En su plan para llegar a la Casa Rosada, Horacio Rodríguez Larreta planificó cuidadosamente su reciente visita a los Estados Unidos, donde por primera vez se mostró y habló como un presidenciable (eso mismo que en la Argentina trata de no explicitar). No sólo habló con algunos de los máximos referentes del poder norteamericano acerca de su visión sobre cómo sacar al país de la crisis, sino también descubrió que interesaba su idea de gobernar tratando de superar la grieta.
“Horacio desarrolló toda su teoría de generar un gobierno con mucho más apoyo político que el que se necesita para ganar la elección. Lo recibían con atención porque es una mirada innovadora para lo que Washington tradicionalmente escucha, que es plantearle que la verdad está de un solo lado”, dijo a Infobae el secretario general y de Relaciones Internacionales del gobierno porteño, Fernando Straface, encargado de armar la agenda con contactos de alto nivel en la Casa Blanca y el Congreso.
Para el funcionario de la Ciudad, “el actual gobierno desacreditó muchísimo la confianza internacional en la Argentina: consumió bastante de la reserva de credibilidad internacional que el gobierno de Mauricio Macri había generado, a partir de contradicciones, posiciones inconsistentes y de ponerse en un lugar de demanda del sistema internacional totalmente disfuncional”.
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En sus tres días en Washington, Rodríguez Larreta se entrevistó con Juan González, representante de Joe Biden para América Latina; el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols; el subsecretario adjunto y coordinador de la Cumbre de las Américas, Kevin O’Reilly; el emisario especial estadounidense para el clima, John Kerry; el subsecretario de Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente del Departamento de Estado, José Fernández, y el subsecretario de Defensa de EEUU para el Hemisferio Occidental, Daniel Erikson.
Además, visitó en el Congreso a senadores republicanos y demócratas, como Bill Cassidy y Tim Kaine, y estuvo con la presidenta del Council of the Americas, Susan Seagal, y con Ian Bremmer, fundador de Eurasia Group y uno de los politólogos más reconocidos del mundo. También participó de una sesión conjunta con los think tanks Wilson Center, Inter-American Dialogue y Atlantic Council. El último día de su viaje, Larreta tuvo una reunión con Peter Yu, socio mayoritario de la compañía aerocomercial Flybondi; con ejecutivos de empresas locales en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, y con estudiantes de la Universidad de Georgetown.
— ¿Qué balance hace de la visita de Rodríguez Larreta a los Estados Unidos?
— Si empezamos por el final de la gira, la posibilidad de reunirnos con Juan González (representante de Joe Biden para América Latina) le dio a la visita de Horacio una jerarquía institucional muy importante. En los encuentros en EEUU hubo una jerarquía de agenda de uno de los líderes de la oposición y algunos también lo veían como candidato a presidente. No fue una agenda de temas de la Ciudad de Buenos Aires. Con el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, una figura con mucho futuro político en el Partido Demócrata, se habló un poco de temas de la Ciudad, sobre todo vinculado a transporte sostenible, pero esos temas no fueron los protagonistas del viaje. La agenda, en cambio, fue la visión que tiene Horacio de la Argentina, las oportunidades que tiene el país en sus motores de crecimiento, energía, alimentos, minerales, y qué tipo de reformas tiene que llevar adelante la Argentina para poder aprovechar esas oportunidades. Y, además, en qué temas coincide en alguna visión estratégica con Estados Unidos.
— ¿Qué visión que tienen sobre de la Argentina y del futuro del país los funcionarios norteamericanos que se entrevistaron con ustedes?
— Primero, todos coinciden en Estados Unidos en que definitivamente hay algunos temas que, por cómo está el mundo y las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania, Argentina puede ser protagonista mucho más que antes, especialmente en los temas de alimentos y de minerales, sobre todo el litio. Ven a Argentina como un jugador con reales atributos de punto de partida para volverse protagonista. Al mismo tiempo, ven un país que desde hace bastante tiempo no puede romper con ese inmovilismo que genera la grieta en la Argentina para hacer reformas. Conocen al dedillo el tipo de polarización que existe en nuestro país, muy parecida a la que hay en Estados Unidos, que le impide a la Argentina hacer algunas cosas que se requieren para aprovechar esas oportunidades. Respecto de la economía, no tienen ninguna expectativa de que haya reformas estructurales desde hoy hasta el final del mandato. Diría que excluyen también la posibilidad de que haya un deterioro muy grande o algún palazo de algún tipo en materia económica. Y lo que notamos en muchas de las reuniones, sobre todo con el gobierno norteamericano, es la vocación de trabajar con Argentina como una democracia consolidada en la región e incluso entender algún ritmo más heterodoxo que tiene el país para avanzar con sus reformas. Están en una posición menos exigente que hace unos años.
— ¿Más flexible? ¿Más comprensiva?
— Diría que más comprensiva de cómo el país va transitando su propio camino en el marco de una democracia que puede tener sus temas, pero la nuestra es una democracia establecida, consolidada. Para los funcionarios norteamericanos es importante esa condición de democracia consolidada para seguir trabajando. Por eso también uno de los temas que levantan son los países donde no hay esa democracia, como Venezuela, Nicaragua, Cuba.
— ¿Qué postura tuvo Rodríguez Larreta en sus distintas reuniones? ¿Qué fue a buscar?
— Lo que buscó en todo el viaje en las distintas instancias, públicas y privadas, fue explicar cómo su concepción de cómo debería organizarse el poder político en la Argentina para tener la espalda política para llevar adelante esas reformas. El viaje fue mucho menos del “qué hay que hacer” y más sobre “cómo esta vez se puede lograr hacerlo”. Ahí es donde Horacio desarrolló toda su teoría de generar un gobierno con mucho más apoyo político que el que se necesita para ganar la elección. Lo recibían con atención porque es una mirada innovadora para lo que Washington tradicionalmente escucha, que es plantearle que la verdad está de un solo lado.
— ¿Pero hubo algún eje de sus distintas exposiciones?
— Horacio hizo mucho hincapié en el shock de confianza internacional que Argentina tiene que lograr y que es central para el éxito del plan de reformas que el nuevo gobierno llevará adelante. Si bien no es el factor determinante, porque Horacio señaló que lo primero que tiene que hacer el nuevo gobierno argentino es hacer la tarea propia antes de pedirle al mundo que lo acompañe con inversiones, no hay ninguna duda que un shock de confianza internacional sería clave incluso para generar crédito local de que vamos en el rumbo correcto. No hay ninguna duda también de que tenemos una oportunidad de generar un plan de desarrollo como quizás no teníamos hace 100 años, cuando fuimos el granero del mundo. Ahora todo dependerá de que podamos organizarnos.
— ¿Cómo se logra un shock de confianza en un país que despierta tanta desconfianza?
— El actual gobierno desacreditó muchísimo la confianza internacional en la Argentina. Consumió bastante de la reserva de credibilidad internacional que el gobierno de Mauricio Macri había generado, a partir de contradicciones, posiciones inconsistentes, ponerse en un lugar de demanda del sistema internacional totalmente disfuncional. Y la forma en que se hace va a requerir que en el próximo gobierno sepa enunciar la misma sinfonía en términos del lugar que queremos para que la Argentina se inserte en el mundo, las posiciones que vamos a tener en temas sensibles como, por ejemplo, el estado de la democracia en la región. No puede volver a darse que un embajador contradiga al canciller o un embajador contradiga posiciones del Presidente, como ocurrió este año. La coherencia estratégica que tiene que tener el próximo gobierno en materia de inserción internacional no sólo va a valer por sí misma sino sobre todo en contraposición a lo que vivimos durante todo este período.
— ¿No será un problema restablecer la confianza en nuestro país?
— Algo que nos llamó mucho la atención fue cómo en varios interlocutores del Congreso, del sector privado, de los think tanks, era muy evidente la marca que había dejado la visita de Alberto Fernández a Rusia: el presidente argentino fue a Rusia tres semanas antes de la invasión a Ucrania a decir que nuestro país podía ser su puerta de entrada en América Latina. Esa confianza internacional está muy deteriorada de la Argentina y Horacio en varias instancias habló de que la Argentina tiene que recuperar, tiene que producir cuando empiece el nuevo gobierno un shock de confianza internacional y para eso planteó cuatro o cinco cosas que todos escucharon con mucha atención. Uno, reestablecer la relación con Brasil. Coincidían en Estados Unidos que la llegada de Lula a la Presidencia podía tender un mejor puente en la relación de Estados Unidos con Brasil y de Brasil con el resto de la región. Segundo, Horacio hizo mucho hincapié en acelerar una vez que asuma el nuevo gobierno, y justamente en tándem con Brasil, la aprobación del acuerdo Unión Europea-Mercosur. Tercero, acelerar todo lo que se pueda y que este gobierno frenó el ingreso de la Argentina a la OCDE. Y cuarto, tener una posición mucho menos contradictoria y ambigua de parte de Argentina respecto de las democracias en la región. Sobre todo en Venezuela, Nicaragua y Cuba, y a partir de ahora Perú, donde ahora el gobierno argentino empieza a darse vuelta en un proceso similar a lo que hizo al principio con lo de Rusia-Ucrania. En Perú está ocurriendo algo feo, parecido a la guerra civil, a nuestro 2001.
— ¿La crisis en Perú puede tener algún rebote en la región?
— No veo ningún rebote en otro país que no sean los que mencioné, pero lo que no le viene nada bien a la región en términos de prosperidad es tener bloques de países algunos de los cuales están definitivamente comprometidos con la democracia y otros están dispuestos a tolerar déficit democráticos manifiestos. Por eso no cae nada bien la manifestación que hizo el gobierno argentino con Colombia, Bolivia y México sobre lo que pasó en Perú. Ese fue uno de los temas en donde Horacio más explícitamente dejó en claro el compromiso de su pensamiento y de todo Juntos por el Cambio con la democracia y los derechos humanos en la región.
— ¿Qué postura tiene Rodríguez Larreta respecto de China?
— Hay un tema que surgió recurrentemente sobre el que nosotros tenemos un principio general, que Horacio enuncia muy bien: la política exterior tiene que tener como objetivo central el modelo de desarrollo de la Argentina y no tiene que estar guiada ni por un prejuicio ideológico ni mucho menos por la política interna, que lo que este gobierno llevó adelante. Está claro que China es una de las regiones del mundo con la que la Argentina tiene que tratar de comerciar todo lo que pueda, además porque es una de las economías más complementarias con la Argentina. Es decir, puede recibir más de lo que nosotros vendemos. Y nadie en Estados Unidos jamás te plantea el hecho de que Argentina deje de tener esta relación comercial con China o incluso de incrementarla. Todo el mundo entiende que si tu objetivo de política exterior es generar trabajo en tu país tenés que aprovechar a China y a otros mercados incluso no tan tradicionales para vender tus productos.
— ¿Ustedes no tienen preocupación por el avance de China?
— Por un lado, hay que poner muy a salvo este objetivo de incrementar todo lo que se pueda la cooperación y el intercambio comercial con China. Segundo, en materia de régimen político, nuestro compromiso con la democracia en la región es muy explícito pero también incluso mucho más diferencial que lo que puede ser la visión sobre regímenes políticos fuera de la región, con otra idiosincrasia, con otra historia también. Es decir, nuestra reafirmación de los valores democráticos y derechos humanos con la región latinoamericana tiene un diferencia especial porque una región democrática y de paz también genera mejores condiciones de prosperidad para la región. Tercero, en las cuestiones de geopolíticas más duras, donde en algunos casos puede estar involucrado China, Horacio lo que planteó en todo momento es tener con Estados Unidos o con otras potencias establecidas un diálogo franco, de alternativas, sin sorpresas, y sobre todo de ausencia doble estándar o doble discurso, que es lo que este gobierno incurrió en todo su gestión. Como ir a China y decir lo que China quiere escuchar, ir a Estados Unidos y decir lo que Estados Unidos quiere escuchar, como si eso en algún momento no fuera a contradecirse. Tener una relación muy honesta sobre incluso los temas más sensibles para encontrarles alternativas. Esta es la forma de trabajar que más se valora en Estados Unidos. Tampoco Estados Unidos tiene la pretensión de imponer en cada tema su curso de acción, pero sí en todo caso tener una plataforma común en la cual se hablan los temas.
— En la reuniones que tuvieron con empresarios norteamericanos, ¿notaron que existe interés en invertir en la Argentina si se abre una nueva etapa política?
— Las oportunidades son muy explícitas y hay una ecuación de negocio posible muy obvia en los cinco motores del crecimiento que todo el mundo ve: alimentos, energía, especialmente Vaca Muerta, y minerales, sobre todo litio y cobre; turismo e industrias basadas en el conocimiento. Ahora, dadas estas oportunidades el problema es que que no ven un clima de negocios y un estado de reglas económicas, regulatorias, que propicien la inversión. El interés mayor en la reunión que tuvimos con las empresas fue por entender cómo era lo que Horacio se estaba planteando primero para estabilizar la economía porque también todo el mundo entiende que con estos niveles de desequilibrios fiscales, de vencimientos de deuda incluso local, de tipos de cambio distintos, es muy difícil explicar cómo funciona la economía argentina. Imagínese un presidente de filial local que tiene que explicar a su sede central la cantidad de tipos de cambio o la repatriación dividendos que hay en la Argentina. Y segundo, las cuestiones más vinculadas a inversiones que son de mediano plazo, Horacio les respondía con el dispositivo político que asegure alguna continuidad de reglas de juego. La semiplena certeza de que las reglas con las cuales hoy llegan no te las van a cambiar mañana.
— ¿En Estados Unidos les preguntaron sobre el Mercosur, que está envuelto en interrogantes?
— Cuando hablábamos de Brasil, y en varias reuniones en que hablamos del tándem Argentina-Brasil, de alguna forma iba implícita antes de que lo te pregunten la respuesta, que Horacio también la enunciaba, de que una relación revitalizada entre Argentina y Brasil debiera suponer una suerte de relanzamiento del Mercosur, pero bajo reglas también de mayor flexibilidad para poder desde el bloque negociar con otros mercados. Para tener más espacio de maniobra en los países que integran el Mercosur, sin por eso desmembrarlo. Horacio planteó una clara insatisfacción con la inmovilidad que hoy tiene el Mercosur, lo cual no estaba destinado a desarmarlo sino a relanzarlo con reglas nuevas y con un claro liderazgo del tándem Argentina-Brasil una vez que esa relación está revitalizada.
— Esta visita a Estados Unidos tuvo un sesgo distinto a las anteriores que hizo Rodríguez Larreta, donde su figura estaba restringida a su rol como alcalde. ¿El sesgo presidencial de este viaje cambió la mirada de los interlocutores que ustedes tuvieron?
— La visita tuvo una jerarquía mayor en la percepción de los actores con los cuales nos entrevistamos de Horacio que otras visitas. Nosotros fuimos muchas veces a Estados Unidos. Cuando llegamos a verlo a John Kerry, le dio a entender que sabía que esta vez venía bajo otra condición y no solamente la de alcalde. Pero, además, la mayor expresión de que esta visita era distinta es el nivel de agenda que recibió a Horacio. Esta agenda no es la que yo hubiera podido lograr en tiempos del ejercicio de Horacio exclusivamente como alcalde porque no se corresponden con muchas de las reuniones. Alguien como Juan González no se entrevistó con varios alcaldes de América Latina. Así que entendimos que la jerarquía que le daba a la visita el gobierno norteamericano, tanto González, Kerry, Brian Nichols y Dan Erikson, como en el Congreso, donde nos entrevistamos con senadores republicanos y demócratas, era la idea de que quien estaba llegando a Washington era alguien que puede ser el próximo presidente de la Argentina.
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