El renunciamiento de Cristina Kirchner a cualquier candidatura para 2023 puso en estado de efervescencia a los sindicalistas: mientras los sectores alineados con el kirchnerismo esperan ser beneficiados por el “dedo” de la Vicepresidenta cuando se armen las listas de candidatos, como sucedió en las elecciones legislativas de 2021, la alianza que maneja la Confederación General del Trabajo (CGT) cree que tendrá su gran oportunidad para conformar un frente con gobernadores del PJ y los movimientos sociales que compita en las PASO por espacios de poder.
Esas sensaciones diferentes no disimulan otra realidad para el gremialismo peronista: la sentencia judicial contra Cristina Kirchner profundizó las divisiones internas que ya existían. El ala K motoriza la movilización del 19 de este mes ante el CCK en respaldo de la Vicepresidenta, pero la CGT no convocaría a participar de la marcha (sólo difundió un sobrio comunicado de prensa en rechazo al fallo judicial) y daría libertad de acción para que cada gremio resuelva qué hacer.
La renovada centralidad política de Cristina Kirchner impactó de lleno en las filas sindicales, sobre todo porque fue creciendo en la medida en que el gobierno de Alberto Fernández se fue complicando al ritmo de una inflación creciente, el ajuste que se puso en marcha y un empeoramiento de la crisis socioeconómica. En ese contexto se produjo en junio pasado el sugestivo encuentro en el Senado entre la Vicepresidenta y Héctor Daer (Sanidad), cotitular de la CGT y miembro de “los Gordos”, quien mantiene su fuerte amistad con el Presidente y sostiene una postura crítica del kirchnerismo.
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Pero la fracción mayoritaria de la CGT también tomó distancia de Alberto Fernández por los problemas de gestión y el incumplimiento de algunas promesas, como el rescate financiero de las obras sociales. Por eso ese sector (integrado por “los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo) lanzó el 17 de octubre el Movimiento Nacional Sindical Peronista como una forma de mostrar autonomía de los líderes del Frente de Todos y crear un espacio de presión para lograr más lugares en las listas. Fue, sobre todo, un mensaje directo para el kirchnerismo de que ese sector sindical no estaba dispuesto a que las candidaturas sean nuevamente digitadas por Cristina y Máximo Kirchner.
“No queremos romper el peronismo, pero queremos peronismo con trabajadores y trabajadoras”, exclamó Daer en el acto de lanzamiento de ese movimiento, en el estadio Obras. José Luis Lingeri, titular del Sindicato de Obras Sanitarias, afirmó: “Hoy es un día de reflexión que tiene que servir para reforzar aciertos y corregir errores. Hay que volver al origen para recuperar el significado del peronismo”. Por su parte, Gerardo Martínez, líder de la UOCRA, fue más explícito: “Queremos poner concejales, legisladores provinciales, diputados y senadores nacionales”.
Ahora, el anuncio de la Vicepresidenta de no participar de las elecciones de 2023 abrió otra etapa en la definición de las postulaciones electorales. Por un lado, el sindicalismo alineado con el kirchnerismo apuesta a que Cristina Kirchner revea su determinación. “La decisión de ella es personal y hay que respetarla, pero yo, como militante del Frente de Todos, voy a estar hasta el último minuto de cierre de listas para tratar para convencerla de que sea candidata”, dijo Sergio Palazzo, líder de la Asociación Bancaria y de la Corriente Federal de Trabajadores, una expresión sindical kirchnerista que también integran Vanesa Siley (judiciales) y Walter Correa (curtidores y ministro de Trabajo bonaerense).
En la misma sintonía están el cotitular de la CGT Pablo Moyano (Camioneros) y sus socios del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona) Mario Manrique (SMATA) y Omar Plaini (canillitas); la CTA kirchnerista, dirigida por Hugo Yasky, y el jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán.
En el caso de Pablo Moyano, su postura actual representa un giro respecto de la que mantenía hace un año, cuando quedó molesto con el kirchnerismo luego de que Cristina y Máximo Kirchner marginaron al moyanismo de las listas para las elecciones legislativas. El Sindicato de Camioneros pidió 7 lugares en las nóminas de candidatos, pero no obtuvo ninguno. Sí, en cambio, tuvieron sus ubicaciones en lugares expectables de la lista bonaerense sindicalistas K como Palazzo, Siley, Correa y Yasky.
También quedó excluido el sector mayoritario de la CGT. Sólo Héctor Daer se vio beneficiado porque su hija Maia entró en cuarta posición en la lista de candidatos a legislador porteño, aunque lo consiguió por su trabajo político en el Partido del Trabajo y la Equidad (PARTE)”, que lidera Claudio Ferreño. La central obrera propuso a Jorge Sola, secretario de Prensa de la CGT y titular del Sindicato del Seguro, como diputado por Santa Fe, pero la interna del PJ provincial frenó esa jugada.
Para la alianza que maneja la CGT, el renunciamiento de Cristina Kirchner le permitirá llegar con más fuerza a las instancias de decisión del oficialismo en materia electoral. “Ahora, tendrán que abrir el juego porque no hay más todopoderosos en el Frente de Todos”, se entusiasmó un referente cegetista. “Si quiere evitar una derrota segura en 2023, el kirchnerismo tendrá que armar una mesa en la que estemos todos los sectores del PJ. Se acabó el dedo de Cristina y La Cámpora”, agregó.
A partir de este nuevo escenario, los dirigentes del Movimiento Nacional Sindical Peronista acelerarán desde la semana próxima los contactos para armar una estructura propia en cada provincia y para concretar una reunión cumbre con gobernadores del PJ antes de que termine el año.
La renuncia de Cristina Kirchner a una candidatura también provocará efectos drásticos entre los mandatarios provinciales del peronismo. Cada uno intentará ganar las elecciones en sus distritos para retener el poder ante una perspectiva de una amplia derrota a nivel nacional en 2023. Eso implica el desdoblamiento de los comicios para impedir un efecto perjudicial de lo que suceda en la competencia presidencial, donde el Frente de Todos no tiene un candidato seguro para ir a las urnas.
Sergio Massa insiste en que no disputará la Presidencia, aunque los dirigentes gremiales, que lo ven casi como la única esperanza electoral, admiten que todo dependerá de cómo arranque el año que viene la batalla contra la inflación. Por ahora va perdiendo el Gobierno. O la gente, en realidad. Por eso volvieron a aparecer los nombres de un kirchnerista de perfil moderado como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y en el sindicalismo se dividen las preferencias al elegir a un gobernador como postulante presidencial: los kirchneristas prefieren a Jorge Capitanich, del Chaco, mientras en la CGT las fichas están puestas en Sergio Uñac, de San Juan, o el jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien logró hace poco que la Corte tucumana lo habilite como candidato a vicegobernador de la provincia.
En la CGT no hay dudas acerca de que el Movimiento Evita, su aliado contra el avance del kirchnerismo, se mantendrá en un armado político común, pese a que Emilio Pérsico, uno de los líderes de esa organización y funcionario del Gobierno, se reconcilió con Cristina Kirchner en un encuentro en el Senado a fines de noviembre. “Esa una decisión táctica y estuvo más vinculada con la interna bonaerense del Frente de Todos, pero el Evita sigue con nosotros”, dijo un jefe cegetista.
El kirchnerismo sindical espera señales de su líder política y el gremialismo no kirchnerista avanzará con más fuerza para presionar por espacios de poder en el Frente de Todos. Unos y otros, aunque están enfrentados, esperan que no se haga realidad el vaticinio del ultrakirchnerista intendente de Ensenada, Mario Secco: “Si Cristina no es candidata, estamos al horno”.
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