La renovada carga sobre el máximo nivel de la Justicia proyecta un final adverso para el kirchnerismo, hasta paradójico, aunque de lectura más compleja. El proyecto de reforma de la Corte Suprema fue aprobado con lo justo en el Senado, tiene escasas chances en Diputados y, si lograra ser convertido en ley, requeriría para su aplicación una mayoría de dos tercios de los senadores, muy lejos de la realidad y del juego del oficialismo. Demandaría un sólido acuerdo entre los principales bloques para nombrar los nuevos jueces. Justo al revés del clima de estas horas: terminaron de quebrarse los pocos puentes rearmados con el discurso de negociar un acuerdo político.
Ese proyecto dice más por el mensaje que por el texto. Fue modificado otra vez y sobre la marcha para cerrar un número de ampliación de la Corte que garantizara la decisión transmitida por Cristina Fernández de Kirchner a los suyos: aprobarlo como gesto político, unas pocas horas antes de su alegato personal en la causa Vialidad. Los dos mensajes se sucedieron con impacto previsible sobre las llamativas señales de diálogo político enviadas por el kirchnerismo a Juntos por el Cambio, en rigor, a algunos representantes de la coalición opositora, apostando a sus internas.
Las consecuencias eran previsibles para CFK y su círculo. ¿Por qué mover de ese modo sus piezas? Parece sentido pragmático, quizá también en los costos. CFK necesita mostrarse a la ofensiva, con poder, sobre todo como mensaje a la interna. En rigor, son dos gestos diferentes con un punto en común: la Justicia, el terreno que concentra el foco de la ex presidente y que vuelve a ocupar el centro después del ataque sufrido a la entrada de su casa en Recoleta.
La ex presidente coloca así al oficialismo detrás de un tema que, como reconocen algunos con cuidados, tiene peso político pero no central en el temario social, dominado por la economía y, especialmente, por los precios. Alberto Fernández hace tiempo se alineó con el discurso. No le alcanzó en el plano doméstico, donde quedó relegado: el kirchnerismo duro le reprochaba aún en su mejor momento falta de compromiso y acciones prácticas. Para Sergio Massa es un tema incó,odo. Visto desde afuera, en medios económicos se evalúa como necesario el aval de CFK a la gestión económica pero no su “centralidad” excluyente.
El alineamiento con esa estrategia en el terreno judicial pone en discusión la señal buscada y, por el contrario, le da un sentido a la defensiva. Genera clima interno bajo el presupuesto de la pelea con los poderes fácticos y alimenta tensiones políticas con el “enemigo” judicial y mediático. No parece sumar fuera de las propias filas y, en cambio, afecta el humor social en medio de la crisis.
El capítulo de la Corte es el más ilustrativo. El proyecto de reforma se limita finalmente a aumentar de 5 a 15 el número de integrantes del tribunal. El implícito sería licuar la decisión de los actuales jueces con la llegada de una decena -once, en rigor- de nuevos miembros. Se ha dicho: nada indica que el oficialismo pueda coronar esa intención. ¿Alcanza para seguir generando presión en continuado y en sentido amplio sobre la Justicia, básicamente sobre la Corte y Comodoro Py?
Si lo que se pretende es un mensaje político, el propio recorrido que aún le resta al proyecto expondría un síntoma de debilidad, o al menos un límite. Por lo pronto, en Diputados, el oficialismo reconoce que por ahora no cuenta con número suficiente y evaluaría tomar el tema con calma. Se verá. El antecedente son los proyectos frenados desde hace tiempo, entre ellos la reforma del fuero federal y el cambio de reglas de juego en el sistema de fiscales.
El sentido de vestir todo como una ofensiva que encolumna a todo el oficialismo -y que añadirá nuevos pasos- queda a la vista con el despliegue decidido por el kirchnerismo apenas CFK volvió a la actividad plena. Y el impulso al proyecto sobre la Corte pasó a ser no un objetivo en sí mismo, sino parte del despliegue que marcó toda esta semana que termina.
La ex presidente recurrió a una seguidilla de tuits para darle potencia al alegato en la causa sobre el manejo de la obra pública, con terminal en Lázaro Báez. Difundió tramos de la exposición de Carlos Beraldi. Apuntó a descalificar la acusación y el pedido de condena a cargo de Diego Luciani y Sergio Mola. Y en simultáneo aportaron el abogado Gregorio Dalbón y el ministro Martín Soria, con inquietantes mensajes a los fiscales.
CFK coronó esa línea al anunciar que va a promover una denuncia contra los fiscales. No fue el único punto de continuidad con los mensajes que venían difundiendo desde sus cercanías. También vinculó la causa Vialidad con el ataque sufrido hace tres semanas. Aludió al “clima” generado en su contra.
Ese tamo de su alegato remitió como un eco a las declaraciones de José Mayans. El senador, jefe de la bancada a pesar de la división armada para colocar un representante en el Consejo de la Magistratura, sostuvo después del atentado que en el caso Vialidad “estuvo el germen que generó violencia extrema” y dejó una frase impactante: “¿Paz social? Bueno, comencemos con parar este juicio vergonzoso”.
La ex presidente también se concentró en rechazar algunos puntos que su defensa consideró cruciales en el alegato de los fiscales. Retomó además un argumento fuerte en otras causas: se trataría sólo de actos de gobierno, no justiciables Y rechazó, por supuesto, la acusación sobre asociación ilícita. Es un punto en discusión entre especialistas en la materia. Otra cosa, calificada en los mismos medios como un disparate, es el argumento de la defensa que intenta asimilar a negocios entre privados la relación de Néstor Kirchner y CFK con Lázaro Báez. Dos presidentes y un contratista del Estado.
El Tribunal Oral federal se pronunciaría entre fines de noviembre y principios de diciembre. El kirchnerismo, también como parte de la secuencia referida, no se movilizó ayer -para concentrar el foco en la intervención de la ex presidente- y resolvió hacerlo en coincidencia con la celebración del 17 de Octubre. Cierra con el discurso sobre un intento de proscripción, en un paralelo entre Perón y CFK. También evoca del Día de la Lealtad. Doble señal hacia la interna.
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