“Al contrario del 2019, cuando mantuvieron viva hasta el final la hipótesis de que iba a jugar Cristina, con ese mensaje de Máximo el kirchnerismo descomprimió el escenario y abrió el juego para que los que quieran ser candidatos asomen la cabeza”. La reflexionó pertenece a uno de los ministros del gabinete nacional que ayer tomó con satisfacción el mensaje del hijo de la Vicepresidenta.
Máximo Kirchner se refirió al futuro de su madre y a una posible candidatura en las elecciones presidenciales del 2023. “Creo que Cristina no va a ser candidata”, aseguró. La frase ya tiene peso por si misma, pero agranda su volumen por la boca de la que sale. Quien la expresa en público es el hijo de la dirigente política más importante que tiene el país.
Pocas horas después de que el líder camporista aportara un destello de claridad al escenario político y electoral, en el peronismo se abrió un debate sobre el proceso de organización y discusión de poder que se llevará adelante si, finalmente, la Cristina Kirchner no es la candidata a la presidencia.
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Algunos dirigentes dentro del espacio creen que lo que dijo Máximo es una sentencia que modifica el tablero electoral y pone un freno al operativo clamor que había iniciado en el kirchnerismo duro dirigentes como el ex jefe de gabinete bonaerense Carlos Bianco o el presidente de la bancada oficialista en el Senado, José Mayans.
Otros relativizan la situación, advierten que es solo una frase y que falta mucho tiempo para que haya definiciones contundentes en el Frente de Todos. “Hemos aprendido que con Cristina no hay previsibilidad. La elección de Alberto en el 2019 no la vimos venir. Hay que creer en su capacidad para analizar el escenario”, indicó un importante funcionario del gobierno de Axel Kicillof.
El operativo clamor para que Cristina Kirchner sea candidata comenzó a gestarse el día del alegato del fiscal Diego Luciani en la causa Vialidad y el pedido de condena de 12 años de prisión, sumado a la inhabilitación para ejercer cargos públicos.
La militancia salió a la calle para defender a la Vicepresidenta de lo que consideraron que fue una embestida judicial y después, con el paso de los días, le pidieron intentar volver a la Casa Rosada. Las señales que hasta ahora dio Cristina son ambiguas.
Ese proyecto que nació en la calle sufrió un corte abrupto cuando Fernando Sabag Montiel intentó asesinar a Cristina Kirchner en la puerta de su departamento. A partir de ese momento, pese a la victimización que algunos sectores de la oposición pensaban que se llevaba adelante, el operativo clamor se agrietó.
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En las últimas dos semanas fue Alberto Fernández quien dio señales de autonomía y el que se buscó desmarcar de la Vicepresidenta, nombrando tres ministras sin consultarte una sola palabra. Los que están a su alrededor lo ven con voluntad de ser un actor importante el año que viene, aunque saben que difícilmente tenga posibilidad de competir.
Con la virtual salida de Cristina Kirchner del mapa de candidatos, en el peronismo se abren las ventanas para aquellos que quieren asomarse al 2023. En esa lista no hay muchos nombres propios que aparezcan en el espacio político como una opción posible. Ni por voluntad propia expresada en público, ni porque el sistema los empuje a un lugar preponderante.
En las filas oficialistas, además de Alberto Fernández, sobresale el actual ministro de Economía, Sergio Massa, quizás el hombre con mayor consenso, en las entrañas peronistas, para ser el próximo candidato. “Si esta jugada le sale bien a Massa, será el candidato. No hay mucho más”, sostuvo un funcionario nacional que conoce hace tiempo al Presidente y analiza el futuro del peronismo con absoluto pragmatismo.
En el massismo cultivan el perfil bajo y aseguran que están solo dedicados a la gestión. Incluso el ministro ha dicho en algunas reuniones privadas que su voluntad es competir en el 2027 y no el próximo año como la mayoría cree. De todas formas, en el peronismo creen que Massa especulará hasta último momento y al final del camino analizará si están dadas las condiciones para competir en el 2023.
Otro que aparece en la lista, y que en algunos sectores del Frente de Todos creen que tiene que levantar el perfil, es el actual embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli. El ex gobernador tiene ganas y está entusiasmado con la posibilidad de competir en los próximos comicios. A todos sus interlocutores les repite lo mismo: si Alberto Fernández se presenta a unas PASO, él no competirá. En caso contrario, saltará a la cancha.
Un cuarto nombre, empujado ayer por Máximo Kirchner, es el del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que hace largos meses que levantó el perfil y que trata de mantener algún tipo de equilibrio entre su lugar de pertenencia política y el rol institucional y político que ocupa en el Gabinete. Para el líder camporista el ministro con despacho en Casa Rosada tiene “la edad justa” para ser candidato a presidente.
Por el momento no aparecen otros nombres relevantes y con posibilidades de competir en las próximas elecciones. No hay gobernadores peronistas con volumen ni vocación de poder como para llegar a la recta final de la competencia, ni algún otro nombre propio que se asome como una opción de unidad del espacio.
En definitiva, para poder tener chances de ganar el año que viene, el peronismo no tiene más opción que competir unido. La diversificación de votos solo ayudará a la oposición.
En la otra vereda política la afirmación de Máximo Kirchner cambió algunas proyecciones. En Juntos por el Cambio hay sectores que consideran que si la Vicepresidenta no compite, las posibilidades de que Mauricio Macri lo haga, disminuyen de una forma importante, porque los niveles de polarización se achican.
La mirada parece no encajar con el tono electoral que Macri tuvo ayer en la presentación de su libro “Para qué”, donde volvió a pedir modificaciones profundas y la necesidad de un cambio en la forma de hacer política. Sin embargo, también se mostró como un padrino político de Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, los tres precandidatos del PRO para el año que viene.
“Falta el año más rico de todos, va a ser muy importante para cristalizar ideas y valores. Puede que al final termine en una propuesta de un cambio sin concesiones y con otra de un cambio con límites. La gente elegirá”, señaló. Macri se posicionó como un jugador central en el contienda electoral. Si no es candidato, será una figura clave en el ordenamiento de la coalición. Pero siempre estará mirando de reojo lo que haga la Vicepresidenta.
Si Macri no llegará a ser candidato, el radicalismo, de la mano de Gerardo Morales y Facundo Manes, intentará pelear un lugar de mayor trascendencia en la mesa de decisión política. Aunque, por como se comportaron hasta ahora, el gobernador jujeño está cada vez más cerca de Rodríguez Larreta; mientras que el neurólogo coquetea con el cordobés Juan Schiaretti y con la posibilidad de desmarcarse del macrismo.
Los dos radicales quieren ser candidatos y prefieren que Macri dé un paso al costado. Una posible salida de la Vicepresidenta de la contienda electoral, entienden muchos en la oposición, colaboraría con el corrimiento del ex Jefe de Estado, quien está convencido que el año que viene se enfrentan dos modelos de país diametralmente opuestos.
Los movimientos que haga Cristina Kirchner alterarán todo el escenario electoral y el juego de los demás contrincantes. Solo ella sabe si sus posibilidades de competir están vigentes y, en todo caso, si en algún momento realmente existieron. Su decisión, sea el día que sea que la tome, hará volar por los aires el tablero electoral. La Vicepresidente guarda en su cartera el poder de la sorpresa.
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