En su primer mensaje después del intento de asesinato que sufrió hace exactamente dos semanas, Cristina Kirchner dijo desde el Senado, anoche, con sus propias palabras, lo que venía esbozando, en discursos y acciones, su principal alfil en la Casa Rosada, Eduardo “Wado” de Pedro: la necesidad de facilitar canales de diálogo con la oposición mayoritaria. Pero aún después del discurso de la Vicepresidenta, cerca de Alberto Fernández es muy baja la expectativa de que la estrategia pueda tener resultados concretos y positivos. A pesar de que dicen apoyar la convocatoria, creen que no hay terreno fértil para un diálogo político entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, y responsabilizan a los sectores duros de la coalición opositora -que se muestran desconfiados y muchas veces críticos del llamado- y a los medios de comunicación críticos.
Alberto Fernández se enteró sobre la hora del mensaje de la ex mandataria, que marcó la agenda porque era la primera vez que hablaba en público después del intento de magnicidio del jueves 1. El jefe de Estado se encontraba en su despacho junto al ministro de Economía, Sergio Massa, ultimando detalles del anuncio sobre el Plan Gas que estaba programado para las 18 y que se postergó más de media hora.
En Balcarce 50 negaron que la dilación estuviera ligada al desconcierto por el discurso de Cristina Kirchner y relativizaron su impacto: “No dijo nada nuevo”, sostuvo un colaborador del círculo presidencial. Otro agregó: “Todos llamamos al diálogo. El tema es que el PRO no quiere”.
Ayer, Cristina Kirchner renovó el llamado al diálogo a la oposición en el contexto post-atentado, un dato importante a pesar de que era esperable que la Vicepresidenta abrazara esa línea. Si bien en las últimas semanas había enviado a su principal emisario en el Gabinete, De Pedro, a tender puentes con referentes del ala moderada de Juntos por el Cambio, existían ciertas dudas sobre la línea definitiva. En especial porque algunos referentes de peso de La Cámpora, como el senador Mariano Recalde, e incluso el propio Presidente, habían tomado posturas más críticas que conciliadoras.
Con su discurso frente a curas villeros, ayer por la tarde, CFK no dejó dudas de que su estrategia, en un contexto político que el arco oficialista considera de alto riesgo para la “convivencia democrática”, es la proclama de un acuerdo. De hecho, ayer la titular del Senado vinculó la necesidad de un eventual pacto, directamente, con la situación económica. “(Necesitamos) mucha institucionalidad, mucho respeto democrático y cívico para reconstruir. Porque si además no hacemos eso, ¿ustedes creen que es posible reconstruir económicamente el país? ¿O lo que es necesario para la gente a la cual no le alcanza el salario?”, dijo.
En la Casa Rosada, algunos funcionarios cercanos al Presidente que la conocen mostraban ayer solidaridad con la vice y consideraban que era predecible que se apoyara en la religión, y en particular en la figura de la Virgen. “Ella es creyente, y con esto era lógico que se volcara por su costado místico. Se sabía que iba a ir por ese lado”, dijeron. De hecho, ratificaron las intenciones, expresadas por la propia CFK, de asistir a la misa en Luján el sábado pasado, que terminó en una polémica porque faltaron los partidos de Juntos por el Cambio, y por el pedido de disculpas del arzobispo, que admitió que no había convocado a nadie del espacio opositor.
Pero, al mismo tiempo, en Balcarce 50 manifestaron serias sospechas sobre la posibilidad de que el llamado a Juntos por el Cambio vaya a dar frutos. Al contrario, creen que caerá, como reza la frase popular, “en saco roto”. Para justificar su diagnóstico, enumeraron distintas señales en ese sentido: recordaron que Patricia Bullrich, presidenta del PRO, evitó siquiera rechazar públicamente el ataque a Cristina Kirchner; que una parte del bloque de JxC dejó la sesión donde se votó el repudio el sábado posterior al atentado; las repetidas negativas que manifestaron referentes cambiemitas, inclusive, moderados, como el jefe del interbloque de la UCR, Mario Negri; y la ausencia opositora en la ceremonia religiosa “por la fraternidad” en Luján.
“Todos en la oposición les tienen terror a los medios, temen por la forma en que los puedan hacer quedar ante su electorado si hablan con el Gobierno, aunque sea en este momento delicado. Y en el caso de los moderados, se dejan correr por el PRO, que cada vez más se corre a la derecha”, analizaron anoche en un importante despacho.
Desde que Fernando Sabag Montiel intentó matar a Cristina Kirchner, Alberto Fernández evitó hacer un llamado directo a la oposición y prefirió dejar en manos del Congreso cualquier acercamiento. Además, dejó que sus colaboradores cuestionaran a la propia oposición por emitir “discursos de odio”, y evaluó en primera persona, según pudo reconstruir Infobae, avanzar en una iniciativa legislativa para combatir ese tipo de expresiones formalmente.
Luego abandonó esa idea, mostró apoyo a la táctica de “Wado” de Pedro, y asistió al encuentro religioso de ánimo conciliador en Luján. Pero aún después de que la Vicepresidenta dejara en claro, con todas las letras, que su intención es tender puentes políticos -hoy inexistentes- en la Presidencia aseguran que Alberto Fernández no cambiará de rumbo. Es decir, que por ahora no tiene planeado participar activamente de un acercamiento a Juntos por el Cambio. En buena parte, porque cree que es muy probable que un eventual llamado sería desoído y criticado. Lo cual, en última instancia, lo debilitaría políticamente.
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