Mientras La Cámpora y Pablo Moyano, aliados circunstancialmente en un clima de creciente conflicto laboral, amenazan con impulsar una manifestación escindida de la CGT y sin presencia de Alberto Fernández para el 17 de Octubre, desde la Casa Rosada intentan negociar una tregua para la jornada que, alegan, simboliza la unidad del peronismo. En el fondo, quieren evitar que la figura del Presidente quede aún más desgastada de cara a un fin de año complicado. El kirchnerismo, mientras arremete contra Claudio Moroni, se muestra dispuesto a escuchar y deja en suspenso la organización de una manifestación escindida del Ejecutivo.
“No hay nada cerrado, sólo está lo de la CGT”, dijo ayer por la tarde un alto funcionario con despacho en la Casa Rosada, en alusión al acto que preparan “los gordos” de la central sindical, también sin Alberto Fernández. El Presidente les había propuesto a los gremios más importantes hacer una demostración de fuerza en conjunto en Tucumán, junto a gobernadores del PJ, pero finalmente los sindicalistas decidieron armar solos, sin el Gobierno -y sin Pablo Moyano- en el Estadio Obras, y aprovechar la ocasión para lanzar su propio espacio político.
Mientras tanto, otro colaborador del Presidente dialogaba con los mandos medios de La Cámpora sobre cómo llevar el 17 de Octubre. El mensaje que ordenó llevar Alberto Fernández al kirchnerismo es la defensa de la unidad ante la militancia. Está preocupado por el nuev recalentamiento de la interna, evidenciado en el último avance K -esta vez sobre Moroni-, y en el inminente regreso del titular de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, a Hurlingham para pelear con el camporismo local de cara a los próximos comicios. Aún así, fiel a su estilo “conciliador”, el jefe de Estado está dispuest a hacer el intento de calmar las aguas.
Su objetivo es defensivo. Si hubiera una doble marcha sería el peor escenario para Alberto Fernández, que fue obligado a adoptar un perfil muy bajo después de la corrida cambiaria y de la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán. Teme que su figura quede aún más devaluada si el sector más importante de la coalición oficialista y el sector combativo de la CGT le dieran la espalda en conjunto, no sólo en calidad de Presidente de la Nación, sino como titular del PJ Nacional, durante la jornada más importante para el partido.
El kirchnerismo escucha los planteos y sopesa las consecuencias de avanzar a máxima velocidad contra la Casa Rosada. Si bien hasta el miércoles estaba prácticamente cerrada la manifestación en la Plaza de Mayo, ayer por la tarde un alto comandante de La Cámpora deslizó a Infobae que la marcha simultánea a la de la CGT de Héctor Daer y Carlos Acuña, excluyendo al Presidente, añun se está evaluando. Y deslizó que aún existen posibilidades de que se frene, cambie de forma, o se atenúe. Otro vocero de la organización ratificó la alianza, muy reciente, con Moyano, pero aseguró que “no está cerrada” la demostración de fuerza paralela del kirchnerismo con los camioneros y la CTA para el 17 de octubre. Esperan la opinión de Cristina Kirchner, que aún no dio señales claras sobre cómo avanzar ese día.
El hecho de que estén evaluando escuchar el pedido de Alberto Fernández no significa, dijeron cerca de Máximo Kirchner, que vayan a claudicar en el avance sobre Moroni. “Es el último resabio de la era Guzmán. Se tiene que ir para afrontar el año electoral con gestión”, ratificó un alto funcionario K.
Y es que los preparativos para el Día de la Lealtad, que se celebra dentro de 10 días, coinciden con el más reciente recalentamiento de la interna del Frente de Todos. Las tensiones entre el Instituto Patria y la Casa Rosada, que habían mermado tras la crisis de julio, empezaron a crecer nuevamente la semana pasada. Pasado el período de reorganización ministerial que tuvo eje en el desembarco de Sergio Massa en Hacienda, y superado el desconcierto inicial por el ataque a Cristina Kirchner, el kirchnerismo retomó las embestidas contra el “albertismo”. Esta vez, con la mira puesta en Claudio Moroni, uno de los tres miembros del Gabinete que aún responden al mando directo del primer mandatario. Y a través de movimientos para intentar ocupar, tras la inminente salida de Zabaleta, el Ministerio de Desarrollo Social.
Los cuestionamientos contra el Ejecutivo volvieron a empezar la semana pasada, durante el conflicto en la industria del neumático, a raíz de las dificultades de la cartera laboral para resolverlo. Y esta semana se cristalizaron a pleno en la voz de Andrés Larroque, el secretario general de La Cámpora y ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense, que lo acusó de tener una gestión poco eficiente y de fallarles a los trabajadores del SUTNA, uno de los gremios chicos de izquierda que casi frena la producción de vehículos.
La historia de avances sobre la Rosada se repite, y en Balcarce 50 intentan, nuevamente, resistir el embate, esta vez contra Moroni. A pesar de los antecedentes negativos, esta vez los envalentona el apoyo explícito de “los gordos” de la CGT, que consideran al ministro de Trabajo un aliado, tanto frente a las empresas, como en la interna de la central sindical, contra Pablo Moyano. Quieren, a toda costa, evitar que los golpes del kirchnerismo empañen el Día de la Lealtad para Alberto Fernández, que si bien ya no espera ser el principal orador, como antaño, aspira a negociar una tregua para que, al menos, haya un solo acto.
Mientras tanto, las organizaciones sociales afines a la Casa Rosada esperan, algo apartados, a que los líderes del Frente de Todos lleguen a un acuerdo. “Estamos mirando todo desde atrás, no nos vamos a meter”, dijeron desde el Movimiento Evita, cuyos principales líderes, Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro, vienen tomando distancia del Presidente, pero, a falta de otras opciones viables, aún se identifican con su liderazgo. Un funcionario de esas filas dijo a Infobae que creen que lo mejor es que no haya ningún acto político, y que los actos por la representativa jornada queden en manos de los líderes sindicales. Esa posibilidad aún está abierta, dicen en La Cámpora, pero evitan brindar definiciones sobre la icónica fecha que encuentra a la coalición de gobierno, al filo del año electoral, totalmente agrietada.
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