El enigma que va a develar Cristina Kirchner y el inesperado desafío que enfrenta Mauricio Macri

La vicepresidenta planteará su pliego de condiciones y empezará a definir si hará oficialismo u oposición. Macri, Larreta y Bullrich: una rebelión de dimensiones inciertas

Mauricio Macri y Cristina Kirchner

Cristina Kirchner empezará a despejar desde esta tarde un enigma cardinal para la política argentina: cuál es su pliego de condiciones y si está dispuesta o no profundizar su oposición al rumbo de su gobierno. Cuando reaparezca en el acto de la UOM, la vicepresidenta se mostrará por primera vez en público desde el fallido atentado del 1° de setiembre. Es el primero de una serie de actos que continuará, el próximo 17, por el Día de la Militancia Peronista, en La Plata. Y que ocurre a sólo cinco días del triunfo de Lula Da Silva en Brasil sobre Jair Bolsonaro.

Así como en el Frente de Todos se empezará desde hoy a correr el velo sobre qué actitud tendrá su “accionista principal”, en Juntos por el Cambio apareció por primera vez la discusión pública sobre el alcance del liderazgo de Mauricio Macri. Por televisión, Horacio Rodríguez Larreta no le reconoció al ex presidente su condición de líder del PRO, mientras que Patricia Bullrich, mandó a decir que a ella “nadie la va a disciplinar”.

Volviendo a la Vicepresidenta, en sus redes sociales, ya dio pistas sobre cuál es su temperamento en la relación con el presidente Alberto Fernández. Habíamos advertido desde esta columna que el tuit sobre la medicina privada actuaba como “clave de bóveda” para entender su posición. Al criticar el último aumento, expuso que el Gobierno tomaba medidas en contra de su opinión, incumpliendo acuerdos previos, y que la inflación, al igual que la política de ingresos, son para ella temas excluyentes.

“Oportuna y reservadamente, manifestamos nuestra opinión contraria a seguir concediendo aumentos que afectan a las familias argentinas en un servicio imprescindible como el de la salud y que además agrava al proceso inflacionario”, afirmó Cristina Kirchner. El anterior tuit de “gestión” tuvo que ver sobre la pobreza, la indigencia y el control de los precios de los alimentos.

Al acto, Cristina Kirchner llega con varias “decepciones”: desde la negativa de la Casa Rosada a aplicar una suma fija para los ingresos más bajos de los trabajadores formales e informales que viene reclamando desde mayo pasado, al nombramiento inconsulto de los últimos ministros, que fue promocionado como un gesto de autonomía de Alberto Fernández. Y el rechazo abierto de discutir la eliminación de las PASO, un planteo de gobernadores e intendentes que un sector del kirchnerismo cercano a la vicepresidenta hizo propio.

Alberto Fernández viajó rápidamente a Brasil para entrevistarse con Lula Da Silva

También, con una fuerte preocupación por la liberación de los militantes de Revolución Federal, la organización que realizó manifestaciones violentas contra la vicepresidenta y llegaron a hacer amenazas de muerte. La Sala I de la Cámara Federal porteña, integrada por Mariano Llorens, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, ordenó el martes la libertad de Jonathan Morel, Leonardo Sosa, Gastón Guerra y Sabrina Basile.

Alberto Fernández publicó varios tuits cuestionando la decisión de los jueces, pero no tuvieron ni una respuesta. Ni siquiera un “me gusta” de la vicepresidenta. La misma indiferencia que ejerció Cristina Kirchner cuando el presidente planteó el tema del atentado en la Asamblea de la ONU.

En síntesis, se especulaba con que en el discurso podría referirse a la Justicia y el atentado que sufrió el 1° de setiembre, a los empresarios por la inflación y los precios y algún mensaje crítico al presidente. Pero se descontaba que la victoria de Lula frente a Bolsonaro sería uno de los temas principales de su mensaje. El mismo domingo, se activó un operativo CFK 2023 de los militantes que habían ido a San Pablo y le entregaron al futuro mandatario la ya famosa gorrita. ¿Repetirá el mentado “no se hagan los rulos”?

Lula y Cristina Kirchner con la gorra "CFK 2023"

De Massa y el voto opositor

De ese clima de discordia, por ahora, está alejado el ministro de Economía, Sergio Massa, según pudo palpar en el encuentro que tuvo la noche del miércoles con los senadores del Frente de Todos por el Presupuesto. Arrancó a la hora de la cena y terminó pasadas las 2 de la mañana. Entre ensaladas de radicheta, lechuga, tomate y carne, los legisladores intercambiaron elogios y reconocimientos con preguntas y consultas sobre el destino de diversas partidas.

La foto oficial de Massa rodeado de Anabel Fernández Sagasti, Juliana Di Tullio y Adolfo Rodríguez Saá -muy cercanos a la ex presidenta- era resaltado como un signo positivo en el vínculo entre ambos. A dos meses y medios, contó como activos los acuerdos con acreedores de deuda en pesos, con el FMI, el BID y Banco Mundial, el Club de París, la estabilización del dólar y la recuperación de las acciones. El principal objetivo es ahora la inflación y cuidar las reservas del Banco Central.

El ministro se reunió también ayer con el presidente Alberto Fernández en la Casa Rosada, donde hablaron del tema de los planes sociales -el tope al plan Potenciar Trabajo- y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “La relación con Cristina y con Alberto es buena. Por ahora lo político no afecta lo económico”, destacaban en el entorno del funcionario.

Interpretaban que el paso atrás al borde del abismo, la estabilización económica y el ordenamiento en la gestión pueden ser un principio de recuperación del poder político para enfrentar el principal desafío de la economía, que es la inflación. Con reservas contenidas, sin saltos en el dólar ni en la inflación y una recuperación real de los ingresos, confiaban en “reconectar con el voto histórico de clase media laburante”. Y agregaban: “En la oposición están compitiendo por ver quién es más halcón”.

Massa se reunió con los senadores del Frente de Todos por el Presupuesto

La pelea del PRO

“¿Macri es el líder del PRO?”, le preguntó Eduardo Feinmann en LN+ al jefe de Gobierno: “No. Hoy tenemos una Mesa que conduce Juntos por el Cambio, en el que participan Macri como ex presidente, los presidentes de los partidos, todos los líderes parlamentarios y los gobernadores”, respondió Rodríguez Larreta, quien protagonizó un contrapunto durante la semana con la presidenta del PRO y rival en la carrera del 2023.

Larreta y Bullrich chocaron después de que se filtrara el video en el que la ex ministra le dijo al jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, “la próxima te rompo la cara. Conmigo no se jode” porque la acusó de ser funcional al kirchnerismo.

En el entorno de Macri creen que el episodio del video expone el temperamento explosivo de Bullrich pero también la inquietud que perciben cerca de Larreta. No hay voces que asuman el riesgo de interponerse entre el ex presidente y los precandidatos, pero con sigilo y medias palabras trasciende una mirada crítica sobre los últimos pasos del jefe de gobierno porteño. “Hay un error de diagnóstico”, aseguran fuentes con acceso a las oficinas que el ex presidente tiene en Olivos.

Rodríguez Larreta empieza a sentir el rigor de la diferencia. Patricia Bullrich jugaba hasta ahora en la interna con una sintonía fina con el ex presidente. El “te rompo la cara” que le dijo al jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, fue criticado con modesta enjundia, mientras se elogiaba la frase “conmigo no se jode” y que “la hipocresía no va más”. Pero su reacción ante el desayunó que convocó para calmar las aguas, puso todo en observación.

Con partituras propias, escuchan que el jefe de Gobierno toca otras notas. Esperan que suene rock sinfónico y les llega trap pegadizo y monótono. Usan un metro para medir distancias que tiene el defecto de estirarse o acortarse según lo que midan. Así, suelen ser más contemplativos con la beligerancia de “La Piba” que con las libertades que se toma Larreta para construir su camino.

Es indudable que el escenario actual difiere del que había hace cuatro o cinco meses. Lo expuso Patricia Bullrich cuando contó que no volvieron a hablar bien después de que ella le confirmó que competiría por el premio mayor. En el entorno de Larreta la reconstrucción de ese encuentro difiere, pero buscan evitar reproducir la lógica de la discusión perpetua. “Tema terminado. A otra cosa”, dicen en Uspallata, la sede del Ejecutivo porteño.

Más allá de eso, lo que también cambió el escenario es que Javier Milei, que en principio planteaba una competencia entre marginal o testimonial, se volvió competitivo y corrió los márgenes hacia la derecha. O la sociedad se corrió a los márgenes y el libertario es el que capturó ese electorado vacante. Especulaciones para cientistas políticos o sociólogos.

Frente a Milei, Patricia Bullrich es moderada. Y Mauricio Macri puede decir con total libertad que “somos el cambio o no somos nada”, cuestionar a “los progres” o sugerir que es capaz de mandar a la quiebra a Aerolíneas Argentinas. La nueva onda es hablar del “cambio sin continuidad”, un disparo a la estructura conceptual larretista.

El video de Patricia Bullrich y Felipe Miguel

Con todo, el jefe de Gobierno está urgido de adecuar su estrategia a la lógica de disputar el electorado propio. Con PASO, debe enfocarse en imponer su discurso sobre más del 40% que puede votar anti kirchnerismo mediante Juntos por el Cambio. En la hipótesis que manejan en el PRO, cerca del 30% es peronismo/kirchnerismo, menos del 15% los libertarios y debajo del 10% la izquierda.

Con Macri activo, moviéndose como tutor de la narrativa opositora, del “Para qué”, y Bullrich captando el voto duro de Juntos por el Cambio, el jefe de Gobierno tiene la tarea de corporizar ese 70% con el que quiere gobernar. Sino, corre riesgo de que la polarización convierta en pesadilla sus sueños.

Como Cristina Kirchner, Horacio Rodríguez Larreta encuentra en Brasil su clave de bóveda para confiar en una victoria. “Los extremos perdieron. Lula tuvo que cerrar con Geraldo Alckmin para ganar. Si Lula no se iba al centro, perdía y ganaba Bolsonaro, que era el extremo”, explicaban días atrás a Infobae.

Excusas y motivos

Con todo, el jefe de Gobierno reprodujo en CABA la estrategia que padece en la provincia de Buenos Aires. Rodríguez Larreta toca con pies mojados un cable de alta tensión al poner en riesgo la sucesión porteña: sin chances el kirchnerismo ni los libertarios, la discusión está entre si es Martín Lousteau o alguien del PRO quien continúa la gestión de Juntos por el Cambio.

Por eso, alrededor de Jorge Macri -primo y favorito del ex presidente-, Larreta agita a Lousteau, los ministros Fernán Quirós (Salud), Soledad Acuña (Educación). Y ahora sumó al presidente de la Legislatura y virtual vicejefe porteño, Emmanuel Ferrario; Ricardo López Murphy y Roberto García Moritán, el esposo de Carolina “Pampita” Ardohain, que viene escalando en las encuestas.

Es que en la provincia Larreta padece que Diego Santilli -a quien impuso como su candidato en 2021- ande a los codazos con Cristian Ritondo, Néstor Grindetti, Joaquín De la Torre, Javier Iguacel y Julio Garro. Macri alienta a todos y Patricia Bullrich los busca y los hace propios. “Así Patricia enfrenta el portaaviones que tiene Horacio”, admiten los interlocutores del PRO.

También se inscribe en esa diferenciación la presencia de Larreta en la reunión radical del fin de semana pasado, donde abundaron las descalificaciones al ex presidente. “Los nuestros salieron a defender a Mauricio y hasta radicales como Alfredo Cornejo. Estuvimos esperando alguna declaración de él pero no la encontramos”. Él, claro, es el jefe de Gobierno porteño.

Pero la foto con los radicales es parte de una trama más larga, que incluye otra foto, que tiene a Patricia Bullrich con Jorge Macri, que fue interpretada casi como una traición. “Podía haber sido una solución y se convirtió en un problema”, decían en el entorno del ex presidente, cuando todavía no se había escuchado el pataleo de Bullrich.

Gerardo Morales, Rodríguez Larreta y Martín Lousteau

El dilema de la provincia

La discusión por las candidaturas nacionales del PRO oculta el detalle de la provincia de Buenos Aires, donde se dará el año que viene la madre de todas las batallas. Allí la lógica que comparten las distintas líneas internas de Juntos por el Cambio es que el candidato ganador es aquel que vaya “colgado” de la lista a presidente ganadora.

Joaquín De la Torre, uno de los pocos baqueanos del conurbano bonaerense que tiene Juntos por el Cambio, proporciona a la coalición no sólo un conocimiento de arquitectónico de la lógica barrial, sino que expone los dramas cotidianos que se registran en ese territorio, castigado por la inflación, la inseguridad y la falta de futuro. Es uno de los que transmite un panorama complicado de cara a fin de año y que llama la atención sobre una situación social tan grave como la del 2001, aunque controlada por las estructuras formales e informales del PJ.

Son apenas ejemplos: La Matanza, donde asesinaron a una enfermera de manera brutal, un ingeniero hizo justicia por mano propia y otro joven fue asesinado por policías; Moreno, donde explotó una cocina en una escuela; o la Autopista Panamericana, donde asesinaron al empresario Andrés Blaquier para robarle su moto de alta gama. Entre el cóctel de inseguridad e inflación, la situación se pone peligrosa.

Mientras oficialismo y oposición juegan el juego que más les gusta: las internas.

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