Su filosofía es quedarse con las cosas lindas de la vida. Con una infancia dura, descubrió su vocación por la política antes de finalizar la escuela primaria. Es militante hace 18 años, y se define políticamente incorrecta y Liberal.
En 2015 se desempeñó como coordinadora Nacional de Diversidad en el Ministerio de Seguridad de la Nación y hoy está a cargo del PRO Diversidad para todo el país.
En una charla íntima y profunda con Infobae, lejos de victimizarse, Mara se animó a contar todas las situaciones incómodas y angustiantes que le tocaron vivir cuando fue funcionaria en la gestión anterior.
Si bien su vida política comenzó en Lincoln, su lanzamiento nacional fue de casualidad en el 2008, durante el conflicto del campo, cuando fue retratada por un medio nacional arriba de un fardo con unos chupines colorados, pelo platinado y gritando con los productores agropecuarios.
Orgullosa afirma que no pertenece a ningún colectivo y no comparte su reclamo. Asegura que “nada se gana con comunicados exigiendo, haciendo un tetazo en la calle o defecando en las iglesias”.
A la hora de hablar de política, dice: “Me parece irresponsable que la mayoría de los dirigentes estén más mirándose el ombligo y en la interna, hoy la lista que nos tiene que importar es la lista del supermercado”.
A esta mujer no hay coaching que logre alejarla de su autenticidad y de sus convicciones.
Durante su paso por el Ministerio de Seguridad recuerda que se encontró con un expediente de Nilda Garré y de Cristina Kirchner como presidenta, en el cual echaban a una policía de la fuerza por ser trans. El expediente decía que era por un trastorno de la identidad de género equivalente a un 10% de discapacidad. “Que me militen que el kirchnerismo consideraba que las personas trans eran discapacitadas y tenían que irse de la fuerza”, ironiza indignada.
—¿Quién es Mara Pérez Reynoso?
—Qué buena pregunta, parece casi de psicoanálisis. Mara es una chica de una familia corriente, de un pueblito muy pequeño, tiene 1336 habitantes: Coronel Martínez de Hoz, partido de Lincoln. Sigo siendo la misma. Una chica de pueblo que tuvo una vida dura,pero que elige quedarse con cosas lindas. Esa es mi filosofía de vida. Y andar liviana de equipaje en ese sentido. Amo la política, la conocí o descubrí de muy pequeña. Me encantó. ¿Viste cuando descubrís tu vocación? Yo tuve la suerte de haberlo hecho a muy temprana edad. Y desde entonces no he parado. Hace 18 años que estoy militando, siendo funcionaria, en la política de mi país.
—¿Cuándo descubrió su vocación?
—Me sacaron del colegio por una situación, bueno, el hecho de ser trans en una localidad tan pequeña es difícil. No tanto por la discriminación, porque tengo una personalidad muy fuerte y eso me ayudó quizás a sobrellevarlo, pero por ignorancia, por temor, por incomprensión, no la pasaba bien. Yo no me sentía ni con las chicas ni con los chicos, entonces era una situación medio incómoda y dejé de ir. Después me convocaron para volver y había un taller de radiodifusión, mi colegio tenía un programa de radio semanalmente, y durante la semana trabajábamos en armar las columnas, en quién iba a hablar, qué íbamos a ofrecer en el programa. Y ahí estuve, creo, que los últimos dos años y descubrí mi amor por la radio. Tenía, no sé, 9 años. Y no fue hasta los 11 que el director de la radio, que me acuerdo siempre de él, Sergio García, me dijo que había pensado en darme una columna en un programa, que era como una suerte de magazine político.
Ahí empecé haciendo reportajes, tenía, seguramente las conociste, las grabadoras. Bueno, con eso a cuestas, un cuadernillo y una birome me recorrí casi toda la provincia haciendo entrevistas. Un día me tocó entrevistar a Lilita Carrió y ahí quedé anonadada. Porque era mujer. Era una mujer con mucho conocimiento. Eran dos cualidades que a mí me parecían fascinantes. Una mujer fuerte. Una mujer que sabía qué quería. Yo me acuerdo de que le preguntaba, dejé de lado el cuestionario que habíamos armado, y le pregunté qué había estudiado y me dijo que era abogada. Y, en ese momento, era diputada de la Nación así que también le pregunté qué hacía un diputado, a qué se dedicaba, cuál era la función, todo, y me encantó. Y como que quedé en contacto con ella, con su secretaria. Al poco tiempo le dije que me quería sumar a trabajar con la diputada Carrió.
Pero bueno, en realidad, empecé antes en Lincoln, estaba el Partido Intransigente y la UCEDE que, ya sé que son como antagónicos pero, ahí en Lincoln o en pueblos pequeños, se estila más el acercarte por un conocido. Sabía que en Buenos Aires tenías más opciones. Por ejemplo, el liberalismo nunca existió en Lincoln. Tiempo después yo descubro que en realidad suscribo más a las ideas del liberalismo. Pero ahí, en ese momento, tenía la UCEDE que era lo más parecido a las ideas que quería o al proyecto de Lincoln o de sociedad que apuntaba. Empiezo con ellos. Sigo con Carrió y después del conflicto del campo, que fue en el 2008, que fue gracioso porque fue como mi lanzamiento a la política nacional, me encontré arriba de un fardo con unos chupines colorados, pelo platinado, gritando con los productores agropecuarios; y creo que fue alguien de un medio de acá de Buenos Aires que le llamó la atención y lo había titulado como: una persona trans arriba de un fardo en el conflicto del campo con el gobierno. Y al poco tiempo me vine para Buenos Aires, después de tener problemas con el intendente Fernández, que me prohibió en absolutamente todos los medios de comunicación de Lincoln, que, además, era mi ingreso.
—¿Por qué la prohibió?
—Por una cuestión ideológica. Yo lo había denunciado y además no le dejaba pasar una. Por ejemplo, Lincoln es la capital nacional del carnaval artesanal y nunca rindieron cuentas.
Para darte un ejemplo, en una ocasión contrató a Valeria Lynch para un evento, y dijo que la cantante cobraba 400.000 por un show en ese momento. Y nosotros, al aire, llamamos al productor para contratarla a Valeria Lynch y nos pasó 150.000. Con eso estuve una semana para que den explicaciones. Al poco tiempo logramos que todos los años se pueda dar información y publicar los gastos y la recaudación que quedó en Lincoln. Incluso, el tema de narcotráfico, que fue donde más me complicó. Luego de eso recibí amenazas de muerte. Me acompañaban de la radio a mi casa. Fue una situación incómoda para mi familia. Ahí fue cuando mi mamá me dijo que mi vida había llegado a un punto bisagra y que tenía que elegir o la política o mi familia.
—En ese momento ¿cuántos años tenía?
—18, 19 años. Y fue cuando, con mucho dolor, preparé las valijas y me mudé a la casa de mi tía a Junín y al poco tiempo ya me vine para Buenos Aires.
—Y hoy ¿cómo viven sus padres su presente?
—Hoy mamá feliz. De hecho siempre recuerdo un diálogo con ella. Estábamos sentadas en la cama, me agarró de las manos y me dijo: “Dejá la política porque nunca vas a llegar a nada. Nunca vas a lograr nada. En la política siempre están acomodados, llegan hijos de familias de renombre o gente que ya viene vinculada a la política casi por herencia, o gente con mucho poder. Pero vos no vas a llegar a nada”. Lejos de frustrarme la entendí. Una madre, un padre, nunca va a dar un consejo a un hijo para su mal sino porque sienten que es lo mejor. Me parece que mi mamá, en ese momento,lo dijo para que yo no me frustre. Y yo me acuerdo de que le agarré las manos y se las puse en su regazo y le dije: “Bueno, eso pensás vos. No somos la misma persona. Y dejame que yo, si la paso mal, me la voy a bancar sola. Si la paso bien te lo voy a compartir”. Y cuando finalmente el presidente Mauricio Macri asumióy me proponen ir al Ministerio de Seguridad no llegué a avisarle a mi familia, así que se enteraron por la tele. Ese día me llamó mi mamá llorando, estuvo como literal dos minutos llorando y cuando pudo recuperar la respiración me pidió perdón. Y ahí entendí y le dije: “Yo ya te había perdonado”.
—¿Por qué el Ministerio de Seguridad?
—Bueno, no existía el Ministerio de la Mujer pero sí la Dirección de la Mujer. Tenía que ser algo que tenga que ver con nuestro… a mí no me gusta usar la palabra colectivo, yo soy cero colectivista. Personalmente no suscribo al colectivismo.
—¿Por qué?
—Porque creo mucho en el individuo. Y parte de la pregunta que me hiciste, que te la agradezco porque me da la posibilidad de explicar este punto de vista que tengo y que he asumido hace mucho tiempo, es esto de no compartir cuando van en manada. Ese comportamiento colectivo de masas. Por ejemplo, históricamente la población travesti trans viene reclamando que vivimos hasta los 35 años, que no tenemos acceso al trabajo formal, que no tenemos acceso a la salud, y un montón de otros aspectos que podríamos estar horas enumerándolos. Pero yo no comparto el reclamo porque nada se gana con comunicados exigiendo o haciendo un, perdón la expresión, tetazo en la calle o haciendo pis o defecando en las iglesias. Entonces, como no lo comparto nunca formé parte de ningún colectivo. Y lejos de eso hice todo por mérito propio de tocar puertas, de sentarme como un par, de hablar, de negociar, de tener otra forma de ver las cosas. Es decir, yo no veo al resto de la población heterosexual o cis, por así decirlo, como enemigos. Muy por el contrario. Asumí en Seguridad y me cuestionaban el propio colectivo y estas áreas,¿cómo vas a trabajar con las Fuerzas? Entonces les dije yo no soy de esa generación, del 70, 80. Yo no vengo con ese resentimiento de los 70. Mi relación con la policía es otra. Y además los miembros, los uniformados hoy, esos hombres y mujeres que forman parte de las fuerzas, no son aquellos de los 70. Entonces así como nosotros, que somos otra generación, nos merecemos no correr con la suerte tan terrible que corrieron nuestras compañeras, ellos también merecen una oportunidad. Así que yo me tomé con mucha responsabilidad el estar al frente, al menos en derechos humanos, de las Fuerzas. Y, por otro lado, también era reivindicativo. Por eso yo digo que le agradezco mucho al ex presidente y a la ministra Patricia Bullrich, porque no crearon la Dirección de Peluquería, viste que siempre dicen que las trans somos peluqueras o terminamos en la prostitución. Me propusieron en el Ministerio de Seguridad, lo cual fue un desafío enorme y fue también una visión de creer en la persona y no en la sexualidad o la identidad de género.
—¿Qué beneficio cree que tiene hoy pertenecer a un colectivo?
—Es que yo no lo hablaría como beneficios. Por eso digo, es algo tan personal que quizás sienten que tienen un sentido de pertenencia al tener un equipo, un grupo, no sé. Pero va más allá de esto. Yo recuerdo cuando me oponía a los cupos, me encontré en Rosario en una cumbre trans y me agarró un grupo de chicas y de señoras trans que, de hecho, yo era muy chica, yo no soy tranquila, viste que ahora hablan de palomas, de blandos, de duros, de halcones, bueno, esas son discusiones para el zoológico, yo digo que soy muy políticamente incorrecta, pero muy institucional. Cuando llegan todas ellas, todas kirchneristas, porque si hay algo que se ha visto como algo usual y que yo no quiero que se naturalice en la sociedad es si sos trans, o sos gay, lesbiana, sos de izquierda o sos kirchnerista. Es como decir si sos pobre sos peronista, porque un pobre nunca podría votar a un liberal.
Y además lo peor es que en el inconsciente de la gente es como que lo van naturalizando. No lo cuestionan, ya lo toman como un preconcepto que viene de antaño. No es así. Pero, volviendo a la historia, cuando las veo que se acercan, obviamente con reclamos muy K, muy politizadas, me acuerdo de que a una que tenía más de 60 años, mientras todas me atacaban, yo la empiezo a tocar, le toco los hombros, la cara, le dije: “¿sos real?, ¿sos real?”. Y no entendía. Le digo: “No, porque, digo, me viven quemando la cabeza desde que soy chica de que vivimos hasta los 35 años, vos sos un mito viviente”. Y ahí fue como que ella se rio y a las otras no les gustó, pero encontramos algo en común.
Entonces, cuando me reclaman lo del cupo laboral trans yo les digo: “Miren chicas, yo no es que estoy en contra del cupo laboral trans sino que estoy a favor de tener un trabajo digno, de cumplir horario, de tener un recibo de sueldo, de tener la posibilidad de, digamos, escalar y ascender en un puesto de trabajo. En ir al banco con tu recibo de sueldo y tu nombre y decir quiero sacar un crédito para comprarme un auto”. Y todas se emocionaron y me dijeron: “Bueno, nosotras también queremos eso”. Entonces les dije: “Bueno, entonces esto es incompatible con subsidios eternamente o cupos”.
Cuando se los planteé empezaron a comprender y me dijeron que quizás mi problema era que no hablaba con ellas. Y les dije: “Miren, yo no conozco a todas las personas trans del país. Yo estoy muy abierta a que me hablen. A donde me invitan voy. Soy muy accesible en las redes sociales. Me escriben y a cualquier hora yo leo y respondo”. Y así es como comencé a encontrar un montón de varones y mujeres trans y que todos coincidían con esto, me dijeron que pensaron que nunca les iba a responder y hablamos esto de que no por ser trans tienen que estar eternamente agradecidos al kirchnerismo o hacer vista gorda a toda la corrupción, solo porque ellos en los discursos dicen que están a favor de las personas trans. Y me gustó eso y fue ahí donde me animé a plantearlo en el partido, en mi partido, en el PRO, y retomamos PRO Diversidad que es un espacio el cual hoy presido. Y te juro que para mí es un valor agregado el hecho de ser, bueno, una persona trans trabajando por esto. Resignificar la diversidad. Resignificar el PRO, nuestro partido, que tiene bases a favor de la libertad. Es decir, a ninguno de nosotros nos va a importar con quién se acuesta Mariana o qué sexualidad tiene Mariana o si naciste siendo Mariana o te hiciste. No nos importa. Lo que importa es si tenés cualidades para o tenés ganas de aprender.
— Desde el inicio evité nombrar una palabra, pero usted misma ya dijo varias veces “soy trans”. ¿Por qué todavía necesita aclararlo?
—Hace poco me hicieron una nota en Córdoba, y fue titulada: “La exfuncionaria trans”. Y yo renegaba mucho cuando asumí en el Ministerio de Seguridad porque era la primera funcionaria trans. Y en todo el mundo, porque me acuerdo que me llamaron de España, de Estados Unidos, de México, de todos lados, el titular siempre fue la primera funcionaria trans. Dejo el Ministerio de Seguridad porque hubo un cambio de administración y ¿cómo me cita la prensa? “La exfuncionaria trans macrista”. Y yo también hago esa crítica porque me doy cuenta que también lo mencioné. Pero, cuando me preguntan cuál es tu objetivo en política en estos temas de diversidad yo digo: “Mi objetivo es que la sexualidad de una persona deje de ser un tema de conversación en la mesa de los argentinos, incluso en los medios”. Porque no es necesario aclararlo.
iAhora, es verdad que cuando vos lo mencionás le das visibilidad. Y tiene un valor agregado, porque no es lo mismo, que nos pasa a menudo, que un diputado, una diputada nuestra o del oficialismo se siente en su banca y hable de las personas trans. Y casi nunca me representan, por esto de: “No hables en mi nombre”. Entonces por qué, ya tanto que hablan de si es blanco, heterosexual, de clase media, cis, todas las cosas que combaten estos colectivos, estamos siendo representadas, al final, por hombres y mujeres heterosexuales o no, cis, blancos, clase media, diputados que vienen hace 30 años atornillados en la banca. ¿Por qué permitir que hablen en nuestro nombre? ¿Solo porque suscriben a la idea política que militamos? De ninguna manera. Entonces, creo que en cierta parte también es dar esa discusión.
Tenemos voz propia, somos muchas y somos muchos. No todos pensamos igual, por eso no podemos ser un colectivo. Porque yo, por ejemplo, con las trans kirchneristas no tengo casi nada en común. Sí tengo en común una historia, una realidad que es, no sé, ir de pronto a la obra social y que nos hagan algún tema. Que la vida nos cueste el doble que a las otras personas. Todo eso tenemos en común. Entonces, hay que trabajar aquellos puntos que tenemos en común yluego diferenciarnos en las diferencias. No porque compartamos el hecho de ser trans o ser miembros de la población LGBT tenemos que militar un mismo partido político. De ninguna manera.
—¿En el Congreso falta la voz de ustedes?
—No hay. No existe ninguna diputada ni provincial ni nacional ni legisladora porteña que sea trans.
—¿Le gustaría ser diputada?
—Yo estoy trabajando para llegar a una banca en el 2023.
—¿Cómo ve a la actualidad hoy?
—Creo que, y cada vez más, los políticos aportamos a esta idea de que la política está como muy divorciada de la realidad de los argentinos. Soy política, me encanta, tengo una postura tomada, pero me parece muy irresponsable y no comparto para nada que las discusiones de agenda, es decir cuando nos vemos el ombligo, pasen a tomar estado público o reemplacen la agenda de la gente. Hoy lo que nos tiene que importar a nosotros es cuidar el bolsillo de los argentinos. La institucionalidad. Uno en Argentina siente, y lo veo mucho con mis amigos de afuera que no se animan siquiera a comprarse un caramelo en el país porque no saben cómo son las reglas del juego, no saben cómo es el precio, no saben si después de adquirir eso les van a cambiar las reglas y les van a exigir más. Entonces eso que se ve, que es muy notorio de afuera, nosotros acá también lo vivimos. Hablo por ejemplo de la Ley de Alquiler. Hoy alquilar un departamento es un embrollo terrible, tenés casi que programarlo un año, meses antes. En esos meses te cambiaron las reglas, te aumentaron. Y el responsable es uno de los diputados de nuestra coalición, yo lo he dicho públicamente, me cae muy mal, me cayó muy mal ese proyecto desde el minuto uno. No lo compartí. Yo no soy una experta en alquileres pero sí escucho a quienes sí lo son y me he reunido, y me decían que no lo votemos porque no está bien, porque iba a traer problemas y yo no era legisladora, pero sí lo comuniqué. Ahora, se eligió eso, fue una macana por la que van a tener que responder. Fue un error de la política que puso en esta situación incómoda y de un presente negro, bueno, que no nos escuche Vicky Donda porque no sería negro, sería afro, un presente afro, a todos los argentinos. Y ahora es la política la que tiene que responder. Es así. Mismo los de mi partido que votaron a favor. Tienen que hacerse cargo, poner el traste en la banca. Poner la cara y decir: “nos equivocamos y lo vamos a subsanar”. Eso es parte de la responsabilidad de la política. No esto de discutir quién va como candidato, quién va en la lista. Qué lista apoyas. La lista que nos tiene que importar hoy a todos, la política, es la lista del supermercado. Hay gente comprando el changuito para el mes en cuotas. Dejar de lado la agenda política que solo nos importa a nosotros y prestarle atención a la agenda de la gente.
—¿Qué opina de las peleas internas de Juntos? Por ejemplo, ¿qué le diría hoy a Patricia Bullrich de sus dichos a Felipe Miguel?
—Quienes la conocemos hace mucho, hemos trabajado con ella, sabemos cómo es, yo también soy muy mal hablada y mi equipo sabe (risas). Pero si vos sos de determinada manera en tu vida privada, a veces, no está bueno cuando eso se filtra por esto de la responsabilidad institucional. Vos no es que sos otra persona en cámara y otra en la vida privada. Yo lo que digo en off lo puedo sostener en on perfectamente. Sí no voy a usar palabras o expresiones que de pronto en on las podés entender o podés decir “qué grosera con lo que dijo”. Ahora, tengo la responsabilidad institucional frente a una cámara de ser correcta en las expresiones,más no voy a desdecirme de lo que pienso o lo que digo en on.
En cuanto a lo que pasó puntualmente estos días con Felipe Miguel en vez de decirle: “Che, mirá, me estás pegando en todos los programas y ahora me venís a saludar como si nada. No me siento cómoda”, se lo expresó en el mejor estilo Bullrich. Ahora, hacer de esto toda una situación me parece una pavada total. Mismo Horacio. Yo a Horacio no le puedo pedir que le ponga un poco más de sangre, porque no es su personalidad. Él cree en el diálogo. Pero a mí me gusta mucho el Mauricio del off.
—¿Cómo es el off de Macri?
—Es más como yo, es más como nosotros. Él luego, bueno, era presidente. Hoy es un ex presidente,entonces, en boca de un ex presidente ciertas expresiones no estarían bien. Si se armó tanto revuelo por Bullrich, que ya conocemos su forma de ser, imaginate por Mauricio. Por eso en él justifico que, de pronto, esté mucho más cuidado en las palabras que utiliza, en las expresiones, en la templanza. Pero me parece que lo que busca la gente también y lo que necesita la política es ese sinceramiento y es ser uno. Yo, desde el minuto uno, detesté cuando, por ejemplo soy católica, pedí ser candidata y me pidieron que me saque el crucifijo y vuelva al color natural de mi pelo.
—Te coachearon.
—Claro. Pero fue como un: “Pará la mano, porque es mi forma de ser”. Yo soy católica, no lo voy a ocultar. Entonces el crucifijo no se va. Sí soy una persona LGTB pero no estoy a favor del lenguaje inclusivo. No estoy a favor del aborto. Entonces, no quiero ser un producto que la política o el entorno o lo que llaman el círculo rojo, lo que fuere, necesite en ese momento para… Yo quizás no fui candidata, la primera candidata trans, porque no cumplía con los estándares que se necesitaban para ese momento. Pero prefiero no serlo y serlo en el momento que tenga que ser y que Dios considere, pero haber llegado por mis propios méritos y porque la gente lo eligió.
La lista que nos tiene que importar hoy a todos, la política, es la lista del supermercado.
—Habló de sinceridad. Si hoy tuviera que hacer una fórmula de Juntos ¿cuál sería?
—Me estás poniendo en un aprieto (risas).
Yo no le esquivo al bulto, como decimos en el campo. Yo sigo haciéndome ilusiones con un segundo tiempo con Macri, porque quedaron muchas cosas pendientes. Entonces después de haber fallado, aprendido de los errores y tiempo para reflexionar y para perfeccionarnos, creo que estaríamos muy preparados y sería muy lindo volver con Mauricio al gobierno. Pero me hace mucha ilusión también una Bullrich, con un lugar mucho más preponderante en el gobierno. Me gustan mucho sus ideas. Pero también rescato, voy a parecer tibia, esta capacidad de calma y de traer un poco de paz de Horacio.
Estamos en un momento en el que en la sociedad hay mucha violencia. Lo ves seguramente en la calle cuando manejás. La gente se putea. En la tele también, bueno, los periodistas lo tienen más claro que nosotros. Mataron a piedrazos a una jubilada. Mismo en política se detestan. El susto que le metieron a la Vicepresidenta con esa arma que al final no sé lo que pasó.
—¿Qué pasó?
—Todavía está en la Justicia. Yo lo único que sé es que no me acerco a un copito ni en pedo. Soy amiga de Jimena, la vecina de Cristina. Voy muy seguido a comer, porque además cocina riquísimo. No lo voy a ocultar. Tengo una foto con Jimena y ya para el Gato Sylvestre, Pablo Duggan, yo soy una de inteligencia que había puesto mi oficina ahí. Imaginate si me llegan a ver comiendo con un copito de nieve soy la jefa de la banda.
No quiero saber nada. Veo un copito y me voy. A ese punto ridículo llegamos. Hay gente que porque le puso un like en un post a alguien ya quedó ensuciado. Esa es la seriedad que tiene la política argentina, esa es la seriedad que le están dando como causa de Estado porque declararon un feriado. Eso a mí no me gustó. Repudio todo acto de violencia y repudio el hecho de inseguridad que sufrió la Vicepresidenta. Ahí falló la consigna, la custodia. Y repudio también el odio. Ahora, declarar un feriado porque le apuntaron en la cabeza a un funcionario, ¿vos sabés cuánta gente muere por día y es una NN? A veces algunos ni salen en los medios. Y al otro día toda esa familia tiene que salir a trabajar porque sino no tiene ingresos para después pagar el alquiler carísimo, la luz. O sea, tienen que dejar de lado el dolor que sienten por el familiar muerto y hacer como que la vida continua. ¿Por qué? Porque no son políticos, no están en el poder. Esa diferenciación a mí me repugna desde lo más interno de mi ser. No me gusta que tengamos privilegios por ser políticos. No me gusta tener que reclamar privilegios por ser trans. No me gusta tener que estar por encima, qué, ¿hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda? La verdad es que no es algo que comparta. Y nunca me vas a escuchar tener o apoyar un discurso parecido. Me mantengo ahí. Es en lo que creo. Me metí en política por eso. La paso mal, he tenido más decepciones que situaciones agradables en política, pero todavía sigo confiando y sigo confiando en mí.
—Cuando dijo la “pasé mal en la política” ¿nos quiere contar a qué momento se refiere?
—Siendo funcionaria en el Ministerio de Seguridad.
—¿Qué le pasó?
—Tuve pares compañeros muy nefastos. Obviamente no podía, digamos, ante cada situación incómoda laboral que pasaba ir y tirarle del sweater a la ministro. Nunca tuve una situación tan incómoda laboral en toda mi vida como tuve cuando fui funcionaria. Pero no me gusta victimizarme, por eso tampoco lo he contado. Una vez se lo dije a Pato y le dije que el día que escriba mi libro lo voy a contar
—¿Puede contarnos alguna situación que haya sufrido? Sin dar nombres.
—Y, por ejemplo, en varias ocasiones me quisieron desalojar de mi oficina, yo tenía un despacho en el que, viste cómo es la burocracia en el Estado, pedías algo y de acá a tres meses te lo traían, entonces compré la pintura, lo decoré, le puse cuadros, plantas, todo muy lindo. Nos costó mucho. Con todo mi equipo lo hicimos, lo armamos. Y después porque un funcionario dijo que quería cambiarlo permanentemente sucedía.
—¿Eso es lo que más le dolió?
—No, pero no quiero exponer ciertas situaciones.
—¿Sufrió algún tipo de abuso?
— No, no, no. Y además mido 1,75 y no tengo las manos solo para parar el taxi. En ese sentido soy recontra Bullrich, a mí donde me hacen una… eso de poner la otra mejilla conmigo no va. A mí me pegás y yo te la devuelvo. Te bajo los dientes, olvidate. Pero me refiero más que nada la cuestión psicológica. Que permanentemente, no sé, he hecho trabajos hermosos, he comprometido a todas las fuerzas policiales y de seguridad en eso y no salían. Te los tiraban abajo.
—Se sentía destratada.
—Sí. Cuando recién asumí, por ejemplo, por eso digo que a veces no lo quiero contar porque después esa persona hoy es amigo, pero en ese momento me las hizo pasar feas.
—Que se entere, total ahora es su amigo.
—Cuando yo llego al Ministerio de Seguridad me dijeron: “Mirá piba, vos encargate de tener una o dos fotos al mes con la ministro. Hacé prensa y demás. Y dejá que las cuestiones de las fuerzas las manejamos nosotros”. Y no es mi personalidad ser pasiva en estas cuestiones, pero me levanté de la reunión y me puse a llorar. Llegué a mi despacho y no sabía qué hacer, te juro. Fue terrible porque asumí en un ministerio donde hay más uniformados por metros cuadrados que en todo el resto del país con esa responsabilidad sobre mis hombros muy grande de estar frente a casi 100.000 hombres y mujeres con historias, con toda una cuestión protocolar, institucional muy seria. Y además no me sentía que estaba a la altura de darle una orden a alguien de las fuerzas. Entonces era una cuestión interna que me costaba mucho. Por otro lado, por primera vez estaba en el Ejecutivo nacional. Por primera vez formaba parte de un ministerio con todas las cuestiones que eso incumbe. Empleados públicos que vienen también atornillados hace mil años. Yo digo que cada político que va, cada ministro que asume va nombrando gente y después encontrás como capas geológicas de empleados públicos en todos los ministerios, que también es difícil combatirlo. Y algunos que tienen, incluso, más poder que el funcionario que asumía. Y me dicen esto y me sentí muy mal, porque me sentí usada. Entonces me fui a mi oficina, me puse a llorar y en ese momento mi secretaria y mi jefe de despacho se vienen conmigo y, lejos de abrazarme, me dicen: “¿En qué te convertiste? porque no sos la Mara que conocemos. La Mara que conocemos hubiese pegado una trompada a la mesa, cual gordo Casero, y hubiese repudiado a todos”. Y me sentí mal. Entonces subo al despacho de la ministro y me lo encuentro en ese momento al jefe de Gabinete de la ministro y a la ministra, les cuento la situación. Y Patricia me dijo:”¿Qué? De ninguna manera. Volvé a tu despacho a laburar”. Y el jefe de Gabinete me dijo: “Si pensaste que acá venías a hacer RR.PP. no es así. Estás y te confiamos esta agenda porque creemos que lo vas a hacer bien. Así que quien te lo haya dicho…”. Y ahí sí volví con toda mi energía y fue…
—Era mucha presión.
—Tal cual. Además que tenía la lupa puesta porque, muchos me cuestionaron. Muchos lo cuestionaron al expresidente que me haya designado. Muchos la cuestionaron a Patricia que haya pensado en mí para ese lugar. Entonces yo tenía la lupa enorme de un sector muy retrógrado de mi propio partido, del gobierno, que lo padecí, lo sigo padeciendo y lo estoy combatiendo de a poco. Del otro lado, sumale la lupa enorme de los organismos de derechos humanos, los LGTB, los espacios más bien socialistas o progresistas que me cuestionaban. Incluso, llegaron a decir que no podían nombrarme ahí por mi pasado con la dictadura militar. Yo nací en el año 91. O sea, no era ni un proyecto de hija cuando sucedió lo de los militares. Vos fijate la estupidez humana a la que llegaban para oponerse. Tenía como doble lupa y sabía que donde me corriera o fallara se me venía la guillotina.
Nunca tuve una situación laboral tan incómoda, en toda mi vida, como tuve cuando fui funcionaria
Pero además cuando lo contás es como que lo incendiás todo. Y a veces hasta terminás siendo culpable o te terminan dejando de lado. Yo no tengo miedo a que me dejen de lado, yo insisto, a mí me pasa siempre que cuando siento que algo es correcto lo hago y asumo las consecuencias. Ahora, contarlo no me gustaba porque era como victimizarme pero bueno, ahora se dio, es la primera vez que lo cuento.
—Te spoileamos el futuro libro.
—Sí, te juro. No quería que el día de mañana titulen que el gobierno de Cambiemos, la administración de Cambiemos, maltrataba a la funcionaria trans. Por eso digo no todo era lo mismo. Yo lo consulté con la ministro y nada que ver. Eran las segundas líneas, por así decirlo. Y esta gente va a seguir estando y están en todos los partidos políticos. En el kirchnerismo, siempre digo lo mismo, se jactan hablando de diversidad y feministas, pero guardan casi como si fuera una gallina de los huevos de oro a senadores violines, a personas violentas, achorros, a gente totalmente transfóbica. ¿Y qué pasa con el discurso ahí? ¿Son intocables? Cuando yo asumo en el Ministerio de Seguridad me encontré un expediente de Garré y de Cristina Kirchner como presidenta en el cual echaban, es decir separaban a una policía de la fuerza, de la Policía Federal, por ser trans.
Era un oficial inspector que transicionó y fue una mujer oficial inspector. Una mujer trans. La sacaron de la fuerza. Yo siempre digo, el político puede ser ladrón, puede ser mentiroso, puede ser todo lo que quieras, pero no boludos. Entonces no van a discriminarte y a decirte te discriminamos por… No lo van a hacer. En cambio, en el kirchnerismo, que me sorprendió, hasta a mí me sorprendió, se quemaron con el expediente que firmaron. El expediente dice que esa patología o ese trastorno de la identidad de género que tiene es el equivalente a un 10% de discapacidad y ese trastorno la torna irrecuperable para la función policial por lo que:afuera, a tu casa. A una policía trans. Tuvo que venir el gobierno del gato Macri, que iba a disolver todo, y asumí en Seguridad con Bullrich para reincorporarla. Pero no la reincorporamos solamente por subsanar el hecho. Le hicimos hacer varios cursos actualizados en ese momento para saber si estaba capacitada para ingresar a la fuerza y para que se le respetara la jerarquía a la que debería haber llegado con esos 9 años que estuvo parada. Los pasó perfectamente y después de tener esa prueba fehaciente fue que la reincorporamos y la ascendimos con la jerarquía que le correspondía al día de la fecha. Y lo hicimos nosotros.
Entonces digo, cuando el kirchnerismo habla de derechos LGTB, de las personas trans y de cupo, o no sé, yo digo ese fue un acto de odio. ¿Y qué dice el kirchnerista? Que me militen que el kirchnerismo consideraba que las personas trans eran discapacitadas y tenían que irse de la fuerza. Que me militen eso. Porque no resiste ninguna discusión a favor eso.
El político puede ser ladrón, puede ser mentiroso, puede ser todo lo que quieras, pero no boludos.
—¿Cómo ve el futuro de Cristina?
—Hay que sacar la bola de cristal. Es una mujer que tiene mucho poder. Yo todavía me sigo preguntando de dónde viene ese poder. Lícito no creo. Cuando me refiero a poder lícito o no digo que no es que tiene autoridad de que dice algo y acatan. Yo creo que sabe mucho, bueno, lo dijo ella, te digo que casi no es una opinión personal, casi es una lectura que se puede hacer de las últimas declaraciones que hizo. Creo que es el único ciudadano que se para arriba del Estado y se defiende en un juicio. No se defiende como un ciudadano de a pie como nosotras, ella va al despacho. Es decir, involucra una cuestión de Estado a la defensa de la ciudadana. Ella se sienta en el despacho de vicepresidenta, de presidenta del Senado de la Nación, y responde. Pero no dijo jamás soy inocente. Entonces lo que muestra en realidad, nosotros vemos solamente a la araña CFK, pero en realidad está parada sobre una telaraña gigante en la cual todos tienen algo que ver. Recuerdo cuando Boudou era vicepresidente y en el Senado habló y dijo que si él caía iba a hablar. Palabras más palabras menos. Te invito a que lo busques después porque está en YouTube. Yo me acuerdo de que escribí un tweet en ese momento, pidiendo que algún fiscal de oficio lo llame al vicepresidente y le pregunte qué fue esa amenaza pública que hizo. Y Cristina hizo lo mismo.
Yo no sé si todo el poder que tiene lo tiene porque, digamos, naturalmente tiene esa autoridad o porque en realidad sabe que donde la perjudican a ella puede perjudicar a todos y es como el COVID, uno estornuda y estamos todos en cuarentena nueve meses.
Algo personal
—¿Cuál fue el mejor día de su vida?
—El que estoy por vivir. Parezco Facundo Manes diciendo esto. Lo acabo de leer en un cosito de azúcar (risas).
—¿Qué cosas no pueden faltar en su día?
—Disfruto mucho de llegar a casa y tomarme una copa de vino y meterme en la bañera. Y casi te digo que es no negociable a esta altura de mi vida. Después no me puede faltar la política. Siempre en mi día algo hago. Yo por ahí no cuento mucho mi historia de la política, pero siento como que cada día que vivo tengo que pagar mi cuota. Porque le debo mucho, entonces todos los días hago algo para la política. Después, no sé, laburo como cualquier persona ocho horas por día. Te diría que ni el desayuno es importante en mi vida porque a veces paso de largo. Pero la familia, la llamada con mi mamá, con mis hermanos es importante. Un minuto para mí.
—¿Amores?
— No. La cuarentena a muchos unió y a otros, como en mi caso… No, no.
—¿Los políticos vuelcan toda su libido en el trabajo?
—A ver, somos políticos pero también tenemos sexo. Nos enamoramos. Nos rompen el corazón. Algunos son tóxicos, otros no. Somos personas más allá de ser políticos. Pero no, en mi caso hoy no tengo de pronto… (Risas) Tu mirada me mata. Me vas a terminar sacando nombre y apellido. No, estoy sola. Pero estoy bien.
—¿Cuántos años tiene?
—31. Sabés que es la primera vez que lo digo.
—Esto, más que una entrevista, es un confesionario.
—Siempre eludí la pregunta cuando me preguntan la edad.
—¿Por qué?
—Porque de muy chiquita, que te mencioné al principio, me involucré en política y cuando vos decías tengo 14 años era como: “Bueno, no podés ni hablar”. Yo me acuerdo que estábamos peleando con un diputado radical, que no era diputado en ese momento, y le estaba ganando la discusión porque tenía mejores argumentos, y me preguntó qué edad tenía. Y le dije 22 años. Entonces me dijo: “Cuando vos estabas en la panza de tu mamá yo ya era concejal”. Siempre te corren con el tema de la edad. Me parece tan estúpido eso, por eso nunca dije la edad.
—Si pudieras recuperar solo una cosa que hayas perdido en tu vida, ¿qué sería?
—¿Que haya perdido? La salud.
—¿Qué tuvo?
—Estuve muy enferma. Cuando la pasé mal en el Ministerio de Seguridad aumenté 23 kilos. Salgo de ahí y al año me diagnostican una enfermedad que no es muy buena pero yo, bueno, elijo no contarla, y pasé un 2020 muy difícil. Sola porque no quise involucrar a mi familia para que no la pase mal. Y recién cuando me dieron el alta y las cosas salieron bien lo compartí. Y por ahí digo que quizás no todo es política en la vida. Yo he dejado relaciones o me he privado de muchos días importantes por estar en política. Y luego, cuando empezás a tener pérdidas de familiares, de parejas, ponés en la balanza y entre esas que no podés recuperar nunca más también está el hecho de dejar la salud por la política. Es algo que no sé si me arrepiento,porque trato de no arrepentirme de nada pero sí lo hubiese pensado un poco más. Y quizás no valía la pena.
Uno tiene que cuidar siempre la salud y la familia. Y la política tiene que estar en segundo plano, pero a un costado. Y eso es algo que yo todavía no aprendo. Sigo eligiendo la política en primer lugar, incluso antes que a mí.
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