Es religiosa, aunque no devota. Frecuenta casi a diario el Café Tortoni. Es particularmente adicta al grupo de rock inglés Queen y al cantautor argentino Luis Alberto Spinetta. El océano, las tormentas en el mar y el abismo, son ideas que la aterran. Viaja en taxi. Viste muy elegantemente a la moda y usa perfume francés. Cuando tiene invitados, le gusta cocinar personalmente. Los fines de semana duerme toda la mañana y luego por la tarde. Sus críticas son sumamente agresivas.
Así describieron a Magdalena Ruiz Guiñazú los agentes de inteligencia que la espiaron durante la dictadura militar. Las páginas de la carpeta con la información de aquel meticuloso seguimiento fueron fotografiadas y archivadas en un microfilm que este cronista conservó durante los últimos 24 años.
Magdalena Ruiz Guiñazú murió el 6 de septiembre a los 91 años. Fue la periodista más importante de la Argentina y, en el regreso de la democracia, integró la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) que plasmó en el libro “Nunca Más” los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar que comenzó en 1976 y terminó en 1983.
En plena dictadura, el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército –el que centralizó las tareas de obtención y análisis de información durante la represión ilegal- espió a Magdalena Ruiz Guiñazú.
Por orden de la conducción del Ejército, la Jefatura de Inteligencia (J II) designó al 601 como el lugar en el que se reunía la información que se producía en todo el país. Las oficinas quedaban en la esquina de la Avenida Callao y Viamonte. Allí convergieron los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea, de la Armada, del sistema Penitenciario, de las fuerzas de seguridad y de la secretaría de Inteligencia (SIDE). Ese grupo del Ejército estaba conducido e integrado por agentes que se habían capacitado en inteligencia y contrainteligencia en distintos lugares del mundo. Con la información que recopilaba el 601 se decidían las detenciones que, en casi todos los casos, pasaban a ser sesiones de tortura y, en muchos, desapariciones. Ese Batallón espió a Magdalena Ruiz Guiñazú.
El carretel con la cinta de fotogramas está guardado en una caja plástica negra de 10 cm x 10 cm, parecida a la de un casete. La película aún huele a los químicos usados para fijar los negativos al celuloide.
Cada una de las fotografías guardadas en el microfilm mide un centímetro de lado. Para verlas hace falta un lector especial. Antes había varios disponibles en la Ciudad de Buenos Aires, pero ahora hay unos pocos, entre los que se encuentran el de la Biblioteca del Congreso de la Nación y el de la Biblioteca Nacional.
El objetivo de microfilmar expedientes o carpetas era ahorrar espacio y también ocultar material. En una pequeña caja plástica –que entra cómodamente en un bolsillo o un cajón- se pueden guardar cientos de fotos de hojas que ocupan mucho espacio.
Fue una tecnología muy usada por el espionaje durante la Guerra Fría y que también se utilizó en la Argentina. Ese proceso de fotografiado de páginas y copiado en un rollo de microfilm, en la actualidad fue reemplazado por la foto digital, el escaneado y el guardado en un pendrive o en la “nube”.
La documentación microfilmada que contiene el registro del espionaje sobre Magdalena Ruiz Guiñazú data de 1982. En esa carpeta conviven dos informes: uno anterior a 1981 y otro posterior a la Guerra de Malvinas que finalizó en junio de 1982. En el primero de los informes consta que la periodista vivía en la calle Alvear al 1500. En el segundo ya se había mudado a la calle Rodríguez Peña al 1800. En el primer informe los agentes anotaron el nombre de los cinco hijos de Magdalena Ruiz Guiñazú: Edmundo, Alejandra, César, Mercedes y Paula. En el segundo, los espías señalaron que Edmundo había fallecido en 1981.
Los agentes relevaron datos obtenidos a través de fuentes públicas y reservadas, de seguimientos personales y -como de costumbre- de escuchas telefónicas.
En aquel seguimiento a Magdalena Ruiz Guiñazú, se puede leer información no solo sobre la periodista sino también sobre su familia. Los espías asentaron el nombre de sus padres, de sus hijos, de sus parejas, de sus compañeros de trabajo y de sus amigos.
En la carpeta había fotos de “la causante” como se estila llamar en el lenguaje de inteligencia a la persona investigada. Pero, además, había fotos de su ex marido César Doretti y de sus hijas: Alejandra, Mercedes y Paula Doretti. También aparece una fotografía de Sergio Dellacha, su pareja de aquel entonces, con quien Magdalena Ruiz Guiñazú mantuvo una relación hasta 2006 cuando “El Tano”, como lo llamaban, falleció.
Los agentes del 601 bautizaron el operativo de seguimiento a Magdalena Ruiz Guiñazú como “093-Continente”. El número indica que había varios seguimientos más. Y el nombre -no muy ingenioso, por cierto- alude a Radio Continental donde la periodista conducía en 1982 el programa “Magdalena y las noticias”.
En el informe se detallaba la edad de la causante, su altura, su peso, su color de ojos, su contextura física, la forma de su cuello (”alto y esbelto”) y hasta la tonalidad de su cabello: “Rubio, matizado (claritos), corte tipo melena sobre los hombros”.
Uno de los apartados del informe de inteligencia lleva el título de “Pertenencia telefónica”. En 1982 Magdalena Ruiz Guiñazú vivía en Rodríguez Peña al 1800 entre las calles Quintana y Alvear. Para establecer una buena vigilancia los agentes debían pincharle el teléfono. La pinchadura se hacía en forma manual a través de cables que se empalmaban con grabadores o mediante un puente que se conectaba con una central telefónica donde se escuchabam las conversaciones.
Los teléfonos eran todavía de línea, la era digital no había llegado a las pinchaduras legales e ilegales (como en este caso). La “Pertenencia telefónica” establecía que el número de teléfono de la casa de la periodista era el 44-1615 y que la titularidad de la línea era de Julián Boiry, dueño de la propiedad. En esa hoja se lee: “Especificaciones técnicas: Cable 14, Par 61, Terminal Quintana 308 (azotea). Cuenta 51 al 76, Rodríguez Peña 1742, sótano, cuenta 54 al 89″. Las especificaciones eran las coordenadas para concretar la intervención del teléfono de “la causante”.
El 601 centró la vigilancia de Magdalena Ruiz Guiñazú en dos lugares. Su casa de la calle Rodríguez Peña y el edificio de Rivadavia al 800 donde estaban los estudios de radio Continental. En el dossier de inteligencia había fotos de ambos lugares y también los consabidos croquis tan usados por los espías.
Los croquis eran mapas rudimentarios hechos por los espías en los que se describía el lugar en el que se centraban las tareas de vigilancia, también conocidas como “capacha”.
En el croquis del barrio donde vivió Magdalena Ruiz Guiñazú los agentes marcaron con un número 1 al “objetivo”, es decir a la casa de la periodista. Luego señalaron allí algunos locales comerciales como “dos boutiques” y “una camisería” y también la sede de la Nunciatura y de la “embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)”. Reportaron que la embajada tenía “Seguridad”.
Había también un croquis del palier de ingreso al edificio en el que vivía Magdalena Ruiz Guiñazú con su familia. Se describía la puerta de acceso al edificio como “de doble hoja color verde y con cerradura tipo Yale”. En la descripción de la puerta de entrada del departamento de “la causante” los espías detallaron dos cerraduras: “Una tipo Yale y otra doble paleta tipo Trabex”. En la carpeta guardada en el microfilm también había fotos de la casa de Dellacha y un croquis del barrio de Belgrano donde estaba ubicado su departamento.
Si hay algo que caracteriza a los reportes de inteligencia es el “Gráfico de contactos”. Todo agente que se precie tiene que hacer uno. Allí se despliegan las relaciones de “la causante”. En el caso de Magdalena Ruiz Guiñazú, el gráfico tenía varias columnas.
En una de ellas estaba el nombre de sus hijos, en otra el de su ex esposo y otra el de Dellacha. Otra columna se denominaba “Compañeros de labor” y efectivamente se nombraba a quienes la acompañaban todas las mañanas en el programa que conducía en Radio Continental: José Ignacio López, Ricardo Olivier, Edgardo Alfano y su eterna productora Marta Lamas.
Otra de las columnas del “Gráfico de contactos” se llamaba: “Relaciones laborales”. Los espías descubrieron, y así lo dejaron escrito a máquina en el informe, que Magdalena Ruiz Guiñazú -como era de esperar- tenía relaciones laborales con otros conocidos periodistas.
En aquel listado de las relaciones de Magdalena Ruiz Guiñazú estaban Mónica Cahen D´Anvers, Joaquín Morales Solá, Sergio Villarruel, Roberto Maidana, Tulio Huberman, Renée Sallas, Horacio Tato, Ramiro de Casasbellas, Claudio Escribano y Osiris Troiani. Ese cuadro de contactos se completaba con dos personas incluidas en el rubro “amistades”. Una era Luisa Escobar que fue ama de llaves de Magdalena Ruiz Guiñazú durante muchos años y Luis Alberto Cabello.
En la carpeta había copias de reportajes que había dado Magdalena Ruiz Guiñazú a distintas publicaciones como Vosotras, Salimos, Siete Días. Había una larga entrevista hecha por Mona Moncalvillo –con fotos de Eduardo Grossman- y publicada en la revista Humor a raíz de los 33 años de Magdalena Ruiz Guiñazú en el periodismo. También constaba en el informe un listado de los medios en los que había trabajado la conductora de radio desde el año 1949 cuando había iniciado su carrera periodística.
Entre el material que los agentes de inteligencia sumaron a la carpeta había notas firmadas por la periodista en la revista dominical del diario La Nación. Según consta en el informe, los agentes que seguían a Magdalena Ruiz Guiñazú fueron a ver una charla que dio en el Teatro General San Martín junto a otros periodistas. El ciclo de conferencias llevó el título de “Argentina, historia, individuo y sociedad” y en la carpeta había una desgrabación de lo que había expuesto aquel día la conductora de radio.
Un apartado de la carpeta se titulaba: “Distintas notas periodísticas sobre las intimidaciones denunciadas por la causante”. Y allí se adosaron recortes de diarios de la última semana de agosto de 1982 cuando Magdalena Ruiz Guiñazú había denunciado que la “seguían por la calle” y la “amenazaban”. En el reporte de los espías se informaba que la espiada se había dado cuenta de que la espiaban.
Los espías que hicieron seguimientos durante la dictadura militar observaban, escuchaban, investigaban y volcaban en los informes sus anotaciones junto con sus conjeturas, análisis y especulaciones sobre la vida de los otros.
En las páginas microfilmadas se pueden leer las siguientes afirmaciones sobre Magdalena Ruiz Guiñazú:
-Aspecto religioso: es católica confiesa, apegada al Evangelio, aunque no es devota. Declara no ser muy religiosa, pero sí tener una fe de hierro.
-La causante está considerada una de las más importantes y cotizadas personas de su medio.
-La investigada frecuenta casi a diario, desde hace varios años, el café Tortoni que se encuentra ubicado frente a la emisora radio continental.
-La causante se moviliza en taxi.
-Persona muy adicta a la lectura, costumbre adquirida de su padre.
-A pesar que declara que lo primordial es formar una familia, con todo lo que ello implica, dejando en un plano secundario la profesión, el trabajo y el éxito económico, se contradice ya que su tarea laboral le insume la mayor parte del día, imposibilitando concretar una relación más fluida con su familia.
-No obstante lo antedicho la causante sería muy compañera de sus hijos, siendo con ello flexible y accesible a sus requerimientos, poniendo especial interés en mejorar y mantener esa relación.
-Dentro del medio periodístico se la cataloga como una profesional sagaz, versátil, de amplia cultura.
-Se muestra reticente a hablar de su vida privada menos aún de hacerla pública a través de reportajes ya que es muy pudorosa y le disgusta que otros descubran sus errores y debilidades, tratando de mostrarse en todo momento segura y confiada.
-El océano, las tormentas en el mar, el abismo, son ideas que aterran a la causante.
-Le agrada salir de compras, aunque últimamente no tiene tiempo por su labor en la radio.
-Asiste regularmente al cine, también al teatro, especialmente le atrae el teatro argentino.
-Cuando tiene invitados, le gusta cocinar personalmente.
-Desayuna en el jardín al volver de radio Continental, aproximadamente a las 10 horas.
-Los fines de semana, normalmente, duerme toda la mañana y luego por la tarde.
-Es socia vitalicia del Club Argentino, aunque ya no asiste regularmente por no jugar más al tenis. Solo concurre en verano a la pileta en forma esporádica.
-Es particularmente adicta al grupo de rock inglés Queen, al cantautor argentino Luis Alberto Spinetta y a los franceses Michel Piccoli e Yves Montand.
-Se preocupa constantemente por su aspecto exterior y el cuidado de su salud.
-De entrecasa utiliza un lenguaje distinto al que se le conoce llegando incluso a generalizar los insultos y las barbaridades.
-La causante posee una personalidad definida que la distingue del común de la gente y un carácter dominante que la impulsa a acometer cualquier empresa con absoluta seguridad.
-Defiende sus principios con capacidad y tenacidad sin interesarse en los efectos que pudiera causar en su interlocutor.
-La causante viste muy elegantemente y a la moda, usando ropa de muy buena calidad y excelente confección, combinando sobriamente colores y detalles (bijouterie).
-Acostumbra a usar perfume francés de fragrancia penetrante.
-La causante pasó la mayor parte de su infancia en Europa, hecho que le significó obtener amistades, amplia cultura, y el dominio de cuatro idiomas.
-En 1981 realizó un viaje por Medio Oriente, específicamente por Israel.
-Simpatiza abiertamente con el sionismo y la posición de Israel.
-Sus críticas son sumamente agresivas y los reportajes tienen una modalidad inductiva, llevando al entrevistado a firmar lo que ella pregunta.
-Dice sentir respeto y estima por Tróccoli y De la Rúa. También manifiesta tener ciertas coincidencias con Robledo, Ítalo Luder, y Matera del partido justicialista. Asimismo, declara admirar a Auyero y Dip de la democracia cristiana por sus brillantez. Considera, sin embargo, a Carlos Floriá como extraordinariamente apto para la función política.
-En 1979 realizó un reportaje a la primera ministra de Inglaterra Margaret Thatcher en las calles de Londres. En esa oportunidad logra incomodar a la misma con sus preguntas y planteos.
-La investigada realiza algunas críticas sobre la actualidad nacional, destacando los aspectos negativos del PRN- Proceso de Reorganización Nacional.
En diciembre de 1998, la revista Trespuntos (discontinuada en el año 2002, transformada en TXT que cerró en 2004) publicó una nota con una parte del contenido del microfilm.
En aquella ocasión, Magdalena Ruiz Guiñazú escribió una columna de opinión titulada: “Espiar: un lamentable oficio”. Lo hizo luego de haber leído parte de la información que sobre ella habían colectado los agentes de inteligencia del Ejército.
Magdalena Ruiz Guiñazú había escrito que: “Sí, sin duda. Fue una sensación desagradable e insultante. Alguien se había preocupado por seguir mis pasos, hurgar en mis horarios, describir a mi familia y a mis amigos, referirse a mí como ´el blanco´ y anotar prolijamente que usaba ropa bien cortada y perfume francés. Sí, encontrarse con el propio prontuario es la evidencia de que hay quienes se complacen en hacer méritos al describir cuáles son los cables indispensables para pinchar un teléfono (el mío, en este caso) o también en dibujar con esmero el plano de la casa de uno”.
Magdalena Ruiz Guiñazú había sido espiada por los militares, cuando los militares tenían poder y cuando la periodista cedía el micrófono de su muy escuchado programa de radio a, por ejemplo, las Madres de Plaza de Mayo. Se había transformado en un blanco de los espías del 601. Era una periodista que hablaba, en una época en la que muchos callaban.
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