(Enviado especial) Alberto Fernández anoche revisó por enésima vez el discurso que pronunciará hoy ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), en un contexto geopolítico atravesado por la guerra ilegal que desató Rusia en Ucrania y la fuerte retracción económica causada por el abrupto incremento de los alimentos y la energía.
El Presidente alertará sobre la violencia política que arrecia sobre el sistema democrático global y exigirá la ejecución de un plan multilateral para rescatar a los países pobres y de renta media que sufren las consecuencias de la aventura militar ordenada por Vladimir Putin.
Alberto Fernández considera que el ataque fallido contra Cristina Fernández de Kirchner es un hecho que se debe vincular con la aparición de grupos antisistema que canalizan la decepción social respecto a la capacidad de la democracia para resolver necesidades básicas insatisfechas.
El jefe de Estado asegura que hay una línea ideológica que une el intento de asesinato a Cristina con los movimientos de derecha que triunfaron en las elecciones en Suiza y que tienen muchas posibilidades de asaltar al poder en los próximos comicios en Italia y España.
La insatisfacción social alienta las posiciones extremistas, y los organismos multilaterales -como la ONU o el FMI- tienen la obligación de actuar para mitigar las asimetrías y proteger la gobernanza global.
Esta línea argumental atraviesa todo el discurso que Alberto Fernández pronunciará en la ONU.
Desde la perspectiva presidencial, si el sistema internacional corre peligro por las acciones de grupos extremos que crecen en volumen e influencia por la crisis económica mundial, la solución debe partir desde los estados más poderosos hacia los países más débiles ubicados en la periferia.
A partir de esta lógica de razonamiento, Alberto Fernández alertará en Naciones Unidas que la crisis actual no se resuelve con fórmulas ortodoxas basadas en contraer la demanda global de bienes e insumos. El presidente entiende que los shocks económicos sucesivos originados en la pandemia del COVID-19 y la guerra Ucrania, se deben contener con acciones vinculadas a la oferta mundial estableciendo nuevas cadenas de suministros.
Entonces, el jefe de Estado argumentará que Argentina -con sus socios de la CELAC- está en condiciones de suministrar alimentos y energía a todos los países afectados por la guerra en Europa, una estrategia global que necesita que la ayuda financiera fluya al Sur sin obstáculos ni demoras burocráticas.
Este razonamiento económico y político fue expresado por Alberto Fernández durante su cónclave con Kristalina Georgieva. La directora gerente del FMI coincide con el presidente y adelantó que Argentina podría estar incluida entre los estados que recibirán la ayuda de un próximo fondo de resiliencia creado para naciones pobres con escasísimo desarrollo. Actualmente, en los estándares del FMI, Argentina es un país de ingresos medios.
Además de proponer un cambio de reglas para enfrentar a las facciones antisistema y mejorar la situación económica en la periferia del mundo, el jefe de Estado utilizará sus quince minutos en la ONU para reivindicar la soberanía de la Argentina en las Naciones Unidas y exigir que Irán colabore con la justicia para enjuiciar y condenar a los responsables del ataque terrorista a la AMIA.
Antes de llegar a la Asamblea General de Naciones Unidas, Alberto Fernández dará una conferencia sobre América Latina y la situación mundial en la universidad The New School y a continuación expondrá en la Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria que fue convocada por Pedro Sánchez, presidente de España.
El Protocolo de la ONU aseguró ayer que Alberto Fernández intervendrá en la Asamblea General entre las 17 y las 18 PM (hora de New York). Está décimo en la lista de oradores.
Cuando termine su discurso, el jefe de Estado irá a una cena organizada por Emmanuel Macron. Allí habrá un cónclave entre ambos mandatarios: la guerra en Ucrania será el único tema.
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