La interna del Frente de Todos, que empezó a profundizarse en las últimas semanas, se trasladó, en las últimas horas, al debate sobre la entrega de una suma fija para los trabajadores formales. Mientras la inflación avanza sin tregua, el kirchnerismo presiona al Ministerio de Economía y a la Presidencia para que active algún mecanismo que disponga la entrega de un bono. Pero Alberto Fernández, alineado con la CGT, resiste esa posibilidad. Mientras que el titular de Hacienda, Sergio Massa, hace cuentas y negocia con ambos sectores del propio espacio oficialista, sin revelar cuál es su posicionamiento.
Alberto Fernández dejó en claro, anteayer, durante una entrevista con El Destape, que está en contra de la entrega de una suma fija. “Desarticula toda la escala salarial de una actividad. Es la gran posición de los gremios, que dicen ‘dejame que esto lo arreglo yo, no te metas vos”, dijo. En cambio, se inclina por que cada sindicato negocie con sus respectivas patronales los montos de recomposición por única vez, según la actividad, en el marco de las paritarias.
Su postura responde a las exigencias de los sectores más importantes de la CGT, a quienes cuenta como aliados de cara a las elecciones el año que viene. Los “Gordos”, aunque desconfían del Presidente, están en pie de guerra con el kirchnerismo, buscan que se los tenga en cuenta en las listas del año que viene y se ven obligados a referenciarse en el liderazgo de Alberto Fernández. Pero le exigen que proteja sus intereses, sobre todo en la etapa crítica de las paritarias.
Sin embargo, ayer, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, uno de los referentes más cercanos a Cristina Kirchner, desafió a Alberto Fernández y le marcó la cancha al revelar que la Vicepresidenta está evaluando junto a Massa el otorgamiento de un monto para compensar la inflación. “Sergio está pensando con Cristina una suma fija. Están pensando y armando una propuesta para que aquellos que perdieron con la inflación puedan recuperar su nivel de consumo”, dijo. Pero aunque fue categórico, se cuidó de dar mayores detalles. Y, ante una consulta de este medio, desde sus oficinas mantuvieron esa línea.
El tema, que se complejiza por las diferencias internas, es objeto de debate entre Presidencia, Hacienda y la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) que conduce la camporista Fernanda Raverta; el ministerio de Desarrollo Social, que conduce Victoria Tolosa Paz; Trabajo, a cargo de Raquel “Kelly” Olmos; y, como dijo De Pedro, la presidencia del Senado, que conduce la máxima referente del FdT, Cristina Kirchner.
En la Casa Rosada mantenían el silencio, hasta anoche, sobre lo que había dicho De Pedro. Desde el ala de los funcionarios que responden al Presidente sólo contestaron desde el Ministerio de Trabajo, aunque de manera elusiva: “En la mesa están todas las alternativas para tener en cuenta y aplicar, de ser conveniente”, dijeron. Sólo un funcionario en Balcarce 50 deslizó que el primer mandatario “probablemente” se mantendrá firme en la negativa, con el fin de respaldar la postura de la CGT, pero evitó brindar una respuesta concreta o dar señales concretas de firmeza. En los gremios, ante la consulta de este medio, también se imponía la reserva.
Por lo bajo, en el Gobierno deslizaron que, para sortear las diferencias, se evalúa una opción intermedia: que la suma fija no se aplique a los convenios laborales, sino a los sectores informales. Es decir, que se amplíe la cantidad de destinatarios del bono de 45 mil pesos en dos meses que confirmó Economía la semana pasada y que afectará aproximadamente a 2 millones de personas que viven en la indigencia.
El debate sobre la suma fija está abierto desde hace semanas. Mientras Massa busca ordenar las cuentas públicas y fortalecer las reservas para cumplir con la meta de déficit fiscal ante el FMI, el cristinismo está decidido a empujar al Gobierno hacia una mayor erogación de fondos para los sectores informales, y, al mismo tiempo, forzar a los privados desde el Estado. La discusión está lejos de zanjarse, y las posturas en los distintos campamentos del oficialismo parecen estancas. Massa intenta posicionarse como pivot, pero en el kirchnerismo le exigen respuestas concretas con mayor ímpetu a medida que se acerca el anteúltimo mes del año. Y, sobre todo, desafían la postura del Presidente, que ya dejó en claro que no quiere intervenir desde el Estado, como le piden sus aliados.
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