Los preparativos para las elecciones del año que viene entraron en estado de ebullición en el último tramo de 2022 y la principal discusión en el oficialismo hoy, más que por los nombres de los candidatos para las presidenciales, gira en torno al mecanismo para seleccionarlos. Así lo ven en la Casa Rosada, donde Alberto Fernández no sólo se muestra decidido a competir por la reelección, sino a defender las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de los intentos de otros sectores de la coalición gobernante para suspenderlas. Quieren evitar la designación “con la lapicera” de Cristina Kirchner, a quien ven con menor peso político que en 2019.
La relación entre el Presidente y la Vicepresidenta está tensa. No se encontraron personalmente desde el día del intento de magnicidio y ocultan sus diálogos. “No es relevante contarlos y no los quieren contar”, dicen el entorno del primer mandatario. Pero la decisión de evitar que CFK designe desde su propia centralidad en el Frente de Todos no impidió que ambos dialogaran el pasado domingo, vía Telegram, para repasar la agenda del Gobierno. Ese día, Alberto Fernández anunció que Jorge Ferraresi se iba de Vivienda y sus asesores más cercanos explicaron a los periodistas que “hubo una consulta” a todos los socios de la coalición oficialista.
El jefe de Estado, al comunicarse con la jefa del espacio duro, muestra que apuesta, aún, a la unidad del Frente de Todos. Pero por estos días les dice a los propios que cree que la continuidad de la coalición, si se suspenden las PASO, estará en riesgo.
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En los últimos meses, el Presidente decidió eliminar de su propio discurso los asuntos electorales. Se enfocó, en cambio, en la situación económica y el manejo de la crisis política, además de sus actividades internacionales. Los cambios en el Gabinete, principalmente, la salida de Martín Guzmán de Hacienda, con la consiguiente llegada de Sergio Massa, y el atentado contra Cristina Kirchner ocuparon el centro de su agenda. Pero hoy, cuando las perspectivas para las elecciones toman centralidad en los debates del oficialismo, en su entorno aseguran que piensa “exactamente lo mismo” que dijo en la Plaza de Mayo, en los festejos por el Día de la Militancia después de la derrota en las Legislativas. El 17 de noviembre de 2021, el primer mandatario había dejado en claro que aspiraba a competir en unas PASO en 2023 por la reelección.
Aquella declaración había generado fuertes resquemores en el kirchnerismo. Y este lunes, casi un año después, Máximo Kirchner ratificó que su espacio aún ve con malos ojos una precandidatura de Alberto Fernández. “Para un oficialismo, que su Presidente vaya a las PASO con otros candidatos, es extraño”, deslizó, y dejó entrever que no tiene diálogo con el sector moderado del Gobierno.
Las declaraciones del titular de La Cámpora cayeron mal en la Casa Rosada, donde sin embargo, optaron por restarles importancia. “Máximo no parece tener en claro lo que quiere, ni lo que quiere decir. Parece confundido”, dijo, picante, un alfil presidencial.
La Cámpora le reprocha a Alberto Fernández que se muestre en contra, justamente, del mecanismo que lo llevó al sillón de Rivadavia. Después de todo, fue gracias a la “lapicera” de Cristina Kirchner que él mismo pudo ser el candidato a Presidente del Frente de Todos y logró ganar las elecciones contra Mauricio Macri. Pero en los despachos más importantes Balcarce 50 creen que los equilibrios de poder cambiaron en los últimos tres años, y sostienen sin titubeos que, el año que viene, el FdT se tiene que ordenar con unas PASO.
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Aclaran, de todas formas, que “no están en condiciones de jubilar a nadie”, sino que buscan abrir el juego a “una renovación”. Y recuerdan, para sumar justificaciones, que las PASO fueron creadas justamente por Cristina Kirchner, entre 2009 y 2010.
Los gobernadores del PJ ya frenaron las PASO en varias provincias, y pidieron que se suspendan a nivel nacional. Mientras que el kirchnerismo habilitó el debate, como se vio el martes de la semana pasada en el encuentro del PJ bonaerense en La Plata. Ese diálogo entre los intendentes justicialistas y camporistas continuará el 5 de noviembre, es decir, la semana que viene.
Pero en el Gobierno no creen que la suspensión de las PASO siquiera que sea viable. “Hicimos las cuentas y contamos sólo 12 diputados que no quieren las PASO”, dijeron. Además, está en juego el factor de los plazos. El último día para aprobar cualquier reforma electoral es el 31 de diciembre; todavía no se aprobó el Presupuesto, y quedan pocas sesiones antes de fin de año.
Cambios que sí
La decisión de sostener las PASO en el “albertismo” está tomada. Pero no descartan impulsar modificaciones en la ley electoral. Según adelantaron fuentes oficiales, piensan en dos iniciativas que no son excluyentes sino que se complementarían. La primera y más importante implicaría acortar el plazo entre la interna y la general, con el objetivo de evitar que se desencadene una fuga de dólares del mercado local en el período entre ambas elecciones. En Economía ven con buenos ojos esta iniciativa, porque le daría más tiempo a Sergio Massa para mostrar resultados económicos.
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El otro proyecto conllevaría introducir una reforma para que en las primarias se elijan candidatos, en lugar de fórmulas, como hasta ahora. Esto permitiría que el precandidato ganador en la PASO pudiera llevar como vice, en la elección general, a uno de sus antiguos competidores en la interna. La idea fue presentada al Presidente por Victoria Tolosa Paz, armadora bonaerense con origen y aspiraciones en La Plata, que trabaja en la estrategia electoral de Alberto Fernández y acaba de ser nombrada ministra de Desarrollo Social por Alberto Fernández.
Candidaturas
En el sector más duro del Gobierno consideran que Alberto Fernández está derrotado de antemano, como lo deslizó la ex ministra de Gobierno de Axel Kicillof, cercana al kirchnerismo, María Teresa García, ayer, durante una entrevista donde dijo que “la sociedad ya le ha dicho que no” a Alberto Fernández. Pero al Presidente, dicen, lo tienen sin cuidado ese tipo de declaraciones y no planea responder a ninguna, al igual que en el caso de Máximo Kirchner. “Él siempre se quedó callado cuando lo atacaron, y ahora no va a ser distinto”, sostuvieron en el círculo de Olivos.
Sí se mostraron seguros, a contramano de aquellas declaraciones, de que tiene posibilidades claras competir. Aunque admiten que su intención de voto bajó severamente desde la campaña de 2019, remarcan que aún conserva la mayor perspectiva electoral de cara a los sectores desencantados, por fuera del FdT.
Y consideran que su base de sustentación política en los movimientos sociales y la CGT está intacta, a pesar del malestar que mostraron con el Ejecutivo los “gordos” de la CGT; el sector más combativo de la central sindical -encabezado por Hugo Moyano-; y los movimientos sociales afines, por reclamos puntuales vinculados, respectivamente, con las paritarias y con el monotributo para la economía popular, que sigue frenado en el Congreso, entre otros temas. “Es pirotecnia, pero después los peronistas nos ordenamos”, sostienen en Balcarce 50.
Además, remarcan que ambos sectores respaldan, como el Presidente, la continuidad de las PASO. “Quieren, como Alberto, que elija la gente, como debería ser naturalmente. Que haya una gran movilización democrática dentro del peronismo”, sostienen. La semana pasada, durante sendos actos del 17 de octubre, los sindicalistas y los dirigentes de movimientos sociales lanzaron sus propios partidos y pidieron, cada uno a su modo, tener poder de decisión y lugares de importancia en las listas para cargos ejecutivos y no sólo legislativos, como ocurrió hasta ahora, cuando compitieron generalmente bajo el sello del FDT.
En el entorno de Alberto Fernández adelantan que no tiene planeado, como le exigen sectores del peronismo bonaerense y el propio camporismo, convocar al PJ nacional o a una mesa del Frente de Todos para tomar decisiones de gestión vinculadas a lo electoral. El pedido no es nuevo: se repitió en distintos períodos, con menor y mayor intensidad desde que empezaron los roces internos en la coalición de gobierno. La resistencia del Presidente, tampoco. “No es conveniente desde el punto de vista táctico. No sirve”, dijeron ayer.
Mientras tanto, Cristina Kirchner no tomó aún una decisión sobre el rol que jugará ella misma el año que viene. Varios dirigentes de La Cámpora y del kirchnerismo duro salieron en los últimos meses a arengar un operativo clamor para pedirle que compita por la Presidencia. Pero las señales que emanan desde el kirchnerismo son oscilantes. En el Instituto Patria aseguran que la ex mandataria también evalúa una postulación al Senado. Y el lunes, su hijo, Máximo Kirchner, sorprendió en una entrevista en El Destape cuando declaró que “no cree” que la vicepresidenta vaya a ser candidata. “Ha hecho un gran esfuerzo, el desgaste es muy grande en una Presidencia”, dijo.
La decisión de evitar que CFK designe desde su propia centralidad en el Frente de Todos no impidió que el Presidente y la vice dialogaran el pasado domingo para repasar la agenda del Gobierno. Ese día, Alberto Fernández anunció que Ferraresi se iba y sus asesores más cercanos explicaron a los periodistas que “hubo una consulta” a todos los socios de la coalición oficialista. Quisieron evitar los ruidos que se habían generado la semana anterior con la decisión inconsulta para los reemplazos en Trabajo, Desarrollo Social y Géneros. Una señal de la voluntad de mantener la calma en plena profundización de las diferencias en el FDT durante las últimas semanas.
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