El número sorprendió a las cámaras empresarias y subió el techo de las negociaciones salariales que están cursando una segunda etapa. Fue una cifra récord. El número más alto obtenido en esta nueva etapa fue el que logró el Sindicato del Seguro, con un 110% de enero del 2022 a enero del 2023. Pero ayer el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros rompió ese techo y pidió un aumento 131%.
En el Gobierno aceptan que las negociaciones salariales de Camioneros se pueden tensar la semana que viene, cuando las partes vuelvan a reunirse en el ministerio de Trabajo. Una paritaria tan importante como la que protagonizan los camioneros va a marcar el pulso del resto de las negociaciones salariales, y expone con claridad el aumento imparable de la inflación.
La semana pasada el conflicto que se generó por la discusión salarial entre el sindicato del Neumático (SUTNA) y las empresas que producen neumáticos - con bloqueos en las empresas y cadena de producción parada - fue una paritaria que se terminó cerrando en el 16% para el quinto tramo de la revisión salarial 2021/2022. Es decir, que el total para ese período fue de un 66%.
En esta instancia, Moyano está negociando el período que va de noviembre de este año a abril del 2023. De abril a octubre del 2022 Camioneros cerró un 31%. Si lograra su objetivo de que las empresas avalen un 131%, el acumulado de 12 meses llegaría a un aumento del 162%.
Para el año que viene, según marca el Presupuesto que el oficialismo está defendiendo en la Cámara de Diputados, la inflación proyectada es del 60%. Moyano pidió el doble para un período de 6 meses. Es el retrato de la situación extremadamente compleja que vive el Gobierno.
En el kirchnerismo esperan que el ministerio de Economía avance con un control de precios más exhaustivo y que le ponga un freno a los formadores de precios de los alimentos. Es decir, la línea que marcó Cristina Kirchner cuando le pidió a Sergio Massa “política de intervención más precisa y efectiva en el sector”. Creen que es ahí donde hay que apuntar para tratar de cortar la dinámica inflacionaria.
“No hay que apuntar siempre al salario de los trabajadores. Hay que discutir con los formadores de precios, que son unos pocos”, reflexionó un importante funcionario nacional, que considera que Massa no está ejerciendo presión sobre ese sector para frenar el aumento de precios a un ritmo galopante y que la discusión está más volcada en el aumento paritario y los bonos no remunerativos.
Al ritmo en que están aumentando los precios, a fin de año la gestión de Alberto Fernández podría superar una inflación acumulada del 296,8%, que fue el número final de los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri. Es decir, la misma inflación pero en un año menos.
Las cifras son preocupantes, sobre todo porque en el Gobierno nadie puede asegurar que con las políticas implementadas el año se cerrará con menos del 5% mensual. Para la próxima medición del INDEC, que se conocerá el 14 de octubre, en las filas oficialistas no creen que el número logre perforar el piso del 6%.
Si el contexto económico e inflacionario es preocupante y las paritarias rompen techos nunca imaginados, la vida interna del Frente de Todos no es menos compleja. Uno de los sectores que volvió a exponer la convivencia bajo tensión es el sindical, que en estos días juega un rol central en las discusiones paritarias.
La CGT se reunió ayer en la sede de la UOCRA para resolver qué harán el 17 de octubre, Día de la Lealtad peronista, y excluyeron de la convocatoria a Pablo Moyano. Una vez más. Como ya había pasado la semana anterior con la cena que tuvieron con Alberto Fernández en la Quinta de Olivos, encuentro del que también quedó afuera el líder camionero.
Fernández es un obsesivo de la unidad en el Frente de Todos. No es casualidad que la semana pasada él se haya encargado de llamarlo a Moyano para evitar que se vaya de la CGT y rompa el triunvirato que conduce la central obrera. Sin embargo, la tensión en ese vínculo político-sindical es cada vez mayor. Existe una separación de hecho que no se materializa y que preocupa puertas adentro de la Casa Rosada.
El Frente de Todos se encamina a vivir un 17 de octubre fraccionado. Justo en el día de la Lealtad, todos estarán separados. La CGT hará su propio acto, Cristina Kirchner no participará de ninguno, como consecuencia del atentado que sufrió, y Alberto Fernández aún no tiene definido que hará, ya que su intención de mostrar unidad en un acto en Tucumán, quedó sepultada.
Aunque hay mayor paz interna en la coalición, es un momento delicado el que vive el Gobierno. Inflación creciente, conflicto salariales y tensión en el ala sindical. La unidad de emergencia que el oficialismo consiguió después del arribo de Sergio Massa al Palacio de Hacienda ha sufrido un deterioro. Está a la vista.
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