Alberto Fernández: “En este Gobierno, ¿alguien les pidió un centavo para hacer obra pública? En este Gobierno que entregó 65.000 viviendas, ¿alguien les pidió algo para poder llevar adelante esas obras? En este Gobierno, ¿alguien los mandó a espiar? En este Gobierno, ¿alguien usó a la AFIP para que se metan en las empresas de aquellos que nos critican? Los desafío porque la respuesta es no”.
La frase fue contundente y dura. Cayó como un balde de agua helada entre los empresarios que lo escucharon con atención durante los minutos que habló. Mientras pronunciaba las palabras, el murmullo se apoderó de algunas mesas del salón del Hotel Sheraton de Mar del Plata donde se llevó a cabo el 58° Coloquio de IDEA bajo la consigna “Ceder para crecer”.
Se supone, indicaron algunos empresarios a Infobae, que lo normal es que la AFIP no te persiga, que la agencia de inteligencia no te espíe y el Gobierno no te pida plata para hacer obra pública. Aunque, reflexionaron, el oficialismo sí les pidió un aporte, que fue el aporte extraordinario que hicieron y que se conoció como el impuesto a las riquezas.
El Presidente viajó a la ciudad balnearia con un objetivo muy claro: defender su gestión. Y lo quiso hacer mostrando filminas, en el rol de profesor que asegura no poder abandonar, con las que expuso al auditorio los números de la economía que logró su gobierno. Siempre remarcando que fue atravesado por la pandemia, la deuda generada por Mauricio Macri y el impacto de la guerra en Ucrania.
En un primer cuadro mostró como la actividad económica cayó durante la pandemia, pero luego levantó hasta superar en julio de este año el promedio del 2019. Fue un 7,4% mayor. En otra imagen mostró que de agosto del año pasado al mismo mes de este año la construcción creció un 7,3%; 18% en producción de gas y 52% de petróleo; hubo un crecimiento del 88,5% de la industria automotriz y aumentaron 59,7 mil millones de dólares las exportaciones.
En otro cuadro marcó que la industria está en los mayores niveles de producción de los últimos seis años y destacó que lleva 27 meses consecutivos creando empleo registrado. Aseguró que desde julio del 2020 se crearon más de 1.300.000 nuevos puestos de trabajo, de los cuales 400.000 son empleos asalariados formales privados.
En base a esos datos, Fernández hizo hincapié en que los empresarios, y la sociedad en general, tiene que mirar “el vaso medio lleno”. El Presidente defendió los números de su gestión con uñas y dientes. Con un tono potente intentando plantarse frente a un auditorio que ya sabía que lo iba a mirar de reojo. Buscó imponer autoridad desde el discurso y desde las formas.
El Jefe de Estado cree que los empresarios no valoran esos datos concretos de la realidad económica. Por eso tomó la decisión de plantarse en el auditorio a intentar que le reconozcan que su gestión tiene algunos méritos que no se los pueden discutir. Considera que tienen una mirada parcial e injusta.
La defensa que ejerció es un eslabón más del relanzamiento político que realizó con el recambio de gabinete y el nombramiento de las ministras de Trabajo, Desarrollo Social y Mujeres, Diversidad y Género. Un proceso en el que busca tener más autonomía. Un proceso que ya intentó llevar adelante tiempo atrás y lo dejó a mitad de camino.
“Tiene ganas de ser un actor protagonista. De ir al frente”, aseguraron en su entorno sobre el cambio que tuvo en sus discursos, sus decisiones y su postura pública. Intenta salir del pozo de debilidad en el que había quedado después de la asunción de Sergio Massa en el Ministerio de Economía, a quien no nombró en todo su discurso en IDEA.
Fernández utilizó la letra de la canción La Cigarra, de Maria Elena Walsh, para marcar que los argentinos se levantaron en muchos momentos de la historia y salieron adelante. Pero también pareció ser un sugestivo mensaje con una doble interpretación política.
En un momento de endeble autoridad, cuestionado por el kirchnerismo y distanciado de Cristina Kirchner, recordó el fragmento de la canción que dice “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando”. Fernández pareció querer marcar que sigue fuerte aunque los integrantes de su propio gobierno digan que es un presidente débil.
A los empresarios no les cayó bien el discurso del Presidente. No esperaban que viniera a hablarles con ese tono y de forma que, según entendieron, fue imperativa. Mientras brindaba el discurso las caras de algunos empresarios empezaron a transformarse y los gestos de fastidio a repetirse. Algunos sintieron que el jefe de Estado los vino a retar acusándolos de no mirar el vaso medio lleno.
Lo cierto es que el sector empresario se vio más atraído por la oposición, que pasó por IDEA en búsqueda de generar un acercamiento con los empresarios. Los dirigentes de Juntos por el Cambio ya están jugando sus fichas en el tablero electoral. Se mueven en ese sentido y con esa lógica.
La mayoría de los empresarios quiso estar en el almuerzo con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta fue el único que despertó aplausos en la platea cuando durante un panel prometió, junto al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, enviar un proyecto de ley al Congreso para la modificación del sistema de multas laborales.
Alberto Fernández mostró, una vez más, que quiere recuperar fuerzas en el medio del vendaval. Afirmarse sobre la base endeble de un gobierno desgastado. “Debo ser re débil, pero el que afrontó la deuda con el FMI se llama Alberto Fernández, el que afrontó la pandemia se llama Alberto Fernández y el que fue a buscar las vacunas se llama Alberto Fernández”, fue el cierre del Coloquio.
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