“Todo en su medida y armoniosamente”. Esa frase de inconfundible sello peronista eligió usar Cristina Kirchner para responder al cantito previsible, inevitable, que iba a bajar y bajó de las tribunas del Estadio Único de La Plata. Nadie podía fingir sorpresa. Menos ella. Fue un sketch calculado, premeditado, que ocurrió unos 20 minutos después de que saliera al escenario montado con meticuloso cuidado en la cancha que también se llama Diego Armando Maradona.
Había sorprendido con un discurso con agenda bonaerense y que tocó, por primera vez y sin ambages, el tema de la seguridad como una “deuda de la democracia”. Que es también de sus primeros dos gobiernos. Pero no fue la única sorpresa. Después vinieron más. Argumentos de discutible pertinencia pero que fueron celebrados por las varias decenas de miles que se convocaron en el predio deportivo de la ciudad que vio nacer a la vicepresidenta.
Pero más allá de florituras conceptuales, Cristina Kirchner puso en el centro de su mensaje la cuestión judicial. Recordó que cuando asumieron con Alberto Fernández Lula Da Silva estaba preso, producto de “causas que le armaron” y así no compitiera ante Jair Bolsonaro.
La vicepresidenta combinó al líder del PT brasileño con Juan Domingo Perón para empezar a construir una candidatura inevitable, cuya “víctima” principal es el PJ.
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Los unos y los otros
Aunque era presidenta en ejercicio, habló de su gobierno como algo ajeno. Como si fuera una ocupación aleatoria, ocasional. Mientras pronunciaba su discurso, el presidente y el ministro de Economía, Sergio Massa, las otras “cabezas” del Frente de Todos, volvían en avión de la gira que los desacopló un poco del parroquialismo argentino.
“Lo de Cristina fue una demostración de fuerza muy significativa, un ejercicio de musculatura política y la confirmación de que los hilos del armado electoral del año que viene van a pasar, inexorablemente, por ella. Nadie en el peronismo tiene esa convocatoria”, afirmó Lucas Romero, de la consultora Synopsis.
Efectivamente, La Cámpora se guardó el centro de la escena, pero se amucharon entre el “vip” de sillas preferenciales y las tribunas populares referentes de todos los espacios que integran la coalición que hace, por momentos, oficialismo y oposición en simultáneo. Desde el massismo, la CGT, las organizaciones sociales -incluso dirigentes clave del Movimiento Evita, como Mariel Fernández-, los intendentes y hasta ministros ultra albertistas, como Victoria Tolosa Paz. Hubo legisladores nacionales y dirigentes sociales, desde Madres de Plaza de Mayo al premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel.
Entre los intendentes que supuestamente no iban a estar y que, supuestamente, tenían “bolilla negra” se destacaba el de La Matanza, Fernando Espinoza, que se mostró con la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magaria, y el influyente Andrés “Cuervo” Larroque, que otea como nadie la dirección de los vientos del kirchnerismo duro.
Llamó la atención los “reproches” contenidos hacia el presidente Alberto Fernández, blanco principal de las admoniciones de Cristina. Y la incorporación de la seguridad como tema central de un discurso que se prolongó por 56 minutos. En este caso se permitió Cristina un estiletazo: “Nosotros, cuando estuvimos en el gobierno, desplegamos miles de gendarmes en el conurbano bonaerense en el Operativo Centinela. La gente lo pedía porque tenía más confianza. Todavía no sé por qué no podemos volver a hacer lo mismo, de desplegar miles de gendarmes en el conurbano bonaerense, en lugar de tenerlos en medio de la Patagonia nadie sabe haciendo qué. Me parece que es hora de tener una mirada hacia los lugares que están sufriendo”.
Al “cuando estuvimos en el gobierno” se le impone una pregunta que Cristina Kirchner no responde: ¿No está ahora en el gobierno? ¿Justo el jueves que era presidenta en ejercicio por el viaje de Alberto?. Y al “todavía no sé por qué no podemos volver a hacer lo mismo” se le impone otra consulta: ¿Por qué no transmitirle esas dudas directamente al Presidente en vez de compartirla con miles que la escucharon en vivo o diferido y que nada pueden hacer al respecto?
“Se autopercibe fuera del Gobierno, como que no es parte”, especula Romero en diálogo con Infobae, al tiempo que subraya que, si bien se metió con el tema de seguridad, uno de los temas principales que más preocupan a la gente -tanto aquellos que votan al oficialismo como a la oposición- Cristina Kirchner hizo una referencia inconexa con el tema inflación, que golpea a todos por igual, hayan votado a quien hayan votado.
Peronismo hervíboro
En su discurso, Cristina Kirchner mencionó un proyecto del diputado Gerardo Milman -al mismo que acusa de participar de los preparativos de su intento de asesinato- donde se mencionó con sintaxis dudosa “Sin Cristina, hay peronismo. Sin peronismo, sigue habido Argentina” (sic).
“El objetivo de siempre: suprimir al peronismo”, dijo la vicepresidenta y, hablando de sí misma en tercera persona, agregó una consideración que implicó un mensaje cifrado para el peronismo: “Simplemente, sin Cristina hay peronismo, posiblemente dividido, fracturado, enfrentado, inocuo y neutralizado para cualquier proceso de cambio, y sin peronismo, sigue habiendo Argentina. El viejo proyecto de siempre, la desaparición del peronismo”.
Además de dejar en claro que sin ella el peronismo es “inocuo y neutralizado para cualquier proceso de cambio”, la protagonista central del acto de ayer agregó: “¿Realmente creen que con eso se termina la voluntad de un pueblo de tener una vida digna y una patria justa? Si hubiera sido tan simple ya lo hubieran logrado desde hace muchos años. Siempre el peronismo termina reencarnándose. Siempre termina como en una suerte de reencarnación y lo que parecía muerto y sepultado finalmente no lo es”.
Es una frase que evoca de algún modo lo que dijo el propio Lula Da Silva cuando ganó la segunda vuelta de manera ajustada ante Bolsonaro. En su caso había usado otra palabra, pero con un sentido similar: “Considero que tuve un proceso de resurrección en la política brasileña. Intentaron enterrarme vivo y ahora estoy aquí para gobernar el país”, dijo el domingo 30 de octubre, al celebrar una victoria que, para sus seguidores, lo reivindicó.
Cristina Kirchner evitó hacer mención a las causas que tiene en la Justicia y que empezaron a entrar en el tramo final: en Vialidad, donde se pidieron más de 12 años de cárcel e inhabilitación perpetua, podría haber sentencia en las próximas semanas. También están a punto de una definición la revisión de “dólar futuro” y el “Pacto con Irán”.
Únicos, como el estadio
Entre los apuntados en el discurso aunque sin mencionarlo, estuvo Javier Milei y los libertarios que defienden la experiencia menemista de los 90 y elogian a Domingo Cavallo como el mejor ministro de Economía de la historia. Son palabras que pronuncia ahora Milei, pero que los Kirchner pronunciaron en los años de la Convertibilidad y un poco más allá.
El domingo pasado, en una entrevista con Infobae, el sociólogo y director de Poliarquía, Eduardo Fidanza, había señalado que muchos de los jóvenes que eligen al candidato libertario provienen de desgajamientos del Frente de Todos. “Los pibes para la liberación que apoyan a Cristina estadísticamente no existen”, consideró.
Consciente o no de ese antecedente, Cristina Kirchner les desconoció su condición de “nuevo” y los contrastó con un argumento sorpresivo: “Dicen que son lo nuevo. Muchachos, acá lo único nuevo que hay somos nosotros. El cambio, los que cambiamos la Argentina después de la crisis del 2001 fuimos nosotros, con ese 22 por ciento de votos, de quien fuera mi compañero de vida, que se cargó el país al hombro, aunque se lo llevó al país puesto a él también”.
Entre otros argumentos clave del discurso se destacaron la defensa cerrada por parte de Cristina Kirchner de tres áreas en las que interviene La Cámpora, la organización que lidera su hijo, que se mostró arriba de un paraavalanchas saltando junto a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. Se ocupó de defender la gestión de Aerolíneas Argentinas, ANSES y Vaca Muerta de las críticas de la oposición, que bastonea Mauricio Macri.
“Hubo un tiempo en que lo hicimos. Nuestro espacio pudo cumplir tres períodos consecutivos de gobierno, que dejamos un nivel de endeudamiento bajo, mejor salario en dólares, mejor ingreso y cobertura previsional de toda América Latina, con 5 millones de pibes que recibían computadores, con millones de viejos y viejas que pudieron jubilarse porque no les habían hecho los aportes, con una Argentina que lanzaba satélites al aire. Podemos volver a ser esa Argentina, porque ya la hicimos. La gente tiene que decidir si quiere volver a ser esa Argentina que alguna vez tuvieron”. Fue el mensaje final de Cristina Kirchner.
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