Xi Jinping apuesta a profundizar su relación personal y política con Alberto Fernández y no dudó en conceder una audiencia al presidente argentino durante la Cumbre del G20 que Indonesia organizará en Bali a mediados de noviembre.
El líder del Partido Comunista fortaleció su poder interno en China y avanza a tambor batiente para ocupar nuevos espacios en Occidente, incluida América Latina. Xi considera a la Argentina un espacio territorial clave por sus abundantes riquezas en energía y su capacidad para producir alimentos, y asume que la mejor estrategia de coronación sería a través de su vinculación directa con Alberto Fernández.
La ambiciosa y peculiar perspectiva del presidente chino se basa en las necesidades económicas y financieras de la Argentina -Estados Unidos y Europa son remisos en inyectar inversiones en el país- y en los gestos políticos que Alberto Fernández ha hecho en favor del régimen comunista de Beijing.
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En los últimas semanas, Argentina se abstuvo de votar la creación de una comisión de las Naciones Unidas (ONU) destinada a investigar las violaciones a los derechos humanos en China, mientras que Alberto Fernández felicitó a Xi por haber obtenido su tercer mandato consecutivo como Presidente del Partido Comunista chino, un instrumento de poder acusado de haber asesinado a millones de personas desde la llegada de Mao a Beijing.
La ofensiva diplomática de Xi Jinping y la voluntad del jefe de Estado argentino para acercar posiciones con el régimen chino complican su propia relación bilateral con la administración de Joseph Biden. En Washington consideran que China quiere desplazar a Estados Unidos como principal protagonista del escenario global, y toma distancia -automáticamente- de los países que por acción u omisión facilitan las planes geopolíticos de Beijing.
El G20 de Bali está convocado para el 15 y 16 de noviembre, y aún no hay precisión acerca del día del encuentro entre Alberto Fernández y su par asiático. En estos cónclaves multilaterales, los líderes mundiales se pueden reunir a través de dos formatos: audiencia oficial o pull aside, que es un encuentro informal que se desarrolla en contados minutos.
Xi ofreció a Alberto Fernández una audiencia, que será compartida por las delegaciones de ambos países. Una audiencia, en lugar del pull aside, exhibe la importancia del encuentro que protagonizarán ambos mandatarios en Indonesia.
“Puedo anunciarles hoy, que ayer he recibido la confirmación del gobierno Chino de que han accedido a nuestro pedido de ampliación y uso del Swap en función de lo expresado en la “declaración conjunta” que firmáramos en mi visita oficial. China siempre nos ha apoyado en los momentos difíciles, y confiamos en que pronto tendremos la autorización técnica correspondiente. Con ello también fortaleceremos la estabilidad cambiaria”, reveló Alberto Fernández el pasado 1 de marzo, durante su discurso en la Asamblea Legislativa.
El presidente pidió a Xi -por carta oficial- un nueva ampliación del Swap por 8.500 millones de dólares. Xi contestó -con otra carta oficial- que concedía la ampliación solicitada por Alberto Fernández, pero en Gobierno aún no pueden dilucidar si la aceptación del líder comunista también implica que será por otros 8.500 millones de dólares.
Al eventual monto definitivo de la futura ampliación-Argentina ya recibió una suma cercana a los 18.500 millones de dólares- se agregó la incertidumbre respecto a su uso puntual y a la tasa Sibor que se debería pagar por disponer de esos fondos aportados por el Banco Popular de China.
La tasa Sibor es más alta que la tasa SOFR - reemplazó a la LIBOR y es establecida por la Reserva Federal de Nueva York- , y los negociadores del gobierno pretenden que China reduzca su nivel de impacto sobre los fondos que concederá vía la ampliación del swap que Alberto Fernández y Xi anunciarían en Bali.
Argentina tiene un déficit comercial con China -en los primeros nueve meses de 2022- de 8.144 millones de dólares, y esa asimetría afecta directamente las reservas del Banco Central. La instrucción que dio Alberto Fernández a los negociadores del Gobierno fue que China debería permitir que el uso de esta nueva ampliación del Swap pueda servir para financiar un aumento de las exportaciones a China con una tasa Sibor diferencial.
Es decir: en Bali, el Presidente y Xi anunciarían la ampliación del Swap -quizás otros 8.500 millones de dólares-, que podría usarse parcialmente para achicar el déficit comercial con China. Y esa uso parcial tendría una tasa de interés Sibor menor a la que se cobra todos los días en el mercado asiático.
Junto al eventual anuncio de la ampliación del Swap, Alberto Fernández y el líder comunista anunciarían fuertes inversiones de China en la producción de Litio, un mineral considerado clave para el desarrollo tecnológico durante el siglo XXI. De los nueve proyectos recientes sobre Litio en Argentina, seis están financiados por capitales chinos que operan bajo la autorización del Partido Comunista.
Pero la alianza estratégica que propone Xi a Alberto Fernández no termina en la ampliación del Swap y las inversiones en Litio. Su intención es acelerar las construcciones de las represas en el sur y las centrales nucleares en la provincia de Buenos Aires, dos proyectos muy importantes para la ofensiva global de China.
Si no hay cambio de planes, estas iniciativas también serían anunciadas después de la audiencia de Alberto Fernández y Xi en el G20 de Bali.
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