Nicolás Gabriel Carrizo veía a los jueces de la Cámara Federal, a su defensor y al abogado de Cristina Kirchner desde una pequeña computadora en la cárcel de Marcos Paz. La imagen se le movía, la voz salía nítida, la conexión se interrumpía y se volvía conectar. Aún así siguió con atención los argumentos de su defensa y pretendió contestar cuando el querellante mencionó una de sus frases con Brenda Uliarte antes del ataque. Fue el juez Pablo Bertuzzi el que lo llamó a silencio para decirle que no podía hablar. Sobre el final de la audiencia, le preguntaron si quería decir algo. Fue entonces cuando Carrizo afirmó: “Por favor, averigüen bien, no tuve nada que ver con el atentado de Cristina”.
“Por favor, averigüen bien. Yo hice muchas jodas. También le dije que la mama de (Sergio) Orozco se había muerto y no se había muerto. Soy de hacer jodas muy pesadas. Tengo humor negro. Pero le juro por mis dos hijos y mi padre, que falleció, que no tuve nada que ver. Me enteré por la tele con todos mis amigos. Me gustaría estar afuera y estoy acá en esta unidad penal”, afirmó en la audiencia en la que estuvo presente Infobae.
Las palabras de Carrizo cerraron la diligencia que había comenzado al mediodía en el segundo piso de los tribunales de Retiro. Los jueces Pablo Bertuzzi, Mariano Llorens y Leopoldo Bruglia escucharon los argumentos. Un rato después, rechazaron el pedido a la espera del avance de la investigación.
“Más allá de lo alegado por la defensa respecto de las diligencias probatorias solicitadas, y sin perjuicio de la participación que pudo o no haber tenido el imputado en los sucesos objeto de esta causa, se encomienda a la magistrada de grado a que -con la premura que exige el caso- decida la situación procesal del encartado, avance este que eventualmente permitiría reevaluar el temperamento aquí adoptado, ponderando situaciones fácticas y probatorias no abarcadas en el marco de un planteo excarcelatorio como el aquí analizado”, dijeron Bruglia y Bertuzzi en el fallo al que accedió Infobae.
Por su parte, Llorens afirmó: “En lo relativo al entorpecimiento de la investigación, aún restan realizar medidas de prueba -tales como peritajes de teléfonos, entrecruzamiento de llamados, etc- todo lo cual permitiría terminar de esclarecer los hechos objeto de investigación, así como también develar la eventual participación de terceras personas en aquéllos. Ello me conduce a presumir que, en caso de recuperar su libertad, el encausado podría entorpecer la pesquisa y obstaculizar su avance”
El jueves pasado, los jueces de la Sala I de la Cámara Federal ya había rechazado un pedido similar hecho por la defensa de Agustina Díaz, otra de las imputadas en este expediente.
Carrizo es el jefe del grupo de los copitos con el que trabajaban Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel, considerados coautores del homicidio calificado de la vicepresidenta en grado de tentativa. Aunque inicialmente fue testigo, desde hace dos semanas está preso. La fiscalía entiende que pudo haber sido un partícipe necesario del intento de magnicidio.
El abogado Gastón Marano, defensor de Carrizo, había intentado convencer a los jueces de que la libertad de su cliente no podría obstaculizar la investigación. A su criterio, hoy el avance depende de las pericias en los teléfonos que ya están en marcha, o en la producción de testimonios. “Si quisiera influir podría llamar ahora a los testigos porque tiene teléfono en la celda y no lo ha hecho”, remarcó. “Y sobre revelar el curso de la investigación... Yo me entero por los medios”, afirmó.
Marano resaltó que su cliente buscó inmediatamente “dar la cara” apenas ocurrió el intento de homicidio de la vicepresidenta: “Tomó la decisión de capitanear a sus amigos para defender a Brenda a quien creían inocente. Cuando descubrió que Brenda les mentía, a la madrugada arrió a sus amigos y fue a la policía”. Fue ahí que criticó al juzgado por la forma de detenerlo con un celular que él mismo había entregado.
La defensa se quejó porque no habían llamado como testigos a aquellas personas que él propuso para respaldar la versión de su cliente. Y fue entonces que reveló que había gestionado la declaración como testigo en una escribanía de Sergio Orozco para ratificar que esa noche del atentado estaban “todos nerviosos pero hacíamos chistes”.
Para terminar, Marano se ancló en algunos mensajes de los chats para intentar desincriminar a Carrizo. Ahí mencionó cuando Brenda se mostraba preocupada “por los chicos” y les pedía perdón por el lío “en que los metimos”; o el informe de la PSA que describió que el vinculo previo entre su cilente y Fernando Sabag Montiel “era de conocidos pero no cercanos”.
La querella de CFK, en tanto, también tomó los diálogos de Carrizo para enfatizar que debe quedar detenido. Eligió otros mensajes. Allí subrayó algunos como “Esto estaba planificado para dentro de una semana. Hizo todo mal. Es un pelotudo”, “Estamos decididos a matarla a puta esa (sic)” o “Cristina tiene miedo. Salió mal pero tiene miedo”.
“Estos mensajes no nos parecen inocuos”, dijo Aldazabal y repasó otros en donde habla con Brenda después del atentado o dice “sí, amigo, esa puta ya está muerta”. “Los discurso sobre el odio a Cristina Kirchner no son parte de esta causa. Acá se está diciendo algo concreto”, Y también señaló que el humor de Carrizo debe ser muy fino, pero que los supuestos chistes no se entendían.
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