Alberto Fernández tiene noventa y seis horas para demoler un posible acuerdo político entre Lula da Silva y Andrés Manuel López Obrador destinado a imponer al futuro titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un espacio de poder e influencia regional en Washington que Balcarce 50 pretendía ocupar con un representante de la Argentina.
Si el jefe de estado no bloquea la entente entre sus colegas de Brasil y México, Ilan Goldjan -actual director del Departamento Occidental de Fondo Monetario Internacional- será el próximo presidente del BID.
Goldjan fue designado como candidato al BID por Jair Bolsonaro, días antes de perder la segunda vuelta frente a Lula. Alberto Fernández se reunió en San Pablo con el presidente electo del Brasil, le reiteró sus intenciones de nominar a un candidato argentino -con fuerte consenso regional- y cuestionó a Goldjan por sus vínculos con Bolsonaro.
Lula escuchó las explicaciones de su amigo personal -uno de los pocos líderes en América Latina que siempre exigió su libertad-, pero adelantó a Alberto Fernández que no podía frenar la candidatura de Goldjan.
Frente al presidente argentino, el líder del PT se amparó en la institucionalidad política: como recién asume el 1 de enero, no podría impugnar la nominación del presidente en ejercicio. Sin embargo, eso no significaría que Lula respalde en público la carta que jugó Bolsonaro.
La Casa Blanca es muy cautelosa con Goldjan, y su principal respaldo político está en la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos. Ese influyente resorte de la administración demócrata maneja la primera minoría del BID y su posición es clave para definir al sucesor de Mauricio Claver-Carone.
Alberto Fernández también planteó a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) su estrategia de nominar a un candidato argentino al BID con fuerte respaldo de América Latina. El Presidente de México avaló por teléfono esa postura y al día siguiente -en una movimiento inesperado- reveló que presentaría a la economista Alicia Bárcena como su propia candidata. Bárcena es amiga personal de Alberto Fernández.
Cuando llegó la información desde México respecto a la candidatura de Bárcena, el presidente instruyó a Santiago Cafiero para explicitar su desagrado y malhumor. Poco importó la protesta informal del canciller: AMLO mantuvo a Bárcena, pese a los reclamos que llovieron desde Buenos Aires a través de WhatsApp y Telegram.
Hace unos días, Alberto Fernández habló nuevamente con AMLO. El Presidente estaba en su despacho de Balcarce 50 y con su colega mexicano dialogaron sobre Lula y su futura influencia en la agenda de América Latina. Alberto Fernández ya le había perdonado a AMLO su inesperada decisión de nominar a Bárcena, cuando sabía de su interés sobre la dirección del BID.
López Obrador dejó trascender en las últimas horas que retiraba la candidatura de Bárcena al BID. El Gobierno evaluó -de manera errónea- que era un gesto del presidente mexicano con Alberto Fernández. En realidad, AMLO desplazó a Bárcena para facilitar la coronación de Goldjan, el candidato de Bolsonaro que -por ahora- Lula no piensa impugnar en público.
La jugada de AMLO pone muy cerca de la dirección del BID al candidato de Brasil. Goldjan tiene el aval de la Secretaría del Tesoro y sumaría el respaldo de México, lo que implicaría más del 40 por ciento de los votos de los países miembros del organismo multilateral de crédito.
Ayer a la tarde, cuando Máximo Kirchner hablaba en Mar del Plata, se cruzaron consultas desde Buenos Aires a Washington para saber si la Argentina tenía chances de vencer a Goldjan con un representante propio. Altos funcionarios de la Casa Blanca, la Secretaria del Tesoro y el Departamento de Estado respondieron que sí, cuando faltan apenas noventa y seis horas para que venza el plazo de presentación de candidaturas a la conducción del BID.
“Postulen a (Sergio) Massa”, explicaron desde DC.
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