En estado de alerta por la amenaza de Pablo Moyano de romper la CGT, Alberto Fernández buscó interceder en la interna de la central sindical y se comunicó con el líder camionero para aclararle que no quiso excluirlo del encuentro de anoche con el resto de los referentes cegetistas y pedirle unidad en medio de la crisis económica. Frente a un panorama social complicado y sin perspectivas de controlar el índice de inflación en lo inmediato, en la Casa Rosada quieren evitar a toda costa que una división formal genere un nuevo frente de conflicto para el Gobierno. El hijo de Hugo contestó que lo pensaría y por la tarde le comunicó al resto de los dirigentes de su espacio que finalmente se quedará, aunque la división entre los popes gremiales continúa latente.
Durante la charla de esta mañana, el Presidente le aclaró a Moyano que no estaba en sus planes marginarlo de la cena que encabezó anoche en la Quinta de Olivos, con su amigo Héctor Daer y otros seis dirigentes cegetistas. Ese encuentro, que se mantuvo en reserva durante el lunes, había sido el disparador de la bronca del camionero, que arrastra desde el año pasado la sensación de que lo apartan de la mesa de diálogo entre el Gobierno y los gremios.
“El Presidente le hizo la aclaración correspondiente, charlaron en buenos términos y Pablo le dejó saber, sin confirmarlo por completo, que estaba dispuesto a quedarse”, dijo un alto funcionario que colabora a diario con Alberto Fernández. En la Casa Rosada esgrimieron que la lista de invitados al encuentro en la residencia presidencial había sido diseñada por la propia CGT y que fueron ellos los que apartaron a Moyano. “Alberto no tenía idea de quiénes iban a venir. Sólo sabía que querían hablar de la reapertura de paritarias y del conflicto de los neumáticos”, se excusaron.
En el ala moderada del Gobierno atribuyeron el enojo de Moyano a la interna gremial y a los celos internos por la relación de Daer con el Presidente. “Él ya venía caliente y aprovechó lo de anoche como excusa para tensar. Pero ya había problemas”, dijo una fuente oficial. El disgusto del camionero ya se había filtrado en julio, durante la organización del acto por el aniversario del fallecimiento de Perón en la sede de la CGT, a donde asistió la primera plana de la central, e inclusive fue Hugo Moyano, pero faltó Pablo, que resistía la realización de una ceremonia de la que se sentía, una vez más, marginado.
En la Casa Rosada respiraron con alivio tras la confirmación de la unidad que trascendió esta tarde. “Una ruptura hubiera implicado enfrentar a dos CGT, una dialoguista y una combativa, algo que no nos venía pasando”, dijo un importante funcionario. En el Gobierno cuentan la lista de conflictos y protestas sociales sindicales vigentes, mientras la inflación no da tregua. Y no querían sumar el problema grave de un moyanismo combativo. “Si bien son pocos gremios, te hacen un paro general de transporte y te complican todo”, agregaron, temerosos también de un acercamiento con los movimientos sociales más críticos del ajuste que empuja Sergio Massa y de su vínculo con el FMI.
De todas formas, evitaron atribuir la decisión de Moyano de quedarse al llamado del Presidente. “Habrá que preguntarle a él por qué quiso quedarse”, dijeron en Balcarce 50. Aunque destacaron que Alberto Fernández tiene buena relación con Hugo Moyano y evaluaron que ese factor puede haber jugado a favor. De todas formas, los rivales del camionero no fueron tan benevolentes. En cambio, deslizaron que la ruptura no se efectivizó porque el triunviro de la CGT no recibió suficientes adhesiones entre sus aliados durante un encuentro realizado hoy en la sede del gremio, con el Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona), donde militan Mario Manrique (SMATA), Omar Plaini (canillitas), Juan Pablo Brey (aeronavegantes), Raúl Durdos (SOMU), Graciela Aleñá (viales) y Cristian Jerónimo (vidrio), entre otros.
A pesar de que, por ahora, el problema con Moyano parece haber sido sorteado, la principal preocupación del Presidente, según dejaron saber en su círculo, sigue siendo el conflicto en las fábricas de neumáticos, que dejaron de operar en varias terminales a raíz de las insistentes y cada vez más fuertes medidas de fuerza de los trabajadores.
El Presidente, que viaja mañana a San Luis para participar de un encuentro del Gabinete Federal, dejó la resulución del conflicto en manos de su ministro de Trabajo, Claudio Moroni, uno de los pocos miembros del Gabinete que responden a su mando político. En la Casa Rosada dijeron tener “esperanzas” de que la puja se resuelva mañana, en la reunión prevista entre las partes, donde intercederá la cartera laboral. Si eso no ocurre, el jefe de Estado, adelantaron en Gobierno, no descarta intervenir personalmente, al igual que el ministro de Economía, Massa, que hoy recibió a las empresas automotrices, autopartistas y sindicatos del sector para tratar la crisis.
Tras la reunión, que se llevó a cabo en Economía también con los secretarios de Producción, Ignacio De Mendiguren y de Comercio, Matías Tombolini, el titular de Hacienda se mostró duro con los gremio. “No podemos ser rehenes de caprichos y que un grupo muy chiquito ponga en riesgo 150 mil empleos”, dijo, y advirtió que liberará la importación de neumáticos si no hay acuerdo con los sindicatos.
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