Se la conoce como la Causa 13. Así la llaman todos en Tribunales. En realidad es la Causa 13/84. El nombre completo es “Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en cumplimiento del decreto 158/83 del Poder Ejecutivo Nacional”. Es el expediente en el que se volcaron las actuaciones del Juicio a las Juntas. Y está guardado en una oficina del segundo piso del edificio de Comodoro Py.
En ese piso están los despachos de los jueces que forman la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal. Ese fue el Tribunal que en 1985 juzgó a los integrantes de las tres primeras juntas de la dictadura y condenó, por ejemplo, a Jorge Videla y Emilio Massera a reclusión perpetua por violaciones a los derechos humanos.
En el segundo piso también están los despachos de los que trabajan en las Sala I y II de la Cámara, y entre otras oficinas, se encuentra la de la Secretaría General.
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En la mesa de entradas de la Secretaría General se hacen las denuncias que luego se sortean y van a parar a los distintos juzgados federales donde se investigan casos de corrupción, lavado de dinero, tráfico de drogas, trata de personas, entre otros delitos. Antes de la pandemia, por esa mesa de entradas desfilaban muchas personas que iban a denunciar a Comodoro Py. Hoy las denuncias se pueden hacer por correo electrónico, lo que evita la acumulación de gente en esa oficina del segundo piso del edificio de Retiro.
La secretaría general de la Cámara está, dese hace años, a cargo de Susana Echevarría. Y además de todas las funciones administrativas y organizativas que posee, esa secretaría tiene otra misión: conservar el expediente original de la Causa 13.
Allí, en una oficina del segundo piso del ala Río del edificio de Comodoro Py están guardadas las miles de hojas de papel de un color que se debate entre el amarillo y el marrón que indica que han pasado 37 años desde que fue blanco.
La Cámara Federal, cuando se realizó el Juicio a las Juntas, tenía su sede en la planta baja del Palacio de los Tribunales. Pero en 1995 se completó la mudanza de todo el fuero federal al edificio de Comodoro Py. Y junto con los muebles y el resto de los expedientes viajó de Plaza Lavalle a Retiro la Causa 13.
Años antes de que llegara al segundo piso de Comodoro Py, algunos de los cientos de cuerpos del expediente de la Causa 13 habían sido erosionados. Primero un sector del lugar en que se guardaban se inundó, así que el agua afectó las hojas de los cuerpos de la causa. Luego, producto de un cortocircuito eléctrico, se produjo un incendio, por lo que algunos originales están chamuscados. Para apagar aquel incendio hubo que utilizar agua y eso volvió a afectar a los expedientes.
En la Secretaría General de la Cámara lograron reconstruir lo quemado, mojado y dañado del expediente a partir de varias fuentes. Les pidieron a los abogados, a la fiscalía, a la Procuración General los pedazos del rompecabezas deteriorado o humedecido. También sirvió como ayuda el libro de Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que se publicó luego de que el Alto Tribunal confirmara la condena en diciembre de 1986.
Pero además utilizaron para la reconstrucción algo que en Tribunales llaman “colchón”. En el siglo pasado, antes de las computadores, las hojas que tenían errores se debían corregir. Pero las que se descartaban no se tiraban, sino que se acumulaban por las dudas, se hacía “colchón”. También formaban parte del colchón los “papeles de trabajo” de los funcionarios de la Cámara que quedaron guardados por años. Y sirvieron para la reconstrucción de lo roto, mojado o quemado.
En Comodoro Py predominan los estantes de metal. En la mayoría de los juzgados, tribunales y fiscalías, los expedientes reposan en bibliotecas metálicas, frías, impersonales. Pero la Causa 13 descansa sobre una biblioteca de madera que se construyó especialmente para guardar el expediente en el que quedaron asentados cientos de casos de violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura de 1976. Cuentan los memoriosos que alguien explicó que la madera ayudaba a conservar mejor los papeles. Y entonces la mandaron a hacer.
En los juzgados se suele archivar papel en cajas plásticas de color azul. Las que resguardan la Causa 13 son distintas. Son de un cartón con ciertas especificidades que permiten la mejor conservación del papel. Son de un color entre celeste claro y blanco tiza y pueden contener entre dos o tres cuerpos del expediente cada una. Se abren de una manera especial y cuando se decidió comprarlas, por consejo de conservacionistas de archivos, hubo que encargarlas especialmente. Los expedientes de la Causa 13 no tienen los clásicos ganchos de metal que se usan en Tribunales para atravesar los aguieros de las hojas . Los de la Causa 13 están cosidos con hilo blanco: de esa manera se evita que la inevitable oxidación del metal afecte la calidad de los viejos hojas.
En cajas similares a las que protegen el expediente de la Causa 13, se guardan las “actas mecanografiadas” de todas las audiencias del Juicio. Es decir que todo lo que dijo en el Juicio se grabó en audio-en casetes a los que el paso del tiempo degradó- y luego se desgrabó. La tarea fue realizada allá por 1984 por la “Sección Electromecánica” y la “Sección Amplificación y Grabación” de la Superintendencia de Comunicaciones de la Policía Federal Argentina. Esas actas que suman 44 cuerpos al expediente, forman parte de la historia de la justicia federal y también están protegidas.
En la oficina de al lado de donde está el expediente de la Causa 13 reposan los originales de la filmación del juicio que hizo Argentina Televisora Color (ATC) el canal estatal que fue el único autorizado en 1985 a tomar imágenes. Son 530 horas de grabación en una cantidad similar de viejos casetes de formato U-Matic, una de las tecnologías en las que se grababa televisión en la década de los 80.
Allí están los viejos casetes en estantes de madera similares a los que conservan al expediente papel. Y en los rotulados originales se pueden ver los nombres de algunos de los testigos que contaron sus padecimientos durante la dictadura. Aparecen a simple vista los casetes en los que se hallan grabados los testimonios de Víctor Basterra, Lila Pastoriza y Graciela Daleo, quienes estuvieron detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por ejemplo.
La Causa 13 no está allí como si estuviera en un museo. Está allí porque desde que se derogaron las leyes de Punto Final y Obediencia debida, la Secretaría General de la Cámara Federal recibió y recibe decenas de pedidos de documentación que está incluida en la Causa 13. Durante años se entregaron copias certificadas hasta que se logró escanear la totalidad del expediente. Ahora cuando se pide documentación específica o copias de algunos testimonios, se envía lo digitalizado, algo que tardó años en terminarse. Allí en la tarea de trabajan desde hace unos 15 años empleados de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que con paciencia infinita, guantes de goma y cuidados especiales, escanean hoja por hoja los viejos expedientes por casos de violaciones de derechos humanos. El primero que se transformó en digital fue el de la Causa 13.
Antes de la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, la Cámara Federal había abierto la posibilidad de establecer el Derecho a la Verdad. Es decir, no se podía perseguir personalmente a los autores de los delitos, pero había obligación de saber qué había pasado con los desaparecidos y sus hijos. Aquella época también implicó un enorme movimiento de entre otros expedientes, el de la Causa 13.
Producto del uso constante que padeció el expediente original hasta que fue digitalizado, las carátulas de cada cuerpo se han destrozado con el paso del tiempo. Se las fue reemplazando a medida que se rompían por otras nuevas que dejaron atrás la caligrafía usada hace 37 años.
Después de que se estrenara la película “Argentina, 1985″ las cajas que más se movieron son aquellas que contienen los cuerpos del 142 al 150. Es que allí están volcadas las 1578 fojas de la sentencia que se firmó el 9 de diciembre de 1985.
La sentencia comienza en la foja 28270 del cuerpo número 142 y termina en la 29848 (vuelta) del cuerpo 150. En la última foja de ese expediente, luego de la palabra final (ARCHIVESE, escrita en mayúsculas) se pueden leer las firmas de los jueces León Carlos Arslanian, Jorge Valerga Aráoz, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma, Andrés D´Alessio y Jorge Edwin Torlasco. La séptima firma de aquella sentencia histórica es la de Juan Carlos López, cuyo sello decía “Secretario de Actuación”.
El color negro de la tinta persiste en las firmas. Un poco más claro se nota el color de los sellos con el nombre y apellido de los camaristas y del secretario. El papel un tanto amarillento, propio de los documentos que huelen a historia, les sirve de fondo.
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