Los tres saben que cuando hoy lean el veredicto habrán pasado por la decisión judicial más importante de sus carreras. Así lo viven los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso. Tal vez compartan con Cristina Kirchner la sensación de estar ante un hecho bisagra. Nunca en la historia una vicepresidenta, que fue dos veces presidenta y que es la dirigente política más importante del país fue juzgada por un caso de corrupción.
Los tres saben que cualquier decisión que tomen tendrá impacto político y social. Y que será aplaudida o criticada por un lado u otro de la grieta. Que no convencerán a todos. Es lo que ocurre en todos los juicios. Los que ganan celebran, los que pierden critican. Si bien los tres tienen experiencias en juicios orales de impacto, ninguno como este.
¿Quiénes son Gorini, Giménez Uriburu y Basso?
Comparten que son de la misma generación y que hicieron carrera judicial. Gorini tiene 55 años y Giménez Uriburu y Basso 51. Los tres comenzaron de jóvenes en tribunales pero en distintos ámbitos hasta que confluyeron en Comodoro Py. Y los tres también tienen en común que sus decretos de designación como jueces de tribunales orales federales lo firmó Cristina Kirchner.
Gorini comenzó en 1988 como meritorio en un juzgado de instrucción nacional. Hizo toda la carrera en ese fuero hasta llegar a secretario. En 2003 fue designado defensor oficial y dos años después juez de instrucción. Poco después llegó a Comodoro Py. Fue juez subrogante del Tribunal Oral Federal 4 hasta que en 2011 fue designado titular en el Tribunal Oral Federal. Juró el mismo día que Giménez Uriburu.
Giménez Uriburu se inició en tribunales en 1989 como meritorio también en un juzgado de instrucción. En 1994 pasó al Tribunal Oral Federal 2 donde hizo toda su carrera. Fue secretario y en 2001 designado juez. En el medio tuvo un breve paso por un juzgado federal de primera instancia. De los tres es el que más conoce Comodoro Py.
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Basso se inició en 1993 también en el cargo más bajo. Lo hizo en la justicia federal pero de la provincia de Buenos Aires. Comenzó en el juzgado federal 1 de La Pata, luego pasó a un juzgado de Lomas de Zamora donde hizo la mayor parte de su carrera y llegó a ser secretario. En 2015 fue nombrado juez federal en Comodoro Py. Pero en el Tribunal Oral Federal 3. Basso integra el juicio de la obra pública porque el tercer integrante del Tribunal 2, Jorge Tassara, falleció en marzo de 2019. Por sorteo para integrar la causa con Gorini y Giménez Uriburu salió sorteado Basso.
Durante el juicio se metió una de las pasiones de los tres: el fútbol. La defensa de Cristina Kirchner recusó a Giménez Uriburu y al fiscal Diego Luciani porque como integrantes del equipo de fútbol Liverpool jugaron partidos en la quinta “Los Abrojos” del ex presidente Mauricio Macri y que durante su gobierno se presentó la denuncia penal que llegó a juicio. Las recusaciones fueron rechazadas. Hubo otras contra Gorini y el fiscal Sergio Mola que tampoco se admitieron.
Giménez Uriburu y Gorini son hinchas de River Plate y Basso de Estudiantes de La Plata y se define como “de cuna bilardista”. En eso hay una grieta entre el juez y Cristina Kirchner: la vicepresidenta es de Gimnasia de La Plata. Basso juega al fútbol en el equipo “Arquitectos” del campeonato del Colegio de Abogados de La Plata y corre maratones. Gorini es fanático del boxeo. Lo practicó de manera aficionada representando en torneos a la Universidad de Buenos Aires y hoy es juez de ese deporte e integra el Tribunal de Disciplina de la Federación Argentina de Box. Además del fútbol, el otro costado de Giménez Uriburu es la música. Toca la guitarra, tuvo su banda de rock en la adolescencia y es fanático de Los Beatles, Charly García y Luis Alberto Spinetta.
Las recusaciones no fue el único momento de tensión que vivieron en el juicio. La primera audiencia, recuerdan, no fue fácil. No solo por la expectativa del comienzo, por tener a Cristina Kirchner en su primer juicio oral -que se cambió del lugar que le habían asignado para no estar sentada junto a Julio De Vido y Lázaro Báez- sino porque ese primer día las defensas buscaron que el proceso no comience.
Otro de los momentos tensos fueron cuando Giménez Uriburu y Gorini sufrieron episodios extraños. El primero denunció que intentaron hackearle el celular con un cambio de chip del aparato que él no había pedido. Y sobre el frente de la casa de Gorini apareció un paquete sospecho. La brigada de explosivos lo detonó y en su interior había mandarinas. Los dos hechos ocurrieron en septiembre pasado cuando transcurrieron los alegatos en el juicio. A partir de eso Gorini tomó algunas precauciones. Restringió sus redes sociales a familiares y amigos y sacó su foto de la aplicación whatsapp de su celular.
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Basso se diferencia en algo con sus colegas. Tiene carrera política en el mundo judicial. Integra la “Lista Bordó”, la más crítica de las políticas judiciales del kirchnerismo y que desde hace 20 años preside la Asociación de Magistrados. Basso es considerado como parte de la renovación de ese espacio y en algunas oportunidades su nombre sonó para ser el candidato a presidente de la Asociación y en el Consejo de la Magistratura.
Los tres han pasado por juicio de impacto político. Gorini y Giménez Uriburu condenaron a la ex ministra de Economía Felisa Miceli por el caso del dinero encontrado en el baño de su despacho y el primer juicio por la tragedia de Once. Los dos procesos fueron mientras gobernada el kirchnerismo. También juntos condenaron al ex presidente Carlos Menem por la venta del predio de la Rural y participaron de juicios por delitos de lesa humanidad. Uno fue el del Hospital Posadas, en el que condenaron al genocida Reynaldo Bignone, y del circuito Atlético-Banco-Olimpo. Uno de los últimos fue en el que condenaron al falso abogado Marcelo D´Alessio por extorsión.
Gorini también estuvo en el juicio por las irregularidades en la investigación del atentado a la AMIA y en el de la tragedia de LAPA. Por su parte, Giménez Uriburu juzgó la represión de diciembre de 2001 en la salida del gobierno de Fernando De la Rúa y a la ex secretaria de medio ambiente Romina Picolotti.
En su tribunal, Basso tuvo los juicios al ex titular de la AFIP Ricardo Echegaray y los empresarios Cristóbal López y Fabián De Souza por el caso “Oil Combustibles” y el segundo proceso a Carlos Telleldín por el atentado a la AMIA. También juzgó casos de lesa humanidad como el “Pozo de Arana” en el que condenó al genocida Miguel Etchecolatz, el robo de menores en el hospital militar de Campo de Mayo, entre otros. También condenó a los dos testigos falsos que mintieron cuando declararon que el juez federal Sebastián Casanello estuvo en la quinta de Olivos con Cristina Kirchner.
El de la obra pública es el primer juicio que los tres hacen juntos y a pesar que tienen el cuero curtido de otros casos de impacto, este es el más importante. Tienen el respeto de sus pares e inclusive de los abogados de los acusados en el caso de la obra, aunque no lo dicen públicamente y objetan algunas de las decisiones que tomaron en el juicio.
Durante los últimos meses se especuló con que los jueces jugarían con el mundial de fútbol de Catar para dar el veredicto. “Tocó así, no lo buscamos. En el medio tuvimos una pandemia”, repiten. Mañana será la última audiencia del juicio oral. Comenzará a las 9:30 horas cuando el ex funcionario de vialidad de Santa Cruz Juan Carlos Villafañe pueda decir sus palabras finales. Luego darán el horario del veredicto -puede ser que sea a media tarde- y pasarán a deliberar su decisión.
En rigor ya lo vienen hablando. “Hace tres semanas que se reúnen muy seguido y por varias horas”, confió una fuente que conoce el trabajo de los jueces. Por lo tanto el tramo más grueso de la decisión la tienen tomada. Saben que en la política y en la justicia se espera que condenen a Cristina Kirchner pero ellos se manejan con total hermetismo. “Soy muy amigo de uno de ellos y no me dijo nada ni yo le pregunté”, confía un juez para ejemplificar hasta donde llega lo cerrado que está el tribunal.
Estarán frente a Cristina Kirchner que ya les dijo que cree que tienen la condena escrita. La última vez los acusó de ser un “pelotón de fusilamiento”. Saben que la vicepresidenta es una primera figura política y que así también es su defensa. Transcurrieron tres años y medio de juicio, con la pandemia de por medio, y hoy tendrán que quedar la decisión más importante de sus carreras.
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