Los reproches internos entre los diferentes sectores del gobierno nacional florecen cada día y mantienen la crisis interna en un estado de ebullición permanente. El kirchnerismo avanza en la agenda política con reclamos para Alberto Fernández que, por estos días, intenta mantenerse fuerte frente a los cuestionamientos.
Esta mañana el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y secretario general de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, volvió a apuntar contra la figura del Presidente. En una entrevista dijo tener la “sensación de que no hay una preocupación central en ganar las elecciones” y que Fernández está más “preocupado por la parte que por la armonización del conjunto”.
El mensaje va en línea con la idea que expresó Máximo Kirchner en el cierre del Congreso del PJ Bonaerense, el último sábado en Mar del Plata. El ala K de la coalición busca instalar la idea de que el Presidente está construyendo una “aventura personal”, respecto a su camino de relección, y que no está gestionando al ritmo que debería tener un gobierno de coalición.
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Larroque aprovechó la ola de críticas para insistir con un reclamo que el kirchnerismo viene haciendo desde hace tiempo: la conformación de una mesa política e institucional a nivel nacional que contenga a los representantes de los diferentes sectores del Frente de Todos.
“A mí no me gusta la discusión a cielo abierto, pero cuando no se institucionaliza la fuerza… Lamentablemente, hay una gran responsabilidad de Alberto de convocar a esa mesa. Antes del resultado electoral del año pasado hicimos muchas advertencias que no fueron tenidas en cuenta. No se pudo restablecer ningún tipo de funcionamiento”, aseguró Larroque.
Fernández nunca avaló la construcción de una mesa del Frente de Todos a nivel nacional, que cumpla con la función de discutir los temas centrales y brindar una postura unificada que después sea aplicada por el Presidente. A sus interlocutores siempre les dijo que no era necesario armar esa mesa porque los temas importantes siempre eran consultados con los otros socios de la coalición.
Durante la etapa en la que se cerró el acuerdo con el FMI, el Presidente le aseguró a los propios que el entonces ministro de Economía Martín Guzmán le informaba de los avances en la negociación a Cristina Kirchner y Sergio Massa. Esa era la mesa política. No hacía falta generar ningún otro núcleo de negociación.
El último domingo evitó dar una respuesta concreta durante una entrevista con Futurock. Consultado sobre la posibilidad de apoyar la construcción de esa mesa, sostuvo: “Cuando empezamos hablar así, hablamos en un metalenguaje que el ciudadano común dice: ‘¿De qué están hablando?’ Porque todos los sectores del frente son parte del Gobierno y el Gobierno es la gran mesa donde se gestiona”.
“La mesa política podrían ser él y Cristina. En junio del año que viene. ¿Para qué ahora? ¿Por qué funcionaria ahora? ¿Para qué sentarlos a ser parte de una mesa de negociación que si no sale como ellos quieren, te la dinamitan”, se preguntó, en tono crítico, un importante funcionario nacional cercano al Presidente.
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En el kirchnerismo creen que una mesa institucional de ese estilo ayudaría a bajar el nivel de tensión que hay en el Frente de Todos y a ordenar la coalición. En el entorno de Fernández están lejos de creer eso. Advierten que lo único que haría es tensar más la cuerda y llevar la discusión interna a un límite desconocido.
“Haciendo política y discutiendo política las diferencias se resuelven. Se resisten a armar la mesa porque no les debe convenir”, analizó un influyente dirigente nacional del kirchnerismo. En La Cámpora apelaron a la ironía para describir el cuadro actual. “El Presidente no está muy interesado. Debe ser más cómodo no intercambiar ideas con nadie”, sentenció un nombre propio de peso en la agrupación ultra K.
En el kirchnerismo ponen como un ejemplo positivo la gestión del ministro de Economía, Sergio Massa. Sostienen que cuando implementó el “dólar soja” para incentivar al campo a liquidar los granos acopiados y generar un mayor ingreso de divisas, lo hizo luego de una ronda de consultas con todos los sectores de la coalición.
Ese trabajo, entienden, fue clave para que haya un respaldo total a la medida y que nadie salga a cuestionarla al poco tiempo de implementarla. “No jugó solo. Buscó un acuerdo amplio y salió fortalecido, porque la medida no solo fue respaldada, sino que fue exitosa”, advirtieron en uno de los núcleos K más importantes de la coalición, en un mensaje directo al Presidente.
El ala K considera que tiene que haber una mesa política donde se pueda discutir “cara a cara”, lo que evitaría que todas las semanas salgan los nombres propios de más peso a librar un debate dialéctico a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
“El Presidente tendría que escuchar y debatir. Está gobernando con la estructura de un frente electoral donde no todos piensan igual”, indicaron. Y en esa línea, un destacado funcionario K, sentenció: “Nadie ganó solo. Fue una construcción colectiva y tiene que tener un correlato en la gestión. Sobre todo si las cosas no salen bien”.
Fernández considera que el ámbito de discusión política es el propio gobierno. Si todos los sectores del Frente de Todos están en el Gabinete, cuál sería el sentido de trasladar la discusión a una mesa que esté afuera de la estructura formal del Gobierno. En las reuniones de Gabinete están representados los tres socios de la alianza: Alberto Fernández; el ministro de Economía, Sergio Massa, y el de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, la voz de Cristina Kirchner en la Casa Rosada.
“Las PASO, las mesas, el partido...todos son instrumentos. Lo importante es la voluntad, la decisión y el objetivo. Lo que queda claro es que hay una decisión del espacio ligado a CFK de disciplinar y conducir a todos lo que son parte de la coalición para facilitar la táctica de ella y de La Cámpora”, aseguró un dirigente del peronismo bonaerense que tiene acceso directo al despacho presidencial.
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El Frente de Todos tiene una mesa política que se formó durante la campaña del 2019 y que sigue, con muchas intermitencias, hasta el día de hoy. Un espacio que sirvió para discutir la estrategia electoral del año pasado, los candidatos y los acuerdos básicos necesarios para que la gestión siga rodando pese a las trabas internas que generó la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
La mayoría de los que estaban en esa mesa tres años atrás, siguen hasta el día de hoy o tienen algún representante, como es el caso de Sergio Massa. De ese núcleo político son parte Máximo Kirchner, Axel Kicillof, Andrés Larroque, Gabriel Katopodis, Jorge Ferraresi, Fernando Espinoza, Alberto Descalzo, Martín Insaurralde y Ariel Sujarchuk.
Ahí estuvo desde el 2019 hasta las elecciones del 2021 el canciller, Santiago Cafiero, hombre de máxima confianza del Presidente y uno de los dirigentes más resistidos por La Cámpora. Tras la crisis post PASO, el ex Jefe de Gabinete se alejó de esa mesa, que siempre tuvo como punto de reunión la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
El kirchnerismo quieren reeditar esa misma dinámica pero a nivel nacional, con la presencia de representantes de los gobernadores, los movimientos sociales, el sindicalismo y las distintas patas políticas, con el presidente en la cabeza de la mesa.
Días atrás Sergio Massa le pidió a Fernández convocar a una mesa política de la coalición para unificar una postura respecto a la derogación o no de las PASO. El Presidente no lo hizo y, a través de la Portavoz, Gabriela Cerruti, dio por terminada la discusión sobre el futuro de las elecciones primarias.
Incluso dentro del Gabinete, ministros como Gabriel Katopodis, que mantienen un buen vínculo con todos los sectores de la alianza política, y que es uno de los ministros más cercanos a Fernández, considera que armar una mesa de ese estilo ayudaría a que haya más diálogo y menos ruido.
“No importa cuántas mesas se hagan, pero todos tenemos que hacer algo para que haya mas capacidad de acuerdo y menos ruido. Tenemos que hablar en el vestuario”, indicaron cerca del ministro de Obras Públicas.
En el oficialismo existe la necesidad de aplacar el intercambio de reproches a la luz de sol y discutir, puertas adentro, los motivos de las diferencias. Al día de hoy, después de un año de guerra interna, parece una utopía.
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