Hugo Moyano fue el que le pidió a su hijo Pablo que no hablara en el acto que el kirchnerismo duro y un sector del sindicalismo organizaron el lunes pasado en la Plaza de Mayo para celebrar el Día de la Lealtad. Ese es el dato que circula de boca en boca en la Confederación General del Trabajo (CGT), donde deslizan que así se explicaría, además, por qué el díscolo dirigente del Sindicato de Camioneros tan cercano a La Cámpora no profundizó sus críticas contra Alberto Fernández, quien sigue manteniendo una relación personal muy estrecha con su padre.
“Es un acto de apoyo a nuestro gobierno, pero también con reclamos que tiene que ir resolviendo”, dijo Pablo Moyano al periodismo tras el acto kirchnerista, donde sorprendió que no haya sido uno de los oradores, como estaba previsto. Incluso destacó que el ministro de Economía, Sergio Massa, “esta haciendo un esfuerzo importante” y le pidió que elimine el Impuesto a las Ganancias y otorgue un aumento de suma fija para los trabajadores de menores ingresos.
Ayer, el secretario adjunto de Camioneros señaló a Radio 10: “Vamos a seguir bancando a nuestro gobierno, vamos a seguir marcando los reclamos que llevamos adelante”. Y luego fue más duro: “Llegó el momento de que el Presidente y la Vicepresidenta, los que tienen verdaderamente el poder, se dejen de joder, se junten y empiecen a pensar en serio en el pueblo argentino”.
“Es lamentable que en un gobierno peronista les falte un plato de comida a millones de argentinos, es lastimoso”, resaltó el hijo mayor de Hugo Moyano, tras lo cual consideró que “si el Gobierno no le encuentra un freno a la inflación, es todo al pedo”.
La ofensiva de Facundo Moyano contra el gobierno bonaerense
La división política de la familia Moyano también alcanza a Facundo, el secretario adjunto del Sindicato del Peaje, quien este lunes fue al acto de la Plaza de Mayo con su propia “forma de pensar”, según destacó, y, como un fuerte cuestionador del Gobierno en general y del kirchnerismo particular, declaró que “La Cámpora es parte de este fracaso, son el gobierno y el poder”.
Incluso tomó distancia de su hermano Pablo, con quien casi ni se habla, al sostener que no estaba de acuerdo en que “el sistema político se haga cargo de una fecha histórica que es de los trabajadores”, en alusión a La Cámpora. Luego, destacó: “El discurso de algunos dirigentes que se llaman peronistas no me representa, sólo compartimos la denominación de ser peronistas”.
Facundo Moyano también castigó al ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque, de La Cámpora: “El otro día lo escuchaba al ‘Cuervo’ Larroque hablar de la distribución del ingreso… Flaco, sos funcionario de una provincia que tiene el 11% de indigencia. ¿De qué estamos hablando? Renunciá y tené la autoridad después de criticar desde afuera. Ahí sí te la banco”.
Con el gobierno bonaerense en la mira, el sindicalista profundizará la semana próxima el plan de lucha en AUBASA —compañía del Estado provincial— por un combo de reclamos: paritarias, “abandono” de la empresa, precarización laboral y despidos, en un conflicto teñido por la insistencia gremial en que renuncie su presidente, Ricardo Lissalde, a quien defiende el gobernador Axel Kicillof.
Algunos dirigentes sindicales le reprocharon a Pablo que haya “entregado” a La Cámpora el acto en la Plaza de Mayo. “Es una falta de respeto a la historia del peronismo”, llegaron a decirle. El adjunto de Camioneros no contestó los mensajes. Sólo se mantuvo en contacto con su padre, con quien sostiene una relación tirante por las profundas diferencias ante la crisis de la obra social del sector.
El acto de la CGT, en espejo con uno de las 62 Organizaciones
Horas antes de que Pablo Moyano se movilizara con Máximo Kirchner y la CTA kirchnerista de Hugo Yasky, la mayoría de la CGT realizó un acto en el estadio de Obras Sanitarias, con la excusa de festejar el Día de la Lealtad Peronista, para lanzar el Movimiento Nacional Sindical Peronista, una estructura desde la cual procurarán disputar espacios de poder y lugares en las listas para las elecciones de 2023.
Se trata de una recreación de las históricas 62 Organizaciones, que lideró el metalúrgico Lorenzo Miguel y que fueron relanzadas el 1° de septiembre pasado por José Ibarra, titular de la Federación de Conductores de Taxis, al frente de una veintena de sindicatos. Este lunes también hicieron un acto en La Plata, donde también hubo planteos al Gobierno: “Es fuerte el enojo de la clase trabajadora”, dijo Ibarra, aunque aclaró que sus críticas “no implican que querramos ir por afuera” del PJ en las elecciones “Somos peronistas y vamos a ir por la bandera de la justicia social”, agregó.
En el acto de Obras Sanitarias, copado por militantes sindicales alineados con “los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo, los objetivos de la cúpula de la CGT quedaron a la vista: “Queremos poner concejales, legisladores provinciales, diputados y senadores nacionales”, afirmó Gerardo Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT y líder de la UOCRA. “No podemos ser convidados de piedra y nos van a respetar porque tenemos la fuerza”, advirtió.
La distancia que tomó la central obrera de Alberto Fernández fue tanta que hasta el cotitular cegetista Héctor Daer, de Sanidad, el sindicalista más cercano al Presidente, se quejó en su discurso: “La CGT no está sentada en los lugares en los que se define la política”. “Necesitamos construir un espacio político que tenga la capacidad de resolver los problemas que aquejan a los argentinos —puntualizó—. No queremos romper ningún frente. Queremos un gobierno con los trabajadores adentro”.
“Hoy es un día de reflexión que tiene que servir para reforzar aciertos y corregir errores. Hay que volver al origen para recuperar el significado del peronismo”, dijo en el acto cegetista José Luis Lingeri, secretario de Acción Social de la CGT y titular del Sindicato de Obras Sanitarias.
Con Pablo Moyano asociado a La Cámpora y la mayoría de la CGT brindando un gesto de autonomía política, el sindicalismo peronista consolidó su fractura y entró de lleno en la campaña electoral. Ahora, la iniciativa está del lado del Gobierno. La central obrera espera una reunión con la flamante ministra de Trabajo, Kelly Olmos, a la que apoyaron a regañadientes porque esperaban que el Presidente les consultara el nombre de quién iba a suceder a Claudio Moroni en la cartera laboral.
En la agenda con Olmos también hay diferencias entre Pablo Moyano y la alianza que maneja la CGT, que rechaza la insistencia moyanista-kirchnerista en un aumento de suma fija y prefiere que los aumentos salariales sean negociados en las paritarias por empresarios y sindicalistas.
Así, entre las fisuras políticas en la familia Moyano y el agravamiento de la pelea en la CGT, el Gobierno sumó más problemas para contener las críticas contra el ajuste económico y encarar con menos turbulencias las definiciones electorales para 2023. Y este escenario inquietante, para colmo, promete nuevos capítulos que pondrían en aprietos al Frente de Todos.
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