una serie de almuerzos entre los líderes partidarios para bajar las tensiones. Tuvo que suspender las comidas durante dos meses por los enfrentamientos sin control de Larreta y Bullrich, un paréntesis que graficó, además, una inédita crisis de su predicamento entre la propia dirigencia. No fue casual que el alcalde porteño y la jefa del PRO se animaran a lo que parecía imposible: admitir públicamente que estaban dispuestos a competir en las PASO contra el fundador del partido.
En su rol de garante de la línea que debe mantener Juntos por el Cambio, incluso, Macri detonó la relación con la UCR al cuestionar con dureza algunos proyectos que impulsa el radicalismo y que implican nuevos impuestos o más estructura en el Estado. También terminó complicando la interna opositora de algunas provincias, por ejemplo en Córdoba, luego de que se reunió con el intendente y candidato a gobernador del peronismo cordobés, Martín Llaryora, en un gesto desafiante a aliados como el senador nacional Luis Juez y el diputado radical Rodrigo de Loredo. Todo, en un distrito electoral clave donde no hay PASO y JxC aún no tiene reglamento para dirimir candidaturas. Juez, quien respalda el proyecto presidencial de Larreta, acaba de hacer una advertencia que anticipa tempestades: “(Macri) se reunió con mi enemigo en Córdoba y le voy a pedir explicaciones”.
El empeoramiento de la relación Macri-Larreta se produjo el día en que Bullrich posó con Jorge Macri para apoyar su candidatura a jefe de Gobierno porteño. El encuentro fue motorizado por el ex presidente porque sospechaba que la renuencia larretista a bendecir la postulación de su primo obedecía a un supuesto pacto político con el radical Martín Lousteau para “entregarle la Ciudad” a cambio del respaldo a su proyecto presidencial. La respuesta de Rodríguez Larreta fue apurar el lanzamiento de otros tres candidatos (Fernán Quirós, Soledad Acuña y Emmanuel Ferrario) sólo para que Jorge Macri no se quedara con el rótulo de único postulante del PRO a jefe de Gobierno.
La actitud larretista fue interpretada por el macrismo como una declaración de guerra. El ex presidente enfureció por la jugada. Había recibido a la ministra Acuña para escuchar su idea de ser candidata, aunque le confirmó que apoyaba a su primo, pero lo que le molestó fue el lanzamiento de Quirós. Macri no cree que el ministro de Salud tenga el perfil adecuado para conducir la Ciudad y lo cuestiona desde el peor momento de la pandemia, cuando rechazaba las más duras restricciones sanitarias y era partidario de una liberación de las actividades al estilo Bolsonaro en Brasil. El vínculo entre Macri y Rodríguez Larreta se resintió a partir de esa época aciaga y nunca volvió a ser igual.
En el comando de Jorge Macri, donde advierten que la buena imagen de Quirós en el distrito porteño no significa que tenga una similar intención de voto, se diseñó una réplica inquietante para la paz del PRO: impulsar que el candidato a jefe de Gobierno surgiera de una interna cerrada del partido en la Ciudad. Creen que la amenaza inquietaría a Rodríguez Larreta porque el primo del ex presidente correría con ventaja en esa votación porque se trata de electorado donde pesan los “halcones”.
A partir de ese momento, algo comenzó a cambiar. Larreta se reunió a solas con Jorge Macri, a quien habían comenzado a congelar en el gabinete de la Ciudad por su foto con Bullrich. Le dijo lo que desde entonces trascendió con más firmeza: apostará a que el PRO retenga la Ciudad. Pero, ¿a qué candidato a sucederlo apoyará? “Voy a decidir lo que convenga en su momento”, confió a sus allegados. La fecha para definir el nombre del postulante del PRO será mayo de 2023. Para el alcalde porteño, el que tendrá más probabilidades de ganar las elecciones será quien cuente con su aval.
Cerca de Jorge Macri, cuyo jefe de campaña es Fernando de Andreis, uno de los principales colaboradores del ex presidente, aseguran que su candidatura no tiene marcha atrás y que finalmente tendrá el apoyo de todos en el PRO. Por algo alquiló oficinas en el barrio de Núñez para instalar su comando electoral y desplegar una estrategia política de la que, por ahora, es ajeno el larretismo.
El clima de distensión favorece a todo el partido, sobre todo ante la mirada de un electorado que cuestiona el canibalismo opositor, aunque la versión publicada esta semana por el periodista Carlos Pagni sobre un acuerdo Macri-Larreta inquietó a todo el bullrichismo, menos a la propia Bullrich. “No me preocupa ni me interesa. No creo en esos pactos”, contestó la jefa del PRO cuando uno de sus asesores le preguntó por el tema. A priori, un entendimiento entre el ex mandatario y el jefe de Gobierno perjudicará a la ex ministra de Seguridad, siempre que incluya un capítulo electoral.
“Acuerdo nuevo no hay”, advirtieron a Infobae en el entorno macrista. Para los larretistas, sólo puede hablarse de “una tregua para bajar las tensiones” luego de varios cortocircuitos y en medio de una relación donde, confiesan, “se perdió el diálogo”. Por eso acordaron designar intermediarios de uno y otro sector que disuelvan los focos de conflicto antes de que se declaren. Es casi un esquema similar al que pusieron en marcha Larreta y Bullrich a fines de abril, con emisarios de ambos (Fernando Straface y Gerardo Milman) a cargo de un “teléfono rojo” para evitar las peleas. El mecanismo fracasó una y otra vez desde entonces. Hoy, lo retomaron Straface por el larretismo y Juan Pablo Arenaza por el bullrichismo. No hablan con tanta frecuencia. Quizá por eso, más allá de los mediadores designados, Macri y Rodríguez Larreta decidieron volver a reunirse frente a frente en Cumelén.
Tras el Mundial en Qatar, el ex presidente regresará al país a mediados de esta semana y a las 48 horas partiría a la Patagonia con su familia para iniciar 40 días de vacaciones. Bullrich no tiene previsto verlo en Buenos Aires ni en Villa La Angostura: a principios de enero viajará al exterior para descansar durante 15 días, antes de comenzar una recorrida por la costa atlántica y otras ciudades bonaerenses. Rodríguez Larreta volará el martes 27 a Cumelén junto con su novia, Milagros Maylin. Es imposible que no se cruce con Macri. Es muy improbable que haga ese viaje sin haberlo acordado con él.
¿Se sellará en el sur un acuerdo que pacifique definitivamente la feroz interna del PRO? Nadie lo sabe. Sí quedó en claro que los proyectos de Larreta y Bullrich no tienen retorno. El jefe de Gobierno lanzará oficialmente su candidatura en febrero, pero este jueves ya tuvo una suerte de anticipo en Costa Salguero, donde, con la excusa de despedir el año, hizo una demostración de fuerza al reunir a unos 5000 dirigentes del PRO de todo el país y de partidos provinciales que apoyan su proyecto. Inclusive estuvo Jorge Macri, la “oveja negra” del gabinete larretista: estrenó la paz alcanzada con el jefe de Gobierno confraternizando con Quirós, Acuña y Ferrario, sus rivales internos para 2023.
El acto reavivó el clima de peleas con Bullrich, en cuyo entorno deslizaron que algunos referentes del PRO debieron concurrir porque los amenazaron con dejarlos sin apoyo económico para sus campañas. Allegados a Larreta denunciaron algo similar: que el bullrichismo intentó boicotear el encuentro de Costa Salguero operando entre muchos dirigentes para que no fueran. La batalla no tiene fin.
La continuidad del conflicto entre ambos también se instaló en el plano discursivo. “Hay que tener más huevos para dialogar con el que piensa diferente que para sentarse del otro lado de la tribuna a agredir”, dijo Rodríguez Larreta en su brindis multitudinario. Al día siguiente, Bullrich le respondió: “Algunos hablan de que para dialogar hay que tener huevos, pero realmente lo que hay que tener es huevos para cambiar la Argentina, para sacar a 47 millones de ciudadanos de donde están”.
¿Funcionará el “teléfono rojo” entre Larreta y Bullrich para lograr al menos que perfeccionen sus argumentos en la pelea que mantienen? Un desafío para los dos y también para Macri, quien varias veces advirtió a la dirigencia de su partido: “Somos el cambio o no somos nada”. Quizá la reunión cumbre de Cumelén modifique todo, pero hoy en el PRO no hay mucho cambio y de paz, nada.
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