El Frente de Todos hace equilibrio entre las agendas sin cohesión de Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa

En el Gobierno está naturalizado que el Presidente, la titular del Senado y el ministro de Economía cumplan sus roles más allá de cómo afecte al rumbo de la gestión. Cómo impactan las ambiciones de cada uno pensando en el año electoral

Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa protagonizan tres agendas disociadas (Juan Ignacio Roncoroni/Pool via REUTERS)

Tres dirigentes. Tres agendas. Un solo gobierno. Un liderazgo golpeado, otro legitimado entre los propios y un tercero con más futuro que presente. Tres socios y una coalición divida que hoy vive días de tranquilidad después de la intensa tormenta que atravesó en los meses que pasaron del 2022, con una crisis interna que destruyó la autoridad presidencial y la credibilidad de la gestión.

Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa están concentrados en sus agendas. Cada cual por su lado. Cada uno con sus temas y su hoja de ruta. Cada uno atiende su juego y sus necesidades. No existe una cohesión entre esas agendas. Y, en consecuencia, el rumbo del Gobierno no es claro. Son tres mundos distintos que borronean la identidad de la gestión.

Fernández está recostado sobre las actividades diarias. En su entorno repiten hasta el cansancio que es el único que puede mantener la unidad del espacio político y destacan que está cómodo en un lugar de menor centralidad. Es un Presidente que no tiene ambición por el poder y las luces de las marquesinas. Un fenómeno extraño.

Al Presidente le queda más cómoda la agenda internacional que la nacional (REUTERS/Eduardo Munoz)

Quienes lo conocen aseguran que está tranquilo conviviendo con el poder que conserva y el rol que le toca cumplir después de los sinsabores de su relación con el kirchnerismo. Ha hecho un gran esfuerzo por defender a la Vicepresidenta en diferentes ámbitos, privilegiando poner de relieve la gravedad institucional del ataque que sufrió por sobre la relación fría que mantienen. Esa es su actitud frente al vínculo conflictivo.

Perdió mucha centralidad y ascendencia sobre la dirigencia. Muchos funcionarios y dirigentes se preguntan cómo seguirá Fernández el año que aún le queda de gestión. En que decisiones influirá, que rol tendrá en el proceso electoral y cuál será su futuro inmediato. Lo que tienen en claro en su entorno es que no hará absolutamente nada que pueda poner en riesgo la unidad del Gobierno.

Ya casi nadie considera que pueda competir nuevamente por la presidencia. Algunos intendentes peronistas del conurbano miran con espanto las encuestas que les llegan. El Presidente tiene una desaprobación de la gestión y una imagen negativa que supera el 60%. Son malas noticias para un punto geográfico donde el peronismo es fuerte.

Cristina Kirchner mantiene una agenda donde el principal contenido son los pormenores de la causa Vialidad, en la que el fiscal Diego Luciani le pidió 12 años de prisión. Durante la última semana relató paso a paso los pormenores de la defensa que ejercieron sus abogados. Busca desacreditar la acusación y la investigación. La agenda de la Vicepresidenta es ella misma.

El viernes, finalmente, dio su alegato apuntando otra vez a los fiscales y el proceso judicial. La mayoría de sus intervenciones públicas están vinculadas al juicio que protagoniza. Solo cambió la temática cuando recibió a los curas villeros en el Senado y llamó al diálogo con los sectores que piensan distinto a ella para lograr acuerdos en materia económica.

La agenda de Cristina Kirchner está completamente dedicada al juicio que protagoniza

La convocatoria que el Gobierno hizo para lograr un acercamiento con la oposición no obtuvo un buen resultado. Fracasó. Pasaron tres semanas desde que Fernando Sabag Montiel le gatilló dos veces en la cara a la Vicepresidenta. En todo ese tiempo, los líderes del oficialismo y la oposición no pudieron llegar a un acuerdo para sentarse en la misma mesa.

De uno y otro lado hicieron, en un principio, gestos de buena voluntad, pero después volvieron a caer en la crítica hiriente. Entonces, la posibilidad de un diálogo se diluyó. Si quedaba alguna posibilidad de reflotarlo, el Gobierno la desaprovechó cuando decidió tratar la reforma de Corte Suprema en el Senado. En Juntos por el Cambio lo sintieron como una provocación.

Esa agenda de diálogo estuvo liderada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Fue lo único que compartieron. El objetivo no se pudo concretar. El resultado está a la vista. Fracasaron en el intento. La división del escenario político es cada vez más profunda y la relación entre las dos coaliciones más grandes volvió a tensarse.

“El atentado a Cristina le devolvió la centralidad. Eso le sirve a ella. Pero para ganar las elecciones del año que viene, que la centralidad política sea de ella no nos sirve”, advirtió un funcionario nacional con militancia de base en el peronismo bonaerense. Esa mirada se replica en el interior del país, donde muchos legisladores asumen con resignación que la Vicepresidenta es la única líder del espacio, pero que será difícil ganar las elecciones con ella en el centro de las escena. Sea o no candidata a la presidencia.

Massa bajó el perfil y se encerró en el ministerio de Economía para abocarse de lleno a la gestión ( REUTERS/Matias Baglietto)

En el peronismo plantean por lo bajo que la agenda de Cristina Kirchner solo le sirve a ella. No tiene impacto en la gente. “No le importan a nadie la causa Vialidad. No entra ese tema en la sociedad. La gente quiere saber que va a pasar con la inflación, como la van a bajar. Ese es el tema”, reconoció un importante intendente del conurbano, donde la Vicepresidenta tiene su núcleo más duro de votantes.

Sergio Massa está completamente abocado a la gestión y a buscar equilibrar la macroeconomía. Para su plan de acción logró que en la coalición se baje el ruido de las diferencias internas y manejar, mano a mano con los distintos sectores de poder - como la Unión Industrial y el campo - las negociaciones para tener el mayor ingreso de dólares en las arcas del Banco Central.

El cortocircuito que tuvo con Migue Pesce por la forma en la que se aplicó la restricciones en la compra de divisas a las cerealeras, generó sorpresa en las filas oficialistas y temor a que el tándem, clave en el manejo del tablero económico, empiece a deteriorarse. En el peronismo están agotados de la interna y anhelan dejarla atrás de las forma que sea.

Cuando asumió en el ministerio de Economía, Massa bajó el perfil, construyó una agenda pura de gestión y comunicó en forma permanente los pequeños o grandes avances que pudo dar. La gira por Estados Unidos le dejó buenos resultados que dentro del Gobierno valoran.

El líder del Frente Renovador empezó a romper el preconcepto de que mejorar la economía del país es casi imposible. Es una mínima victoria en el escenario ultra complejo por donde camina.

En el Frente de Todos hay una sensación bastante uniforme sobre que existe un acuerdo de paz interno que sirve para que la gestión económica se lleve a cabo sin alteraciones autogeneradas y que expone las diferencias que tienen en Juntos por el Cambio en al antesala del proceso electoral. Lo que nadie tiene en claro es cuánto tiempo va a durar esa tregua. No tiene bases sólidas.

La relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner es distante (Franco Fafasuli)

“La coalición está más tranquila. Hay que aprovechar el momento para seguir gestionando. Las diferencias siguen. Lo que hay ahora es solo un momento de tranquilidad. Pero todo es cambiante y dinámico. Quizás el año que viene estemos mejor y unidos”, analizó una dirigente peronista cercana a Alberto Fernández, que se abraza al optimismo con resignación y cansancio, después de la turbulenta vida de coalición.

Los dirigentes cercanos al Presidente creen que se encuentra cómodo recostado sobre la agenda internacional y la postura geopolítica de la Argentina. Sobre todo las proyecciones positivas en términos de exportación de materia prima como el gas y la explotación de recursos como el litio. Esa es la agenda donde se mueve con mayor soltura y sin los condicionamientos de Cristina Kirchner.

Una mirada más positiva sobre el momento del Gobierno la expresó un importante funcionario nacional, con acceso directo al despacho de Fernández. “Cada uno de los socios tiene un rol. Es parte de la dinámica de la coalición. Funciona así. Después de los cimbronazos que tuvimos cada uno va construyendo su camino. Hay diálogo entre los tres. Hay que ver como termina el año económico”, se sinceró.

Lo cierto es que los principales socios de Frente de Todos caminan por calles separadas. Por momentos el Gobierno busca mostrarse como un bloque compacto al que no se le han abierto grietas. Es solo una ilusión. Entre bambalinas las diferencias subsisten. Las decepciones, también. A la dirigencia peronista le cuesta imaginarse una vida política en unidad y sin fisuras. Esa proyección pesimista nunca cambió.

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