El sindicalismo está históricamente dominado por el peronismo pero, como ocurrió en el sector de los neumáticos, la izquierda se las arregla para hacer visibles conflictos pese a tener contadas las conducciones de gremios nacionales. Referentes de ese sector manejan apenas un puñado de sindicatos provinciales o distritales. El crecimiento electoral del Frente de Izquierda (FIT), que se consolidó en las últimas elecciones legislativas como tercera fuerza nacional, todavía no refleja un aumento de la representación gremial de estas fuerzas políticas.
El Sindicato de Trabajadores del Neumático (Sutna) es una excepción. El gremio que lidera el reclamo que desencadenó el cierre de las fábricas de Bridgestone, Pirelli y Fate, es uno de los pocos gremios que la izquierda maneja a nivel nacional. Ganó por primera vez las elecciones internas en 2016 y el secretario general Alejandro Crespo, dirigente del Partido Obrero (PO), fue reelecto en 2019 frente a la oposición kirchnerista.
El Ministro de Economía, Sergio Massa, se refirió a ellos como “un grupo muy chiquito”. La participación de las distintas fracciones de la izquierda en el movimiento obrero es un rompecabezas que, lejos de las conducciones de los sindicatos con más afiliados, se divide entre algunas representaciones provinciales, pero también se hacen fuerte como minoría opositora dentro de gremios o, incluso, en comisiones internas de distintos sectores.
La izquierda mantiene su presencia más extendida en sindicatos que representan a trabajadores de educación, ya sea de nivel inicial como universitario. Manejan la Asociación de Enseñanza Media y Superior (Ademys) en la Ciudad de Buenos Aires. El PO está a cargo de la conducción de la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires (AGD-UBA). Y junto al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) comparten la Federación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios, más conocida como la Conadu Histórica.
También tienen representación dentro del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), cuyo secretario general es el dirigente kirchnerista Roberto Baradel. Un frente integrado por varios partidos de izquierda conduce ese sindicato en Bahía Blanca y también en la localidad bonaerense de Tigre. El Ministerio de Trabajo bonaerense todavía analiza un reclamo de la izquierda por la elección de ese gremio en La Matanza, cuyo resultado depende de los votos en una urna.
Dentro del ámbito docente, el PO, Izquierda Socialista y el PTS manejan la seccional Rosario de la Asociación de Maestros de Santa Fe (Amsafe), que mantiene un conflicto sindical aún sin resolver y anunció esta semana un paro por 72 horas. La presencia de la izquierda en el ámbito educativo se extiende también a otras provincias como Neuquén, donde conduce la Asociación de Trabajadores de la Educación (ATEN) de la capital provincial.
Más allá del ámbito docente, la militancia gremial de casi toda la izquierda tiene como punto de encuentro el Plenario del Sindicalismo Combativo, donde confluyen casi todas las líneas ideológicas que representan a los distintos partidos políticos del sector. “Es un bloque de lucha y movilización. Ya hicimos varias movilizaciones en el último tiempo. La intención es militar en todas las centrales obreras. No queremos armar rancho aparte en gremios chiquitos, queremos quedarnos con los históricos”, aseguró el legislador porteño Gabriel Solano, referente del PO.
Comisiones internas
Por fuera del ámbito docente, referentes de ese sector conducen la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la provincia de Buenos Aires (Cicop). El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Izquierda Socialista y el PTS se reparten su representación tanto en la lista oficialista como en la oposición de ese gremio. También participan en la conducción del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba).
La disputa contra “burocracia sindical”, como llaman desde la izquierda a los históricos dirigentes peronistas que conducen los gremios con más voz, abrió distintas participaciones de esta fuerza como oposición. El PTS y el PO obtuvieron una representación minoritaria en el Sindicato de las Telecomunicaciones (Foetra), cuya conducción está en manos del peronismo.
Transporte es otro ámbito donde tienen injerencia. Dirigentes de la izquierda también son opositores en la Asociación Gremial de trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), representados por Claudio Dellecarbonara, diputado bonaerense del PTS, que suele comunicar las distintas medidas de fuerza tomadas por el sindicato en los medios de comunicación. Los reclamos de los trabajadores de la línea B del subte porteño está manejada puntualmente por el PO.
Rubén “El Pollo” Sobrero es otro de los referentes de la izquierda que está enfrentado a la conducción de la Unión Ferroviaria, un sindicato que conduce históricamente el peronismo. El dirigente del partido Izquierda Socialista es el secretario general de la seccional del Oeste-Haedo del ferrocarril Sarmiento.
Desde la izquierda confían en que el contexto de crisis económica sumado a su postura inflexible a la hora de negociar mejoras salariales acompañe también un crecimiento de su representación sindical. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores superó el 6% de los votos en las últimas elecciones legislativas y se posicionó como la tercera fuerza política a nivel nacional, aunque, por ahora, ese apoyo en las urnas no se trasladó a una mayor representación gremial.
“El proceso sindical es más lento y eso tiene que ver con la lógica del lugar: es más fácil presentar una lista a Presidente de la Nación que competir en la UOM. En las fábricas todavía rige la dictadura patronal y de la burocracia sindical. La dinámica en un barrio es más simple, no tenés el riesgo del despido o la persecución que puede sufrir un trabajador que decide ser delegado. De todas maneras, el fenómeno de fondo es el mismo: la declinación del peronismo como movimiento que representa a los trabajadores”, afirmó Solano.
El conflicto por los neumáticos
La izquierda mantiene su presencia en decenas de comisiones internas, aunque aspiran que el conflicto en el sector de los neumáticos pueda abrirle la puerta a mejores posiciones dentro del movimiento obrero. Desde ese sector se entusiasman con canalizar el descontento popular ante la situación económica empujada por la inflación que afecta directamente a los trabajadores.
“Hay tanto malestar en las bases por la inflación que la propia burocracia sindical empieza a dividirse, como vemos ahora en la CGT. La lucha de los trabajadores del neumático es testigo para nosotros y para las patronales. La plata no alcanza; los trabajadores están organizados para salir a luchar”, aseguró Guillo Pistonesi, referente del PTS.
Algunos recordados conflictos sindicales que protagonizó la izquierda no parecen acompañar: el reclamo en Pepsico por el cierre de la planta en Vicente López, en 2017, cuya comisión interna era manejada por el PTS, no cambió el escenario. Tampoco se modificó después del conflicto en la fábrica de Kraft Foods, en 2009, una planta con representación gremial también de ese sector, que motivó largos meses de reclamos. De hecho, el peronista Rodolfo Daer fue recientemente reelecto en el Sindicato de la Alimentación.
“Los estatutos de los sindicatos son altamente anti-democráticos, particularmente en los gremios de la industria. Para ganar una conducción nacional tenés que haber sido delegado y para ser delegado tenés que haber tenido el aval de la conducción. Por lo tanto, los estatutos fueron pergeñados para evitar que la oposición pueda acceder a la conducción del sindicato”, agregó Pistonesi.