A punto de cumplirse un mes del atentado en el que quisieron matar a Cristina Kirchner, la Justicia procesó en la noche del viernes a Nicolás Gabriel Carrizo, el denominado jefe de los “copitos”, y a Agustina Díaz, amiga de Brenda Uliarte, como partícipes secundarios del plan de asesinato a la Vicepresidenta, revelaron a Infobae fuentes judiciales. La decisión la tomó la jueza María Eugenia Capuchetti, que los embargó a cada uno por 100 millones de pesos y dispuso que sigan detenidos con prisión preventiva. “Quedó demarcada la intención previa, preordenada y directa que han tenido los imputados de acabar con la vida de la víctima”, afirmó la jueza.
Según el fallo al que accedió Infobae, el atacante Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte podrían haber llevado adelante el plan de matar a CFK sin la ayuda de Carrizo y Díaz, pero los dos tuvieron pleno conocimiento de la intención de asesinar a la vicepresidente y volvieron a interactuar con Brenda, cuando “Nando” ya había quedado arrestado a metros de la casa de la ex presidenta, tras el fallido intento de dispararle en la cara. Es más, el reporte de geolocalización de los celulares confirma que ni Carrizo ni Agustina Díaz estuvieron en el lugar del hecho esa misma noche.
“Los sucesos del 1° de septiembre fueron el capítulo final del plan delictivo que previamente habían acordado, diseñado y estudiado Brenda Elizabeth Uliarte, Fernando André Sabag Montiel, Nicolás Gabriel Carrizo y Agustina Mariel Díaz”, sostuvo Capuchetti tras la reconstrucción que permitieron hacer el análisis de los celulares de los implicados. Todo comenzó el 22 de abril cuando Brenda contó que había comprado una pistola semiautomática que luego usó su novio para intentar matar a CFK.
Sin embargo, dijo la jueza, “corresponde hacer una distinción en la participación que le corresponde tanto a Carrizo como a Díaz”. Y detalló: “Es que si alguien no tiene objetivamente el dominio sobre el acontecer de un hecho y no toma parte en el ejercicio del mismo –si no tiene las riendas del evento–, no puede ser autor. Brenda y Sabag Montiel fueron los coautores. Y Carrizo y Díaz, cuyo rol estuvo supeditado a la ejecución del hecho por parte del resto de los intervinientes, sólo pueden responder en calidad de cómplices”.
“Planificar no es lo mismo que ejecutar”, señaló Capuchetti. Y les asignó un rol de partícipes secundarios porque, de no haber efectuado sus contribuciones, el delito igualmente podría haberse configurado de la manera en que se hizo y conforme la concreción del plan criminal acordado. Es más, el fallo sostuvo que “si bien Carrizo formalizó un aporte mediante la entrega de un arma de fuego, lo cierto es que se trataba de un calibre .22 y dicha arma no fue la utilizada por Sabag Montiel para llevar a cabo la conducta ilícita”.
Según concluyó, Carrizo y Díaz, junto a Sabag Montiel y Uliarte, llevaron adelante el acuerdo premeditado para darle muerte a Cristina Kirchner. “El análisis global de las conversaciones mantenidas entre ellos permitió establecer que todos los imputados confluyeron en el propósito de causarle la muerte a la Vicepresidenta de la Nación, intercambiando opiniones acerca del modo en que debía ser llevado a cabo el hecho”. Quedaron así señalados como partícipes secundario de “homicidio calificado, agravado por el empleo de armas de fuego, alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, en grado de tentativa”.
En la noche del 1 de septiembre pasado, Cristina Kirchner volvía a su casa del Senado. Su casa se había convertido en un centro de reunión de militantes desde que el lunes 22 de agosto el fiscal Diego Luciani había pedido 12 años de prisión para ella bajo la acusación de asociación ilícita y defraudación al Estado. El sábado 27, el clima se había agitado aún más cuando la Policía de Ciudad intentó poner vallas en torno al edificio de Juncal y Uruguay. Según se determinó en la causa, ese día Sabag Montiel y Brenda Uliarte desistieron de llevar adelante el intento de matarla. Es que la Vicepresidenta ya había entrado a su casa después de hablar ante sus seguidores, ya quedaba poca gente y encima había cámaras de periodistas. “Que hija de puta la Cristi…Se da cuenta”, dijeron. El operativo se activó en la noche del jueves siguiente.
“Nando” fue el hombre que apuntó una pistola calibre .32 en la cabeza de la ex presidenta cuando la referente del Frente de Todos bajó de su auto y comenzó a saludar y firmar autógrafos. Justo un libro cayó a sus pies. El arma no gatilló porque no tenía bala en la recámara, aunque cargaba otras cinco municiones. La titular del Senado ni se dio cuenta que habían intentado matarla. Con el aval de la custodia, se quedó saludando un rato más. Montiel, en tanto, fue atrapado cuando intentó escapar por los propios integrantes de La Cámpora. Le dejaron el ojo en compota.
Brenda lo acompañó durante todo el día, incluso hasta esa esquina, con una bolsa blanca. Aunque horas después dijo en los medios que no tenía nada que ver y que no lo veía desde hacía dos días. Lo hizo cuando dio una entrevista junto a Carrizo y otros cuatro jóvenes a los que se denominó “los copitos” porque todos -incluido Sabag y Uliarte- trabajaban vendido algodón de azúcar en la calle. Era mentira todo lo que Brenda había contado públicamente. La Justicia ordenó su detención en la noche del domingo 4 de septiembre.
A Agustina Díaz la arrestaron en la noche del 13 de septiembre. Fue después de que en el teléfono de Brenda le encontraran diálogos en donde Agustina estaba agendada como “Amor de mi vida”. “Mandé un tipo para que la mate”, le decía Brenda, mientras su amiga lo celebraba. Después del atentado, la joven de 21 años le preguntaba a Brenda por qué había fallado “el tarado” y le recomendaba descartar el celular. En su defensa, la joven aseguró que pensó que todo era una fantasía y que sólo le siguió la corriente.
Carrizo, en tanto, había declarado como testigo y entregado su celular. También el teléfono se convirtió en su camino a prisión. “Esto estaba planificado para dentro de una semana. Hizo todo mal. Es un pelotudo”, le dijo en un chat a su hermanastra Andrea después del atentado. Estaba preocupado porque él les había dado un arma calibre .22 que pensó que habían usado para intentar ejecutarla. Y al mismo tiempo celebraba lo sucedido: “Cristina tiene miedo. Salió mal pero tiene miedo”. “Mi amigo estuvo a un segundo de convertirse en héroe nacional, Andrea. Estuvo muy cerca. Falló el arma. No lo entiendo. Andaba bien”.
En un fallo de 127 páginas firmado en la noche del viernes y al que accedió Infobae, la jueza repasó todos los diálogos que se fueron conociendo en los últimos días y concluyó que “Carrizo tenía pleno conocimiento del plan criminal” según se desprende de las conversaciones que mantuvo con Brenda.
Hay un diálogo puntual que se registra a los pocos minutos del fallido intento de asesinato. Brenda le pide a Carrizo: “Gabyy. Porfavor lo que paso no lo difundan hagamosnos los pelotudos. Vos no sabes nada”. Y agrega: “Porque sino vamos a caer todo en la volteada”. Carrizo le dice que la van a investigar y añade: “Estamos todos juntos. A la mierda esa cristina”.
“No lo creo. La próxima voy y gatillo yo. Nando fallo. Yo si se disparar bien no me tiembla la mano”, le dice Brenda. “Querés hacerlo?”, le dice unos minutos después Carrizo y Brenda le responde: “Te juro que sí. Y no me va a fallar el tiro. Pero hay que pensarla bien. Pasa que Nando no tiene mucha práctica le tembló el pulso”.
Para Capuchetti, “esta conversación reafirma a las claras que Carrizo ya sabía lo que iba a terminar ocurriendo, pues sus dichos a los pocos minutos del intento de homicidio, no denotan un desconocimiento del plan criminal, sino todo lo contrario”.
Lo mismo sucede con Agustina Díaz, que bajo el nombre de ”Amor de mi vida”, recibió el 27 de agosto, cuatro días antes del hecho, este mensaje: “… Voy a matar a Cristina… Me re pudrí que hablen y no hagan nada. Yo si voy a hacer. Se me metió el espíritu de San Martín en el cuerpo… Que hija de puta se metió adentro antes de que le meta el tiro”, le decía. “Mandé a matar a la vice Cristina. No salió porque se metió para adentro. Una bronca te juro la tenía ahí… Mandé un tipo para que la mate a Cristi”. Y al dia siguiente del intento de homicidio, Agustina es la que le pregunta a Uliarte: “Che, pero que onda que falló el tiro?. No practicó antes o le falló la adrenalina del momento?”.
“Se puede observar cómo Agustina Mariel Díaz estaba al tanto del plan criminal y, por estos últimos mensajes, luego de ocurrido el hecho, se sorprende de que el mismo no haya podido ser ejecutado de acuerdo al designio previo”, dijo Capuchetti. A eso se le suma cómo “le indicaban a Brenda los pasos que debía seguir para no ser enjuiciada ni hallada por este Tribunal no solo para evitar que su consorte quede al descubierto, sino también en el entendimiento de que a partir de Uliarte la investigación iba a conducir a su persona”. Agustina le dice a su amiga que borre los mensajes, algo que Brenda hizo.
En su indagatoria, Agustina Díaz explicó que Brenda “era una persona mentirosa y fantasiosa” y por eso no creyó que su plan era cierto. Pero la jueza subrayó que “la reiteración de conversaciones entre ambas sobre el deseo de matar a Cristina Fernández de Kirchner y su sostenimiento a lo largo de dos meses, sumado a las conversaciones ocurridas inmediatamente con posterioridad permiten descartar dicha hipótesis”
A su turno, Carrizo afirmó que sus conversaciones eran una broma porque tiene un ácido humor negro. “Las circunstancias relatadas no hacen más que desvirtuar el carácter de broma que le asignó a sus dichos, al momento de efectuar su descargo; lo que a esta altura no es más que un mero intento por mejorar su situación procesal”, señaló la jueza.
Las defensas apelarán esta resolución ante la Cámara Federal que, hasta ahora, ratificó que Carrizo y Díaz no sean excarcelados. Ni Sabag Montiel y ni Brenda Uliarte cuestionaron su rol de coautores del intento de homicidio y se encaminan a ser enviados a juicio oral.
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