Hay luces de alerta -o de pánico- en el tablero de Juntos por el Cambio. Una encuesta de una consultora líder que circula en forma reservada entre los líderes opositores registró por primera vez una caída de 3 puntos en la intención de voto en el último mes. ¿A qué se lo atribuyen? Al clima de peleas sin fin en el PRO y en JxC que ya se convirtió en una marca registrada de la coalición.
Para los dirigentes que analizaron los números una y otra vez, no está tan claro que esos 3 puntos hayan ido directamente hacia el libertario Javier Milei, pero el dato de la caída de la intención de voto opositora explica de una manera categórica por qué el PRO y la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio apuraron el martes pasado sendas escenificaciones de paz, amor y buenas ondas luego de haberse enfrentado impúdicamente como el Frente de Todos que tanto cuestionan, o incluso peor: hasta ahora, Cristina Kirchner y Alberto Fernández no amenazaron con “romperle la cara” al otro como hizo Patricia Bullrich con el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel (o, al menos, no hay video).
En un momento en el que las encuestas están fallando en muchas partes del mundo, como sucedió en las últimas elecciones de Estados Unidos, en Brasil y hasta en Marcos Juárez, Córdoba, no sería extraño que suceda lo mismo en la Argentina. De por sí, el larretismo asegura que su líder no está tan mal en los sondeos como difunde el bullrichismo, sino todo lo contrario, pero en el caso de la feroz interna de Juntos por el Cambio a sus dirigentes les consta el efecto de los enfrentamientos por el pulso de la calle: la gente les pide que no se peleen para ganarle las elecciones al kirchnerismo.
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Aun así, hasta el “supermartes” en que se firmó una frágil tregua los líderes opositores seguían haciendo todo lo contrario a lo que les reclamaban sus votantes. Ahora ya saben con exactitud que el clima bélico entre ellos les quita apoyo en el electorado. Aunque Juntos por el Cambio lidera todas las encuestas, el peronismo nunca es un contrincante para minimizar. Esa caída de 3 puntos puede preanunciar un viaje de ida hacia una pesadilla electoral. Lo peor es que las fotos de la paz registradas la semana pasada en el PRO y en JxC son imágenes que pueden borronearse en cualquier momento.
En el desayuno del PRO, por ejemplo, se acordó un mecanismo para evitar “tensiones innecesarias” que consiste en que cada presidenciable (Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal) designe un representante para que estén en contacto y atajen los conflictos antes de que se declaren. Cinco días después del encuentro, no hay designados para esa misión pacificadora. “Mientras no haya conflicto, no es necesario”, contestó un referente del partido de Mauricio Macri.
Sin embargo, cuando estallen las peleas, ¿no será demasiado tarde para alcanzar la paz? ¿No debería aplicarse un esquema “antitensiones” preventivo para que cumpla su objetivo? ¿Por qué serviría ahora algo así cuando Larreta y Bullrich ya lo pusieron en marcha en mayo con sus emisarios Fernando Straface y Gerardo Milman y nunca funcionó? Misterios de una tregua tan forzada que ni siquiera derivó en una foto de la dirigencia del PRO junta y sonriente. “Fue la mejor reunión que tuvimos hasta ahora en el PRO. O la única buena, en realidad”, dijo uno de ellos. No quiere decir que haya sido efectiva y duradera para impedir que vuelvan los aires de guerra.
Macri, aun sin despejar las incógnitas sobre su candidatura, fue el gestor del reencuentro de los líderes del PRO tras dos meses sin los almuerzos que comenzaron en febrero. Mala noticia en caso de que peligre la tregua interna: el ex mandatario no podrá organizar reuniones a la distancia porque comenzará el viernes próximo un largo derrotero en el exterior. Viajará a Qatar en su condición de presidente ejecutivo de la Fundación FIFA y regresará recién cuando termine el Mundial de Fútbol. Y a las 48 horas se irá con su familia para pasar 40 días en la casa que se construyó en Villa la Angostura.
La Mesa Nacional de JxC también tuvo un Zoom en la tarde del “supermartes”. Estaba paralizada desde el 24 de agosto pasado. Macri participó por última vez de una de sus reuniones el 27 de marzo. En su esperada reaparición, saludó a todos y luego no dijo una palabra: apagó su cámara y silenció el micrófono. De todas formas, predominó la sensación de alivio: la asistencia fue perfecta, no hubo cruces ni peleas y se consensuó un comunicado de prensa que en su primer párrafo dice: “Se ratificó el compromiso con la cohesión y la coherencia que el espacio viene exhibiendo desde su conformación, más allá de las legítimas diferencias lógicas de una coalición de partidos políticos”.
Recién en el tercer y cuarto párrafo, la coalición opositora fijó su posición sobre temas “menores” como el fallo de la Corte Suprema sobre el Consejo de la Magistratura y “la preocupación por el incremento descontrolado de la inflación, lo que afecta el poder adquisitivo de los ciudadanos”. Es natural: la falta de ejercicio en las reuniones puede llevar a confundirse acerca de las prioridades.
Bullrich tuvo su propia foto importante de la semana: el Encuentro Federal de sus equipos de gobierno fue una demostración de fuerza significativa en medio de una disputa interna en la que cada adhesión de una figura es celebrada por los sectores del PRO en pugna como un gol de Lionel Messi. En Rosario estaban desde “halcones” de pura cepa como Federico Angelini hasta ex funcionarios de Cambiemos que son nuevos en el bullrichismo como Federico Sturzenegger y Enrique Szewach, pasando por radicales como Alfredo Cornejo (siempre asociado a una eventual fórmula presidencial junto con la ex ministra de Seguridad), Martín Tetaz y Lisandro Nieri, entre otros.
Más allá de la pelea con el jefe de Gobierno, Bullrich se entusiasma cuando Cristina Kirchner la sube al ring casi como su principal contrincante, como sucedió cuando vinculó al diputado nacional Gerardo Milman, mano derecha de la jefa del PRO, con el intento de asesinato del que fue víctima.
En la vereda de enfrente, Rodríguez Larreta mantiene su estrategia político-electoral casi sin cambios: sus allegados insisten en que falta mucho para votar y que la gente está con la cabeza en sus problemas y no en las elecciones de 2023. Aun así, es evidente que resolvió mostrarse decidido a enfrentarse con Macri y a ocupar espacios en los medios que hasta ahora Bullrich parecía acaparar: en las próximas semanas tiene previstas más de 50 entrevistas periodísticas, la mayor parte del interior.
El jefe de Gobierno incluso comenzó a dar lentamente algunas precisiones de su propuesta de gobierno, como en el discurso que brindó en la Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), donde se acercó a “los halcones” cuando dijo que “el cambio tiene que ser profundo” y que “nada se soluciona con maquillaje: no tenemos tiempo para especular ni para ser tibios”. Sin embargo, reiteró su idea de que “el cambio tiene que ser perdurable porque si no es una anécdota”, concepto que lo aleja de Macri y de Bullrich porque apunta a reformas con un gran consenso para ser duraderas.
Rodríguez Larreta también tuvo su foto importante de la semana: se anotó un triunfo político en la Legislatura porteña cuando se aprobó el Presupuesto 2023 de la Ciudad. Quien piloteó esa negociación, que le permitió al oficialismo contar con 33 votos, fue Emmanuel Ferrario, una estrella ascendente del firmamento larretista. Por algo el jefe de Gobierno lo sumó hace poco al pelotón de candidatos del PRO a sucederlo en el cargo. No sólo fue un dardo envenenado dirigido a Jorge Macri, su ministro de Gobierno que cerró un acuerdo electoral con una rival como Bullrich y que repentinamente se dio cuenta de que deberá competir con varios dirigentes de su partido.
Ferrario comenzará a caminar el distrito con la candidatura en la mira y explotando su perfil de joven con experiencia de gestión. Se sumará a Soledad Acuña, la ministra de Educación que ya está lanzada para intentar ser la primera mujer jefa de Gobierno de la Ciudad. Ya solucionado el conflicto salarial con los médicos, dicen que es inminente alguna señal en el mismo sentido del ministro de Salud, Fernán Quirós, con una buena imagen que, aseguran, nadie tiene en el territorio porteño. Nadie espera que todos compitan en las PASO ante el radical Martín Lousteau porque es alto el riesgo de perder si el PRO se divide. En el laboratorio larretista algunos imaginan que, si desiste de su proyecto presidencial, María Eugenia Vidal sería una candidata en la Ciudad que cerraría la grieta partidaria. Por algo es la niña mimada de Macri y amiga personal de Rodríguez Larreta.
Donde el panorama electoral del PRO sigue demasiado indefinido es en la provincia de Buenos Aires. Cristian Ritondo, el candidato a gobernador de Macri y de Vidal, avanzará en las próximas horas con una iniciativa por la que buscará recobrar el protagonismo: este lunes y martes organizó un encuentro en Pinamar con referentes de más de 100 distritos bonaerenses para debatir los principales problemas de la provincia y dar el primer paso hacia la elaboración de un plan de gobierno.
“Construyamos juntos el Para Qué de la provincia de Buenos Aires” es el título del encuentro, con una obvia asociación con el título del nuevo libro de Macri. Está previsto que se difundan 23 “propuestas institucionales” del ritondismo, entre las cuales figura la descentralización provincial y apuntar a una Legislatura unicameral bonaerense para “ir a fondo con el recorte del gasto político”.
Diego Santilli, su adversario larretista para suceder a Axel Kicillof, profundizará la estrategia que lo llevó el año pasado a haber logrado ganarle a todo el peronismo unido, algo que no sucedía desde 1983. ¿En qué consiste su estrategia? Básicamente, seguir recorriendo el distrito como el primer día. Su entorno tiene registrado que en un año caminó más de 30.000 kilómetros en la provincia. Si se acumula con la campaña de 2021 llega a 52.406 kilómetros. Ya visitó 105 distritos bonaerenses y dio 4 vueltas completas a cada uno de los municipios del conurbano y 3 a las cabeceras del interior.
Hay más cifras en el “Libro Guinness de los Récords” de “El Colo”: en los próximos dos meses visitará 40 distritos, recorrerá una vez por mes las cabeceras (Mar del Plata, Bahía Blanca y La Plata) y estará cada 15 días en La Matanza, ese decisivo bastión del peronismo. Los 40 distritos que va a recorrer representan más del 62% del electorado bonaerense y equivalen a un total de 10.000 kilómetros.
¿Le alcanzará tanto kilometraje para ganarle a sus rivales internos, que se unieron para derrotarlo? Además de Ritondo, quien mantiene su autonomía, en el espacio bullrichista se anotaron Joaquín de la Torre, quien planifica para el 24 de este mes su primer acto en Moreno, y Javier Iguacel. Néstor Grindetti, el intendente de Lanús, es la última adquisición del equipo bonaerense de Bullrich, aunque sigue afirmando que le gustaría que Macri fuera el elegido para competir por la Presidencia en 2023.
Mientras, en medio de la frágil tregua alcanzada en la oposición, en el momento de escribirse esta nota aún no existían detalles sobre un acontecimiento político-amoroso: el casamiento de Jorge Macri y la periodista María Belén Ludueña. Como en la fiesta en la Rural estuvo presente casi todo el PRO, surgen los interrogantes más profundos: ¿hubo trencito de Macri, Rodríguez Larreta y Bullrich? Si es así, ¿quién se ubicó adelante de los otros? ¿Compartieron pacíficamente el carnaval carioca? ¿Se disputaron el cotillón? ¿Hubo agresiones con papel picado o con “espantasuegras”?
Lo único que circularon esta madrugada son videos del baile de Macri al ritmo de “Mentirosa”, del grupo Ráfaga, cuya letra afirma “No vuelvas más/ya no te quiero ver/He sufrido tanto por tu querer”. ¿Habrá sido alguna alusión a las peleas de los líderes del PRO? Los movimientos descoordinados del ex presidente quizá no sean vistos como prenda de paz interna. La política argentina se ha puesto muy extraña. Tanto, que Máximo Kirchner, en el poder desde diciembre de 2019, acaba de robarle al ex mandatario una de sus frases favoritas y aseguró sin ponerse colorado: “El cambio somos nosotros”.
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