“Hasta que no venda todo no me voy y con el calor que hace espero vender. Pero la gente no compra. Mirá, hay como tristeza. Cuando estaba Cristina vendía todo”. El vendedor de bebidas que habla es uno de los tantos que se esparcen por las inmediaciones del Estadio Único Diego Maradona en la Ciudad de La Plata donde este jueves, la vicepresidenta Cristina Kirchner volvió a encabezar un acto repleto de liturgia, en el que quizás el contexto y el despliegue del evento fue lo más jugoso de la jornada. El vendedor llegó desde Lomas de Zamora, del corazón del sur del conurbano y se va a quedar toda la tarde. Está parado el cruce de las avenidas 25 y 32 con dos heladeritas de telgopor, vende latas de cerveza a $500 pesos y agua a $300. Delante suyo ingresaba toda la columna de La Cámpora. Casi nadie le compra. La gente, en rigor, quiere entrar al Estadio para escuchar y ver a la ex presidenta.
La Cámpora copó toda cabecera del estadio que da la avenida 25, justo enfrente del escenario. Hubo dos controles que fueron hechos por la propia organización. En un momento hasta el primer acceso se acercó María Luz Alonso, la secretaria administrativa del Senado y mano derecha de CFK en la Cámara alta. Es la referente de la organización en la provincia de La Pampa. Dio algunas órdenes para hacer ingresar gente en medio de empujones y una masa de militancias que quería entrar al estadio. Los funcionarios e invitados especiales entraban por otro acceso, bastante más lejos que la militancia.
Ya adentro, se observaron banderas celestes y blancas y una bandera de La Orga. Agarrado de un paravalancha está su jefe, el hijo de la vicepresidenta y presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner. Lo secunda la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. También está por ahí la titular del PAMI, Luana Volnovich y la militancia, mucha militancia. Faltando más de una hora para que salga a escena la vicepresidenta, el estadio ya está lleno en el campo y en todas las tribunas dispuestas para la ocasión. Un vallado partía el campo. Adelante, los invitados especiales: cuatro mil que ingresaron con pulseras blancas y negras. Atrás, las distintas organizaciones políticas con peso en los intendentes del conurbano. Los jefes comunales pidieron 20 mil localidades. En el resto de las tribunas se ubicaron los gremios, las organizaciones sociales y el resto de los partidos políticos que hacen al Frente de Todos. El calor, la masa de gente y la espera no fueron un buen combo para algunas personas que también se descompensaron y fueron asistidas por paramédicos.
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El despliegue empezó hace días. Desde el jueves que las banderas están atadas en las tribunas. Además de La Cámpora hubo de todo: de intendentes del PJ, de Nuevo Encuentro, Kolina, Frente Grande, la UOM, las distintas CTA, Descamisados y varias más. “Estamos conformes, salió todo redondo, no hubo disturbios, la gente está cómoda y pudieron escuchar a Cristina. Esto era lo que queríamos hacer”, le dice una persona de La Cámpora, que estuvo a cargo de la organización del acto, a Infobae.
El grito que más retumbó fue -claro- el de “Cristina presidenta”, que se cantó en varios momentos de la tarde. La vicepresidenta lo contempló desde su atril en el escenario y dijo: “Todo en su medida y armoniosamente”. También usó los silencios a su favor para dejar cantar a la multitud. “A ustedes también los extrañaba”, dijo cuando La Cámpora, que prácticamente monopolizó el cancionero, bajó de la tribuna el “si la tocan a Cristina…”.
La previa fue larga y también necesaria si el slogan del acto era “La fuerza de la esperanza”. El objetivo central no era que la ex presidenta anunciara su candidatura, sino más bien dotar de expectativa a la militancia. “Necesitábamos algo así”, decían dos treintañeros mientras caminaban hacia la salida, a modo de primer balance. Desde el mediodía los micros empezaron a llegar, en su mayoría del conurbano bonaerense, pero también había columnas del interior de la provincia de Buenos Aires. La Cámpora, por ejemplo, llevó gente de Olavarría, Junín o Exaltación de la Cruz; algo más alejado de la zona núcleo.
Mucha cumbia a cargo de la DJ La Coneja China que tuvo dos momentos altos: cuando sonó Jijiji de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricotas y cuando el conductor Pedro Rosemblat pidió mirar la cabecera donde estaba La Cámpora que bajó una bandera que cubría toda la tribuna con la frase “Era tan diferente cuando estabas tú”, mientras desde los parlantes sonaba “Si no te hubieras ido”, de Marco Antonio Solís en versión cumbia. Una reconversión política sobre un clásico de la música romántica. Luego Cristina hablaría de su último gobierno.
La política dijo presente en su plenitud. Desde presencias obvias como la del gobernador bonaerense Axel Kicillof o el ministro del Interior Wado de Pedro -los únicos dos dirigentes que subieron al escenario a saludar a Cristina una vez finalizado el discurso- hasta el dirigente de Somos Barrios de Pie, Daniel Menéndez, que tuvo sus momentos de tensión con el cristinismo cuando la vicepresidenta cuestionó la intervención de las organizaciones sociales en el otorgamiento de planes sociales o los diputados nacionales que supieron defender a Alberto Fernández en la convulsa historia del Frente de Todos, Eduardo Valdés o Leandro Santoro. Todos adentro. Incluso también el Frente Renovador de Sergio Massa, cuya dirigencia llegó en bloque al Estadio entre legisladores bonaerenses, intendentes y eventuales candidatos.
“La gente tiene que decidir si quiere volver a ser esa Argentina que alguna vez tuvieron”, cerró Cristina Kirchner su discurso, antes había destacado las políticas de los 12 años de su gobierno y el de Néstor Kirchner. Saludó y, acaso como novedad, el acto terminó con una canción de Babasónicos. “Somos culpables de este amor escandaloso, que el fuego mismo de pasión alimentó…”. Papelitos desde una máquina, banderas flameando y fuegos artificiales para envalentonar a un núcleo duro que hará lo que defina Cristina Kirchner, aunque para eso -como lo dio a entender- todavía falta.
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