¿Quién será el candidato del peronismo el año que viene? ¿Podrá Alberto Fernández ir por la reelección? ¿Lo dejarán sus socios? ¿Surtirá efecto el operativo clamor para que Cristina Kirchner compita? ¿Massa es la mejor carta que tiene el Frente de Todos? ¿Puede ser “Wado” de Pedro? ¿Y los gobernadores? ¿Y Kicillof?
El proceso electoral ya se puso en marcha en todo el arco político. En la oposición se visibiliza en las luchas de poder interna por llegar a la primer meta que es ser el candidato de Juntos por el Cambio en el 2023. Hay varios nombres posibles para un solo lugar. En el Gobierno la situación es diametralmente opuesta. Faltan nombres que, al día de hoy, sean competitivos. En el peronismo sufren la ausencia de un potencial candidato.
“Si Alberto no dice que va por la relección en unos días no le llevan ni el café a la oficina. Es lógico que lo haga. Tiene que mantener el poco poder que le queda”. La sentencia corresponde a un importante intendente peronista del conurbano, que no deja de lado el detrás de escena del operativo clamor para que Cristina Kirchner compita el año que viene como candidata a presidenta: “Son los propios K que le suman presión a ella. Pero esa no es la mirada de toda la coalición”.
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La voluntad del Presidente de competir en los próximos comicios genera cierta incredulidad en el Frente de Todos. A la dirigencia le cuesta ver, a diez meses de las PASO, un escenario electoral en el que Fernández tenga las condiciones necesarias para competir y aglutinar el apoyo del peronismo. No lo ven por una hilera de motivos. Entre ellos que la valoración sobre su gestión es más negativa que positiva, al igual que su imagen.
Además, es un Jefe de Estado muy desgastado por su propio espacio, por haber quedado en el medio de una interna feroz por el rumbo de la gestión, y que sufrió, al igual que todos los oficialismos del mundo, el impacto negativo de haber tenido que encontrar respuestas en casi dos años de pandemia. Fernández perdió autoridad y poder en cuotas importantes en estos tres años de gestión.
En la Casa Rosada la mirada es diferente. Si bien tratan de poner paños fríos a la resolución de las candidaturas y advierten que falta mucho tiempo para que llegue ese momento, ven que existe la posibilidad de que el Presidente vuelva a competir el año próximo. No hay un convencimiento mayoritario, pero existe claridad sobre cuál es la intención de Fernández.
Hace pocos días le enviaron al Presidente una encuesta de la consultora CB en la que, en términos de imagen positiva medida en 24 municipios del conurbano, aparece mejor posicionado que Cristina Kirchner y Sergio Massa. Fernández tiene mejor valoración que sus socios en localidades con peso electoral como Lomas de Zamora, Quilmes, Merlo, Moreno, Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría y José. C. Paz.
Incluso, en un cuadro comparativo en el que aparecen los dirigentes opositores Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei, solo está debajo del Jefe de Gobierno porteño, que tiene mejor imagen que el resto en 13 distritos, mientras que Fernández lo sigue en 7 municipios.
El dato más relevante de esa encuesta que giró por muchas oficinas peronistas es que CFK solo tiene mejor imagen que sus socios oficialistas en tres localidades: La Matanza, Malvinas Argentinas y Florencio Varela. Las encuestas son una foto del momento, pero son de los pocos estudios sobre la percepción de la sociedad sobre la política que tienen los gobiernos y los dirigentes. Por eso se consumen y forman opinión.
Esos números le suman un argumento a una gran cantidad de dirigentes del peronismo que creen que es imposible que Cristina Kirchner sea candidata el año que viene. Advierten que cada vez concentra menos votos y que el rechazo que la sociedad tiene sobre su figura es tan grande que sería imposible que gane un eventual balotaje.
“En el 2019 ella dijo que incluyó a Alberto y a Massa porque si competía y ganaba, no iba a poder gobernar. ¿Por qué competiría en el 2023 con una inflación tan alta y una coalición que fracasó?”, se preguntó uno de los diputados con más trascendencia política que hay en la Cámara baja. El operativo clamor para que sea candidata está cercado por los propios kirchneristas que creen que es la mejor opción torcer lo hecho hasta aquí por Alberto Fernández. Afuera de esos límites la realidad es otra.
Dentro del Frente de Todos hay también análisis vinculados a la necesidad de protección que necesidad la Vicepresidenta frente al avance de algunas causas en las que está vinculada. Hay una consideración que se repite en varias terminales peronistas. El camino lógico es que sea candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires. De esa forma se asegura ingresar al Senado y tener fueros por seis años más.
Cristina Kirchner no ha dado ninguna señal contundente sobre su futuro. Su reaparición en el acto de ayer en Pilar dejó flotando una definición ambigua. “Yo voy a hacer lo que tenga que hacer para lograr que nuestro pueblo pueda organizarse en un proyecto de país que recuperar la ilusión”, sostuvo CFK. Puede ser candidata o no. Para los de afuera del pequeño mundo K, la moneda está en el aire.
No hay definiciones que le permitan a la militancia pensar que tiene sustento que ella vuelva a competir el año que viene. Sin embargo, en el kirchnerismo político y sindical optan por darle volumen al pedido para que compita. Es una creencia que no parece tener argumentos firmes que la sostengan.
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“Cristina es Menem del 2003. Podría ganar una interna en el Frente de Todos e incluso una elección general, pero sería imposible que gane un balotaje contra el candidato de la oposición”, analizó un importante y respetado consultor que hace encuestas para las dos coaliciones más grandes del país.
La comparación con el ex presidente está ligada a que podría ganar en un primer duelo pero perder por amplio margen en un mano a mano. Menem visualizó esa situación cuando tenía que enfrentar a Néstor Kirchner y se bajó de la pelea. No se expuso a lo que era en ese momento una derrota asegurada.
Un tercer nombre que aparece en las especulaciones del oficialismo es el del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien subió el perfil durante este año y fue propuesto por Máximo Kirchner como un posible candidato a la presidencia. “Es capaz, es buen militante, tiene buen criterio y una edad interesante para ser presidente”, aseguró el líder camporista.
En las filas oficialistas advierten que De Pedro es un buen dirigente, con proyección, pero que tiene un alto desconocimiento en la sociedad y el sello de La Cámpora puesto sobre su cabeza, que en términos electorales resulta ser una barrera más que un trampolín. Además es ministro de un Gobierno que llegará al tramo final de la gestión muy dañado por la inflación, las divisiones internas y los altos índices de pobreza.
Lo mismo le sucede a Sergio Massa que aparece en el diagrama abstracto del peronismo como el nombre propio con más posibilidades de ser candidato. Creen que si logra reducir los niveles de inflación en el primer cuatrimestre y que las mediciones oscilen entre el 3 y el 4% mensual, podrá tener margen para generar expectativas. Además, es uno de los pocos dirigentes con volumen político que no fue del todo dañado por la crisis interna.
En todas las oficinas oficialistas repiten el mismo discurso: “Si Sergio puede enderezar la economía....tiene que ser él”. Muchos creen que será el resultado directo de las necesidades de la coalición. El ministro de Economía, al igual que la Vicepresidenta, tiene una alta imagen negativa en la valoración de la sociedad. Al menos así lo reflejan las encuestas.
En paralelo a las proyecciones de la dirigencia y los datos de las consultoras, Massa emite señales claras sobre su decisión de no competir en el 2023. La última fue hace cinco días cuando en una entrevista con El Destape aseguró: “Aspiro a ver de lejos la batalla electoral que viene. No tengo contexto familiar para ganar una batalla más grande, ya el tema de ser ministro fue todo un problema”.
En agosto Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina, uno de los dirigentes rurales que integran la Mesa de Enlace, contó que durante una reunión que tuvieron con el titular del Palacio de Hacienda le planteó que no fuera candidato y encontró la respuesta que quería. “Le dije a Massa: ‘Lo que necesitamos es que no seas candidato para 2023′´. Él dijo que no va a ser”, indicó.
En septiembre, cuando presentó el proyecto del Presupuesto para el año que viene, Massa lanzó una frase enigmática: “Siento que estoy dando mis últimas pisadas en mi vida política”. Esa expresión generó confusión entre la dirigencia porque nadie imagina a Massa afuera de la escena principal de la política nacional durante los próximos años
En octubre, durante una entrevista que brindó con su hijo Tomás confesó que su familia le pide dejar la política en el corto plazo. “Hay una presión familiar de que hagamos cosas menos expuestas. Me pidieron no seguir en política y ahí estamos con un compromiso de mirar la cosa más de afuera”, explicó.
La señales de Massa empiezan a generar dudas sobre tu futuro. ¿El motivo? Hasta ahora, pese a esos gestos, en el peronismo consideraba que tarde o temprano el ministro de Economía terminará jugando, porque ser presidente es su gran ambición. Pero estas últimas expresiones sembraron incertidumbre pese a que aún falta mucho tiempo para que se diriman las candidaturas.
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Algunos dirigentes ven en Axel Kicillof un potencial candidato para la presidencia. Pero el gobernador bonaerense quiere buscar la reelección. Solo declinaría esa voluntad por un pedido explícito de Cristina Kirchner. En esa alquimia kirchnerista se pone en juego la defensa del territorio bonaerense y la necesidad de fortalecerse donde está enquistado el voto K duro.
En el Frente de Todos ya no hay quien piense que puede aparece algún gobernador del PJ con posibilidades de competir. A Jorge “Coqui” Capitanich y Juan Manzur, los que siempre tuvieron apellidos presidenciales, les cuesta entrar en el circuito de conocimiento de la sociedad. Son figuras fuertes en sus provincias pero a las que les cuesta romper los límites del propio territorio.
Hay dos nombres que están siempre en la vereda de los posibles candidatos. Uno es Sergio Uñac, pero su posibilidad se diluyó cuando se inclinó por buscar un nuevo mandato en San Juan. El otro es Daniel Scioli, que hace largos meses tiene decidido que, en el caso de no presentarse Alberto Fernández, saltará a la cancha para competir en unas PASO.
El único que queda en pie de los gobernadores es Juan Schiaretti, que quiere ser candidato a presidente en un armado que transite por el centro. El cordobés hace más de una década que está peleado con el kirchnerismo. Opositor a nivel nacional, pero peronista tradicional con buen vínculo con los gobernadores, su teoría es que podrá armar esa nueva opción porque el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, más temprano que tarde, se romperán.
Las elecciones, la rosca política, las candidaturas y los movimientos estratégicos ya son parte de la hoja de ruta del peronismo. En el calendario aparece el Mundial de Qatar, el verano sin Congreso y la expectativa por un logro mayúsculo de Massa en la lucha contra la inflación. En medio de ese mapa el oficialismo sufre un vacío de nombres propios y ve por el espejo retrovisor que en la oposición sobran nombres pero falta orden.
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