Pablo Moyano está cerca de renunciar a la Confederación General del Trabajo (CGT). El hecho que detonó la nueva crisis sindical fue la decisión del sector mayoritario de la central obrera de no invitarlo a la comida de anoche con Alberto Fernández en la Quinta de Olivos, aunque las diferencias internas se mantienen y se fueron profundizando desde la unificación cegetista, en noviembre del año pasado.
El dirigente de Camioneros evaluará sus pasos esta tarde, en una reunión que mantendrá en la sede de su sindicato, en San José al 1700, con sus aliados del Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona), donde militan Mario Manrique (SMATA), Omar Plaini (canillitas), Juan Pablo Brey (aeronavegantes), Raúl Durdos (SOMU), Graciela Aleñá (viales) y Cristian Jerónimo (vidrio), entre otros.
Si se concreta la renuncia, Hugo Moyano podría designar a otro dirigente de su gremio porque los cargos en la CGT no son personales sino del sindicato. Pablo Moyano tiene una tensa relación con su padre y cortocircuitos políticos con su hermano Facundo, del Sindicato de Peajes.
De todas formas, la ruptura de hecho ya existe en la CGT, donde el hijo de Moyano y sus aliados de la Corriente Federal de Trabajadores, como Sergio Palazzo (bancarios), están alineados con el kirchnerismo. Ambos sectores propusieron hacer un paro y una movilización ante la Corte luego del ataque contra Cristina Kirchner, pero la iniciativa fue frenada por el sector mayoritario de la central obrera, no kirchnerista, que integran “los Gordos” (Héctor Daer, de Sanidad, y Armando Cavalieri), los independientes (Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias) y el barrionuevismo (Carlos Acuña, de estaciones de servicio).
Esos mismos dirigentes, más Jorge Sola, de Seguros, participaron anoche de la comida con Alberto Fernández, que fue una iniciativa de Rodríguez y Martínez que fue gestionada por Daer, uno de los dirigentes más cercanos al jefe del Estado. La idea de estos sindicalistas fue “reforzar el papel institucional” del Presidente en medio del papel protagónico que adquirió Cristina Kirchner en el Gobierno y el fuerte rol ejecutivo de Sergio Massa en el trazado de la economía.
En las últimas horas, otra de las fuertes diferencias internas se centró en el duro conflicto del Sindicato del Neumático: Pablo Moyano recibió la semana pasada a su titular, Alejandro Crespo, en la sede cegetista de Azopardo 802 y le expresó su “apoyo al legítimo reclamo” del gremio, mientras que sus rivales de la central obrera tomaron distancia de la protesta y le pidieron al Presidente mayor firmeza del Gobierno para encontrar una solución que evite trastornos para la industria y los trabajadores.
También existen discrepancias en la CGT por el aumento de suma fija que promueve la Vicepresidenta para los trabajadores de menores ingresos, alternativa que rechaza la fracción cegetista mayoritaria porque “achata las categorías” y le quita protagonismo a las paritarias. Tanto el moyanismo como la Corriente Federal y la CTA kirchnerista coinciden en el otorgamiento de una suma fija, en sintonía con Cristina Kirchner. En la comida de la Quinta de Olivos se habló del pago de un bono salarial no remunerativo recién para fines de año, pero no del aumento de suma fija.
Todavía no está definida qué postura tomará Hugo Moyano, el titular del Sindicato de Camioneros, ante la actitud de su hijo mayor. El líder del gremio tiene una fluida relación con Alberto Fernández y con Sergio Massa, mientras que Pablo Moyano está claramente alineado con el kirchnerismo.
Padre e hijo están peleados a raíz de la delicada situación financiera de la obra social camionera (OSCHOCA), cuya administración está en manos de la empresa IARAI, de la que es propietaria la esposa de Moyano, Liliana Zulet, y que está presidida por su hija, Valeria Salerno. La crisis de la obra social y la prosperidad de la empresa que la gerencia fue el contraste que le habría reprochado Pablo a Hugo Moyano y todo derivó en un enfrentamiento que se trata de disimular. De por sí, ambos compartieron este lunes a la tarde un homenaje en la CGT a José Ignacio Rucci.
La otra incógnita de estas horas es si la eventual renuncia del hijo de Moyano será imitada por sus aliados sindicales del Fresimona y de la Corriente Federal de Trabajadores. Algunas versiones consignan que también podría sumarse Abel Furlán, líder de la UOM, de posturas cercanas al kirchnerismo.
De todas formas, en medio del ajuste económico que impulsa el Gobierno, la ruptura de la CGT no es una buena noticia para el Gobierno porque mantendrá una mayor autonomía el sector K, crítico de Alberto Fernández, mientras que el ala no kirchnerista reforzó en la comida de anoche su buena relación con el Presidente. Allí se acordó que el primer mandatario encabezará el 17 de octubre un acto del Partido Justicialista en San Miguel de Tucumán, al que estarán invitados tanto Cristina Kirchner y Sergio Massa como los gobernadores, intendentes, legisladores y la CGT.
Hace 24 horas, Pablo Moyano volvió a criticar al Gobierno: “El secretario de Comercio está más preocupado por las figuritas que por el aumento del pan o los productos básicos”, dijo en declaraciones radiales, al apuntar contra Matías Tombolini, del massismo. Y destacó: “Algunos sectores del Gobierno demuestran cierta incapacidad para ponerse al frente de lo que está pasando”.
También cuestionó a Massa, con quien estuvo reunido hace dos semanas: pidió que “empiece a dale algo a los trabajadores”. Y volvió a criticar al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, por su rol en el conflicto de los neumáticos: “Vemos que hay un Ministerio de Trabajo que después de cinco meses no puede resolver un conflicto tan importante, y bueno, pasó lo que pasó estos días”.
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