La idea se formó en la mente de Alberto Fernández poco después del triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva: arrancar el 2023, año electoral en Argentina, en Brasil, junto al nuevo presidente y referente histórico de la “patria grande”, amigo de Néstor Kirchner, faro para los sueños de renacimiento de la izquierda en la región, que acababa de ganar las elecciones contra el actual mandatario y líder de derecha, Jair Bolsonaro. Con el pasar de las semanas, tras algunas conversaciones con el embajador Daniel Scioli, aquella quimera tomó forma y se transformó en parte de la agenda oficial.
El Presidente tiene previsto viajar a Brasilia hacia el final de diciembre, para participar de la ceremonia de asunción de su par en el Palacio del Planalto, programada para el 1ro de enero a las 9 de la mañana. Los detalles de la logística y los miembros de la comitiva aún no están definidas, pero lo más probable es que viaje el 31.
De todas formas, según pudo saber Infobae de fuentes oficiales, las autoridades de Protocolo del gobierno local comenzarán a definir detalles de la ceremonia de asunción con el equipo de transición de Lula la semana que viene. Si bien aún no se conocen los pormenores, evalúan que se realice por la tarde, para facilitar la llegada de mandatarios extranjeros que tienen previsto celebrar la llegada del año en sus respectivos países.
Si este no fuera el caso, el Presidente prevé hospedarse, en Año Nuevo, en la residencia de Scioli, su amigo, confidente y también asesor en la estrategia para enfrentar los embates del kirchnerismo, un tema que el ex gobernador bonaerense -y virtual aspirante a la presidencia- conoce como pocos. No está descartado que lo acompañen, también, la primera dama, Fabiola Yáñez, con su hijo, Francisco; y podrían ser de la partida el canciller, Santiago Cafiero, la portavoz, Gabriela Cerruti, y el secretario de la presidencia, Julio Vitobello.
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La actividad de fin de año calza a la perfección como cierre de un 2022 donde el Presidente, golpeado por las internas con Cristina Kirchner, enfocó buena parte de su libido en fortalecer su rol internacional. Después de varias giras de peso, la semana pasada sumó visitas a Francia y a Indonesia para reunirse con Emmanuel Macron, y participar en la cumbre del G20, respectivamente. Y ahora se dispone a preparar las valijas rumbo a la capital brasileña, para reproducir las escenas de complicidad que protagonizó con Lula hace 23 días.
Será la segunda visita de Alberto Fernández a Brasil después del viaje relámpago que emprendió rumbo a San Pablo el 31 de octubre, con ímpetu, a contrarreloj, y rodeado de una extensa delegación, apenas se había confirmado la victoria de PT, mientras se ejecutaba aún el escrutinio definitivo y cuando Bolsonaro no había aceptado aún su derrota.
Con el segundo desembarco en tierras brasileñas en sólo dos meses, el jefe de Estado busca ahondar las relaciones con el socio más importante del Mercosur y miembro de los BRIC, y apuntalar su posicionamiento a nivel regional, en el que trabaja con constancia desde la presidencia de la CELAC. Aprovechará, con ese fin, su afinidad ideológica con Lula, con quien también tiene -se jacta- una relación personal. En su círculo suelen recordar que Alberto Fernández se terminó de ganar su aprecio cuando lo abrazó mientras encontraba en el llano, acorralado por el Poder Judicial local. “Siempre va a estar agradecido por el gesto que tuvo Alberto de visitarlo en la cárcel”, repiten en el entorno albertista.
La decisión de acompañar a Lula en el primer día de su tercer mandato será la continuación del guiño más reciente de parte del Gobierno a su socio regional: la renuncia de la secretaria de Relaciones Exteriores, Cecilia Todesca Bocco, a la disputa diplomática por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Hace tres días, el Presidente decidió derivar el apoyo de la Argentina al candidato de Brasil, Ilan Goldfajn, que si bien había sido propuesto por Bolsonaro e incomoda al progresismo local, tiene también el respaldo del PT. La jugada, desde que Golfajn es director del Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), fue, a su vez, una señal para Estados Unidos.
Siguiendo la trama de las negociaciones por el BID, es posible que Brasilia sea el escenario donde Alberto Fernández se reencuentre personalmente con Andrés Manuel López Obrador, luego de que se tensaran las relaciones bilaterales por la falta de acuerdo que terminó en decisión del mandatario mexicano de nominar a Gerardo Esquivel.
Este jueves, el primer mandatario tenía previsto viajar a DF, donde se encontraría con el líder de los estados mexicanos en el marco de cumbre de la Alianza del Pacífico. Pero AMLO suspendió el encuentro, del que iba a participar, también, Lula. Y si bien justificó la cancelación con imposibilidad de Pedro Castillo de asistir - está bajo investigación por organización criminal, tráfico de influencias y colusión y el Congreso de Perú le impidió dejar el país-, su decisión generó sospechas sobre un distanciamiento. En la Casa Rosada aseguraron ayer que es “absurdo” interpretar que el encuentro se canceló debido a las ambiciones por el BID. “Mantienen una excelente relación, no cambió nada”, dijo un alto funcionario con despacho en Balcarce 50.
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La asunción de Lula será uno de los eventos más importantes del próximo año para toda la primera plana del oficialismo. Su victoria, aunque ajustada contra el bolsonarismo, fue clave en el ánimo de Cristina Kirchner y su tropa para tomar impulso de cara al próximo año, como lo demostró el pleno de su espacio con la serie de festejos que hilaron, en distintos ámbitos, durante la primera semana de noviembre, a continuación de los comicios.
Enero no será la excepción. La Cámpora también planea mandar una comitiva a la asunción de Lula, tal como lo hizo el domingo del ballottage, cuando varios referentes de la cúpula del kirchnerismo, entre ellos el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, viajaron a San Pablo, irrumpieron en todos los actos políticos de “los rojos”, y lograron que el -entonces- candidato del Partido de los Trabajadores se calzara una gorra con la leyenda Cristina 2023, por segunda vez (la primera había sido durante una recorrida de campaña).
La figura de Lula, más allá de las intenciones del propio referente petista, se juega también en la interna de la Argentina. Su asunción será el puntapié inicial, no sólo para Alberto Fernández, que -dice- quiere pelear por la reelección, sino para todo el oficialismo en la antesala de la carrera proselitista. Mientras los líderes del Frente de Todos empiezan sus arduas negociaciones por las candidaturas, una de las preguntas centrales para el año que viene girará por el apoyo de Lula en la interna. Aunque en el Gobierno pronostican que, en caso de que haya PASO, lo más probable es el mandatario brasileño intente mantener una postura equidistante.
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