La complicada situación judicial de la referente social jujeña Milagro Sala volvió a partir aguas en el Gobierno, esta vez, a partir de la decisión de la Corte Suprema de confirmar la condena a 13 años de prisión que había sentenciado el Tribunal Oral Criminal 3 de la Justicia de Jujuy en la causa conocida como “Pibes Villeros”. El silencio absoluto de parte del Presidente, que evitó tocar el tema durante un discurso en la norteña provincia de Formosa al final del día, generó rechazo en la propia jefa de la Tupac Amaru y en el kirchnerismo. En cambio, desde el espacio de Cristina Kirchner se manifestaron en contra del máximo tribunal, en la voz de distintos referentes, si bien la primera plana K, incluida la Vicepresidenta, mantuvo la reserva.
La propia Milagro Sala consideró que el fallo fue “escandaloso” y lo atribuyó, en la línea habitual, a “razones políticas”. Pero, además de cuestionar a la Justicia y al gobierno radical de su provincia, embistió contra la Casa Rosada. Si bien no aludió a Alberto Fernández de manera explícita, el pedido de un “indulto ya”, en una publicación en Facebook, fue un mensaje inequívoco al Presidente, a quien el sector duro del Gobierno le reprocha, prácticamente desde que asumió, la falta de intervención efectiva.
El primer mandatario suele manifestarse en contra de la justicia jujeña por las actuaciones contra Sala. De hecho, entre otros gestos de apoyo, la visitó en la clínica donde había sido internada, en junio, y repetidas veces consideró “injusta” su detención, lo cual le generó innumerables críticas opositoras. Sin embargo, siempre se resistió a usar su facultad de otorgarle indulto, una medida que considera contraria a sus principios jurídicos.
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Sin embargo, esta vez, el jefe de Estado ni siquiera habló de la decisión de la Corte, que se preveía desde hace semanas y se conoció ayer después del mediodía. Algunas horas después, por la tarde, ante repetidas consultas de este medio a distintos funcionarios, en el Gobierno prefirieron evitar cualquier definición. Aunque no descartaban que por la noche, durante un acto en Formosa por la inauguración de una central de medicina nuclear, Alberto Fernández decidiera sorprender con una manifestación de respaldo.
Finalmente, el primer mandatario no le dedicó ni una frase durante su breve discurso junto al gobernador Gildo Insfrán y al kirchnerista Eduardo “Wado” De Pedro, que se sumó a pesar de que el día previo había faltado al acto por los tres años de gestión que había organizado el Presidente el día anterior. Desde el escenario, Alberto Fernández habló de igualdad, de la dictadura, y se autodenominó como “hijo de la democracia”; pero no dedicó un solo pasaje a Sala.
Los actores principales del kirchnerismo tampoco mostraron solidaridad. Hasta anoche, ni Máximo Kirchner, ni la Vicepresidenta -que ayer tuiteó un mensaje de apoyo a sí misma del presidente de Bolivia, Luis Arce- ni los funcionarios en los cargos más altos de la administración nacional se habían manifestado. El titular de Interior, “Wado” de Pedro, embarcado en su plan de tender puentes con la oposición, incluso se mostró, ayer, con los radicales Facundo Manes y Martín Lousteau, en Santa Fe, en un acto vinculado al campo como motor del desarrollo, y durante el resto de la jornada no emitió una palabra sobre Sala.
De todas formas, La Cámpora sí expresó su apoyo, a través de referentes de segunda línea pero de peso en el espacio, como el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, que asoció el fallo con la condena contra Cristina Kirchner: “El caso de Milagro Sala fue el laboratorio del lawfare que se instaló en nuestro país para perseguir a opositores políticos mediante la utilización del sistema penal y mediático, como se comprobó días atrás con la condena a la vicepresidenta Cristina Fernández”, dijo.
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El kirchnerismo también se manifestó también a través de su brazo legislativo, vía las diputadas nacionales por Córdoba, Gabriela Estévez; y por la Ciudad, Paula Penacca, que retomó el concepto de “mafia judicial” que el espacio de Máximo Kirchner y la propia Cristina Kirchner vienen aplicando a los mensajes sobre la condena en el caso Vialidad, y sobre el escándalo por el encuentro entre jueces, empresarios y funcionarios de Pro en Lago Escondido. Ayer, la frase funcionó como slogan central de la marcha que hizo por la tarde el FDT CABA desde la sede del Ministerio Público Fiscal a la del Ministerio de Seguridad para pedir el juicio político contra el fiscal del distrito, Juan Bautista Mahiques, y de uno de los funcionarios de mayor relevancia del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, Marcelo D’Alessandro.
Del otro lado del espectro político, la oposición de Juntos por el Cambio festejó el fallo casi como un logro propio, empezando por el gobernador jujeño, el radical Gerardo Morales, embarcado en una pelea histórica con Sala, pasando por diputados de la misma fuerza como Mario Negri, y por los más encumbrados referentes de Pro. La presidenta del partido de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, resumió su satisfacción en pocas palabras: “Condena firme. Definitiva. Nada que agregar”, dijo.
Por lo pronto, en el Gobierno no descartan que el Presidente vaya a hacer alguna alusión a un caso que genera indignación en el kirchnerismo duro. En especial cuando las aguas del ala dura se encuentran agitadas por los varios reveses que sufrió el espacio afín a la vicepresidenta durante los últimos meses. Por ahora, Alberto Fernández elige con cuidado cuáles son los ejes sobre los que muestra rechazo, y de cuáles distanciarse. En los últimos días brindó varias señales de apoyo a Critsina Kirchner, pero ayer consideró preferible mantener la reserva sobre el caso Sala, una de las figuras más controvertida de la vida política nacional, inclusive para el propio peronismo.
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