Mauricio Macri quedó nuevamente en el ojo de la tormenta del PRO. El triunfo de la Selección ante México lo alegró, obviamente, pero el ex presidente volverá del espejismo de Qatar y se expondrá nuevamente al desierto de la política argentina, ardiente y agobiante. Sobre todo porque en Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich crece un clima adverso hacia él, quizá el principio del fin de una relación en la que el fundador del partido parecía mantener una condición de intocable.
Más allá de sus clásicas peleas, tanto el jefe de Gobierno como la titular del PRO coinciden en algo: cuestionan las actitudes “paternalistas” de Macri, que los trata como si fueran aprendices, y están incómodos por ese juego exasperante del ex mandatario de dar señales contradictorias sobre su candidatura en 2023. Pero lo peor es que ambos precandidatos presidenciales no sólo insisten en que competirían contra él en las PASO sino que en la intimidad confiesan que si llegan a la Casa Rosada deberán hacer todo lo posible para aislarlo: están seguros de que continuará con el dedo el alto para marcar lo que hacen mal en el gobierno, en un desgastante intento de retener su liderazgo.
Si Juntos por el Cambio gana las elecciones, ¿se repetirá la historia del gobierno de Fernando de la Rúa, monitoreado de manera implacable por Raúl Alfonsín? ¿O la de Néstor Kirchner, quien accedió a la Presidencia gracias a la ayuda de Eduardo Duhalde y luego lo demolió políticamente para construir su propio poder? Es imposible de imaginar que Macri resigne la centralidad que adquirió en la oposición y se limite a tener un papel secundario en el esquema gubernamental que podría venir. También será imposible que el próximo presidente no lo desactive políticamente para gobernar sin interferencias.
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Macri se quedará en Qatar hasta que termine el Mundial de Fútbol y cuando regrese a la Argentina se quedará apenas dos días en Buenos Aires porque tiene previsto viajar al Sur para pasar 40 días de descanso en Villa La Angostura. Recién en febrero retomará la actividad política a pleno. Quizá tenga tiempo de pensar cómo su papel protagónico lo llevó a complicar el armado del PRO y de Juntos por el Cambio para 2023. Sucedió con su decisión de apurar una foto que graficó el apoyo de Bullrich a Jorge Macri como candidato a jefe de Gobierno porteño y que terminó dinamitando la posibilidad de que su primo se convirtiera en el único postulante del PRO en la Ciudad. El ex presidente forzó esa postal motivado por la sospecha de que Rodríguez Larreta postergaba su bendición al intendente de Vicente López en uso de licencia por un supuesto pacto con Martín Lousteau.
Su jugada hizo que el alcalde porteño sacara a jugar un pelotón de candidatos propios para restarle chances a Jorge Macri (y, de paso, intranquilizar a su primo): desde Soledad Acuña y Emmanuel Ferrario hasta Fernán Quirós. El lanzamiento electoral del ministro de Salud estaba en los planes desde hace meses y se fue postergando por las dudas de él sobre su salto a la arena electoral.
Es más: aseguran que estaba todo listo para que Quirós lo anunciara hace 9 días por televisión cuando estuvo invitado a la mesa de Mirtha Legrand, pero hubo algo que lo hizo desistir. “En este momento estoy en un proceso de reflexión profundo muy significativo para decidirme. No tengo una decisión tomada, pero sí creo que es un momento particular donde todos tenemos que pensar de dónde podemos ayudar”, afirmó. Apenas cinco días después, confirmó su candidatura, que fue apoyada rápidamente por Elisa Carrió y el jefe de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro.
Los operadores del larretismo consideran muy difícil que Jorge Macri pueda ganarle la pulseada a un precandidato de tan buena imagen como Quirós y, más aún, que lo haga teniendo enfrente al famoso aparato porteño, del que el ministro de Gobierno quedó marginado por su acuerdo con Bullrich.
“Si llegamos divididos a las PASO seríamos muy funcionales a la UCR”, advirtió Jorge Macri tras el lanzamiento de su colega de Salud. Cerca del jefe de Gobierno destacan que nadie piensa dirimir la candidatura de su sucesor en las primarias porque favorecerá el triunfo de Lousteau, aunque admiten que aún está en análisis el desdoblamiento de las elecciones en la Ciudad. Realizar los comicios porteños antes que los nacionales le permitiría a Rodríguez Larreta ser prescindente en la pelea del PRO y la UCR para definir el nombre de quien competirá por sucederlo a partir de 2023.
En los pasillos de la sede de la calle Uspallata, el corazón del poder porteño, hay quienes insisten en que podría haber una solución salomónica para resolver la fuerte competencia en el PRO y evitar un escenario de fisuras internas: la candidatura de María Eugenia Vidal. Si se considera que la ex gobernadora es apoyada por Macri, mantiene su amistad con Rodríguez Larreta y tiene una imagen que sigue mejorando en las encuestas, podría ser la clave para destrabar el conflicto.
Ese escenario electoral, de todas formas, implicaría eliminar la presencia de un candidato en la Ciudad apoyado por Bullrich, quien sigue mirando de reojo a Vidal. Y la jefa del PRO está decidida a mostrarse fuerte en todos los distritos del país, aun cuando signifique tomar distancia de Macri. En el armado provincial se registró otro ejemplo de cómo los movimientos inconsultos del ex presidente están generando cortocircuitos en la oposición: se reunió el jueves pasado con el peronista Martín Llaryora, intendente de Córdoba y candidato a gobernador del mandatario provincial Juan Schiaretti.
El encuentro podría haberse realizado en secreto en cualquier lugar del país para evitar suspicacias, pero se hizo en las oficinas del ex jefe de Estado en Olivos y poco antes de que llegaran al mismo lugar los presidentes del PRO de todo el país, varios de los cuales se cruzaron con Llaryora. ¿Qué quiso hacer Macri? Se sabe que apuesta por el radical Rodrigo de Loredo para la intendencia de Córdoba y que Gustavo Santos, su candidato, quedó desactivado cuando perdió en las PASO en 2021. Pero allí el postulante mejor ubicado en las encuestas para la elección de gobernador es Luis Juez, apoyado tanto por Rodríguez Larreta como por Bullrich. Ahora, su contacto “reservado” con el peronista Llaryora detonó una crisis: el senador nacional de JxC consideró que esa reunión es “injustificable” y se preguntó “cuál es el motivo para juntarse con el enemigo de Cambiemos en Córdoba”.
La mano de Macri también agitó la interna del PRO cuando varios de sus dirigentes más cercanos criticaron que Rodríguez Larreta se haya reunido con el ex diputado nacional Antonio Carambia y al intendente de Las Heras, José María Carambia, en su visita de la semana pasada a Santa Cruz. Casi en forma simultánea, Cristian Ritondo, Hernán Lombardi, Federico Angelini y Darío Nieto atacaron al jefe de Gobierno desde Twitter por haberse encontrado con quien “traicionó la confianza y los valores de sus votantes para saltar de bloque en Diputados y no devolvió su banca”. Recordaron así que Antonio Carambia fue uno de los tres diputados de JxC que, apenas asumieron en diciembre de 2019, se pasaron al bloque Unidad Federal para el Desarrollo, muy cercano al Frente de Todos.
El larretismo estalló indignado por la campaña macrista, a la que sugestivamente no se sumó Bullrich: “¿Cómo pueden exigir pureza ideológica para buscar alianzas políticas que nos permitan crecer electoralmente en Santa Cruz los mismos que hicieron silencio cuando Mauricio eligió a Miguel Angel Pichetto, un ex menemista y ex kirchnerista, como su compañero de fórmula en 2019?”.
Como el PRO sigue siendo una hoguera de pasiones encontradas, la tregua pactada entre sus máximos dirigentes en el desayuno del 8 de noviembre estuvo muy cerca de romperse el jueves pasado cuando Macri recibió a los jefes partidarios de todo el país y se produjo un fuerte cruce entre Bullrich y Eduardo Macchiavelli, secretario general del PRO y uno de los máximos referentes del larretismo.
Todo comenzó cuando uno de los dirigentes del interior se quejó de que Bullrich iba a las provincias y armaba alianzas por afuera de la estructura partidaria, y ella le contestó que como Larreta usaba fondos de la Ciudad para fidelizarlos, su apuesta era buscar otros recursos para captarlos porque no tenía plata. “¿Estás tratando de mercenarios a casi todos los presidentes del PRO del país?”, le replicó Macchiavelli. La rápida intervención de Macri evitó que todo terminara en un escándalo.
Es evidente que el clima entre Rodríguez Larreta y Bullrich sigue cargado de tensión, hasta tal punto que desde uno y otro sector realizan un intenso trabajo para impedir que se crucen en cualquier tipo de evento. Sucedió hace 48 horas en una reunión de la agrupación Abogados en Acción, encabezada por Jimena de la Torre, su principal referente, que se realizó en el Centro Asturiano de Vicente López. Organizado para cerrar el año luego de las victorias obtenidas en el Consejo de la Magistratura de la Nación y de la Ciudad y en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, estuvieron Rodríguez Larreta, Bullrich y, desde un video, Macri, entre algunos de los principales dirigentes del PRO.
Pero la curiosidad es que el jefe de Gobierno llegó temprano, habló ante los más de 150 abogados presentes y se fue, pero sólo cuando abandonó el lugar se hizo presente Bullrich, acompañada por Jorge Macri. En el encuentro ya la estaban esperando, entre otros, los abogados que elaboran su propuesta laboral, como Horacio Pitrau, Omar Yasin, Diego Goldman y Julio Cordero, aunque la jefa del PRO apareció en el lugar recién cuando le avisaron por teléfono que su adversario se había ido.
¿Puede durar una tregua política que funciona sólo si los firmantes del armisticio no se ven las caras? Macri logrará cierta paz gracias a su larga ausencia de Buenos Aires. Larreta y Bullrich, mientras, seguirán haciendo grandes esfuerzos: no para alcanzar consensos, sino para evitar cruzarse.
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