La izquierda y el sindicalismo combativo encontraron en el conflicto de la industria del neumático el símbolo que siempre buscan para criticar tanto al Gobierno como a los empresarios y a la CGT. De allí que se haya montado un escenario perfecto para agitar sus banderas con la batalla salarial del Sindicato del Neumático (SUTNA), conducido por Alejandro Crespo, del Partido Obrero, que puso a la actividad en un momento crítico: “Estamos en una situación de neo-anarquismo que nos impide producir”, describió el dueño de Fate, Javier Madanes Quintanilla, sobre lo que vive su empresa.
La acción sindical no sólo complica a las empresas sino también a los consumidores: escasean los neumáticos (y su precio va en aumento) porque la producción baja debido a la estrategia de conflicto permanente del gremio que lidera Crespo y, además, por los problemas que existen para importarlos.
Las principales marcas con fabricación local (Fate, Bridgestone y Pirelli) representan más del 60% del mercado local y producen unos 6 millones de neumáticos al año. Desde el inicio del conflicto dejaron de producir más de 1,3 millones de unidades, casi un cuarto de la producción anual.
Las plantas de las tres compañías fueron bloqueadas por el gremio, que rechaza el aumento adicional del 16% para mejorar la paritaria 2021/2022, con lo que llegaría a un 66% para ese período.
El SUTNA, además, exige el pago del 200% sobre las horas trabajadas durante los fines de semana, medida ajena al convenio de trabajo vigente, que establece el sistema de 6x2: los operarios trabajan 6 días corridos y luego tienen 2 francos, en días rotativos. Por jornada trabajada, cobran el 100%, sin importar el día de la semana en que lo hagan, y si suman jornadas adicionales cobran extras al 150% o 200%, según el día que se trate. Por eso las empresas califican de “salvaje” la actitud del sindicato.
La radicalización del gremio quedó cristalizada con la toma del cuarto piso de las dependencias del Ministerio de Trabajo de la avenida Callao al 100, donde permanecen atrincherados 9 dirigentes del SUTNA hasta que se alcance un acuerdo salarial con los empresarios. La cartera que conduce Claudio Moroni no resiste la ocupación por la fuerza y decidió que el personal que trabaja en esa sede se mude al edificio principal de la avenida Leandro Alem al 600. Los sindicalistas del neumático son los únicos e ilegales ocupantes de las oficinas desde donde se suelen solucionar los conflictos laborales.
El combativo líder del SUTNA, de 47 años, encabeza la organización gremial desde 2016, cuando le ganó con el 56% de los votos a Pedro Wasiejko, el dirigente de centroizquierda que parecía imbatible y militaba en las filas de la CTA kirchnerista, cuyo titular es el diputado ultra-K Hugo Yasky. Pero justamente su militancia K le jugó en contra: sus rivales le achacaban hace seis años haberse enquistado en “un gremio oficialista pegado al kirchnerismo que le impedía salir a pelear por los problemas graves de los trabajadores como el Impuesto a las Ganancias”.
El Sindicato del Neumático es el principal bastión de la izquierda sindical, que en los últimos años fue ganando posiciones en gremios como SUTEBA, Alimentación, Ademys, Metrodelegados y aeronáuticos. Aun así, Crespo es un cuadro del Partido Obrero y eso significa que, en la división constante del trotskismo, es mirado con recelo por dirigentes de otros sectores de la izquierda.
En los últimos meses recrudecieron los cortocircuitos entre el Partido Obrero, el PTS y el MST, a los que se suma la postura crítica que adopta Política Obrera, la fracción disidente del PO que lidera Jorge Altamira. Las diferencias sobre cómo enfrentarse al Gobierno, de qué forma crecer en el movimiento obrero, cómo canalizar la lucha contra el FMI y hasta por la guerra de Rusia contra Ucrania repercuten en el Plenario del Sindicalismo Combativo, una plataforma para coordinar la estrategia en los gremios y entre los trabajadores, cuya dinámica quedó atrapada por las peleas de los partidos.
El virulento conflicto del neumático le da protagonismo a Crespo y al PO, que, según interpretan en el sindicalismo peronista, sobreactúan para ganar posiciones en la interna de la izquierda. La CGT se mantuvo al margen, pero no tanto: si bien el sector mayoritario (”los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo) toma distancia de los sindicatos de izquierda, Pablo Moyano, uno de los cotitulares cegetista, recibió a una comitiva del SUTNA liderada por Crespo en mayo pasado para darle “su total apoyo y respaldo en el legítimo reclamo que están llevando adelante por una mejora salarial”.
El SUTNA de Crespo se fue de la CTA kirchnerista y procura sumarse a la CGT, aunque el combativo dirigente atacó a sus integrantes: “La burocracia sindical debe ser expulsada de cada dirección sindical y poner esas herramientas de lucha en manos de los trabajadores”, dijo poco antes de ver a Moyano.
Por esos azares de la política, el mismo Pablo Moyano visitó la semana pasada junto con sus colegas de la CGT al embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, y elogió al diplomático de una forma inusual que habrá incomodado al trotskista Crespo: “Es más peronista que muchos de nosotros”, señaló.
¿Podrá solucionarse el conflicto del neumático? ¿Es sólo salarial? ¿Seguirá siendo un emblema irreductible de la izquierda dura? Las preguntas se acumulan y lo que faltan son respuestas.
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