El 15 de noviembre de 2017 el entonces Capitán de Navío Claudio Javier Villamide era el Comandante de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina. Es decir, el responsable directo del submarino ARA San Juan que se hundió junto a sus 44 tripulantes.
La justicia federal los procesó por los presuntos delitos de “incumplimiento de los deberes de funcionario público, omisión de deberes del oficio y estrago culposo agravado por el resultado de muerte en concurso ideal, por el hundimiento del ARA San Juan”. El Consejo General de Guerra lo destituyó por “negligencia”, al entender que dejó en evidencia “falta de cuidado o descuido de la tropa y equipamiento a su cargo”. Al momento del siniestro del submarino, hacía 38 años que se desempeñaba en la Marina. Fue el comandante del mismo buque y conocía de manera personal a casi los 44 tripulantes que murieron.
En una entrevista exclusiva que le concedió a Infobae, en el estudio jurídico de su abogado Juan Pablo Vigliero, rompió el silencio que mantuvo durante cinco años. “Nadie mejor que él comandante y su dotación para decidir qué es lo que era más conveniente para el submarino”, se defiende y asegura que el ARA San Juan “estaba en condiciones de operar” y que son falsas las acusaciones que sostienen que “el submarino estaba atado con alambres”.
— ¿Cuándo usted escucha ARA San Juan, qué le viene a la mente?
— Infinidad de cosas me vienen a la mente por diversas razones. Fue mi primer destino como submarinista. Fui desplegado en una campaña a aguas del Caribe, a Puerto Rico, en una operación de tres meses. Fui segundo comandante, jefe de armamento y de operaciones de ese buque. Y naturalmente fui uno de los protagonistas y me tocó vivir absolutamente de cerca el tema de la tragedia del submarino San Juan.
— ¿Qué es lo que recuerda de ese día? ¿Cuál fue la última comunicación con el comandante Pedro Fernández?
— Fue en la madrugada del día 15, aproximadamente cercano a la una de la mañana, cuando yo me acerqué a la Fuerza de Submarinos luego de haber recibido el aviso de mi jefe de Estado Mayor. En ese momento, cuando hablé con Fernández el parte que él me dio fue, de alguna manera, completo o bastante completo y escueto, como solemos informar los militares y en particular los submarinistas donde el tema de la brevedad de las comunicaciones es parte de nuestra idiosincrasia.
— ¿Qué le dijo el comandante del submarino?
— Él me contó que estaba navegando en ese momento en superficie, con un rumbo 080 a 5 nudos más o menos, en medio de un temporal. Que producto de las olas y el movimiento que se generaba y como los submarinos clase Santa Cruz tienen una tendencia natural a sumergirse había bajado al oficial de guardia y al vigía, que son los dos hombres que cubren guardia en superficie y había cerrado la escotilla de la vela. Me manifestó que había tenido un ingreso de agua de mar y un cortocircuito con un principio de incendio en la batería de proa. Que ya había ventilado el buque y que se encontraba cargando aire, que es una maniobra absolutamente rutinaria y necesaria para regresar a inmersión. En ese momento le pregunté si se encontraba en condiciones de volver a inmersión y me dijo que sí. Y que además no quería quedarse en superficie con ese temporal. Le ordené que cancelara la patrulla y que pusiera rumbo a Mar de Plata. Allí él me corrige y me dice: “Señor, no puedo navegar rumbo a Mar del Plata en este momento por el estado del mar. Porque el buque… No puedo navegar nada más que al rumbo que navego”. de alguna manera, me corrigió diciéndome que no podía navegar con otro rumbo que el que estaba llevando. No podía navegar en superficie rumbo a Mar del Plata. En estos casos uno se da cuenta de cómo es la naturaleza humana, que a veces se quiere meter en cuestiones cuando uno no es el que está a cargo y mucho menos a más de 1.000 kilómetros de distancia. Yo le estaba diciendo al comandante qué es lo que debía hacer y realmente él era quien estaba en mejor posición para decidirlo, porque el rumbo 080 es prácticamente al Este, es un rumbo que era en alejamiento de la costa argentina.
— En esa última comunicación, ¿cómo noto al capitán Fernández?
— Lo noté naturalmente un poco preocupado, pero tal cual le dije antes, en dominio de lo que acontecía. Así que finalmente acordamos que él me iba a solicitar el cambio de AVIS (ruta). En el medio tuvimos un intercambio de opiniones profesionales, los dos como submarinistas, sobre la idea que él tenía de reconectar la batería de proa una vez que fuera a inmersión, que para eso quería ir a inmersión. Él quería ingresar a la batería a las baterías y verificar el estado de afectación de las mismas. Él me manifestó que, si podía, quería intentar desconectar aquellas cosas que pudieran haberse o verse afectadas y reconectar las baterías. Yo le recomendé que no lo hiciera porque muchas veces uno no logra ver todo el panorama ahí o tiene que revisar elemento por elemento en la zona donde se mojó hasta asegurarse que no haya nada que tenga baja aislación, y a su vez hay que lavar con agua destilada. Es una tarea compleja en un lugar de muy poco espacio y que encima ellos iban a tener movimiento. Esa fue mi opinión.
— A usted se le imputa, a veces con mucha severidad, el no haberle ordenado directamente al capitán Fernández que cuando hace el cambio de AVIS no vaya a inmersión y que navegue por arriba.
— Sí, correcto.
— ¿Cuál es su defensa sobre eso?
— Creo que es una imputación absolutamente equivocada y contraria a lo que dice nuestra doctrina. En ese sentido uno le da la orden que fue cancelar la patrulla y traer el buque de regreso a la base naval Mar del Plata. El cómo hacerlo lo tiene que decidir el comandante, así está establecido y está en el reglamento general del servicio naval, y también lo dice nuestra doctrina submarina: que hay que confiar en el criterio del comandante que está a cargo. El comandante es quien vive la situación, quien sabe en qué estado está su medio, su gente, cómo está el estado de mar. Él tiene el conocimiento de lo que está pasando en el buque. Nadie mejor que él y su dotación en ese momento para decidir qué era lo más conveniente para el submarino. El hecho de llevarlo a inmersión es también parte del procedimiento de chequear como está establecido el compartimiento donde se produce un principio de incendio o un incendio declarado.
— ¿La decisión de bajar a inspeccionar pudo haber generado algún cortocircuito que llevó a la tragedia?
— Mire, no podría asegurarlo, pero la realidad es que a las 6 de la mañana el buque propulsaba con circuito dividido tal cual él informó y bueno, ahí es una de las incógnitas que tenemos. Hay muchas cosas que sabemos, como la ubicación del San Juan, pero todavía hay ciertas cosas que desconocemos. Desde el momento que él voluntariamente cortó las comunicaciones para proceder a plano profundo a chequear la batería desconocemos qué es lo que pasó. Hay varias teorías, una de ellas es bastante difundida y que es muy razonable, es que pudo haberse generado un incremento del hidrógeno y que eso -o por combustión espontánea o por alguna actividad o por algo que provocara la ignición- hubiera desencadenado esa probable combustión o explosión de la atmósfera por exceso o presencia importante de hidrógeno. Sin embargo, no tenemos datos concretos de que se haya producido así.
— ¿Además del hidrógeno hay otra hipótesis?
— Sí, hay una hipótesis que señala que pudo haber fallado la propulsión. Se podría haber manifestado nuevamente un cortocircuito por alguna razón y eso generó lo que se llama un blackout, una pérdida de alimentación, y por alguna causa también el buque perdió el control de la profundidad y se fue más rápido al fondo de lo que las medidas preventivas o tendientes a sacarlo marcan y no pudieron revertir esa situación.
— Y en ese caso, ¿a qué se debió la implosión?
— Finalmente la implosión se produce porque el submarino sobrepasa la profundidad de resistencia estructural del casco.
— ¿Y la explosión?
— No sabemos. En este caso no debió haber habido una explosión. Es otra hipótesis.
— ¿Y lo que detectó la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares la CTBTO?
— Fue una implosión. Una implosión donde el volumen del submarino, al ser comprimido por la presión del agua de mar a la profundidad, superando la profundidad de colapso, produce la implosión. Este es un dato que indica que que el submarino San Juan no estaba inundado, si no no hubiera implosionado. Indica de alguna manera que el casco resistió, que las válvulas resistieron. Y a su vez el campo de escombros, que si bien yo no vi las filmaciones pero así me lo manifestaron, es un campo de un diámetro reducido y da una idea de que la implosión se produjo muy cercana al fondo. En los informes técnicos producidos hablan del orden de 475 a 500 metros.
— ¿El blackout al que usted refiere, es decir un apagón total del sistema del submarino, podría haber sucedido porque el buque tenía algún problema previo a la partida?
— No, el submarino no tenía ningún problema previo a la partida. De hecho, al submarino San Juan se le había hecho la reparación de media vida hacía poco tiempo. El submarino San Juan había navegado desde que fue lanzado nuevamente al agua 105 días. Había hecho 10 días en el 2014, 42 días entre el 2015 y 2016 y el año 2017 había hecho 53 días. Los buques están diseñados para navegar la mayor parte del año, tienen sistemas redundantes y los de guerra más. Los 105 días de mar que había hecho en 3 años no son una exigencia significativa.
— En la navegación anterior, la del mes de julio, el capitán Pedro Fernández reporto problemas, por ejemplo, de propulsión.
— Sí. Sí, el capitán… Ese reporte que se hace son informes que se realizan después de todas las navegaciones. Es un listado de ítems que deben completarse. Y se informa todo, desde cómo estuvo la comida, qué personal se enfermó, qué tipo de novedades encontraron, por ejemplo en relación a las corrientes, y qué novedades tuvieron también de material aparte de novedades de carácter operativo en relación a la misión que tenían que realizar.
— ¿A cinco años de la tragedia y de lo que ahora se conoce, usted cree que el capitán Fernández se pudo haber equivocado en la decisión que tomó?
— Decidir ahora sin haber estado en el lugar y sin tener todos los elementos de juicio por los cuales él tomó esa decisión es bastante injusto y me parece que sería una forma ligera de decir que el capitán Fernández se equivocó. Yo creo que él, en base a la información que tenía y en base a lo que vivenciaba, tomó las mejores decisiones para su buque y para su dotación, que es lo más importante que él tenía. En ese sentido, desde tierra, yo debía respetar las decisiones que él tomara. Yo he escuchado a más de un submarinista decir que era él el que debía decidir y que no es fácil también estar en un temporal en las 200 millas con el buque moviéndose, con la exposición que puede tener la gente en la vela... porque si finalmente los metemos adentro y cerramos el buque es lo mismo que estar en inmersión con más problemas, es más difícil ventilar por los inconvenientes de prender los motores. Entonces, en ese sentido, me parece un poco injusto decir o siquiera arriesgarse a cuestionar las decisiones que tomó el capitán Fernández.
— ¿Por qué la Armada lo destituyó a usted?
— Bueno, me gustaría ahí diferenciar. Quien me destituye a mí fue el Consejo General de Guerra conformado por un agrimensor, un general de infantería y un aviador de la Fuerza Aérea. No hubo ningún marino en ese tribunal. Llamativo el tema. Curioso. Sin embargo, hubo más de 30 submarinistas que atestiguaron que el buque se encontraba en condiciones de navegar. También muchos de ellos coincidieron con las acciones tomadas y absolutamente todos los oficiales dijeron que quien debe tomar las decisiones finalmente es el comandante en el mar. El mismo presidente del Consejo, en una de las primeras reuniones, manifestó su falta de conocimiento del tema y su carencia absoluta de experiencia sobre el tema que le tocaba. Lo dijo abiertamente.
— ¿A quién se refiere?
— A Sergio Rossi.
— El secretario de Estrategia y Asuntos Militares, que es un civil.
— Sí, sí, el agrimensor. Él manifestó eso en el Consejo de Guerra. Dijo que no tenía experiencia al respecto y que desconocía el tema.
— ¿Y su abogado defensor, el doctor Juan Pablo Vigliero, y usted mismo, no se opusieron a que siguiesen adelante después de esa manifestación?
— Presentamos una cantidad de observaciones al respecto que sistemáticamente fueron rechazadas. Pero no solo nosotros, las otras defensas también lo hicieron y el resultado fue el mismo. Rechazaron todo.
— Por entonces justificaban que no había ningún representante de la Armada para que el tribunal fuese imparcial.
— Yo creo que no hubo ningún representante de la Armada porque la Armada se desentendió del tema. De alguna manera eso es lo que hizo el jefe de Estado Mayor de entonces, el Almirante José Luis Villán, aduciendo su relación de amistad con el Contraalmirante Enrique López Mazzeo, mi superior. Él se excusó de administrar justicia y ser la cabeza del tribunal que hubiera estado conformado por marinos. Con eso, de alguna manera, la Armada se desentendió abriendo las puertas a que la política y miembros de otras fuerzas intervengan y tengan que juzgar un tema que es eminentemente técnico y desconociendo desde la doctrina marítima, los usos y costumbres en el mar, la propia naturaleza de cómo es el comando en el mar que es muy distinto al comando en tierra.
— ¿Por qué cree que han sido tan duros con usted? Por ejemplo, el jefe de la Armada cuando ocurrió la tragedia, Marcelo Srur, le aplicaó 45 días de detención en una base naval pero no fue ni siquiera procesado por la justicia civil.
— Creo que de alguna manera en este tipo de hechos, en estas tragedias, muchas veces existe una necesidad social de que se encuentre algún culpable. Y bueno, yo era quien ejercía el comando inmediato del submarino San Juan. Era el que seguía en la cadena de mando. Es fácil decirlo ahora, pero yo tomé la decisión más difícil: confiar en mi comandante subordinado.
— ¿Volvería a tomar la misma decisión?
— Sin dudas, volvería a confiar en mi comandante subordinado. Yo vi que él estaba a cargo de la situación. Él se encontraba con sus facultades normales y en condiciones de decidir. De hecho, inmediatamente me salió al cruce y me corrigió cuando le dije “ponga rumbo a Mar del Plata”. Más o menos me respondió “señor, no puedo navegar rumbo a Mar del Plata”, como diciéndome “no me digas lo que tengo que hacer, soy yo el que está acá”.
— ¿Usted cree que la Armada tuvo algún tipo de responsabilidad en la tragedia del ARA San Juan?
— ¿En qué sentido? Perdóneme.
— Algo pasó, el submarino se hundió…
— No le puedo responder qué pasó. Es parte del misterio que se mantiene. Es parte de las incógnitas que tenemos. Sabemos muchas cosas, pero hay incógnitas todavía. Finalmente hemos podido encontrar el submarino y la jueza ordenó hacer alguna pericia. Sabemos que el submarino volvía navegando, que volvía en horario, que no se apartó del itinerario establecido. El submarino estaba donde la Marina y la Fuerza de Submarinos dijo que estaba y ahí fue encontrando. Simplemente no teníamos el medio más adecuado para encontrarlo en ese momento.
— ¿Por qué el submarino ARA San Juan tenía como misión dar la posición de buques de la Armada de Gran Bretaña e inclusive la posición de la aviación y de otros elementos militares de Gobernación Malvinas?
— La misión del submarino -si usted verifica la orden de operaciones- era efectuar una etapa de adiestramiento y una patrulla de control del mar. Dentro de lo que se llama efectuar la parte de control del mar el submarino informa en particular lo que se le ordena. En ese momento era el tema pesqueros. Cualquier contacto de oportunidad que se dé, sea un buque de la Armada Real, de la Armada americana o que pasa por ahí, se informa. Si el submarino ve una aeronave lo informa. Si un buque de la Armada ve un buque de la Armada Real también lo informa. Eso es parte de lo que está establecido. Pero no solo el submarino, lo reporta un avión de la aviación naval. Lo reporta un buque de la flota de mar.
— El jefe de la Armada, Marcelo Srur, deslindó toda responsabilidad en sus subordinados ¿Qué opina sobre eso?
— Las actividades operativas están asignadas a los comandos operativos. En particular la fuerza submarina se ocupa del adiestramiento submarino y de aquellas tareas que específicamente se le encomiendan. Los medios de la Armada y las operaciones navales es lo más importante que hace la Armada. De qué va a ser jefe si no es jefe de eso.
— Los familiares han dicho que el submarino “estaba atado con alambre”.
— Se ha dicho eso y creo que es bastante desconsiderado hacia la propia dotación. Es menospreciar la idoneidad profesional de los 44 tripulantes que eran submarinistas calificados, que todos voluntariamente abrazaron la actividad submarina y todos se esforzaron durante un año, superaron la Escuela de Submarinos, y 2/3 de la dotación ya tenía más de cuatro años a bordo y la mitad tenía más de seis años. Había lo que llamamos nosotros veteranía. Era gente preparada. Seleccionada por la Armada. Ninguno de ellos eran chicos con miedo. A mí me indigna escuchar cuando de forma a la ligera, y muchas veces gente que desconoce la actividad, habla de esa manera.
— ¿Usted se siente un perejil en toda esta situación?
— No, no me siento un perejil porque sé lo que hice. Me siento de alguna manera sí decepcionado. Me siento decepcionado porque creo que, por un lado, hubo hubo falta de liderazgo y falta de coraje en los más altos niveles de la Armada. Pero, por otro lado, en los comandos operativos vi señores comandantes que me acompañaron a mí -siendo el comandante más joven operativo- y tuve un comandante, Enrique López Mazzeo, que se pusieron la Marina al hombro y movieron en muy poco tiempo más de 4.000 efectivos en una operación internacional sin precedentes empleando y manejando buques de la Royal Navy, de la Armada americana, de la Armada rusa, de la Armada de Chile, de la Armada del Brasil, de la Prefectura Naval Argentina, y no nos equivocamos en buscar al submarino San Juan donde debíamos. Nos faltó simplemente el sensor adecuado que lo habíamos solicitado para encontrarlo.
— ¿Falta de liderazgo de quién?
— Al más alto nivel de la conducción de la Armada en el Estado Mayor General. ¿De quién en particular? Del del almirante Srur.
— Después de haber repasado los hechos, visto la documentación, las pruebas, los testimonios, ¿cuál es su conclusión? ¿Por qué ocurrió la tragedia del ARA San Juan? ¿Por qué murieron los 44 tripulantes y si hay responsables?
— No puedo imaginarme que la dotación no haya detectado el hidrógeno porque tenían dos equipos para hacerlo. Porque el capitán Fernández había manifestado particular interés con el control de atmósfera con la prueba que había hecho. Y a su vez en un momento en el cual tenían un cortocircuito en la batería Iban a estar muchos más atentos al hidrógeno. Ahí es donde me cuesta inclinarme por esta hipótesis, por el hecho de cómo no detectaron el hidrogeno. Y después hay otras hipótesis, pero la realidad es que no puedo inclinarme por una o por otra, no tengo la certeza, razón por la cual mucho menos me atrevería a sugerir quién puede ser responsable en el naufragio del submarino San Juan.
—¿Cuánto tiempo pudo haber durado la tragedia?
— Lo que está estimado es el tiempo, la disponibilidad de oxígeno que tenían... Nosotros corríamos contrarreloj. Si la hipótesis cierta es la de la explosión de hidrógeno no hubo un tiempo de sufrimiento porque fue de alguna manera inmediato.
— ¿Está preparado para afrontar el juicio oral y público y qué cree que puede suceder allí?
— Estamos preparados y finalmente creo que va a ser la instancia en la cual se esclarezca nuestra actuación. Se ha hablado mucho, mucha gente gente que no tenía la idoneidad adecuada ha opinado. Se han incluso malinterpretado informes. Se ha tejido mucho sobre el submarino y se ha argumentado erróneamente que el buque no estaba en condiciones de navegar. Se ha dicho que ellos tenían miedo. Cosas que a mí me duelen porque yo prácticamente los conocía a todos y había navegado con muchos de ellos. Eran camaradas de armas con los cuales había compartido destino. Qué sé yo, el suboficial Gallardo había sido suboficial mío. El suboficial Vallejos también. Fernández, Leiva, Sánchez. Había navegado con el teniente Villarreal. Dos veces había sido subordinado mío. Lo conocía a Wagner. Lo conocía a Mendoza. Por supuesto a Bergallo y a Fernández. Entonces eran nuestros camaradas.
— ¿Confía en la Justicia?
— Yo confío en la Justicia y creo que el tiempo ordena las cosas. Creo que, además, muchos periodistas fueron más allá e investigaron y aclararon muchas de las cosas que inicialmente se dijeron. No hicimos las cosas en forma improvisada, cumplimos procedimientos, roles. Hicimos un esfuerzo máximo. Nos preocupamos por nuestros camaradas. Y la realidad es que si bien como le dije antes no pudimos encontrar nosotros al submarino finalmente se encontró donde lo estábamos buscando. Eso nos dio la tranquilidad que siempre tuvimos. Espero que finalmente el tiempo permita esclarecer el tema de la tragedia del submarino San Juan.
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