La reelección sigue siendo el factor dominante en las elecciones sindicales realizadas en 2022, a pesar de la mala imagen que tienen en la opinión pública de los gremialistas con mandatos vitalicios y de la demanda de renovación dirigencial que existe en amplios sectores de la sociedad argentina.
Todo indica que la continuidad del oficialismo se repetiría en las elecciones del 1° y 2 de diciembre en la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que agrupa a los choferes de colectivos, donde Roberto Fernández intentará seguir en el cargo que mantiene desde 2006 en una competencia que a nivel nacional por primera vez tendrá una lista opositora, encabezada por el moyanista Miguel Bustinduy.
Sin embargo, el sistema electoral tan enmarañado de la UTA y el peso del aparato sindical en todo el país inclinarían la elección en favor de Fernández, beneficiado desde hace muchos años por uno de los estatutos sindicales más restrictivos en materia de requisitos para oficializar una lista en las elecciones: quien quiera presentar una nómina de candidatos a nivel nacional debe tener avales y candidatos en cada uno de los distritos del país, una exigencia muy difícil de cumplir para los opositores.
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En las elecciones de la UTA podrán votar unos 80.000 afiliados en unas 1100 urnas de todo el país. Bustinduy logró que le oficializaran la nómina, todo un logro, y si perdiera el moyanismo sufriría la segunda derrota del año en elecciones sindicales: en septiembre pasado, su candidato Ramón Muerza cayó nuevamente ante Armando Cavalieri, en el poder desde 1986, en los comicios del Sindicato de Comercio de Capital, donde el oficialismo ganó con el 70% de los votos (14.547 contra 6482).
Una victoria de Fernández reforzaría el polo antimoyanista que encarna ese dirigente junto con Omar Maturano, de La Fraternidad, quienes relanzaron la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT) para competir con la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), liderada por Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y que integra Pablo Moyano (Camioneros).
Facundo Moyano, secretario adjunto del Sindicato de Peajes, también juega sus fichas en esta elección: junto con Bustinduy, apoya a Maximiliano Escriba, un chofer de 32 años, como candidato a secretario general de la seccional Mar del Plata de la UTA.
Por otra parte, la última gran elección sindical del año tendrá lugar el 21 de diciembre próximo en la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), la poderosa entidad que comandó el fallecido Gerónimo “Momo” Venegas, el amigo sindical de Mauricio Macri, y que sigue siendo el gremio más numeroso de la Argentina: tiene unos 400.000 afiliados en todo el país.
En los comicios de los rurales se enfrentarán el actual titular, José Voytenco, alineado con el Gobierno, y Pablo Ansaloni, un ex aliado y ex diputado nacional cuyo chofer fue asesinado el viernes 18 de este mes en la localidad bonaerense de Colón, episodio que agitó la feroz interna del gremio.
Está en juego una caja poderosa, además de la conducción de un sindicato clave, y se enfrentan dos viejos enemigos: Voytenco asumió en 2020 por la muerte de Ramón Ayala, el sucesor de Venegas, y dirige la obra social, que administra 2800 millones de pesos. En 2021 denunció a Ansaloni por estafa y asociación ilícita en el manejo de esos fondos. Ahora competirán por liderar UATRE.
El crimen del chofer grafica la tensión que rodeará las elecciones, que son seguidas de cerca por el kirchnerismo, que respalda a Voytenco, y por otros sectores del Frente de Todos: Ansaloni cuenta con el apoyo de Sergio Massa desde que ambos compartieron la bancada de diputados oficialistas, adonde este dirigente había llegado en una lista de candidatos del Partido Fe, fundado por Venegas para acompañar el proyecto de Macri y hoy es una pieza más del armado político del Gobierno.
Lo que viene no es menor: en 2023 pondrá en juego una nueva reelección Hugo Moyano al frente del Sindicato de Camioneros de Capital y Buenos Aires. Allí fue elegido en 1987, pero ahora los comicios adquieren una importancia estratégica porque será una prueba para medir el enfrentamiento entre el viejo líder y su secretario adjunto e hijo mayor, Pablo Moyano.
Hoy, al menos, se descuenta que Pablo se presentará junto con su papá para la reelección, aunque hay dudas porque la pelea entre ambos ya derivó en un paso al costado: el hijo de Hugo dejó en diciembre pasado el cargo de adjunto que tenía en la federación nacional de Camioneros. Fue una consecuencia de las diferencias por el manejo de la obra social, que atraviesa una delicada crisis financiera mientras es gerenciada por una próspera empresa cuya dueña es Liliana Zulet, esposa del máximo jefe sindical.
¿Se mantendrá la dupla de conducción de Camioneros? Más allá de la deteriorada relación, que se agravó más por la adhesión de Pablo al kirchnerismo, en Camioneros dan por seguro que Hugo y su hijo mayor liderarán una vez más la nómina oficialista. Como siempre, no habrá oposición alguna. Al menos desde afuera: en algunos temas, Pablo es en sí mismo una suerte de opositor de su papá, con el que se disputa espacios de poder a la espera de una sucesión que todavía no se ve nada cercana.
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