Falta menos de un mes para que empiece el Mundial de Qatar. Y aunque es un hito cultural, para el grueso del Gobierno representará, también, el final del año político pre-electoral. Con apremio por los tiempos que se acortan, los tres actores centrales del Frente de Todos, Sergio Massa, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, apuran las definiciones sobre las PASO y sobre la última reconfiguración en el Gabinete de 2022.
Mecanismos electorales en duda
En un frente político formalmente unido pero dividido en la práctica, al interior de los tres campamentos oficialistas debaten, aunque con disimulo, qué hacer con los mecanismos electorales para la pelea de 2023. La dicotomía se plantea entre mantenerlos como están, suspenderlos, o intentar modificarlos para que las primarias dejen de ser obligatorias.
Las PASO aún son objeto de debate al interior del kirchnerismo, que da señales oscilantes y evita asentar un posicionamiento claro. Algunos actores de peso, como Andrés Larrroque, plantearon la necesidad de reformularlas. Pero la conductora del espacio, Cristina Kirchner, aún se guarda las opiniones. Hace pocas semanas, la vicepresidenta le dijo a un importante funcionario, en un diálogo en confianza, que no estaba segura aún sobre la conveniencia de sostenerlas, a pesar de que fueron el resultado de su propia iniciativa, en 2009. Hoy, en el Instituto Patria dicen que aún lo está madurando. La líder política del FDT hace cálculos sobre las distintas realidades territoriales, y sobre la conveniencia de que se celebren internas según el distrito, y en la Nación, donde prefiere definir con la lapicera.
Sea cual fuere la decisión que vaya a imponerse en el ala dura, en un alto despacho kirchnerista aseguraron que cualquier debate formal será impulsado sólo una vez que esté aprobado el Presupuesto 2023. En caso de que la balanza de sus intenciones se incline a favor de la suspensión, necesitarán de la ayuda de la oposición. Una tarea que, a simple vista, parece titánica. Los actores de mayor peso en Juntos por el Cambio ya dieron el veto, en público, a cualquier iniciativa en ese sentido. Pero en encumbradas oficinas K aseguran que hay sectores en la oposición que se mostraron permeables a discutirlo. Y apuestan, también, al aval de los cordobeses que responden a Juan Schiaretti, y de los liberales de La Libertad Avanza, muy interesados en perjudicar a JXC.
Por lo pronto, la primera semana de noviembre se celebrará la esperada cumbre del PJ para elegir autoridades, en Mar del Plata, donde se debatirá la posición del partido a nivel local, que preside Máximo Kirchner. El jefe de La Cámpora mostró una postura ambigua en el encuentro partidario del martes pasado, en La Plata, y dentro de dos semanas deberá definirse: desde entonces quedarán escasas sesiones en el Congreso para impulsar cambios en las PASO, porque a partir del 1ro de enero estará prohibido, por ley, realizar cualquier modificación en la legislación electoral.
Sergio Massa, abocado a pleno a sus tareas económicas, también se cuida de reservar cualquier posicionamiento abierto sobre el sistema de los comicios. Pero fuentes de su entorno dejaron entrever que es uno de los principales interesados en que no haya PASO. O bien, de que se suspenda la obligatoriedad, uno de los caminos bajo evaluación para sortear la instancia previa a las Generales. El motivo principal son los plazos. “Si hay elecciones en agosto, el tiempo no le alcanza para mostrar mejoras en la economía”, dijeron cerca del ministro de Hacienda que quiere competir por la Presidencia el año que viene y no descarta un eventual aval del kirchnerismo a sus pretensiones.
Alberto Fernández, que esta semana se mostró enfrascado en su polémica discusión con el participante de Gran Hermano que lo acusó de “coimero”, evita -adrede- referirse al tema electoral, de importancia central para el oficialismo, como se verifica en los canales subterráneos. En su entorno se limitan a decir que “avala la discusión”, pero eluden brindar una postura abiertamente contraria para evitar el disgusto de los gobernadores.
Sin embargo, ayer, Daniel Scioli, uno de sus principales laderos, dio una pista. El embajador, que lo acompaña a distancia desde Brasil y aún conserva sus intenciones de candidatearse a la presidencia el año que viene -o bien de acompañar en una fórmula al Presidente en una intentona reeleccionaria- se mostró ayer claramente a favor de las PASO. “Tengo que ser coherente con lo que pensé siempre”, dijo, en una entrevista radial. El día previo, había conversado en persona con el Presidente, durante la visita que ambos tenían prevista a la planta que inauguró Whirpool en Pilar.
Cambios en el Gabinete
Scioli es uno de los candidatos para ocupar la titularidad de la Jefatura de Gabinete, que quedará vacante con la salida de Juan Manzur. Un botín que disputan varios funcionarios, entre ellos, Santiago Cafiero. El actual canciller ya ocupó ese cargo, entre 2019 y 2021, pero debió refugiarse en el Palacio San Martín cuando Cristina Kirchner lo eyectó de su silla tras las fallidas elecciones legislativas. Su regreso sería un avance fuerte de parte de Alberto Fernández frente al kirchnerismo. Y, creen algunos en la Casa Rosada, motivo de una eventual disputa fuerte e incluso de una eventual ruptura. La Cámpora, aunque le reprochó al Presidente que no consultara con Cristina Kirchner por la designación de Victoria Tolosa Paz en Desarrollo Social; Raquel “Kelly” Olmos en Trabajo y Ayelén Mazzina en Mujer y Género, perdonó la decisión. Pero un nombramiento a solas y de una figura repelida por el kirchnerismo -como la de Cafiero- en la Jefatura de Gabinete podría caer muy mal, advirtieron en La Cámpora.
También está bajo evaluación el actual secretario de Inteligencia, Agustín Rossi, que el año pasado, por diferencias en la estrategia electoral en Santa Fe, quedó distanciado de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner. Pasó sólo un año, pero desde entonces, la relación con el Presidente se recompuso, al punto de que hace algunos meses lo convocó para regresar al Gobierno. Mientras que el vínculo con Cristina Kirchner, aseguran en Gobierno, también mejoró, en especial a partir de los contactos que tuvieron por la investigación sobre el intento de magnicidio que desvela al kirchnerismo.
Rossi es considerado por su “volumen político”, su conocimiento público -aunque con imagen baja- y su manejo de la comunicación. Hoy ocupa un despacho importante, a metros de la Casa Rosada, y tiene diálogo fluido con el Presidente. Pero la AFI, por sus características, acota su margen de maniobra política y su vuelo en la arena pública, y, aunque en su entorno aseguran que está muy bien en el lugar que ocupa, en la Casa Rosada creen que estaría dispuesto a ir a la Jefatura de Gabinete.
También se evalúa que ocupe ese lugar el recientemente nombrado vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, quien se ocupa en la práctica de la coordinación de los ministerios, también parte del entorno de confianza del Presidente, que aún no se decidió por el reemplazo. De hecho, tampoco determinó el momento de la salida, y circulan distintas versiones. En el entorno de Manzur dicen que vuelve en febrero a Tucumán, para dedicarse a la campaña local junto a su reemplazante temporal en la gobernación, Osvaldo Jaldo. Pero en su entorno íntimo, hay quienes le señalan al Presidente la inconveniencia de tener, durante cinco meses, un ministro coordinador saliente, y recomiendan acelerar los tiempos. En esa recomendación hay intereses: el puesto representaría, para cada uno, un trampolín, aunque con aspiraciones diversas, durante la campaña electoral.
Por lo pronto, Alberto Fernández sabe que entre mañana y pasado habrá un fuerte embate de la Corte Suprema por el Impuesto a las Ganancias, y que la sesión del martes en la Cámara baja será un punto de inflexión para el último tramo de su mandato: si no logra aprobar el Presupuesto para 2023, será una señal de debilidad, tanto hacia afuera, como dentro del Gobierno.
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