El peronismo está, una vez más, en un proceso de cambio. De reacomodamiento de los liderazgos y las relaciones de poder. Instancia en la que el espacio político cayó en forma abrupta luego de la llegada de Sergio Massa al ministerio de Economía, el pedido de condena a Cristina Kirchner y el posterior atentado que sufrió.
Son, justamente, la Vicepresidenta y el ministro de Economía, los jugadores más destacados que aparecen en pie arriba del tablero político. Es la sensación que existe en las distintas terminales del Frente de Todos. En ese lugar de privilegio no está Alberto Fernández. Un Presidente que para los propios se inmoló por la causa llamada unidad y para los de afuera de ese círculo nunca supo construir poder.
El jefe de Estado está corrido de ese lugar destacado por una combinación de decisiones propias y de una coyuntura que se lo llevó por delante. Un sinfín de determinaciones en el ejercicio de la gestión del poder que en el interior del Gobierno, al día de hoy, hay muchos que no comprenden.
Para la gran mayoría de la dirigencia peronista, Fernández no tiene futuro. Está condenado a cumplir con su rol institucional y a recostarse enteramente sobre la gestión para encontrar un lugar confortable donde gobernar todos los días. Pero no tiene lugar en la discusión de poder de lo que viene por delante.
En tiempos preelectorales, como el que se está viviendo en Argentina, la dirigencia mira con atención quiénes tienen, o pueden tener, la lapicera en el momento de las definiciones. En ese corto listado no aparece el Presidente, quien no pudo tener influencia en el momento en que se definieron las listas de candidatos de las elecciones del 2021, un síntoma que define su presente.
Con el proceso de centralidad de Cristina Kirchner, el rol de Alberto Fernández quedó desdibujado. Pero rápidamente encontró un nuevo lugar. El mandatario se alineó a su compañera de fórmula sin perder tiempo. Se convirtió en el defensor principal en los días posteriores al pedido de condena del fiscal Diego Luciani. A Fernández le podrán reprochar cualquier cosa, menos que no la defendió.
Quienes lo frecuentan aseguran que su vínculo con la Vicepresidenta no cambió demasiado en el último tiempo. Hay una relación distante que difícilmente se modifique en el tiempo. Un futuro político juntos es impensado dentro de la coalición, donde la guerra interna del pasado empezó a borronearse y la centralidad del presente sembró paz por un tiempo indeterminado.
“Este proceso que estamos viviendo tiene un final. Existe un intento forzado de generar expectativas que, en la calle, no están. La centralidad de Cristina no está encarnada en la sociedad. De esta forma no agarras a ningún elector que esté afuera de la grieta”, fue la mirada crítica de un importante intendente del conurbano. La armonía sin fisuras no existe.
Más allá de la movilización permanente del peronismo en solidaridad con Cristina Kirchner, en las arterias oficialistas hay dirigentes y funcionarios que reconocen las limitaciones de la rosca política para mantener la centralidad de la Vicepresidenta.
Creen que los actos, comunicados y movilizaciones solo alimentan el microclima, pero que no traspasa la puerta de la casa de los argentinos que no son militantes ni están extremadamente politizados. Es decir, que el fenómeno de concentración de atención y poder es exclusivamente de la política, y no tiene un correlato tan claro en la sociedad.
“Los que se movilizan son los nuestros. La militancia K. No se mueve la gente que está afuera de la política. Hay que dejar que baje la espuma y ver dónde estamos parados en algunos meses. Lo único claro que es que la centralidad de Cristina te da una identidad y te ordena adentro”, reflexionó un alto funcionario del Gobierno.
De todas formas, guste a quien le guste, la Vicepresidenta se ha quedado con la candidatura virtual a la presidencia en el 2023. En el Frente de Todos cada vez son más los que creen que será candidata a presidenta el próximo año, aunque esa creencia arrastre también la posibilidad de un resultado adverso para el peronismo.
“Estoy convencido de que Cristina va a ser candidata, pero también que el peronismo no podrá ganar las elecciones. Si Juntos por el Cambio replica el proceso de interna que tuvieron en el 2015, va a ser difícil ganar. Esa puede ser una interna muy potente. Además, hay que tener en cuenta la posibilidad de que haya otro peronista en la cancha”, analizó un importante ministro del Gabinete.
Ese “otro peronista” que muchos imaginan en la cancha es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. El cordobés ha dejado saber su voluntad de jugar a nivel nacional, aunque sin definiciones claras sobre su futuro. En su entorno hace tiempo que dicen que tendrá un papel importante, pero nadie se anima a ponerle un nombre a ese futuro rol.
En el oficialismo hay quienes creen que puede ser un candidato que termine siendo funcional a Juntos por el Cambio y le quite votos al Frente de Todos, sin poder llegar a ser realmente competitivo para ganar la elección presidencial del próximo año. Como creen que ha sucedido con la tercera vía desde el 2015 a esta parte. Hay un sector desencantado del peronismo que espera que se lance de una vez.
“No hubo ni hay ningún dirigente que pueda reemplazar el liderazgo que tiene Cristina sobre el peronismo. No apareció. Todos están detrás de ella. Por amor, por conveniencia o por miedo. Pero están”, sintetizó un dirigente sindical de peso. En el kirchnerismo, claro está, nadie duda sobre que rol tiene que tener la actual Vicepresidenta en el futuro.
Un ministro nacional advirtió que una opción es que Cristina Kirchner “aliente la posibilidad de ser candidata porque eso contribuye a su centralidad y le mantiene la lapicera en la mano”, aunque reconoció que ese proceso puede terminar “con ella como ordenadora del peronismo, pero no como candidata”.
Las distintas versiones sobre el futuro de la Vicepresidenta no hacen más que alimentar su centralidad plena. Se sabe que Cristina es un experta en mantener bajo llave la dirección electoral de sus decisiones, por eso la especulación crece, al mismo ritmo que el kirchnerismo, apoyado en los últimos acontecimientos, mantiene viva esa la posibilidad.
Aunque no esté en ese mismo nivel de trascendencia política, Sergio Massa aparece como el segundo liderazgo posible dentro del Frente de Todos. Como el dirigente que, si logra encaminar la economía en los próximos seis meses, puede encarnar una candidatura presidencial, que tenga como base de sostén un acuerdo con la Vicepresidenta.
“Sergio podría ocupar en el 2023 el lugar de Alberto tuvo en el 2019. Aunque con más gimnasia y audacia. Otra forma de manejar el poder. Sería un moderado que sirva para ordenar al peronismo”, reflexionó un jefe comunal con trayectoria en el conurbano bonaerense.
La clave para que el liderazgo de Massa sobreviva, y junto a él la posibilidad de ser candidato a presidente, son los resultados de su gestión económica. Sin esos datos de la realidad, cualquier proyección quedará trunca. Paso a paso. Pero es innegable que Massa ha montado en el ministerio de Economía una sede del poder de gobierno.
El líder del Frente Renovador pretende que no se aliente su nombre como un posible presidenciable. Está concentrado en conseguir resultados rápidos y sabe que la rosca política sobre su futuro solo logrará relativizar los logros que obtenga o embarrar la gestión.
Su voluntad choca con las especulaciones normales que existen en las entrañas del peronismo, donde empiezan a visualizar cuál será el destino de la fuerza política, dónde hay que pararse y cuál es el futuro que podría tener el Frente de Todos.
“Si Massa ordena la economía nos alinearemos detrás de él. Y se verá qué es lo que quiere ella”, aseguró un dirigente del peronismo bonaerense. Ella es la Vicepresidenta. Hay algunos intendentes a los que les gustaría que Cristina le dé el visto bueno a Massa y lo transforme en el elegido. Si eso no sucediera, es más difícil para ellos pensar en una alianza con el líder del Frente Renovador. Estaría cargada de condicionamientos.
¿Por qué Cristina le prestaría a Massa la estructura del kirchnerismo para que sea candidato a presidente? ¿Cristina confía en Massa? ¿Massa confía en Cristina? ¿Es posible una fórmula entre los dos? ¿Hay algún dirigente de peso que pueda liderar y que no sean ellos? ¿Y qué hará Alberto?
Las preguntas giran por las oficinas peronistas. Cristina Kirchner y Sergio Massa tienen el mismo problema. Ambos, según miden la mayoría de las encuestas, tienen una imagen negativa muy alta. Ese dato es el costado negativo que todos ven. El piso cerca del techo electoral. La imposibilidad, según proyectan, de convencer a los desencantados de la clase media.
Lo que está claro en el mundo peronista es que en este momento del año los únicos dos dirigentes con posibilidades de continuar un proceso del peronismo en unidad son Cristina y Massa. En la actualidad, sostienen en el entorno presidencial, el único que garantiza esa unidad es Alberto Fernández. Presente y futuro. Dos caras de la moneda. Todo puede cambiar cuando esa moneda empiece a girar en el aire.
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