Hay mucha expectativa, pero poca esperanza de que llegue la paz. La máxima dirigencia del PRO y del resto de Juntos por el Cambio apuraron sendos encuentros para este martes ante una escalada de tensión que daba más sensación de ruptura que de un espacio que se prepara para volver al poder. Aunque todos celebran formalmente el restablecimiento de instancias de diálogo que llevan dos meses interrumpidas, la mayoría es pesimista: será difícil comprometerse a una tregua duradera.
Con tantas fichas en el aire para el tablero electoral de 2023 es entendible el clima de desánimo. Mauricio Macri está causando estragos internos con su estrategia de alternar señales de que se presentará como candidato con otras de que no piensa hacerlo. Pocos creen que se mantenga al margen de la competencia presidencial. Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich ya lo desafían abiertamente al confirmar que la principal postulación del PRO se definirá en las PASO.
Una nueva apuesta de Macri a tratar de volver a la Casa Rosada heriría de muerte el proyecto de Bullrich porque comparten el mismo segmento duro del electorado. En el entorno bullrichista no creen que el ex mandatario lance su candidatura y, por el contrario, interpretan que hay gestos macristas indicativos de que está más cerca de bendecir el proyecto de la ex ministra de Seguridad.
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En ese andarivel se cuentan desde definiciones públicas del ex presidente (“me la imagino como Presidenta y por algo está trabajando y caminando”, dijo hace dos semanas) hasta haberle pedido a un amigo que la ayude a reunir empresarios para la comida de recaudación de fondos que Bullrich realizó en Punta del Este, pasando por la foto con Jorge Macri para sellar un acuerdo político en la Ciudad de Buenos Aires, apurada por el ex jefe del Estado.
Rodríguez Larreta, jugado a fondo a su plan presidencial, no tiene más alternativa que endurecerse y mostrarse decidido a competir contra Macri para consolidar su figura. El larretismo diseña sus estrategias políticas con la postulación del ex presidente como una hipótesis concreta. No fue casual que la semana pasada se negara a reconocer el liderazgo de Macri: “Hoy tenemos una mesa que conduce”, contestó cuando le preguntaron si el ex mandatario era el líder de la oposición. Y avanzó más aún cuando aseguró que en esa mesa “son todos iguales”. Es inocultable el malestar en el sector del jefe de Gobierno por la forma en que el macrismo apuró la foto de Bullrich y Jorge Macri.
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Así como el alcalde porteño desafió al ex presidente, la jefa del PRO también dejó trascender que no estaba tan dispuesta a aceptar la convocatoria al desayuno para apaciguar la interna. “Nadie me va a disciplinar”, fue la frase que le adjudicaron. Aun así, Macri consiguió que el encuentro de este martes esté asegurado. Será a las 9.30, aunque no se hará en sus oficinas de Olivos, sino cerca de allí, en Juan Bautista Alberdi al 400, donde está el Yacht Club. En el macrismo cambiaron de escenario porque quieren evitar la presencia del periodismo. “Es una reunión privada”, advirtieron en su entorno.
Además de Macri, Larreta y Bullrich, irán María Eugenia Vidal, Humberto Schiavioni, Cristian Ritondo y Diego Santilli. El jefe de Gobierno pidió que fueran menos que los 10 comensales que suelen participar de la serie de almuerzos del PRO que comenzaron en febrero y se suspendieron desde el 30 de agosto pasado, cuando Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se cruzaron duramente delante de sus colegas por las diferencias a raíz del operativo de seguridad del gobierno porteño ante la casa de Cristina Kirchner.
¿Qué pasará cuando se vean de nuevo ahora? Hay temores justificados: la interna del PRO se tornó feroz el martes pasado luego de que se difundió un video en el que Bullrich amenaza con “romperle la cara” al jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, cuando se cruzaron apenas terminó la presentación del libro de Macri en la Rural, por críticas que le había hecho hace dos meses.
El “supermartes” opositor se completará ese mismo día, a las 18, cuando la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio se descongele: sus miembros tendrán un Zoom luego de un último encuentro presencial que se hizo el 24 de agosto pasado, en la sede del Sindicato de Gastronómicos de Capital, donde formas, la dirigencia de JxC evitó debatir sobre las fuertes acusaciones efectuadas por Elisa Carrió contra otros referentes del espacio como Cristian Ritondo, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó.
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La gran duda es si Macri reaparecerá en ese espacio: no participa de las reuniones de la Mesa Nacional desde el 27 de marzo, cuando la coalición le cerró las puertas al libertario Javier Milei para su incorporación a un frente electoral. Ese encuentro terminó con un comunicado de prensa que criticó al diputado de La Libertad Avanza por ser “funcional” al kirchnerismo y con fuertes cuestionamientos a esa decisión por parte de Bullrich, pese a que había sido una de quienes redactaron la declaración.
Es cierto que desde entonces, además, Macri empezó un derrotero político que lo enfrentó al “populismo” de la UCR y, en particular, a su presidente, Gerardo Morales, quien, simétricamente, desde entonces pareció cada vez más cerca de Rodríguez Larreta y su armado “centrista y plural”.
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La iniciativa de recuperar estos encuentros fue de Maximiliano Ferraro, jefe de la Coalición Cívica, en contacto con sus pares Bullrich, Morales y Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Republicano Federal). Sólo acordaron la fecha del Zoom, pero no el temario que abordarán. Tampoco se habló de la posibilidad de reflotar el “manual de convivencia”, ese catálogo de buenas intenciones elaborado en abril pasado para bajar las tensiones y que sus propios redactores se encargaron de ir borrando con el paso de las semanas al cumplir con una de las mejores tradiciones de JxC: pelearse (y siempre en público).
El “supermartes”, con sus dos reencuentros tan decisivos, le dará a la coalición opositora una oportunidad de redimirse y mostrarse como una alternativa seria para 2023. Hay muchos pesimistas dentro de la propia coalición, pero hay demasiado en juego como para no intentarlo.
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