Tras la crisis de los neumáticos, mientras el conflicto social ocupa el lugar más alto de la lista de preocupaciones del Gobierno, hoy empezó, formalmente, la paritaria del poderoso gremio de los Camioneros. En una primera audiencia en el Ministerio de Trabajo con las cámaras empresarias, el líder del sindicato, Pablo Moyano, exigió un porcentaje históricamente alto de aumento en un escenario de inflación descontrolada: 131 por ciento. La semana pasada, entre amenazas, había deslizado la posibilidad de llevar a cabo medidas de fuerza si no se cumplen sus expectativas.
El encuentro de arranque de la paritaria, en la sede de avenida Callao de la cartera de Trabajo, duró menos de una hora, y, por tratarse de la primera instancia, transcurrió sin sobresaltos. Pero se auguran negociaciones tensas a partir de las próxima semanas. Por parte de la patronal, participaron la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEACC); la Confederación Argentina del Transporte Aumotor (Catac); y la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (Faetyl). El Estado estuvo representado por la directora de Relaciones Laborales, Gabriela Marcello, y los trabajadores, por Moyano.
En Trabajo le restaron importancia a la expectativa sobre las conversaciones de hoy. “Fue sólo la firma del acta de apertura, con la fijación de la fecha de la primera audiencia”, dijeron en la cartera del ministro del riñón de Alberto Fernández, Claudio Moroni, que prefirió no participar, pero podría estar más adelante, si las cosas se complican. De hecho, la semana pasada debió intervenir personalmente con el SUTNA hasta altas horas de la madrugada del jueves, mientras era apuntado nuevamente por el kirchnerismo, crítico de su gestión y partidario de que se lo reemplace.
Los empresarios, en cambio, quedaron en alerta, y mantenían sendas reuniones en sus propias oficinas después de la charla con el hijo de Hugo Moyano. Esperaban un pedido alto en el contexto inflacionario, pero el 131 por ciento, señalaron, es récord, y duplica el porcentaje previsto por el Ministerio de Economía en el proyecto de Presupuesto del año que viene, previsto en un 60 por ciento. “Se exceden, claro. Pero en la Argentina los números se exceden solos, el mercado se excede”, deslizaron, con hartazgo por la situación económica, en una de las cámaras.
El pedido de Moyano representa uno de los porcentajes más altos de la última serie de negociaciones paritarias (el sindicato del Seguro, por ejemplo, cerró en un 109 por ciento, un número considerado muy alto en comparación con gremios de menor envergadura). Y se mostró dispuesto a endurecerse si las empresas no ceden. La semana pasada, antes de siquiera sentarse a dialogar, amenazó con iniciar acciones de protesta si le impiden obtener un número para “ganarle a la inflación”.
“Lo de los neumáticos va a ser un poroto al lado nuestro”, había dicho el referente camionero, que se posiciona con cada vez más énfasis en una postura combativa dentro de la CTT, donde desde hace meses se encuentra envuelto en una fuerte interna frente a sus rivales moderados, Héctor Daer y Carlos Acuña, cercanos a Alberto Fernández y Sergio Massa. Recientemente, el camionero, desplazado de la toma de decisiones de la central cegetista, había advertido que estaba a punto de escindirse. Pero frente a la falta de apoyo interno, inclusive entre sus aliados, y luego de una serie de diálogos con el Presidente, que buscó disuadirlo, debió dar marcha atrás.
En un contexto de paritarias, con reaperturas de fin de año, discusiones sobre los segundos tramos, y diálogos respecto de los montos proyectados para el año que viene, la Casa Rosada mira con mucha preocupación la negociación salarial de los camioneros. Cerca de Alberto Fernández están desesperados por evitar una escalada en los conflictos antes del Mundial, en un clima político al que ya se refieren como “pre-diciembre”.
La semana pasada, el Presidente debió intervenir personalmente para ayudar a resolver el conflicto entre los trabajadores de la industria del neumático, SUTNA, y las empresas, Bridgestone, Pirelli y Fate. Curiosamente, lo hizo con ayuda del propio Moyano, que se ofreció como mediador por su buena relación con el líder gremial de izquierda Alejandro Crespo. En distintos diálogos, el primer mandatario tanteó los ánimos y le pidió al camionero flexibilidad en la crisis económica.
En Trabajo sabían que la reunión de hoy se llevaría en términos cordiales, porque era la primera audiencia, de apertura, pero en Gobierno no descartan que pueda complicarse la semana que viene. Fuentes de las cámaras empresariales también destacaron que hubo un “clima de conversación”. “Si hubiera empezado todo mal, se terminaba en 5 minutos”, dijo una fuente. Pero también prevén que los diálogos se vuelvan más ásperos, una vez que las empresas hayan llevado su contrapropuesta.
El kirchnerismo, por su parte, tomó distancia en los últimos días de los intentos de calmar las aguas. El jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, inclusive apoyó al gremio de los neumáticos, que días atrás había parado prácticamente por completo producción, poniendo en riesgo la industria automotriz. En un discurso desde Morón frente a la militancia, el hijo de Cristina Kirchner lanzó, así, un tiro por elevación contra Sergio Massa, el ministro de Economía que asumió hace sólo dos meses y que en el conflicto del SUTNA se había mostrado muy crítico de la medida de fuerza adoptada por el gremio.
Las declaraciones de Máximo se sumaron al tuit del miércoles pasado, donde la vicepresidenta había apurado a la Secretaría de Producción -que conduce Matías Tombolini bajo el mando de Massa- a tomar medidas para paliar la inflación de manera urgente. De todas formas, tanto en el Instituto Patria como en Hacienda intentan poner paños fríos sobre estas diferenciaciones -que llegan después de dos años de insistentes internas en el Gobierno-. En cambio, aseguran que la relación entre el kirchnerismo y el massismo sigue siendo fluida.
Después de la presentación del Presupuesto en el Congreso, hoy el titular del Banco Central, Miguel Pesce, defendió el proyecto en Diputados, ratificó la proyección oficial de aumento de precios del 60 por ciento y explicó cómo planean bajar la inflación. Frente a la Comisión de Presupuesto y Hacienda, el funcionario descartó una devaluación “brusca” en 2023 y aseguró que están “esperando” que los aumentos de demanda “dejen de ser respondidos con precios y produzcan más producción”. Para que esto ocurra necesitarán varios, largos meses. Mientras tanto, en la agenda más próxima del Gobierno se impone la inquietud sobre el devenir de los conflictos gremiales y sociales en ascenso.
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