El registro de la inflación de octubre, lo que ya proyecta noviembre y, en especial, la trepada de precios en los rubros más sensibles -alimentos, vestimenta- desnudan al menos por un momento la falta de sintonía entre la agenda política y la realidad. El tema, sin dudas, recorre al oficialismo, tomado por sus batallas y a la espera de cada pronunciamiento de Cristina Fernández de Kirchner. Es un interrogante hasta qué punto avanzará mañana en el escenario del acto por el Día de la Militancia. Ya adelantó la nueva carga en el frente judicial. Y el tema entonces es la economía, en terreno delicado también por las internas.
Existe una cuestión de fondo. Entre los renglones salientes de cualquier gestión económica, se anota uno básico para ser sostenible: la base política. Y eso demanda, antes que nada, compromiso del espacio gobernante y reglas de juego con la oposición. Sin ese presupuesto, todo lo demás renguea, transforma en hueco cualquier discurso del consenso. Será seguramente un punto a atender en la puesta en escena que organiza el kirchnerismo a medio siglo del primer regreso de Perón al país.
Por lo pronto, son dos los gestos. CFK mantiene los cuidados sobre la gestión de Sergio Massa, un soporte que exhibe de manera más explícita Máximo Kirchner. Eso constituye un piso básico para el ministro. Pero a la vez, el kirchnerismo alimenta la interna, factor de incertidumbre política. Reclama al Presidente el funcionamiento de una mesa política del oficialismo para resolver lo que resta de su mandato y la estrategia electoral. Es un modo de relegar aún más a Alberto Fernández, que busca recuperar algo de oxígeno. Eso explica en parte el empantanamiento de la movida para anular las PASO.
Las preocupaciones sociales están concentradas en la economía, según todas las encuestas y el sentido común. Y el informe del INDEC sobre la inflación de octubre vuelve a proyectar números alarmantes en general y, en particular, su efecto agravante sobre los niveles de empobrecimiento.
Tuvo ya reflejo interno. Pero CFK no volvió a hablar de ese tema después de que, a fines de septiembre, reclamara medidas concretas de contención de la inflación en rubros gravitantes para la conformación de las canastas básica total y alimentaria, que determinan en las mediciones oficiales los niveles de pobreza y de indigencia. ¿Lo volverá a hacer ahora?
El IPC de octubre estuvo algo por debajo de mediciones privadas, aunque, tal como era previsible, se mantuvo por encima de los 6 puntos porcentuales. Anotó 6,3% a nivel general, una décima más que septiembre, y redondeó 88% en la medición interanual. El desagregado por regiones expone un par de datos más inquietantes. Y eso remite a las inquietudes de CFK con traducción electoral.
En el área GBA, el nivel general es mayor: llega al 6,6%. Y el rubro de alimentos y bebidas marca 6,7. Son números más cercanos a los del relevamiento del IPC de la Ciudad de Buenos Aires, que se ubicó en el 7% y quebró la línea a la baja. Esto último y la persistencia en un piso alto son los datos más preocupantes. Potencian, además, la increíble referencia de la ministra Kelly Olmos a las prioridades entre la escalada de precios y el Mundial que ya llega.
La posición que tome CFK y, antes que nada, si la hace pública será un mensaje saliente. Los anuncios del Gobierno en materia de precios buscan un equilibrio también en la interna. De todos modos, a nadie escapa que el tema no está resuelto. En cambio, la ex presidente dedicó lo que va de la semana a reafirmar su batalla en el terreno judicial. La última señal fue dada anoche, tarde, y tensa la cuerda con la Corte Suprema.
En términos prácticos, es el punto más crítico por sus estribaciones institucionales. El kirchnerismo busca reafirmar en el Senado la maniobra realizada para quedarse con tres de los cuatro representantes de esa Cámara en el Consejo de la Magistratura. La Corte ya había negado la designación del kirchnerista Martín Doñate y avalado al opositor Luis Juez en representación de una de las minorías. Esos mandatos, en rigor, vencen esta semana y el oficialismo decidió reiterar la jugada para el nuevo período.
El tema fue incluido de manera sorpresiva en el temario del Senado para hoy, con la firma de la santiagueña Claudia Ledesma Abdala y con el sello de la ex presidente. El oficialismo intentará que sea votada su decisión, como ratificación del combate con la Corte. Y todo indica que tal designación volverá a ser judicializada. Importa, de entrada, el mensaje al máximo nivel de la Justicia y la actitud unificada del oficialismo.
En estos días previos al acto en La Plata, CFK ya había expuesto su decisión de dar batalla en este frente. En la causa Vialidad, volvió a descalificar al fiscal Diego Luciani, que defendió su alegato. Se espera ahora el pronunciamiento del Tribunal Oral Federal. “El Partido Judicial a full”, tuiteó para englobar este capítulo como parte de una operación en su contra.
También formalizó a través de sus abogados la recusación a la jueza María Eugenia Capuchetti, que tiene a su cargo el caso abierto por el ataque en Recoleta, hace dos meses y medio. “Ni sabe ni quiere investigar”, dijo de la magistrada, luego de sostener que se han cometido “irregularidades y arbitrariedades” en la instrucción de la causa. El kirchnerismo intenta vincular el atentado con Juntos por el Cambio.
CFK apunta a unir los dos temas con un mismo hilo. Dice que la Justicia no quiere investigar el ataque del que fue víctima y busca condenarla en causas como la del manejo de la obra pública. Le están dando forma como consigna. Y es base central de la movida para sostenerla como posible candidata y, antes o junto con eso, afianzarla como poder interno también en la estrategia para el 2023. Eso se verá mañana en el escenario que la tendrá como única oradora.
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