No le convence que la definan como integrante del ala peronista o progresista del larretismo. María Migliore se escapa de ese tipo de rótulos, aunque no son erróneos: como ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteña, profundizó la senda iniciada por María Eugenia Vidal y Carolina Stanley en la Ciudad de Buenos Aires en materia de integración social y urbanización de los barrios populares e incluso avanzó hacia un ambicioso armado político mediante una agrupación propia, La Popular, que busca disputarle el voto al peronismo en los asentamientos y villas porteñas.
En la entrevista con Infobae, en un intervalo de su tarea para seguir mejorando el Barrio Playón, también conocido como Barrio Fraga, en Chacarita, donde esta semana se inauguró la apertura de la calle Palpa, Migliore diferenció la política social del Gobierno, a la que asoció con “una mirada que es 100% de asistencia”, de lo que piensa ella: “Yo creo en una política social que transforma”, dijo.
Los “halcones” del PRO no le perdonan su perfil “más popular” y en las filas de Miguel Angel Pichetto la ubican entre los defensores del “pobrismo” por su buena relación con los movimientos sociales, pero, en todo caso, parece una forma de descalificar a Rodríguez Larreta, su jefe político, con quien comparte los objetivos a veces denostados de dialogar, tender puentes y buscar consensos.
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En Migliore hay un pasado de escuela católica en San Miguel y de trabajo social en las villas de la Ciudad cuando empezó a estudiar Ciencias Políticas en la UCA. “Mi primer acercamiento a la política fue a través del peronismo porque yo quería hacer política para solucionar la cuestión social y los que estaban en los distintos lugares a los que me acerqué estaban en ese mundo”, relató.
Entre 2008 y 2011 trabajó en la Jefatura de Gabinete del gobierno porteño, como parte de los equipos técnicos que digitalizaban los expedientes. “Siempre digo que fue mi mejor trabajo -destacó- porque me enseñó a entender cómo se gestiona el Estado y cómo se ejecuta un presupuesto”. Volvió a la estructura de la Ciudad de Buenos Aires en 2015, cuando Horacio Rodríguez Larreta fue elegido jefe de Gobierno y ella fue designada primero en el Instituto de la Vivienda y luego en su puesto actual.
En el diálogo con Infobae, Migliore explicó su postura sobre los planes sociales, habló del trabajo político de la agrupación La Popular, elogió el perfil moderado de Rodríguez Larreta y advirtió que “la política más progresista que se puede aplicar hoy en la Argentina es bajar la inflación”. Crítica del peronismo actual, además, la funcionaria larretista afirmó que “el espacio que más capacidad tiene de transformar la vida de los sectores populares es Juntos por el Cambio”.
— Llega diciembre y siempre hay temor a un estallido social. Usted que trabaja con los sectores populares, ¿siente que estamos cerca de un escenario como el de 2001?
— Hay un modelo social que está profundamente agotado y un gobierno que lo que plantea en términos de política social son todos parches. Es un esquema que es 100% de contención, pero que, atado a la situación económica, ya no contiene. Podés caminar por cualquiera de estos barrios y si preguntás a las personas qué es lo que más les preocupa, te van a contestar la inflación. Es el tema de conversación cotidiana. La gente ya no te dice “no llego a fin de mes” sino “no llego a la semana”. Hay una dinámica que se está complejizando y no se ve mucha perspectiva de futuro. Lo que está crujiendo es el modelo político propuesto en todo sentido porque no hay rumbo del gobierno nacional.
— ¿Pero ve un escenario de convulsión social?
— No veo eso, hay contención, pero esto es insostenible a lo largo del tiempo.
— ¿Cuál es su mirada sobre las irregularidades que se detectaron en los planes sociales?
— Que eso no puede pasar. Para empezar, no puede pasar que haya en ningún programa del Estado irregularidades como las que se están denunciando.
— ¿Por qué sucede esto?
— Porque el Estado no tiene control. Además, el Potenciar Trabajo es un programa que tiene que ser reformulado al 100%. Entra en la mirada que el gobierno nacional propone en términos de política social, que plantea una mirada que es 100% de asistencia y yo creo en una política social que transforma. Quiero construir una política social no que contenga sino que realmente transforme y que genere oportunidades de desarrollo. Se puede hacer. Es lo que estamos haciendo acá en la Ciudad de Buenos Aires, y ese es el modelo que hay que profundizar. Cuando Horacio (Rodríguez Larreta) asumió como jefe de Gobierno, tomamos la decisión de atacar la pobreza de manera estructural. No solamente mirarla desde la cuestión de los ingresos sino nivelar el punto de partida para que haya condiciones posibles de desarrollo. Hoy, unos años después de haber diseñado una mirada estratégica de para dónde queríamos ir y haber sostenido un esquema de gestión consistente, empezamos a ver los resultados. En el Barrio Fraga, esta semana abrimos la tercera calle dentro del proceso que está contemplado. El 95% de las familias que se tenían que mudar ya están mudadas. Estamos en el proceso de hacer las obras de infraestructura que faltan para proveer de agua potable regularizada a todas las familias del barrio. Eso demuestra que se puede hacer de otra manera.
— ¿Por qué existen estos problemas para asistir a los más pobres si el gobierno nacional es de extracción peronista y se supone que está asociado con la justicia social?
— Ese supuesto no es correcto en la Argentina de hoy. El espacio que más capacidad tiene de transformar la vida de los sectores populares es Juntos por el Cambio. Lo digo absolutamente convencida.
— En el gobierno de Cambiemos fueron malos los resultados económicos.
— La experiencia de Cambiemos fue buena y fue mucho mejor de lo que se reconoce. No le podemos pedir a la política social lo que no resuelve la política económica. Eso sí me parece importante también.
— Pero falló la política económica de Cambiemos.
— En el último año de gobierno hubo un problema con la política económica, sí, pero hubo avances muy consistentes en materia social, como, por ejemplo, la Ley del RENABAP (Registro Nacional de Barrios Populares), que se sancionó en 2018 a partir de un programa que crea nuestro gobierno. La política social y la política económica son dos partes de un mismo proceso y hay que entenderlo y diseñarlo así. Si no hay un plan de estabilización, una macroeconomía ordenada y un plan de crecimiento es imposible resolver cualquier problema estructural de pobreza. ¿Qué rol tiene que tener la política social? Generar los dispositivos correctos para que cuando ese proceso de desarrollo comience, la gente se pueda insertar al sistema. Así como sin la macro no se puede, con eso solo no alcanza. No vas a esperar 30 años de crecimiento para que las personas que están en la base estén mejor. Si se diseña de manera correcta la política social de la mano de la política económica, productiva, podés tener otros resultados. La política social es un componente más dentro de un plan de desarrollo estratégico. Y así lo venimos trabajando acá y hay resultados que muestran un camino posible. ¿Hay muchos desafíos por delante? Seguro, pero venimos transitando un camino diferente.
— Leí que usted considera al PJ como “un proyecto agotado”.
— Absolutamente.
— Me hace acordar a otros dirigentes de Juntos por el Cambio que dicen el peronismo está agotado y que no puede ganar las elecciones. ¿No es un rival para tener en cuenta?
— No sé si el peronismo está o no está agotado. Sí sé que quiero ser parte de un equipo que busque construir en la Argentina un proyecto de futuro. Y un proyecto de futuro tiene que tener una mirada clara de hacia dónde querés ir, un modelo económico, inserción en el mundo, y una manera muy consistente de estar presente en los sectores populares. No para acompañar de manera asistencial sino para generar condiciones de desarrollo. Nosotros venimos haciendo eso y lo vamos a hacer cada vez más. Es lo que hicimos en el Barrio 31, acá en Barrio Fraga, en el Barrio Bueno o en el Barrio 20. Cuando arrancamos todos nos decían que era imposible poder pensar procesos de esa magnitud. No me quiero quedar solamente con la cuestión de infraestructura, del hábitat, que sin dudas es importante. Creo que hemos hecho un aporte muy significativo para mirar la pobreza estructural de una manera más integral. Siempre decimos que la mejor política social es el trabajo. En estos años logramos la sanción de dos leyes que arman un marco para plantear un camino distinto.
— ¿Cuáles son?
— La ley de integración productiva, que promueve que empresas se instalen adentro de los barrios tomando gente de ese lugar, es una manera concreta de integrar y generar otras posibilidades. Esta semana, por ejemplo, abrimos en este barrio una carnicería de una empresa. En el Barrio 31 ya son 27 empresas las que están trabajando. Y eso se complementa con la ley de economía social, que lo que busca es fortalecer el trabajo que ya existe. En todos estos barrios, en la base de la pirámide hay mucho trabajo. Lo que hay que preguntarse es cómo hacemos para que ese trabajo sea más productivo, se integre a las cadenas de valor, se formalice, se registre y desde ahí podamos hacer crecer a las personas. Esa es nuestra manera: el Estado que está presente, por supuesto, pero nivelando el punto de partida y promoviendo el trabajo de una manera integral, no asistiendo a los que quedan afuera sino a partir de lo que está, de las posibilidades potenciales que hay, armando un camino posible.
— ¿Hay espacio en los sectores populares para que penetre la obra que están haciendo en el gobierno porteño? En algunos barrios populares no no les fue muy bien en las elecciones.
— Ese es un desafío de mediano plazo que en Juntos por el Cambio tenemos que transitar.
— ¿Qué les falta para poder captar el voto?
— Tiempo. Tiempo de ir mostrando a lo largo de los años un proyecto consistente, que es lo que venimos haciendo. Hay un atributo importante de Juntos por el Cambio que es animarnos a salir de lo políticamente correcto y encarar los problemas de frente. En Argentina teníamos un problema con los problemas estructurales, pero donde se armó un modelo de cómo pensarlo, cómo ejecutarlo, con un marco nacional, fue en la Ciudad de Buenos Aires. En la provincia de Buenos Aires, María Eugenia (Vidal), cuando fue gobernadora, arrancó un proceso muy consistente en ese sentido. Faltó tiempo. Y eso es lo que queremos seguir profundizando. A toda la política social le falta una perspectiva federal.
— ¿Qué significa?
— Cuando pensás cómo integrar personas que están en la economía informal, tenés que mirar las cadenas productivas regionales. No es lo mismo una persona que trabaja en la informalidad en Jujuy que en el conurbano bonaerense o en la Patagonia. Si queremos que la política social esté vinculada al mundo del trabajo, tenemos que ver cuáles son los sectores potenciales, cuáles pueden crecer, cuáles son mano de obra intensiva que van a crecer en el corto plazo.
— ¿Cómo se rompe esa intermediación de los movimientos sociales en materia de planes sociales? ¿Cómo se evita que avance una fuerza de un poder extorsivo muy fuerte? Rodríguez Larreta habló del “poder del apriete” de los movimientos sociales.
— Horacio (Rodríguez Larreta) fue súperclaro: el Programa Potenciar Trabajo hay que desintermediarlo. Es el primer paso de empezar a construir un camino diferente. Es un programa que tiene que tener criterios claros, temporalidades y condicionalidades claras. Ahí tenemos un universo de 1.300.000 personas que es parte de un universo más grande, que son los 7 millones de informales que están en la Argentina. Entonces hay que desintermediar el Potenciar Trabajo y ofrecer una alternativa de política social que sea mucho más consistente y que busque de verdad generar un camino posible de integración para todo ese universo.
— ¿Qué les daría a los movimientos sociales, considerando que tienen un poder extorsivo muy fuerte y que van a estar en la calle resistiéndose a los cambios?
— El Estado tiene que marcar el rumbo de para dónde quiere ir. Una vez que vos marcás un rumbo claro podés sentar a todos los actores en la mesa. Ceo mucho en la capacidad de generar consensos, pero no por la capacidad de apriete sino por el Estado marcando una dirección y la experiencia nuestra acá, que entiendo que sea distinta en los distintos lugares del país, pero fue posible construir una política con consenso, con los movimientos sociales, con la oposición, con el sector privado, con las iglesias. Eso no quiere decir que estemos siempre de acuerdo en todo, y por supuesto que hay discusiones, negociaciones, diferencias que son explícitas y eso también enriquece las discusiones. Ahora, lo que el Estado no puede es entregar su política social y dejarla en manos de nadie, tercerizada, sin un criterio, sin un rumbo. En todo el universo social hay que hacerse la pregunta sobre cuál es el problema que tenemos y cuál es el resultado que queremos obtener y en función de eso diseñar un camino. No es lo mismo una política de integración urbana que una política para acompañar a la primera infancia, que una política para acompañar a una persona que tiene adicciones o una política que busca vincular al mundo del trabajo. Son todas problemáticas sociales bien distintas, pero hay que profesionalizarlas y hacernos siempre esa pregunta de si después de la intervención del Estado la persona tiene más oportunidades. Creo en esa política, en una política que empodera.
— ¿Cómo convive con las posiciones más duras en el PRO, con Patricia Bullrich hablando de que eliminará los planes sociales en seis meses? ¿Se siente condicionada?
— Lo más importante en Juntos por el Cambio hoy es tener un consenso claro de hacia dónde queremos ir. Y creo que ese consenso es muy compartido y es posible. De hecho, estamos trabajando muchísimo entre todas las fundaciones -yo, particularmente en el capítulo social- para tener claridad y un programa compartido. Y la verdad es que no veo grandes diferencias en el rumbo estratégico. Después hay sí conversaciones sobre cómo instrumentar cada uno de los programas. Pero es muy positivo el intercambio que se está dando y cómo se enriquecen las miradas porque las mesas están compuestas también por personas que son, además de distintos partidos, de distintas provincias, de gente que está en distintos niveles de gobierno, lo cual le da mucha más riqueza a la mirada.
— ¿Cómo se trabaja desde su área cuando hay una demanda de algunos sectores de la sociedad de mano dura, sacar los piquetes con la policía, reprimir?
— Se trabaja primero entendiendo la demanda de todos los sectores. Porque cuando un trabajador de clase media no puede llegar a laburar en este contexto de la Argentina donde uno de cada tres formales está bajo la línea de pobreza, entiendo por qué está enojado cuando le cortan la 9 de julio. Hay que hacerse eco de esa demanda también. Y lo que necesitamos construir es un rumbo. Cuando vos sabés hacia dónde querés ir y el Estado dice “vamos a ir para allá” los pasos de explicación y los consensos son posibles. Hoy, no hay claridad en el gobierno nacional acerca de hacia dónde vamos. Ni siquiera te puedo decir que no me gusta porque no sé a dónde van. No entiendo cuál es el modelo de país que están planteando. Y eso es lo que hay que recomponer.
— ¿No hay un clima de época más proclive para los “halcones”?
— Creo que hay un clima de época que lo que busca son soluciones. Quien ofrezca una solución y un rumbo claro va a ser capaz de transformar la Argentina. La Argentina necesita sanarse. Venimos de una crisis económica, de una pandemia, una crisis económica grande, los problemas son cada vez más grandes y estructurales. Entonces ser firme no es gritar fuerte y romper todo. Ser firme es otra cosa. Es saber con claridad a dónde querés ir. Hablar con los que piensan distinto. Hablar con el que piensa distinto es mucho más difícil que hablarle a los que piensan igual que vos. Y entre todas las miradas, construir un camino. Obviamente no vas a estar de acuerdo al 100% con todas las personas siempre, pero la gran mayoría puede ser parte de ese acuerdo porque lo que todos estamos buscando es un camino de largo plazo. Entonces necesitamos liderazgos que sean bien moderados y que tengan capacidad de construir eso. Creo que Horacio es el que más capacidad tiene de construir eso.
— Usted dijo alguna vez que el de Rodríguez Larreta fue “el gobierno que más plata puso en los sectores populares”, pero hay barrios pobres donde no lo votan. ¿Es sólo cuestión de tiempo para que los sectores populares lo vean como un líder para ser votado?
— Si hay algo que a mí me gusta mucho de Horacio es que resuelve los problemas porque hay que resolverlos. No abundan políticos así en Argentina, que miren los problemas de frente y quieran hacerse cargo. Parte de lo que necesita más la Argentina son políticos que encarnemos lo que creemos. Él cree que cuando hay un problema hay que encararlo y resolverlo. No hay cálculo político en eso. En Juntos por el Cambio venimos incorporando voces más diversas a nuestro espacio y eso es positivo. Diversidad en la coalición más amplia y diversidad de origen también. Y eso nos va a hacer una coalición que va a ser cada vez más competitiva y, sobre todo, más representativa de distintos sectores. Los sectores populares también necesitan una propuesta de futuro. Toda la Argentina, pero en particular quienes peor la están pasando hoy. Y que se empiece a ver con el tiempo que de verdad tenemos mucha capacidad de resolver esas cuestiones. O, al menos, que queremos hacerlo.
— ¿El papel tan activo de Mauricio Macri en la escena nacional no es un condicionante para hacer política, para construir una alternativa distinta que supere la grieta?
— No te diría que es un condicionante. Desde Juntos por el Cambio tenemos que reconocer la historia de lo que venimos sabiendo construir. Juntos por el Cambio le aportó mucho a la Argentina y muchas veces se reconoce poco. Mauricio tiene un lugar importante en eso, pero lo que demandan estos tiempos de la Argentina es un liderazgo como el de Horacio.
— ¿En los sectores más populares sigue existiendo un crecimiento de Javier Milei?
— En la última elección, Milei creció. Tenemos que tener una propuesta consistente. Además de analizar a cada uno de los referentes, lo que me preocupa y me ocupa es que seamos la mejor alternativa posible. Creo en una política que transforma, que propone un camino. Y si constituimos una oferta que sea atractiva en ese sentido y creíble tenemos una chance muy grande en 2023.
— ¿Pesa en los sectores más populares que vean a la dirigencia peleándose?
— Pesa en toda la Argentina. En este momento de tanto dolor social, la política tiene que aportar respuestas, certidumbres. Tiene que mostrar que vamos a poder estar bien otra vez. Los liderazgos políticos tienen una responsabilidad muy grande en hacer bien lo que tienen que hacer todos los días. Concentrarse en discutir ideas y caminos. Tenemos que encontrar un camino distinto para sacar a la Argentina adelante. Cualquier cosa que atente contra eso es desconectarte de la gente.
— Frente a la perspectiva de que un “halcón” como Jorge Macri sea el candidato del PRO a jefe de Gobierno en la Ciudad y gane las elecciones, ¿se pone en riesgo la política que usted llevó adelante hasta ahora? Porque tiene un sesgo distinto al de ustedes.
— Hay muchos candidatos. Celebro que tanto el PRO como Juntos por el Cambio tengan muchos candidatos porque habla de una coalición cada vez más competitiva. No hay ninguna definición todavía respecto de quién va a ser elegido.
— ¿Pero si ganara Jorge Macri peligrarían las decisiones que usted tomó en su área?
— No, lo que nosotros estamos haciendo en Juntos por el Cambio en materia de política social tiene mucho consenso interno. Ejemplo, la Ley de RENABAP se aprobó con un consenso de más del 90%.
— Esa ley, que prorrogó por 10 años la suspensión de los desalojos en los barrios populares, es la que criticó Bullrich y usted le respondió que “viene a dar respuestas a 5 millones de personas que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad y salió con el consenso de todo el espacio”.
— Patricia tuvo alguna diferencia al respecto, pero el 90% de los diputados de Juntos por el Cambio votó a favor y además está convencido de esto, lo están ejecutando en las distintas provincias y creemos que es una agenda que es nuestra y que tenemos que profundizar. Estoy convencida de la mirada que nosotros estamos proponiendo. Vincular la política social al mundo del trabajo, también con cierto recorrido y resultados que empiezan a verse, es una mirada súper compartida por toda la coalición y por todo nuestro espectro político. ¿Qué es lo que quieren los votantes de Juntos por el Cambio? Poder volver a estar mejor. Que si vos te esforzás en la Argentina, salgas adelante. ¿Qué es lo que nosotros queremos hacer? Dar oportunidades para que la gente se pueda esforzar, que se esfuerce mucho y que eso vuelva a valer la pena. Eso es lo que está roto en la Argentina, eso es lo que queremos reconstruir. No veo grandes diferencias en ese sentido.
— ¿Pudo hablar con Bullrich Patricia sobre esas diferencias?
— Nosotros trabajamos con todos sus equipos. En el trabajo de todas las Fundaciones están representados todos los equipos de todos los distintos dirigentes de Juntos por el Cambio. Es sano que haya discusión de ideas. Le tengo menos miedo al disenso quizás por la edad que tengo. Estoy acostumbrada a hablar con todos los que piensan distinto. Soy hija política del 2001, donde todos los partidos se rompieron. Si nosotros a la política a veces le pedimos que vuelva a discutir ideas es sano que haya discusión de ideas. A veces podemos estar de acuerdo y a veces no, y de eso se trata la democracia también. Lo que no se puede poner en riesgo son los grandes trazos de hacia dónde queremos ir, pero animarte a construir con quien piensa diferente enriquece una mirada.
— Un eventual gobierno de Juntos por el Cambio haría reformas de fondo, que suelen estar asociadas con más ajuste y pedidos de sacrificio a la gente. ¿Cree que habrá tolerancia social para que la gente resista un mayor ajuste, un mayor sacrificio?
— Tenemos que poner en marcha un plan que sea integral y consistente, donde todas las dimensiones estén contempladas. Las reformas que tenés que hacer desde lo económico, el mundo del trabajo, la cuestión social. Si todo eso tiene integralidad, creo que es posible. Además, es lo que el país necesita. En Argentina estamos discutiendo cosas que el mundo ya resolvió. Y no estoy mirando Europa sino países de América Latina. Por ejemplo Chile, Bolivia, Brasil, que, con gobiernos de distinto signo político, hay ciertas cuestiones que no discuten más. Por ejemplo, el tema del déficit fiscal. La política más progresista que se puede aplicar hoy en la Argentina es bajar la inflación. Entonces necesitamos ordenar ciertas cosas en términos económicos. Es nuestra condición de posibilidad.
— Para Macri, la gente se dio cuenta de que esto tiene que cambiar y que va a tolerar cualquier medida dura que se tome.
— Depende cómo lo construyamos, de cómo se construyan esas medidas. Hay algo muy importante en esto, que es el sentido del rumbo de hacia dónde vamos. Podemos discutir si las medidas coyunturales son mejores, si son peores, el costo. Lo que hay que reconstruir acá es un camino posible. Entonces en función de un camino que socialmente todos decidimos acompañar porque tienen suficiente representatividad política, es decir que expresa lo que las distintas partes de la sociedad expresan, vamos a ser capaces de encontrar los caminos. Y por supuesto a los que en peores condiciones estén, el Estado tiene que estar presente acompañando, pero tenemos que animarnos a poner en discusión cómo acompaña el Estado, cuál es la calidad del gasto público. Acompañar eternamente, no. Creo en un Estado que nivela el punto de partida y genera posibilidades. Si las medidas que tomamos tienen un rumbo compartido y suficiente representatividad política y mucho acompañamiento a los que peor la están pasando no digo que no va a doler pero creo que es posible construir ese camino.
— ¿Qué aspectos en materia de política social hay que corregir para evitar que pase lo que pasó tanto en el gobierno de Mauricio Macri como en este gobierno?
— La política social tiene que tener como tres focos claros. Uno, atacar lo estructural, y eso lo venimos hablando. Segundo, una red de protección social que tenga foco en la primera infancia. Cuando mirás los números de pobreza está muy concentrada en los más chicos y ahí es donde tenemos que reforzar. Y lo tercero, la vinculación con el mundo del trabajo. O sea, necesitamos pensar distinto el esquema de acompañamiento de los programas que buscan insertar al mundo del trabajo y ahí hay que pensarlo con nuevos marcos normativos laborales, registrales también: tenés 7 millones de personas que trabajan en la informalidad absoluta, hay que registrarlos. Pensar que vamos a poder registrarlos con los marcos que tenemos hoy es no entender la dinámica. Cuando decimos que hay que salir de lo políticamente correcto, por ejemplo, pienso en una reforma laboral. Pienso en hablar sobre eso porque tenemos 7 millones de personas que trabajan y están “recontraprecarizadas”, “recontradesprotegidas”. Entonces quiero crear marcos nuevos, poner en crisis lo que tenemos para que esas personas puedan trabajar en mejores condiciones, para que su trabajo pueda valer más. Y eso es lo que creo que también la Argentina necesita, una discusión sincera de los programas que tenemos y que tenemos que poner en marcha. Para el mundo de hoy, con todos los cambios que tiene el mercado de trabajo, lo que tenemos no sirve. Pero hay que animarse a tener esas discusiones y salir de los clivajes clásicos porque si seguimos pensando así veo difícil que podamos obtener resultados distintos.
— Usted armó La Popular, una agrupación política que hace un trabajo territorial para el PRO en los barrios populares. ¿Cómo son los resultados? ¿Aspiran a tener lugares en las listas?
— Venimos trabajando mucho en un proyecto de mediano plazo que es generar formar nuevos liderazgos de personas que vengan de sectores populares y personas que no pero que quieran ir al mismo lugar. Como animarnos a romper esos clivajes clásicos con los que nos enseñaron a pensar. Por ejemplo, hace dos semanas nos fuimos con un grupo de 20 chicos de acá a La Pampa a conocer el sector del campo. Eso surgió porque yo invité a un empresario del campo a un almuerzo en la 31 a conocer a varios de los que estamos con este proyecto y uno de los chicos le dijo: “En mi barrio dicen que ustedes se guardan los dólares”. Y el empresario le contestó: “¿Vos conocés lo que yo hago? ¿Fuiste al campo alguna vez?” No. Y fue espectacular. Estuvimos un día entero en Santa Fe conociendo todo lo que se venía haciendo y entendiendo que si queremos hacer un modelo de país distinto, tenemos que construir una coalición distinta y animarnos a pensar distinto. Entonces es una apuesta que es joven, generacional, pero que lo que quiere es salir de los lugares políticamente correctos donde nos enseñaron que nos teníamos que mover, que si sos de un lado no podés estar en el otro. Nosotros creemos en esa mezcla. Los chicos dicen que La Popular es de los pocos lugares en la Argentina que no importa de dónde venís, cuando juega tu equipo te abrazás y te emocionás con el de al lado. Entonces nosotros lo que queremos es eso, tu origen no tiene que ser un impedimento, tiene que ser tu riqueza. Hay que animarse a construir un futuro distinto. Estoy convencida de que lo vamos a lograr. Son cosas culturales que estamos impulsando para mirar distinta la Argentina.
— No me quedó claro: ¿van a tener presencia en las listas?
— Vamos a ver el año que viene. Falta mucho para eso todavía.
— Con estos índices de inflación y de pobreza, si este gobierno no fuera peronista no hubiera podido seguir. ¿Cuál es la fórmula del Gobierno para que la situación social no explote?
— Hay contención de la emergencia hay en los distintos niveles de gobierno, tanto nacional como los provinciales que tienen un rol muy importante a lo largo de todo el país, pero esta situación no es sostenible a lo largo del tiempo. No le veo la forma de un estallido. Hay otras maneras en que las sociedades están expresando su descontento también.
— ¿Por ejemplo?
— La polarización en los extremos. Eso también te desintegra una sociedad. Esta crisis es distinta a las anteriores que tuvimos. Creo que es peor porque lo que se te puede poner en crisis yéndote a los extremos es la sustentabilidad entera del sistema político. Es mejor resolverlo siempre a través de vías institucionales. Al que le toque gobernar en el 2023 no va a tener un escenario sencillo. Podemos ser capaces de encontrar una manera distinta de transitar el camino haciendo ciertas reformas que van a ser duras, acompañando y protegiendo a los que están en peores circunstancias, pero, sobre todo, ofreciendo una alternativa de futuro. Los argentinos necesitamos volver a creer que es posible. No una esperanza ilusa de que todo va a ser sencillo, pero que tiene sentido hacer el esfuerzo y no un esfuerzo puesto en un futuro que no llega sino en algo que tenga sentido hoy.
— ¿Para eso no hacen falta otro tipo de líderes?
— Para eso necesitamos liderazgos moderados que puedan llamar a un consenso. Que sean audaces porque el camino que hay que construir es distinto a lo que se hizo antes y hay que animarnos a jugar con categorías distintas y pensar cosas que nunca se hicieron en Argentina. Hay dos cualidades que son importantes en un liderazgo y tienen que ver con la integridad, la honestidad y la intención de las personas. La Argentina necesita de liderazgos honestos y capaces. Tenés que tener los mejores para hacer lo que está haciendo cada quien en su lugar. Necesitas un equipo de gobierno, gente que sepa hacia dónde queremos ir, pero que sea capaz de construir ese camino en lo concreto, en las decisiones cotidianas de todos los días. Verlas, seguirlas, asumirlas, sostenerlas, que no es sencillo.
— A usted se la suele ubicar como integrante del ala peronista o progresista del larretismo. ¿Dónde se siente más cómoda en estas caracterizaciones que hacemos en el periodismo?
— No me gusta ninguna porque se piensa en categorías viejas. Quiero ser parte de una nueva generación que construya un camino posible para la Argentina. Hay que animarse a salir de lo políticamente correcto. Y pongo el ejemplo con lo económico porque en la Argentina estamos atrasando mucho con esa discusión. Si vos querés resolver los problemas estructurales de pobreza, necesitás estabilidad macroeconómica. Punto final a la conversación. Y eso muchas veces vos lo decís y sos de derecha, sos neoliberal. No, es sentido común. Miremos cualquier país que tiene ciertas cuestiones resueltas. Sin la macro no se puede, pero con eso no alcanza. Si tomamos solamente esas medidas y no acompañamos con otras, no vamos a llegar a ningún lado tampoco. Por eso pienso que la política social puede ser disruptiva y un factor que ayude a construir otro camino posible. Me gusta la idea de la diagonal en la que desde arriba para abajo y desde abajo para arriba podés construir un camino que se encuentre y que en ese encuentro generás una identidad distinta también.
— ¿Pesan en los barrios populares categorías como la derecha o la izquierda?
— Pesa la historia, lo simbólico.
— El peronismo pesa. ¿No se rompió el contrato sentimental del peronismo en los barrios populares?
— Pesa, tiene un lugar importante, pero está en crisis. Por eso es importante también construir una narrativa de futuro. Animarse a pensar Argentina desde otras categorías, desde un mundo nuevo.
— Construir una narrativa suena parecido a “relato” kirchnerista.
— No, al contrario. Se trata de que, encarnado en lo que querés hacer, seas capaz de construir una inspiración, un sueño posible. La Argentina fue un país que se hizo grande porque, sin que importara de dónde venías, tenías una oportunidad y tenías futuro. Hay que reconstruir eso, pero no con un aspiracional de añoranza de cuando se hizo sino que hay que tomar eso y decir cuál es el sueño nuevo de la Argentina, del que trabaja, qué sueñan los jóvenes, y animarnos a construir de manera concreta, pero entendiendo el tiempo en el que estamos. Sin reinventar todo, usando lo que en el mundo ya funcionó, pero aplicado al contexto concreto de que tenemos que animarnos a construir algo diferente.
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