Si quedaba alguna posibilidad concreta de que el Gobierno y la oposición intenten generar una mesa de diálogo para lograr una convivencia democrática más pacífica, ayer implosionó cuando el kirchnerismo convocó a una sesión especial en el Senado para tratar la ampliación de la Corte Suprema.
Este jueves la Cámara alta tratará un proyecto para que el máximo tribunal, que hoy tiene cuatro integrantes, pase a tener 15. El proyecto original era alcanzar los 25 participantes, pero en las últimas horas se logró un acuerdo para reducir la cantidad y así ganar el apoyo de senadores aliados.
La decisión cayó muy mal en todos los sectores de Juntos por el Cambio, donde hasta los más dialoguistas se vieron decepcionados por el accionar oficialista. “Sinceramente no lo entiendo”, reconoció un diputado radical con vocación de diálogo. Y agregó: “Tienen dos personalidades. Son dialoguistas y anti diálogo al mismo tiempo”.
En la oposición llamó la atención que hagan la convocatoria en paralelo al reclamo de diálogo entre las partes. Consideran que lo único que generaron fue terminar de dinamitar los puentes que existían para poder avanzar en la construcción de una mesa de consenso. La relación volvió a tensarse, tal como estaba antes del atentado a Cristina Kirchner.
La oposición ya venía molesta porque la posibilidad de que las PASO se suspendieran había empezado a girar por las entrañas del Gobierno. Sobre todo frente a la decisión Sergio Uñac (San Juan) y Gustavo Saénz (Salta) de eliminar las Primarias, lo que en la coalición opositora consideraron que podía ser la antesala de una avanzada de la Casa Rosada para modificar el calendario electoral.
“La prioridad de Cristina es cambiar la Corte”, sentenció un dirigente radical, que siempre fue escéptico sobre las chances de lograr un acercamiento con el oficialismo. En el macrismo ni siquiera se sorprendieron. Consideran que es parte de la agenda real del kirchnerismo, lo que verdaderamente les interesa.
Cerca del ex presidente aseguraron que “no existe un marco de confianza y credibilidad” y que “se ha destruido el valor de la palabra”. Mauricio Macri lo dejó en claro hace unos días. Nunca creyó en la posibilidad de concretar un diálogo sincero con Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La desconfianza existente nunca desapareció.
“Lo que manifiesta esta convocatoria es el lugar donde tiene el foco el Gobierno, que es en la impunidad de Cristina Kirchner. Están más preocupados por disciplinar la Justicia que por los problemas reales que tiene el país”, consideró un importante diputado del PRO.
Algunas horas después de conocer la convocatoria del kirchnerismo, la mesa nacional de Juntos por el Cambio emitió un comunicado muy duro apuntando contra todo el gobierno nacional. En esas líneas dejaron en claro la imposibilidad de poder llevar adelante negociaciones para generar un acercamiento.
“No hay manera de construir consensos en la dirigencia política que hoy reclama y exige la sociedad, si desde el propio Gobierno se alienta una agenda que nada tiene que ver con resolver la inflación, disminuir la pobreza y terminar con la inseguridad”, indicaron. El mensaje no dio lugar a dudas. Se terminó.
En la oposición hace tiempo que aseguran que, pese a los discursos públicos del Gobierno pidiendo mayor diálogo, los contactos reales nunca se hicieron efectivos con el fin avanzar en esa negociación. Lo cierto es que el vínculo entre las partes existe, pero no se ha logrado progresar en un acuerdo para generar una mesa de consenso.
En el oficialismo también aparecieron voces críticas, que asumieron que tratar la ampliación de la Corte Suprema no fue justamente un gesto para proponer un diálogo sincero con la oposición. “Viene muy mal todo. La posibilidad de diálogo es casi nula. La distancia con ellos es cada vez más grande. Y mientras más se acerquen las elecciones, va a ser peor”, se sinceró un senador nacional.
Un funcionario muy cercano a Alberto Fernández, y con despacho en la Casa Rosada, reflexionó: “El diálogo tiene que girar sobre cuestiones estructurales. No es anunciar un diálogo ni proclamarlo por los medios, sino trabajar con responsabilidad y discreción en cuestiones concretas que vayan generando confianza. Discutir temas como la amplitud de la Corte, por más válido que sea, entorpece la iniciativa del diálogo”.
En el interior del Gobierno advirtieron que rapidez que la convocatoria del kirchnerismo terminó, casi al instante, con las posibilidad de lograr que Mauricio Macri y Cristina Kirchner se sienten en la misma mesa. Sin embargo, en La Cámpora relativizaron el tema. Creen que la posibilidad de lograr algún acercamiento aún está vigente, aunque tiene cada vez más limitaciones.
“El diálogo no significa hacer lo que quiere el otro. Significa sentarse a conversar y llegar a un acuerdo. Parecen excusas para no sentare hablar las que ellos exponen”, indicaron. Y apuntaron contra aquellos que en la oposición dicen que no recibieron ningún llamado: “También es difícil el diálogo cuando mienten”.
En el oficialismo saben que el proyecto de reforma de la Corte Suprema puede pasar el filtro del Senado, pero que será muy difícil lograr un consenso mayoritario en la Cámara de Diputados. Por eso algunos legisladores no entienden el sentido de tensar más la relación con la oposición con un proyecto que, según visualizan, tiene bajas posibilidades de ser sancionado.
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