Un 17 de noviembre pero de 1972, el ex presidente Juan Domingo Perón retornaba a Argentina tras 17 años de exilio. En tiempos convulsos y entre lo histórico y lo icónico, aquel hecho, considerado una “victoria popular” por sus seguidores, precedió a su regreso definitivo en 1973, cuando el viejo general volvió a ganar las elecciones y gobernar hasta su muerte el 1 de julio de 1974.
En un avión procedente de Roma, acompañado por unas 150 personas entre artistas, deportistas, políticos y sindicalistas, el líder peronista llegaba al país luego del primer intento frustrado de 1964, cuando el Gobierno de entonces había pedido a la dictadura brasileña que detuviera el avión que le llevaba a Buenos Aires.
“¡Por fin me puedo sacar los botines!”, dijo Perón al llegar al hotel en el que, nada más aterrizar aquel 17 de noviembre de 1972, fue retenido junto a su entorno más íntimo, incluida la hija de José López Rega, entonces secretario personal del ex presidente y posterior ministro de Bienestar Social.
“A la mañana siguiente, mi papá sale a la puerta de la habitación y dice: ‘Al general le sobran huevos como para retirarse’. Y ahí salimos todos atrás”, revela a la Agencia EFE Norma López Rega, quien entre julio y octubre de 1973 llegó a ser primera dama por ser esposa del presidente interino Raúl Lastiri.
Al grito de “¡adentro, adentro!”, recuerda, los soldados que vigilaban a Perón y su mujer, Isabel, intentaban que no se fueran: “Pero seguimos. Llegamos a la puerta y se pudo subir a los autos. El general iba con Isabelita y mi papá en un coche adelante, y atrás veníamos todos los que estábamos ahí”.
“Yo pensé que los iban a matar en ese momento, porque el escenario era muy dramático. Al rato nos permitieron avanzar”, agrega.
Tras zafarse de esas confusas horas retenidos por las fuerzas de seguridad de Alejandro Lanusse, los Perón permanecieron un mes en Argentina antes de regresar a Madrid: “Estaba siempre lleno de gente saludando”, evoca Norma.
Un día feliz
En un clima de tensión y lluvia, el día de la llegada, miles de militantes se lanzaron a las calles y cruzaron a pie el río Matanza para tratar de llegar al aeropuerto y recibir a su líder, sorteando el cerco militar dispuesto para evitar ese recibimiento popular.
“Tengo el orgullo, junto con los demás que participamos, de hacer este regreso, tan conflictivo para un sector grande del país, sin que hubiera un solo herido”, dice a EFE Juan Manuel Abal Medina, secretario general del movimiento peronista y coordinador de la estrategia de ese retorno, que fue “la gran victoria popular” y uno de “los días más felices” del pueblo argentino.
Él y el líder sindical José Ignacio Rucci (asesinado en septiembre de 1973) fueron dos de los rostros que recibieron a Perón al llegar.
El largo exilio
Perón había abandonado Argentina en septiembre de 1955, derrocado por un golpe tras haber forjado junto a Evita una enorme popularidad entre las clases obreras durante sus dos primeras Presidencias (1946-1955).
El peronismo fue prohibido y su exilio, primero en países latinoamericanos y desde 1960 en Madrid -donde estableció su base política-, vio la luz al final del túnel cuando, en 1971, Lanusse, ahogado por la aparición de los grupos guerrilleros, las protestas y la crisis económica, decidió convocar elecciones.
“Lanusse estaba convencido de que Perón no iba a regresar. Entonces impulsaba una apertura política, que el peronismo participara, pero descabezado”, expresa Abal Medina sobre aquel histórico proceso.
En las semanas que Perón estuvo en Argentina, además de recibir el calor popular, se reunió con su histórico adversario, Ricardo Balbín, y armó la estrategia para los comicios de 1973, a los que acabó postulándose a Héctor Cámpora por estar el general impedido por trabas impuestas por la dictadura.
“En torno del general se produjo la unidad nacional que tanto proclamaban y nadie llevaba a la práctica. Tuvo grandeza también sin duda el doctor Balbín al participar de estos sucesos”, agrega Abal Medina, que acaba de publicar el libro “Conocer a Perón” por el 50° aniversario del retorno.
Con solo 26 años, formado en el nacionalismo católico y hermano de Fernando, fundador de la guerrilla peronista Montoneros (asesinado dos años antes), Abal Medina recibió la confianza del general por su capacidad de acercar a las diversas facciones del peronismo, ya muy enfrentadas, y tener relación con sectores del ejército.
Amenazas de derribo
El periodista televisivo Jorge Conti había conocido a Perón en Madrid en 1972, gracias a su amistad con Rucci. Y fue otro de los pasajeros del vuelo, que salió de Roma en vez de Madrid porque Perón y el dictador español Francisco Franco “no se toleraban”.
“Franco trataba que Perón viviera su vida pero no violara cualquier disposición de la normativa del exilio”, expresa Conti a EFE.
Poco antes del viaje, alguien le dijo que el avión podría llegar a ser derribado al ingresar a Argentina. Pero nada de eso ocurrió en un vuelo donde la marcha peronista y el himno argentino se cantaron con fervor.
“En Dakar se hizo una escala y yo bajé para que los caniches del general e Isabel pudieran correr y hacer sus cosas”, desvela López Rega, actual esposa de Conti.
Entre las anécdotas, el periodista recuerda la pregunta que hizo a Perón sobre no tener hijos -”vi que le salía fuego de los ojos”- o a un joven Carlos Menem tratando, sin suerte, de ayudarle con la cámara de video.
En junio de 1973, ya con Cámpora como presidente, 13 personas murieron en enfrentamientos entre las facciones de izquierda y derecha del peronismo en la llamada “Masacre de Ezeiza”, cuando acudían a recibir a Perón en su regreso definitivo.
Tres semanas después, Cámpora renunció y asumió Lastiri por ser presidente de la Cámara de Diputados. Y en septiembre, ya sin el general proscrito, Perón ganó los comicios con su esposa como vicepresidenta.
Lo que llegó después es otra historia: en julio de 1974, la muerte del general hizo presidenta a Isabel, que no logró encauzar el caos económico y de violencia de guerrillas como Montoneros, mezclada con el terror de la Triple A estatal, y fue derrocada por otro golpe en 1976.
*Artículo realizado por Rodrigo García para Agencia EFE