Pasada la delicada instancia de la defensa de Cristina Kirchner en la causa Vialidad, que para el Gobierno representó un parteaguas, los espacios del Frente de Todos apuran los preparativos para los últimos meses de un 2022 que, creen, terminará más temprano por el comienzo del Mundial. Mientras Alberto Fernández se refugia en la agenda internacional, Sergio Massa se enfoca en la economía y espera el momento adecuado para levantar el perfil. Y el kirchnerismo, preocupado por la situación judicial de la Vicepresidenta y por el clima de “violencia política” que podría empeorar en diciembre, proyecta una movilización para el 17 de octubre, cuya consigna es aún objeto de debate.
Con la Cristina Kirchner, más que nunca, en el medio del escenario político, y luego de frenar la marcha que querían impulsar para el viernes los sindicatos afines, el kirchnerismo proyecta canalizar el ímpetu militante en una marcha, posiblemente, el Día de la Lealtad, pero el lema principal aún no se decidió. Podrían volcarse por el llamado a la “unidad”, y no se descarta volver sobre la convocatoria al diálogo. Pero lo más probable es que el eje no sea la situación judicial de Cristina Kirchner. El objetivo de fondo será empezar a ordenar el esquema de poder de cara al año electoral en torno al ala dura, y quieren que la movilización sea lo más abarcativa posible, para evitar resquemores con los sectores que se muestran reacios a quedar pegados al mundo de las causas por corrupción.
Uno de los que quiere tomar distancia del escenario político judicial es Alberto Fernández. Si bien llevó el intento de magnicidio a la ONU, el viernes se esperaba una reacción presidencial de respaldo ante la declaración de Cristina Kirchner, como ocurrió en otras oportunidades similares. Pero el primer mandatario evitó una pronunciación. La decisión no fue casual, señalaron en la Casa Rosada. El Presidente quiere mantenerse, al menos por ahora, ajeno a ese conflicto, para evitar que se lo asocie a la agenda judicial de la vice, que provoca al menos indiferencia, si no rechazo, en los sectores moderados. De hecho, con Cristina Kirchner no conversaron antes ni después de la presentación ante el Tribunal Federal.
De todas formas, en el círculo íntimo presidencial dejaron saber que Alberto Fernández había encontrado positivo el discurso, y remarcaron que la actividad oficial en la jornada clave estuvo consensuada con el kirchnerismo. “Alberto no tiene margen para no apoyar a Cristina. Está todo coordinado con ella y con La Cámpora. Teníamos todo un acto preparado para ese dia, lo levantamos, y nos comprometimos a mantener el perfil bajo. Ya no garpa la pelea entre ellos. Eso ya se terminó”, dijo un ladero.
También Massa, consciente de que el grueso de la agenda del Gobierno pasaba por la relación con Comodoro Py, prefirió evitar terrenos incómodos, y se enfrascó exclusivamente en la arena económica. Nadie le echó en cara que no saliera a hablar del tema ni defendiera a CFK. Después de la salida de Guzmán, cuando el futuro electoral de la coalición depende del rumbo económico, los oficialistas del ala dura, pragmáticos, cuidan la relación con el tigrense.
Por caso, esta semana, hubo bronca en los despachos K por la comunicación oficial de la reunión en la Secretaría de Comercio por las figuritas del Mundial, que provocó fuertes críticas por el orden de prioridades que exhibe el Gobierno. “Es un tema real, que a la gente le importa, pero no corresponde comunicarlo cuando el problema excluyente es la inflación”, deslizó un funcionario bonaerense. Y comparó con la gestión propia: “Guillermo Moreno frenaba los precios de los caños que usaba Techint. Estos se enroscan con las figuritas”. De todas formas, no le adjudicaron el “error” a Sergio Massa, de quien depende Comercio, sino al secretario, Matías Tombolini. Y mantuvieron cualquier cuestionamiento en el ámbito privado.
Terminada, ante el público, la pelea con la Vicepresidenta, la líbido del Presidente está enfocada principalmente en la agenda internacional. El viernes grabó un mensaje para la Organización Mundial de la Salud. Y en los próximos días seguirá trabajando, desde su rol en la CELAC, para generar una mesa de negociación con las potencias y otros foros internacionales, orientada a lograr la titánica tarea de un cese de hostilidades en Ucrania, un tema que abordó con su par de Francia, Emmanuel Macron, durante su visita a la sede de la ONU en Nueva York. Mientras tanto, aguarda con ansias, en constante comunicación con el embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello, que la Casa Blanca fije una fecha para la postergada reunión con Joseph Biden. Pero hay preocupación por la posibilidad de que espera se prolongue hasta el año próximo.
El hecho de que priorice los menesteres internacionales no significa, dicen en Gobierno, que el Presidente no siga la agenda diaria. El día de la declaración de Cristina Kirchner, después de una semana abocada casi por completo a su visita a Nueva York para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas -gira que incluyó también una serie de reuniones con inversores en Houston- Alberto Fernández dedicó el viernes a interiorizarse sobre la situación local a través de sus principales aliados, Agustín Rossi, Juan Manuel Olmos y Julio Vitobello.
Después, recibió a Sergio Massa, para escuchar los detalles, en primera persona, de las últimas decisiones de Hacienda. Pero, si bien consulta sus pasos con el primer mandatario, quien lleva “la batuta” es el ministro, confiaron fuentes oficiales. Para los próximos días, Alberto Fernández tiene pocas actividades previstas. Una de ellas es una visita a San Luis, donde participará de un nuevo encuentro del Gabinete Federal.
El oficialismo, mientras tanto, tiene un ojo puesto en diciembre. En la Casa Rosada aseguran que no tienen mayor preocupación por la situación social, porque consideran que las protestas están contenidas gracias al apoyo de los gremios, a los que prometieron apoyo durante la reapertura de paritarias, que ya está en marcha. Pero hay quienes creen que el clima político puede volverse más denso en el momento en que el Tribunal Oral No. 2, que lleva el caso Vialidad, emita sentencia sobre los acusados.
“Estamos en un callejón sin salida. Si absuelven a Cristina, se va a pudrir todo del otro lado. Y si la condenan, va a pasar lo mismo de este lado”, dijo, inquieto, un funcionario nacional con despacho en la Casa de Gobierno. Pero en el círculo presidencial otros hombres del Presidente buscan bajarle el tono a la preocupación. “No va a ser grave, porque estamos llamando al diálogo, y porque hay una comprensión de los dos lados de que después del intento de asesinato no hay lugar para una escalada”, dijo un ladero presidencial sobre el ataque a Cristina Kirchner.
Además, en el espacio de los moderados están seguros de que la decisión final de la Justicia se prolongará hasta entrado el año que viene, durante las instancias de apelación. En el kirchnerismo ya avisaron que, en caso de recibir una condena, la Vicepresidenta evalúa acudir a la Casación, o bien presentar un recurso de per saltum para dirigir la revisión directamente a la Corte Suprema. “Para entonces ya va a ser otro el escenario, vamos a estar en pleno clima electoral”, se confiaron en el sector moderado.
Mientras tanto, en medio de las discusiones con Juntos por el Cambio por la ampliación de la Corte, que esta semana se debatió a instancias de Cristina Kirchner en el Senado y obtuvo media sanción; y de los ruidos que generaron los rumores sobre la suspensión de las PASO, el plan dialoguista que declama el kirchnerismo y acompaña el albertismo parece haber quedado suspendido. En la oposición sólo muestran reticencia, y las voces del oficialismo en ese sentido, durante los últimos días, se apagaron. Más aún en los próximos días, cuando el principal adalid de la conciliación, Eduardo “Wado” de Pedro, pasará una semana en Estados Unidos con gobernadores del Norte Grande. Por ahora, sólo quedó en el aire el eco de las acusaciones de Cristina Kirchner sobre las vinculaciones políticas de su atentado, aunque por ahora, sin nombrar a Mauricio Macri y al PRO.
SEGUIR LEYENDO: