Rara vez un intendente peronista del conurbano bonaerense pueda aparecer públicamente haciendo referencia a la interna que tiene el Frente de Todos desde hace un año. Son, entre todos los protagonistas políticos que hay conviviendo bajo el mismo techo, los más flexibles y pragmáticos. Se adaptan al poder y a las necesidades de sus distritos con habilidad.
“Axel no larga la plata y entonces todos venimos a pedir al Gobierno”, fue la sentencia de un intendente que estuvo presente en la Casa Rosada durante la tarde de ayer, cuando se reunieron con Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, en búsqueda de fondos públicos para poder solventar un bono de fin de año y el tramo final de las paritarias.
Los intendentes del Conurbano están contrariados con Kicillof porque, según aseguran, no les baja dinero para sus municipios. La falta de los fondos que consideran necesarios es un argumento más en la tensa relación que une a los jefes comunales con el gobernador de Buenos Aires.
Sin embargo, y fiel a un estilo negociador que nunca se diluye, mantienen el statu quo bonaerense sin despeinarse. Se muestran cerca de Kicillof y, sobre todo, de Máximo Kirchner, hijo de la mujer que respalda el mandato del gobernador en suelo bonaerense.
La foto que los jefes comunales se sacaron con Alberto Fernández este lunes sirve para generar equilibrio de imágenes en la interna peronista. Todos los presentes habían estado 48 horas antes en Mar del Plata, celebrando el Congreso del PJ Bonaerense y aplaudiendo el discurso del líder de La Cámpora, que apuntó con dureza contra el Presidente.
El viernes algunos de ellos también habían estado en el acto de Cristina Kirchner en Pilar. Los intendentes evitan confrontar con el Jefe de Estado o su círculo de confianza, y mantienen el respeto institucional por su figura. Siempre tienen los pies en el mundo K y esa decisión tiene una explicación basada en los números de las encuestas.
La Vicepresidenta es, desde hace muchos años, la dirigente que más mide en el conurbano bonaerense. En este último tiempo su poder de fuego menguó, pero ese descenso nunca fue una barrera para que los jefes comunales militen políticamente cerca del kirchnerismo.
El único intendente que se diferenció fue Fernando Gray (Esteban Echeverría) que enfrentó a Máximo Kirchner en el PJ Bonaerense y le puso trabas legales y electorales para que no pueda asumir al frente del partido. Lo hizo luego de denunciar que no cumplía con los requerimientos básicos para presidir el partido. Finalmente, además de ganar su enemistad absoluta, logró retrasar su asunción por varios meses.
Gray hoy está afuera de la órbita de los K y dejó de moverse en bloque con los intendentes que reportan a la cúpula del kirchnerismo. Tal es así que el último viernes recibió a Alberto Fernández en soledad en el popular distrito que gobierna. No fue acompañado por Kicillof, que mantiene un vínculo frío con el Presidente, ni por ningún referente bonaerense ligado al ala K.
Un intendente que conoce a Axel Kicillof desde hace tiempo expuso lo que algunos ide sus pares creen del Gobernador. “Axel piensa que ganó la provincia porque la recorrió con el Clio. En parte, sí, pero en cada lugar donde fue hubo un intendente que le puso la música, el escenario y le juntó la gente. No lo supo valorar. Eso se notó en el trato posterior”, indicó.
La mirada de los intendentes sobre Kicillof es de absoluta desconfianza. Nunca fue el elegido para ellos, sino el que tuvieron que tolerar y aceptar por decisión de Cristina Kirchner, la reina de los votos en el conurbano y la líder política que desde hace largos años tiene la lapicera en el momento del armado de listas.
De cara a los comicios 2023 los intendentes peronistas tratan de tomar distancia del conflicto que atraviesa al Gobierno y que tapa la gestión en forma permanente. La crisis interna tuvo un nuevo capítulo entre el viernes y el lunes con cuatro dirigentes de peso específico que mandaron mensajes hacia dentro de la coalición.
Cristina Kirchner fue la menos dura, pese a lo que consideraban de antemano en la Casa Rosada. Su hijo Máximo, en cambio, acusó al Presidente de querer utilizar la estructura del Frente de Todos para una “ambición personal”, en referencia a su voluntad de ir por una reelección. Fernández le dijo que “el Frente de Todos no es de tres o cuatro dirigentes” y que “tiene una mirada equivocada”. Un contrapunto que subió el tono de la discusión interna.
Hasta ahí las diferencias parecían tensar la cuerda, pero no al máximo. La vara la subió ayer el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que disparó con munición gruesa a La Cámpora y su líder. “No participan del Gobierno, hace rato que no toman una decisión sobre lo que nos importa a todos. Estaría estupendo que se sumaran a hacer algo positivo para el país”, sentenció.
“Esto impacta mal sobre el Gobierno. Nos tiramos un tiro en el pie todos los días. Hay que aflojar un poco con la confrontación”, señaló un importante jefe comunal de la primera sección electoral. Entre los intendentes están hartos de la interna y si bien son animales políticos, necesitan poner en primer plano la gestión. Es la clave de la continuidad en las elecciones del año que viene.
Los intendentes inclinan la cancha en el juego de la interna pero lo hacen a través de sus apariciones y no de las palabras. Están todos presentes en los actos más importantes de Cristina Kirchner, pero no así en los de Alberto Fernández. Tienen en claro adonde está la base de su poder y hasta donde tienen margen para jugar en el medio de una interna que ya lleva un año y que se va devorando al Frente de Todos.
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